Berdusán y Osorio, Vicente. Ejea de los Caballeros (Zaragoza), 23.I.1632 – Tudela (Navarra), 30.I.1697. Pintor.
Nacido en el seno de una familia humilde, fueron sus progenitores Bernardo Berdusán, de profesión sastre, y Catalina Osorio y Bara. En 1640, cuando contaba con tan sólo ocho años de edad, quedó huérfano de padre y madre, y fue llevado a Tudela a casa de su tío, el arquitecto y escultor Juan de Gurrea. En el taller familiar recibó su primera formación artística junto a los retablistas Francisco Gurrea y Casado y Sebastián de Sola y Calahorra, con los que siempre mantuvo una estrecha relación.
Su formación posterior deja aún muchos interrogantes por esclarecer. Es posible que se trasladase a Zaragoza, donde pudo continuar sus estudios en el taller del pintor Hernando de Moros, también tío de Vicente. Posteriormente debió de pasar a Madrid, donde entraría en relación con Carreño de Miranda y el círculo de pintores cortesanos, del que su pintura va a ser siempre deudora. Los vínculos con el pintor madrileño se mantuvieron años después, y prueba de ello es el relato de Palomino, quien asegura que Berdusán hizo posible la permanencia en la capital navarra del gran cuadro de Carreño pintado para los trinitarios de Pamplona.
En 1653 volvió a Tudela, donde dos años después contrajo matrimonio con Margarita Saviñán. A partir de entonces residirá en la ciudad aragonesa hasta su muerte, acaecida en 1697; sin embargo, sus viajes fueron continuos, tal y como demuestran sus obras dispersas por Aragón, la Rioja o Guipúzcoa.
La obra de Vicente Berdusán se reduce exclusivamente al campo religioso; tan sólo una noticia documental sobre el aderezo de un retrato del monarca Felipe III hace referencia a otro género pictórico. Respecto a su filiación artística, su estilo está más vinculado a la pintura madrileña que a la aragonesa, con la que poco tiene que ver; este hecho y su relación con Carreño han hecho pensar que el pintor se trasladó a la Corte hacia 1648, donde permaneció hasta 1653, fecha en la que aparece documentado de nuevo en Tudela.
Sus inicios como pintor con taller propio vienen fechándose hacia 1655, año en el que contrae matrimonio.
Son pocas las referencias a sus obras más tempranas, y no deja de ser curiosa su primera tarea conocida: la decoración de jeroglíficos para el arco triunfal de los carpinteros levantado en 1656 para festejar la entrada de la reliquia de santa Ana en Tudela.
También durante esos años realizó, junto a los retablistas Francisco de Gurrea y Sebastián de Sola, el retablo de la capilla del Espíritu Santo en la catedral de Tudela.
De 1661 data la primera pieza firmada por el artista, el Ángel de la guarda de la colección Hermanos de San Cristóbal de Ram de Viu. Hay que destacar de este momento la Santa Bárbara de los dominicos de Tudela, firmada en 1662, o la Inmaculada Niña (1663) del Hospital de Santa María de Gracia, en la que se advierten ciertos ecos velazqueños. La relación con Carreño y Rizi también se deja sentir en sus obras más tempranas, como es el caso del Santiago en Clavijo (1665) del retablo de Funes.
El éxito cosechado con sus primeras obras le permitió recibir uno de sus primeros grandes encargos: los lienzos de los retablos laterales, las pechinas y la cúpula de la capilla de San Joaquín en la catedral de Huesca, fechados en 1668, en los que ya demuestra un estilo de plena madurez.
La década de 1670 fue favorable en grandes encargos, entre los que se encuentran la serie de nueve lienzos para la sala capitular de la catedral de Tudela (1669-1671) y, sobre todo, el ciclo de la Vida de San Bernardo del monasterio de Veruela (1671-1673), quizás la obra de más empeño del artista. Promovido por el abad fray Francisco Confredi y conservado hoy en el Museo de Zaragoza, en él demuestra su dominio del espacio y presenta un rico cromatismo y unos audaces efectos de contraluz que lo relacionan de nuevo con la pintura madrileña del momento. Cabe destacar del conjunto la Conversión del duque Guillermo de Aquitania (1673), acaso inspirado en estampas flamencas.
Otras obras de empeño de este momento son el gran lienzo de San Francisco Javier bautizando a los indios (1674) en la iglesia de San Jorge de Tudela, íntimamente ligado en técnica y composición a Francisco Rizi, y la Conversión de San Pablo (1677) en la misma iglesia, inspirada en una conocida estampa de Rubens y muy próxima a la obra de Escalante y Francisco Camilo.
De la década de 1680 sobresale la gran Asunción de Viana, procedente del desmembrado retablo mayor de San Pedro y fechada hacia 1687. La composición retoma el lienzo del mismo tema de Huesca y se inspira de nuevo en estampas rubenianas.
A los últimos años de su vida pertenecen nuevos encargos de cierto empeño. De un lado, los trabajos para la catedral de Tarazona, realizados entre 1693 y 1696 y contratados por mediación de su hijo Gaspar, sacerdote y secretario del obispo de la diócesis.
De 1691 son la Inmaculada de San Ildefonso en Madrid y la Transverberación de Santa Teresa de Fitero, obra de gran complejidad que repite una versión realizada años antes para Funes.
Pero, sin duda, la obra más representativa de este momento es la serie de lienzos para la capilla del Sacramento del seminario de San Carlos de Zaragoza, pintados a partir de 1693. Representan pasajes de órdenes religiosas cuyo lazo de unión es el tema eucarístico.
Se trata de complejas composiciones de gran formato en las que demuestra todo lo aprendido hasta el momento.
Berdusán se mantendrá activo hasta su muerte, acaecida en enero de 1697. A través de los datos conservados puede afirmarse que no abundaron los aprendices en el taller del maestro; únicamente cabe destacar la presencia de Francisco Crespo (1641-1702).
Obras de ~: Santa Águeda, Nuestra Señora de la Paz, Sevilla, c. 1650-1672; Santa Lucía Águeda, Nuestra Señora de la Paz Sevilla, c. 1650-1672; Virgen de los Reyes, Museo de Lima (Perú), 1662.
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Ángel Rodríguez Rebollo