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Benito Trelles Coaña y Villamil

Biografía

Trelles Coaña y Villamil, Benito. Marqués de Torralba. Serandinas (Asturias), 4.IV.1613 – Madrid, 7.XI.1682 ant. Jurista, consejero de Castilla y regente del Consejo de Italia.

Benito Trelles Coaña y Villamil, fue hijo de Gonzalo Méndez de Coaña y Trelles y de Catalina Suárez de Trelles Infanzón. El bautizo se celebró en la iglesia parroquial de Santa Marina de Serandinas. Su fe de bautismo reza así: “Bapticé este mesmo año el día de San Benito a Benito, hijo de Gonzalo Méndez de Trelles y fueron padrinos Ysidro Sánchez y María García”. Firmó el licenciado Lucas Fernández. Por la fecha de la fe de bautismo anterior a ésta, se puede comprobar que el año fue 1613. Fue enterrado en Madrid, en el Colegio de Doña María de Aragón, el 7 de noviembre de 1682.

Los ascendientes de Benito eran de estirpe hidalga. Según tradición no documentada, habría sido su séptimo abuelo, por línea paterna, Álvaro Pérez de Coaña, dueño del solar, casa y torre de la villa de Coaña. Por su madre, descendería de Diego García de Trelles, señor de la casa de Trelles, situada en el lugar de este nombre, perteneciente al concejo de Coaña.

García Sánchez de Trelles, descendiente de Diego García de Trelles, hizo solar y casa en el sitio llamado del Castro, en Pumarín, aldea de la feligresía de San Juan de Trelles, del que fue descendiente, a su vez, Suero González de Trelles, quien contrajo matrimonio con María Alfonso Infanzón, de quienes fueron hijos Lucas, Suero, Alonso, Marcos y Gonzalo González de Trelles. Los cinco fueron eclesiásticos. Además de estos cinco hijos varones, Suero González de Trelles tuvo a Fernando González, Juan García, Diego García y García Morán de Trelles (la madre de éste fue María Méndez Morán de Navia, segunda mujer de Suero) y a las hijas Catalina (madre de Benito), Teresa, María Alfonso, Isabel y Ana. El genealogista José Manuel Trelles Villademoros, autor de la obra Asturias ilustrada, descendía de Teresa, casada en la aldea de Talarén con Diego Pérez de Trelles Villamil, padres de Pedro de Trelles Villaamil, abuelo de José Manuel. La hidalguía de Benito Trelles y de sus hermanos y ascendientes, por las distintas líneas, se puede probar por conservarse los padrones de división de estados de los concejos comprendidos entre los ríos Navia y Eo, especialmente los de las feligresías de Serandinas, Trelles y Coaña, que se guardan en los archivos de los ayuntamientos de Boal (los de Serandinas) y de Vegadeo (los de Trelles y Coaña).

En las pruebas para el hábito de Santiago a las que se sometió Benito Trelles, comenzadas a finales de 1651 y terminadas en enero de 1652, el caballero y el religioso comisionados viajaron a Asturias para los interrogatorios de testigos, compulsa de libros sacramentales y de padrones de división de estados de los concejos en que habían residido los antepasados del pretendiente. Pudieron comprobar la nobleza de sus padres, Gonzalo Méndez de Trelles Villamil, vecino del lugar de Serandinas, y de Catalina Suárez de Trelles, natural de Pumarín (Concejo de Coaña). También la de los abuelos paternos Lope Suárez de Trelles y Villamil, natural del mismo lugar de Serandinas, y Leonor Alfonso de Lantoyra, también natural del Concejo de Coaña, lo mismo que la de los maternos, ya citados, Suero González de Trelles y María Alfonso Infanzón, vecinos de la feligresía de Trelles.

Uno de los tíos maternos de Benito Trelles parece que ayudó al sobrino a que pudiera seguir los estudios de latinidad en la aldea de Villacondide, situada a poco más de una legua del lugar de Serandinas, y enseguida los de bachiller. Después, obtuvo beca para cursar leyes en el Colegio Mayor de Oviedo, en la Universidad de Salamanca.

Se sabe que el joven Benito, una vez graduado, pasó a Italia y que, en Nápoles, a los treinta años, en 1643, fue nombrado oidor del Consejo de Santa Clara, del que llegó a ser presidente. En el año 1649, fue nombrado consultor del Reino de Sicilia, regente del Consejo Colateral de Nápoles en 1652 y miembro del Consejo de Italia en 1653. Después de regresar a España, el 6 de enero de 1664 fue nombrado miembro del Consejo de Castilla. Entre los años 1664 y 1666, fue gobernador de la Sala de Alcades de Casa y Corte. Como consejero de Castilla, presidió por turno el Concejo de la Mesta. Pedro Rodríguez Campomanes dio a Benito Trelles como fundador del Hospicio de Madrid, cuando éste pertenecía al Consejo y Cámara de Castilla. También le atribuyó haber escrito un tratado sobre el recogimiento de los pobres, bajo el nombre de José Ordóñez (p. XXXIX del Discurso sobre el fomento de la industria popular, Madrid, 1774).

Benito Trelles participó en las actuaciones pacificadoras para sofocar los alborotos que hubo en la ciudad y reino de Nápoles en los años 1647 a 1651, siguiendo las órdenes del Virrey, duque de Arcos. Parece que no sólo actuó como recto ministro, sino también como valeroso capitán. Cuando se sublevaron los habitantes de Capua en 1647, desarmando a los soldados de la guarnición, con lo que pudieron quemar casas y cometer abusos. El duque de Arcos, virrey de Nápoles, quiso cortar tales excesos y eligió a Benito Trelles para que fuese a aquella ciudad y aquietase a los revoltosos. Entró en ella sin otra compañía que la de un criado, para que los amotinados no sospechasen que iba a castigarlos. Se condujo con tanto valor y prudencia que consiguió la quietud de la ciudad, aunque con castigo posterior a los cabecillas de los insurgentes. Restituido el orden, consiguió pacificar a los revoltosos, de tal suerte que no se alteraron durante la segunda rebelión que se produjo en el Reino de Nápoles, en los meses de agosto y septiembre, ni en la tercera, en octubre. Desde Capua, colaboró en la pacificación de Aversa y de otros lugares próximos y restableció las comunicaciones con las provincias del Reino. Desde el mes de agosto, mantuvo a su costa a doscientos soldados alemanes que estaban en la plaza de Capua y, desde el mes de noviembre, hizo lo mismo con tres compañías de caballos y otras tres de infantería, que mandó entrasen en la ciudad, a pesar de la oposición de los vecinos. Se calcula que gastó, de su peculio, más de 4000 ducados en sostener a aquellos soldados. También colaboró en el surtimiento de la ciudad de Nápoles, en la que faltaban, por entonces, los víveres, sufragando, muchas veces con su propio dinero, la conducción de harinas para que no faltase el pan en los barrios afectos a Su Majestad. También participó en la defensa de las ciudades de Venafro y Teano, contribuyendo a que no entrara en ellas el cabecilla Paponi, echándole de los molinos de Capua, con la ayuda de ochocientos soldados, con los que también recobró el castillo de Caliche. Además, colaboró en impedir que los revoltosos de la ciudad de Nápoles cortasen el camino entre Capua y Aversa, para lo que mandó levantar, “con toda celeridad, gasto y diligencia” un fortín en Ponte Selice, sobre el puente. Pablo Antonio de Tarsia, en su obra Tumultos de la ciudad y Reino de Nápoles en el año de 1647 (León de Francia, 1670) valoró las acciones de Benito Trelles, reconociendo que, “con su valor, cordura, desvelo y buena diligencia”, se había señalado “no menos en las armas que en las letras, imitando a sus nobilísimos aguelos”, que habrían florecido “en ambas profesiones”. Aludió Tarsia a otras actuaciones de Benito Trelles en la entrada general triunfante que hizo don Juan de Austria el día 6 de abril en los cuarteles sediciosos, con “universal aplauso” y quietud de los tumultuados, una vez batida por todas partes “la plebe sediciosa”, después de apoderarse de las puertas de Alba y de Constantinopla y de la Plaza de Santo Angelo, puerta de San Genaro, casa del duque de Guisa, puerta de Capuana y Vicaría, “allanando todas las trincheras de los sediciosos”. Según Tarsia, Benito Trelles fue uno de los primeros que, con su valor y ejemplo, dio ánimos a los demás, pues, “llevando espada y rodela”, hallándose con una tropa de camaradas y criados a las puertas que se abrieron por el jardín de San Sebastián, salió con sus acompañantes “al avanzo de las trincheras, entre las primeras tropas”. Al llegar al mercado, en donde hicieron alto, un hombre se dirigió a Benito Trelles, avisándole de que algunos soldados cometían ciertos desórdenes, rogándole que fuese a remediarlos. Benito, con sus acompañantes, se dirigió a la Zelería Iudaica y a otras muchas calles, para llegar a las trincheras tras de las que actuaban los insurrectos, convenciéndoles de que sólo se pretendía la paz y quietud de todos, con aclamación general, al grito de “Viva el Rey nuestro Señor”, con lo que le abrieron las trincheras, de modo que fue el primero que avanzó por aquella zona de la ciudad. Tarsia reconocía que Benito Trelles, “caballero de antigua y esclarecida sangre”, después de haber ocupado por sus méritos y letras todos los puestos que podía dar Su Majestad en Nápoles y en Sicilia, era, cuando él escribía —1670—, regente del Supremo Consejo de Italia. También reconoció que los servicios que prestó Benito Trelles al Rey, siendo consultor del Reino de Sicilia, habían sido “tan considerables como notorios y mencionados en diferentes historias”. Añadió que Juan José de Austria, al dirigirse desde Nápoles a la jornada de Longon, dejó encargado “de los negocios más graves y relevantes” a Benito Trelles, “como a sujeto capaz de todos”, de cuya observancia dependía la quietud del Reino, al estar ausente Su Alteza. Refiere Tarsia que Trelles actuó “con tanto acierto y actividad, especialmente en la breve expedición de los víveres” para el surtimiento de las galeras y armadas, que Juan de Austria hizo “particular testificación” al Rey, señalándole los muchos méritos de Benito Trelles.

Cuando se dirigió a Capua, ya había contraído ventajoso matrimonio con Teodora Carrillo de Albornoz, marquesa de Torralba y señora de las Encontradas de Meylogo y Costa de Vals, en Cerdeña. Era viuda de Fernando Azcón, regente que había sido de aquella isla. Esta señora dotó a Benito Trelles con 20.000 ducados de plata, en consideración del matrimonio que contraían. Con palabras de Benito, la entrega de la dote se debió a que Teodora era “viuda, y de más edad, y por otros justos motivos de amor y cariño”. Esto fue así, según manifestó Benito Trelles en su testamento al aludir a la dote recibida, a pesar de ser él “el dichoso”, el favorecido con el enlace. Tuvieron una hija, Josefa Trelles y Carrillo de Albornoz, que heredó la fortuna de su madre, muerta de sobreparto. Benito Trelles contrajo enseguida segundas nupcias con Isabel Agliata Barresi, hija del duque de Villafranca. Isabel llevó al matrimonio como dote los estados del Parque y de Sala Paruta y la baronía de Regiulfo, en Sicilia, además de importantes cantidades de dinero, acrecentadas después por distintas herencias. De este matrimonio, fueron hijos Gonzalo y Juana Trelles Agliata. Benito Trelles cuidó de la elección de los cónyuges adecuados para sus hijas e hijo: Josefa contrajo matrimonio en 1666 con Lope de Miranda, marqués de Valdecarzana, y Juana con José Hurtado de Mendoza Toledo y Guzmán, conde de Orgaz. El hijo, Gonzalo, contrajo matrimonio con Margarita de Palafox y Cardona, hija de los marqueses de Ariza. Al quedar viudo de esta señora, contrajo segundas nupcias en Asturias con Luisa-Antonia de Valdés y Trelles, hija de Fernando de Valdés Miranda, caballero de Santiago, y de Leonor Trelles, sobrina de Benito Trelles, como hija de su hermano mayor, el capitán Lope de Trelles.

El 15 de enero de 1660, Benito Trelles recibió la merced de Príncipe del Casal de la Sala de Partinico, con antigüedad que habría de contarse desde el 10 de febrero de 1657. En la Real Carta de concesión, se reconoce que Benito Trelles, “marqués de Torralba y de Bonani [Bonanaro], caballero purpurado de la Orden de Caballería de Santiago de la Espada”, con origen “de antigua y noble prosapia de cuatro casas ilustres, vulgo solariegas de ricos homes”, por sus cuatro abuelos, y él “adornado de excelentes dotes de alma y cuerpo”, a las que se expresa acompañaban las heredadas de sus antepasados “que, en todo género de méritos, así en las armas como en las letras” habían brillado mucho, tanto al lado del rey Felipe IV como junto a sus predecesores, según atestiguaban otros diplomas Reales y narraba “la historia”. Se tuvieron presentes, además de los méritos y servicios de Benito Trelles, los de sus mujeres Isabel Agliata y Teodora Carrillo de Albornoz, marquesa de Torralba y Bonani [Bonanaro], ya difunta. El título y honor de Príncipe del Casal de la Sala de Partinico, en el Reino de Sicilia, se concedió a Benito Trelles y a sus sucesores a perpetuidad.

Don Benito adquirió tierras en Asturias, en los concejos de Boal, Navia y Coaña, y en otros del Principado. También compró el señorío de Valdeavellano, en la provincia de Guadalajara, el coto de San Mamed de Nodar, en Lugo, tierras y casas en la villa de la Olmeda y diversos censos y juros en distintos lugares del Reino, casas en Madrid, además de otros bienes. Benito Trelles e Isabel Agliata solicitaron facultad Real para fundar mayorazgo. El Rey, por Real Cédula de 31 de octubre de 1681, concedió la facultad solicitada en consideración a los muchos y buenos servicios que había prestado Benito y que continuaba prestando, tanto en el desempeño de sus cargos como en los diferentes asuntos del Real Servicio. Benito Trelles hizo testamento, y fundó mayorazgo en él, el 26 de octubre de 1682, llamando para suceder en el vínculo a su hijo Gonzalo con las condiciones usuales, en forma regular, prefiriendo el varón a la hembra y el mayor al menor, dentro de una misma línea y grado. En el codicilo del testamento, dejó usufructuaria de todos sus bienes, con ciertas condiciones, a Isabel Agliata.

Benito Trelles había comprado el oficio de alguacil mayor del Consejo de Italia. No lo incluyó entre los bienes que habrían de formar el mayorazgo, por dejar la mitad de él y de sus emolumentos a su mujer Isabel Agliata, con la condición de que, cuando ella muriese, lo vinculase en sus sucesores.

Interesa señalar que Benito Trelles, con sus bienes y situación, no sólo favoreció a sus hijos y nietos sino que extendió su “protección” a hermanos y sobrinos. A pesar de que sean escuetas las cláusulas de los padrones de división de estados, es de notar que, en los de la feligresía de Serandinas, se puede recoger información de interés sobre los resultados de aquella protección. Así, el creciente prestigio de Benito Trelles como licenciado y como alumno del Colegio Mayor de Oviedo de la ciudad de Salamanca y en razón de los cargos para los que fue nombrado, se refleja en los padrones de división de estados: en el de 1644, ya se señaló que el licenciado Benito González de Trelles era oidor del Sacro Colegio del Consejo de Nápoles, colegial mayor que había sido del Colegio de Oviedo de la ciudad de Salamanca y se le reconoce ser hijodalgo notorio de los solares conocidos de Trelles y Lantoyra. También recoge el padrón los nombres de sus hermanos Alonso González de Trelles y Lope Suárez de Meyro, morador en Villacondide, con la misma calidad y solares. El párroco de Serandinas, Marcos Fernández de Trelles, hijodalgo notorio del solar de Trelles, según recogen los padrones de 1644 y de 1650, era tío materno de Benito y sus hermanos. En el padrón de 1650, se incluye con letras más grandes todo lo referente a Benito Trelles, y se señala que Alonso, su hermano, era cura propio de Mohias.

Benito Trelles tenía conciencia de sus méritos como jurista y como político. Él afirmaba de sí mismo que no cedía ante ninguno y que había aventajado a los más de sus coetáneos o antecesores en los puestos que había ocupado en Nápoles como consejero y en Sicilia como consultor. Desempeñó simultáneamente en Nápoles los cargos de regente prefecto de la Anona y presidente del Consejo de Santa Clara, nunca ocupados antes a un tiempo por la misma persona. Pensaba que servicios tan extraordinarios, como ajenos que eran a su profesión, merecían ser remunerados especialmente y excluían “toda lesión de precio”. Lo hizo constar así en su testamento, no por vanidad, sino como advertencia, instrucción y defensa de sus sucesores, no fuese a movérseles pleito, como algún émulo había querido sugerir maliciosamente.

Los méritos de Benito Trelles al prestar sus servicios en el Reino de Nápoles se añadían a los que se le reconocieron siempre como consejero de Santa Clara y presidente, después, de este Consejo, como regente del Colateral, como el de grasero y prefecto de la Anona, con lo que refrendó, “suficientísimamente al grande concepto que de su valor, letras, capacidad, prudencia y fineza se tenía”. Como conclusión del relato de los méritos de Benito Trelles, Pablo Antonio de Tarsia transcribió la que califica de “famosa atestación” que hizo el consejero Paulo Staibano, en el libro de sus Resoluciones Forenses, de los servicios de Benito Trelles en los tumultos de Nápoles: “Sed Dominun D. Benedictum Trelles, Toralbae, Marchionem, sub silentio praeterire non audeo, qui tunc temporis Regius Consiliarius, et pro Reiga Maiestate Capuae Gubernator maximan praesetulit fortitudinem et prudentiam, dum Regi fidelem servavit Capuae, quae totius Regni propugnaculum fuit, et Regiae utilitati in hac Neapolitana Civitate plurimum consulvit, cuius quidem rei memoriae in aerum permanebit”.

 

Fuentes y bibl.: Archivo Histórico Nacional, Órdenes Militares, Santiago, leg. 680-8220, expediente de don Benito Trelles como pretendiente al hábito de Santiago; Testamento cerrado de don Benito Trelles, abierto por el escribano Tomás López Crespo, y codicilo, Archivo Histórico de Protocolos de Madrid, t. 11.485; Archivo del Ayuntamiento de Vegadeo (Principado de Asturias), Padrones de división de estados de las feligresías de Coaña y de Trelles; Archivo del Ayuntamiento de Boal (Principado de Asturias), Padrones de división de estados de la feligresía de Serandinas; Archivo General de Simancas, Secretarías provinciales, lib. n.º 981, fol. 377 y ss., traslado del título de Príncipe del Casal de la Sala de Partinico; Archivo General Militar de Segovia, división 1.ª, leg. t. 1.144, título de Alguacil Mayor del Consejo de Italia concedido por Felipe IV a don Benito Trelles en 1657.

P. A. Tarsia, Tumultos de la ciudad y Reino de Nápoles en el año de 1647, en León de Francia, a costa de Claudio Burgea, mercader de libros, 1670; J. M. Trelles Villademoros, Asturias ilustrada: primitivo origen de la nobleza de España, 8 vols., Madrid, Oficina de Domingo Fernández de Arrojo, 1760; L. Vilar y Pascual, Diccionario histórico, genealógico y heráldico de las familias ilustres de la Monarquía española. Comprende los orígenes de los apellidos o linajes de las familias de esta Nación; sus casas-solares, varones ilustres que los han engrandecido con sus virtudes y hazañas; entronques y genealogías de varias ramas esparcidas por la Península e Islas adyacentes; sus Títulos, Mayorazgos, Vinculaciones, Capellanías, Memorias y otras Fundaciones; condecoraciones que hayan gozado o gocen sus individuos, con sus invenciones, escritos, obras y sus Escudos de Armas. Escrito por Don..., Cronista Rey de Armas de S. M. C. la Reina Nuestra Señora Doña Isabel II (Q. D. G.), Caballero de la ínclita Orden Militar de San Juan de Jerusalén, Diputado e Individuo de varios cuerpos científicos y literarios, etc., etc., Madrid, Imp. de D. F. Sánchez a cargo de Agustín de Espinosa, 1859, vol. II, págs. 412-441; B. J. Gallardo, Ensayo de una biblioteca española de libros raros y curiosos, formado con los apuntamientos de Don..., coordinados y aumentados por D. M. R. Barco del Valle y D. J. Sancho Rayón. Obra premiada por la Biblioteca Nacional, en la junta pública de 5 de Enero de 1852, e impresa a expensas del Gobierno, Madrid, Imp. y Est. de M. Rivadeneyra, 1863, t. I, pág. 406; H. G. Koeningsberger, “The revolt of Palermo in 1647”, en Historical Journal, Cambridge, 8 (1946), págs. 129-144; J. M. Fernández Catón, “El Colegio Mayor de San Salvador de Oviedo de la Universidad de Salamanca. Catálogo de sus colegiales”, en Studium Legionense, León, 1 (1960), págs. 259-329; H. G. Koeningsberger, Estates and Revolutions. Essays in Early Modern European History, Londres, Editorial Ithaca, 1971, págs. 253-277; R. Villari, La revuelta antiespañola en Nápoles. Los orígenes (1585-1647), vers. esp. de F. Sánchez Dragó, rev. técnica de P. Fernández Albaladejo, Madrid, Editorial Alianza, 1979; J. Fayard, Los miembros del Consejo de Castilla (1621-1746), Madrid, Siglo XXI Editores, 1982 (1.ª ed. Ginebra, Librairie Droz, 1979), págs. 163, 208, 270, 323, 343-345, 448, 482 y 510; L. Ribot García, La revuelta antiespañola de Mesina: causas y antecedentes, 1591-1674, Valladolid, Universidad, 1982; V. Sciuti-Russi, Astrea in Sicilia. Il ministero togato nella società siciliana dei secoli XVI e XVII, Nápoles, Jovene editore, 1983; A. Carabias Torres, “Catálogo de los Colegiales del Colegio Mayor de Oviedo (siglo xvi)”, en Studia Historica. Historia Moderna, Salamanca, 3 (1985), págs. 63-106; A. Musi, La rivolta di Masaniello nella scena politica barocca, Nápoles, Guida, 1989; F. E. de Pöting, Diario del conde de Pöting, embajador del Sacro Imperio en Madrid (1664- 1674), 2 vols, ed. de M. Nieto Nuño, Madrid, Ministerio de Asuntos Exteriores. 1990-1993; L. Ribot García, “Las revueltas de Nápoles y Sicilia (1647-1648)”, en los Cuadernos de Historia Moderna, Madrid, 11 (1991), págs. 121-130; M. Rivero Rodríguez, “El Consejo de Italia: la gobernación de los dominios hispánicos (1556-1717)”, en Historia 16, Madrid, 197 (1992), págs. 55-58; G. Anes y Álvarez de Castrillón, “Un asturiano fuera de Asturias. D. Benito Trelles Coaña y Villamil”, en VV. AA., Asturianos en la Historia: X curso de verano de la Universidad de Alcalá de Henares, Llanes, El Oriente de Asturias, 2002 (col. Temas Llanes, vol. 102), págs. 139-154; L. Ribot García, “Las revueltas sicilianas de 1647-1648”, en VV. AA., 1640: La Monarquía Hispánica en crisis, Barcelona, Editorial Crítica, 1992, págs. 183-199; R. Susín Betrán, “Los Discursos sobre la pobreza. Siglos xvi-xviii”, en Brocar, Logroño, 24 (2000), págs. 105-135; L. Ribot García, La Monarquía de España y la guerra de Mesina, 1674-1678, pról. de A. Domínguez Ortiz, Madrid, Actas, 2002; I. Enciso Alonso -Muñumer, “Revueltas y alzamientos en Nápoles. La crisis de 1647-1648”, en Studia Historica. Historia Moderna, Salamanca, 26 (2004), págs. 129-153; M. Rivero Rodríguez, “Técnica de un golpe de Estado: el Inquisidor García de Trasmiera en la revuelta siciliana de 1647”, en F. J. Aranda Pérez (coord.), Actas de la VII Reunión Científica de la Fundación Española de Historia Moderna, vol. I. La declinación de la Monarquía Hispánica, Madrid, 2004, págs. 129-154; “Italia en la Monarquía Hispánica (siglos xvi-xvii)”, en Studia Historica. Historia Moderna, Salamanca, 26 (2004), págs. 19-41.

 

Gonzalo Anes y Álvarez de Castrillón, marqués de Castrillón

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