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César Jalón Aragón

Biografía

Jalón Aragón, César. Clarito. Nalda (La Rioja), 27.IX.1889 – Madrid, 6.XII.1985. Periodista, escritor taurino, ministro de Comunicaciones.

Acabado el bachiller y el servicio militar, y habiendo perdido a su padre, ganó unas oposiciones al cuerpo de Correos en Madrid. Pero su vocación le llevó pronto al periodismo. Tras algunas colaboraciones esporádicas, mientras trabajaba en Correos, consiguió entrar en la redacción de El Liberal, donde, entre otros cometidos, llegó a encargarse de la crónica parlamentaria.

Sus primeras colaboraciones taurinas —cuenta en sus memorias que en su familia no había ningún antecedente de afición a la fiesta de los toros— aparecieron en el semanario humorístico y taurino, The Kon Leche, fundado y editado por el malagueño Kurro Castañares (Juan Álvarez Martínez), quien era de clara tendencia “gallista”. Pasó después a ser comentarista taurino en El Liberal de Madrid de 1911 a 1933, donde luego sucedió a José de La Loma (Don Modesto).

El seudónimo de Clarito se debe, al parecer, a que el propio Don Modesto apostilló una de las primeras crónicas de César Jalón y la firmó como Clarito, antes de que su autor pudiera hacerlo de otro modo.

Fue miembro del Partido Republicano Radical y, como político, llegó a ocupar la cartera de ministro de Comunicaciones desde el 4 de octubre de 1934 (en plena revolución de Asturias) hasta el 6 de mayo de 1935, durante la Segunda República, cuando presidía el Gobierno Alejandro Lerroux. Antes, había sido subsecretario del mismo Ministerio desde noviembre de 1933. Su cargo político le hizo abandonar la redacción de El Liberal, pero no, como él mismo afirma en sus Memorias, su condición de periodista. De hecho, continuó siendo secretario de la Asociación de la Prensa de Madrid, cuyo presidente era entonces el propio presidente del Gobierno, Alejandro Lerroux.

El estallido de la Guerra Civil le sorprendió en Fuenterrabía, donde fue detenido y trasladado luego a la cárcel modelo de Ondarreta. Ya liberado, se instaló en San Sebastián y más tarde en Logroño.

Después de la Guerra Civil fue redactor en el diario madrileño Informaciones (1940-1960). Pronto alcanzó gran fama por su agilidad e ingenio literarios.

Representó durante cincuenta años una crítica taurina brillante, autorizada, llena de sugestión y gracia.

Desde El Liberal, primero, e Informaciones, después, fue considerado uno de los principales críticos de todos los tiempos.

También escribió en el semanario El Ruedo, que había nacido como suplemento de Marca, el periódico deportivo de la cadena del Movimiento. En el semanario taurino, una de las secciones más importantes llevaba su firma y se titulaba “Desde mi rincón”.

Entre sus actividades, durante la posguerra organizó durante muchos años la Corrida de la Prensa de Madrid, por cuenta de la Asociación, lo que era un modo de reconocerle la preeminencia entre todas las plumas que se dedicaban a la crónica taurina.

Su larga vida le hizo testigo de una gran parte de la historia de la tauromaquia. Sus memorias taurinas vienen a ser el compendio de toda la historia de los toros de su tiempo. No sólo de lo que acontecía en el ruedo, sino además del confuso, apasionado y las más de las veces turbio mundillo que rodeaba la fiesta. Lucía una prosa amena, con ciertos ribetes intelectuales que elevaban sus relatos taurinos a cuotas enormemente altas para un cronista.

Como aficionado, conoció la Edad de Oro del toreo y vivió la rivalidad entre Juan Belmonte y Joselito El Gallo. Vivió también los espléndidos años treinta con figuras como Ignacio Sánchez Mejías y, en los cuarenta, Manuel Rodríguez Manolete. Pero, también, los años cincuenta de Luis Miguel Dominguín, Antonio Ordóñez y Antonio Bienvenida, Julio Aparicio o El Litri, sin olvidar a Pepe Luis Vázquez. Y, en los sesenta, Diego Puerta, Paco Camino y Santiago Martín El Viti, además, naturalmente, de Manuel Benítez El Cordobés, que revolucionó la fiesta. A pesar de que las actuaciones del de Palma del Río nunca fueron de su agrado, Clarito reconoció que El Cordobés comportó en su época una “ráfaga esperanzadora” para el mundo de los toros.

Como revela El Cossío, la inmensa cultura tauromáquica de Clarito, la brillantez de su prosa y el ingenio de su estilo, acrecentada con los muchos años, hicieron que, cuando se retiró del ejercicio activo de periodismo, siguiera siendo considerado como un verdadero y fecundo maestro, un modelo a imitar, pues su pluma había enjuiciado no sólo la competencia entre Joselito y Belmonte, sino que analizó la brillante década de los años veinte, los problemas de los años treinta y, luego, todas las distintas peripecias de la fiesta de la posguerra. Desde Manolete, a menudo despreciado por la crítica madrileña, hasta Antonio Ordóñez y El Cordobés, último fenómeno taurino que alcanzó su pluma. A Clarito se le conoció por sus sólidos juicios a toreros y ganaderías, sus reticencias significativas y por un carácter sigiloso que le hacían no decantarse, abiertamente, ni a favor ni en contra de tal o cual ganadería o de tal o cual matador de toros.

Falleció en Madrid, el 6 de diciembre de 1985, dejando viuda a Catalina Holgado Martín, de cuya unión hubo cinco hijos, dos varones y tres hijas.

 

Obras de ~: Grandezas y miserias del toreo, Madrid, Estación Tipográfica de A. Marzo, 1933; El cautiverio vasco, prólogo de V. de la Serna, Madrid, Diana, 1939; De la Revolución de Octubre de 1934 al “straperlo”. Intimidades de un drama histórico, Madrid, Pueblo, 1964; Memorias de “Clarito”, Madrid, Guadarrama, 1972; Memorias políticas: Periodista. Ministro Presidiario, Madrid, Guadarrama, 1973.

 

Bibl.: J. M.ª de Cossío, Los toros. Tratado técnico e histórico, vols. II y VI, Madrid, Espasa Calpe, 1965, págs. 635-636 y pág. 950, respect.; A. López de Zuazo Algar, Catálogo de periodistas españoles del siglo XX, Madrid, Gráficas Chapado, 1981, pág. 294; J. M. Cuenca Toribio y S. Miranda García, El poder y sus hombres. ¿Por quiénes hemos sido gobernados los españoles? (1705-1908), Madrid, Actas, 1998.

 

Alejandro Pizarroso Quintero