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Juan de Velasco

Biografía

Velasco, Juan de. Riobamba (Ecuador), 6.I.1727 – Faenza (Italia), 29.VI.1792. Protohistoriador del Ecuador, misionero jesuita (SI).

“Juan de Velasco es el primer historiador nacional del Ecuador, el iniciador en nuestra patria de la tarea de componer no ya una crónica de los sucesos en los vastos dominios españoles de América, sino una verdadera historia de su país, del antiguo y célebre Reino de Quito” (Carlos M. Larrea, director de la Academia Nacional de Historia del Ecuador, Juan de Velasco y su Historia, 1971).

Nació Juan de Velasco en una familia distinguida en Riobamba, el 6 de enero de 1727. Hizo sus estudios de primeras letras en el Colegio de los Jesuitas de su ciudad natal; a los dieciséis años, en 1743, fue enviado al Colegio Seminario de Quito, dirigido también por los Jesuitas; y al año siguiente resolvió ingresar en la Orden de San Ignacio y entró en el noviciado de Latacunga, el 22 de julio de 1744.

Continuó fielmente su formación y sus estudios hasta su ordenación sacerdotal. Sus primeros ministerios los realizó catequizando a los indígenas de la zona de Cuenca, ya que conocía perfectamente su lenguaje, el quichua.

Ya entonces recorrió el sur del Reino de Quito y se informó de sus monumentos y de las tradiciones de los pueblos aborígenes.

En 1759 fue destinado al Colegio de Ibarra, y allí estuvo por dos años, ejerciendo el cargo de procurador.

Se conservan las cuentas y documentos firmados de su nombre. Le correspondía también visitar y revisar la forma como se trataba a los esclavos negros que trabajaban en las haciendas azucareras del Chota, y comprobar el cumplimiento de la legislación que los superiores habían dictado a favor de estos hijos de africanos, que trabajaban en todas las haciendas de la región, pues la autoridad había retirado a los indígenas.

En Ibarra fomentó la devoción a Nuestra Madre Santísima de la Luz, devoción traída de Sicilia por el padre José M. Maugeri (SJ), el mismo que trajo la primera imprenta al Reino de Quito. Andando el tiempo, Juan de Velasco compuso la Relación histórico- apologética sobre la Devoción a la Virgen de la Luz.

En 1762 fue destinado al Colegio de Popayán, región perteneciente a la Audiencia de Quito, donde fue profesor de Física y Matemáticas. Allí compuso el Tratado de Física, en lengua latina, cuya copia ha llegado hasta nosotros.

El rey Carlos III firmó en El Pardo, a 27 de febrero de 1767, la pragmática sanción por la que desterraba de España y sus dominios, para siempre, a todos los Jesuitas, la había obtenido mañosamente el conde de Aranda, presidente del Consejo y jefe de la masonería española. Arrancó este decreto falsificando documentos que injuriaban gravemente al Rey.

Llegó la pragmática al gobernador de Popayán a principios de agosto; y la ejecutó con rudeza. Rodeó de tropas el Colegio; a la madrugada entró en él, reunió a los Jesuitas en un aula; leyó el decreto y les impuso que dentro de veinticuatro horas debían salir al destierro. Tomó las llaves y se apoderó del dinero y víveres. No se preocupó de libros o papeles. “No dio —dice Velasco— una sola hilacha a los religiosos; ordenó que cada cual arreglara su petaca con la ropa de cama y ropa vieja, y chocolate y tabaco”. Pudo, pues, el padre Velasco llevar sus apuntes, pues ya el provincial le había encomendado escribir la Historia de la Compañía en Quito.

En medio del lamento de la población, salieron para Cartagena a embarcarse para Europa. Velasco escribió el Diario de este doloroso viaje, en que, tratados como peligrosos criminales, navegaron con graves riesgos y miserias a Cádiz e Italia, hasta llegar a Faenza. Allí le esperaba otro profundo dolor: la publicación el 24 de agosto de 1773, de la bula del papa Clemente XIV, por la que extinguía la Orden de la Compañía de Jesús.

La había dictado por presiones de las Cortes borbónicas.

La Historia del Reino de Quito y Crónica de la Compañía de Jesús: volvieron sus antiguos superiores y compañeros a urgirle que escribiera la historia para la cual había trabajado por años. “Me apliqué —escribió el mismo Velasco— a la constante fatiga de recoger impresos y manuscritos, de que fui tomando los convenientes extractos; averigüé muchos puntos con muchos sujetos no menos doctos que prácticos en aquellos países, especialmente misioneros.

”Gasté el espacio de seis años en viajes, cartas y apuntes; y al tiempo que me hallaba medianamente proveído en estado de ordenar a lo menos aquellos indigestos materiales, quiso Dios que me faltara del todo la salud. Dediqué por eso, el tal cual trabajo, al templo del olvido”.

Repuesto en alguna forma de su dolencia, sus compañeros le urgieron que continuase y diese fin a la historia. Aceptó Velasco y redactó la historia en estas partes: después de una “Prefación”, viene el Libro I: “Situación geográfica del Quito”. II: “El reino vegetal”.

III: “El reino animal. Origen de sus habitantes y sus características. Historia Antigua del Reino de Quito, los Quitus y los Incas. Conquista española.

Historia Moderna, la Sierra y el Oriente”.

Sus compañeros trataron de publicar su Historia moderna del Reyno de Quito y crónica de la provincia de la Compañía en italiano, mas él concibió una idea atrevida: quiso que se publicara en castellano y en España, en la patria, sujeta a la aprobación del Rey y de los censores que el ministro de Gracia y Justicia señalara. Con esa idea escribió al ministro Antonio Porlier, que aceptó la oferta de Velasco; recibió los dos primeros tomos, y los sometió al examen de los académicos de la Historia Casimiro Ortega y Antonio de Alcedo, autor del Diccionario Geográfico Histórico de las Indias.

A 14 de agosto de 1789 respondieron: “Que la obra de Don Juan de Velasco era de mucho mérito, dignísima de la luz pública; que tenía algunos defectos, que en nada perjudicaban a lo esencial y que podían corregirse. Esta obra, por la admirable división de épocas; por la multitud de conocimientos e investigaciones, por la juiciosa crítica que reina en ella, por la solidez con que trata las materias, y por la inteligencia de la lengua quichua, la constituye una de las mejores, y quizá la más completa que se ha escrito en la América”.

Mas pasaron los años, se cruzaron cartas, se cambiaron las autoridades en la Península, y Juan de Velasco se rindió a la muerte, sin ver la ansiada publicación.

Estaba reservada a su patria el honor de editarla: su sobrino, jesuita también, José Dávalos y Velasco, entregó el precioso manuscrito a José Modesto Larrea; y éste, en Guayaquil, lo puso en manos del José Joaquín de Olmedo, el caballero más ilustrado de su época, el cual, el 13 de febrero de 1839 escribió al presidente del Ecuador, general Juan José Flores: “Ha llegado de París José Modesto Larrea. El informará a Ud. de todo lo interesante de su embajada.

El Dr. Brandín (que publicó un fragmento en Francia) manda a Ud. por mi conducto, el primer cuaderno de la Historia del Reino de Quito, impreso en París; va a continuar la impresión aquí. Ha hecho una noticia bibliográfica de la obra, que desea se imprima en la Gaceta de Quito. Quiere que yo recomiende a Ud. la obra y el editor”.

La publicación recomendada por Olmedo se realizó en efecto, en 1841, atendida por el doctor Agustín Yerovi, en la Imprenta del Gobierno.

Luego se ha reimpreso, aunque en contados ejemplares.

La mejor y más completa edición es la de Biblioteca Ecuatoriana Mínima de 1960, bajo el cuidado del dre Aurelio Espinosa Pólit (SJ) y del doctor Julio Tobar Donoso.

 

Obras de ~: Relación histórico-apologética sobre la Devoción a la Virgen de la Luz, Quito, c. 1760; Tratado de Física, Popayán, 1762; Historia moderna del Reyno de Quito y crónica de la provincia de la Compañía, 1789 (Quito, Imprenta de la Caja del Seguro, 1941).

 

Bibl.: J. Jouanen (SJ), Historia de la Compañía de Jesús, en la Antigua Provincia de Quito, 1570-1774, Quito, Editorial Ecuatoriana, 1941; J. Tobar Donoso, Padre Juan de Velasco, Puebla (México), Biblioteca Ecuatoriana Mínima, Editorial Cajica, 1961; F. Esteve Barba, Cultura virreinal, Barcelona, Salvat Editores, 1965; C. M. Larrea, Juan de Velasco y su Historia, Quito, Editorial Ecuatoriana, 1971; R. Gullón (dir.), Diccionario de Literatura Española e Hispanoamericana, Madrid, Alianza Editorial, 1993.

 

Jorge Villalba Freire

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