Ayuda

Pedro Gómez Peña

Biografía

Gómez Peña, Pedro. Virtus (Burgos), 6.I.1841 – Madrid, 25.VI.1902. Escolapio (Schl), maestro de la Lengua Hebrea.

“La edición de la Gramática hebrea hace época en los anales filológico-hebraicos de España”, señala el investigador Carlos Lasalde (1893: 39), que había sido profesor de Hebreo de Pedro Gómez Peña en Tecla. Dicha Gramática hebrea (1896, 2.ª ed.) de los padres escolapios proporciona un mensaje cultural, fruto del esfuerzo de una personalidad tan conectada con Europa y que aportó su talento al común esfuerzo de los escritores españoles de la llamada Generación del 98, que supieron mantener su talante en medio de una España que estaba arriando los últimos jirones del Imperio español, que se deshacía en Cuba, Puerto Rico y Filipinas.

La actividad docente y de investigador de estudios semitas, que más fama le iba a dar profesionalmente, fue fruto de sus dieciséis últimos años, sobreponiéndose a su precaria salud. En Getafe (Madrid) inició sus estudios de formación humanística; allí realizó el ingreso en el noviciado de la Orden Calasancia (1856) y al año siguiente emitió la profesión solemne en la Orden; el humanista y entonces general de la Orden Calasancia padre Tomás Viñas emitió este elogio: “Litterario nostratium curriculo cito addicitur. Iuvenem acutíssima fuisse a natura instrunctum acie ingenii, neminem latebat”. Iba alternando en su formación obligatoria los estudios teológicos y su autodidacta afición a los científico-matemáticos, preparación que le permitió desempeñar la docencia de las Matemáticas a los veintiún años (1861) en la antigua Universidad de Alcalá de Henares durante cinco años. El edificio cisneriano, al trasladarse su Universidad Complutense a Madrid, quedó en manos de unas familias alcalaínas (“los condueños”). Hubo un acuerdo entre los “Condueños del Colegio de S. Ildefonso” y los escolapios para mantener un centro de enseñanza en el monumental conjunto.

Trasladado a Villacarriedo (Santander), en 1866, durante doce años el joven profesor dictó las clases de Física, Química, Historia Natural, Fisiología e Higiene. Todo parecía que centraba su labor docente en las materias científicas y biológicas. Pero, aprovechando la soledad y paz del valle de Carriedo, dedicó muchas horas al estudio profundo de diversas lenguas extranjeras hasta dominarlas. Frutos de este interés y tesón fueron sus primeras publicaciones que datan de esta época: Ejercicios de Lengua Inglesa (1870), Compendio de la Gramática Francesa (1874), Ejercicios Gramaticales de Lengua Alemana (1876). Aislado en su Villacarriedo, sin ningún acceso a un centro próximo de estudios de lenguas extranjeras, estas obras revelan las intuiciones de un autodidacta. Aquí se inició también en la analítica de las aguas potables, que completó con su hermano Manuel en Yecla.

Su destino a Yecla (Murcia), en 1878, iba a modificar notablemente, en sólo dos años de estancia, sus actividades personales anteriores en Cantabria. Se encontró con una distinguida personalidad científica y humanística, que además era su rector: el padre Carlos Lasalde, que iba a dejarle una impronta definitiva por su ingenio científico y políglota (dominaba el griego, árabe, hebreo y euskera).

Circuló entonces por la comunidad calasancia de Yecla la costumbre de llamar a tres compañeros —Carlos Lasalde, y a los hermanos Manuel y Pedro Gómez— el “triunvirato escolapio”; todos ellos eran ávidos lectores y pasaban largas horas de investigación en una de las más selectas bibliotecas de la Orden en su tiempo. La fama de estos escolapios se debía al éxito de los descubrimientos en el Cerro de los Santos: excavaciones (“iniciadas, fomentadas y dadas a conocer por nosotros”, escribía el rector Lasalde al padre general de Roma). El hallazgo más conocido había sido la Gran Dama Oferente, cuya primera descripción apareció el 15 de marzo de 1871 en la revista Ilustración de Madrid, redactada por el padre Carlos Lasalde.

En un ambiente y clima de creatividad, fruto del rectorado del padre Lasalde, se llegó a conseguir en el colegio un alto nivel cultural a escala nacional e internacional. Concurrieron con éxito y premios a exposiciones nacionales e internacionales en Viena (1873) y París (1878) sobre temas didácticos: textos y métodos, memoria de análisis de aguas potables de Murcia y Alicante (presentados por los dos hermanos Manuel y Pedro); esferas cosmográficas, memoriales de excavaciones, manuales de caligrafía, carteles de pendolistas...

De aquel “triunvirato” surgió la idea de defender la memoria del padre Felipe Scío, en especial su Biblia Sacra, criticada en algunos sectores intelectuales del siglo xix, especialmente por Marcelino Menéndez y Pelayo en su juvenil obra de 1880 Historia de los Heterodoxos Españoles, de la cual él mismo decía en su reedición unos años más tarde: “Hoy reconozco que en aquella obra hay muchos defectos nacidos de mi corto saber [...]. En el último tomo hay ‘excesiva acrimonia con que se juzgan algunos hombres’”.

“En la firme voluntad de abogar por la obra del P. Scío, el P. Pedro Gómez comienza a dedicarse a su estudio, debiendo aprender para ello la lengua hebrea, comenzando su trayectoria que le llevaría, años después, a convertirse en uno de los principales hebraístas españoles”, comenta Fernando López Azorín (1994: 278). Para un hombre centrado en las ciencias y matemáticas, ante este nuevo giro cultural debió de animarle su conocimiento de lenguas europeas, lo que le permitía leer y consultar las obras originales de los mejores autores y exégetas del momento.

Sus superiores le juzgaron como uno de los religiosos más preparados para la formación de los jóvenes escolapios de su provincia religiosa de Castilla. Apareció una faceta inédita en su vida docente escolapia: la pastoral. En un mismo año, 1878, mandó a la prensa obras de temas muy dispares: Nociones elementales de Fisiología e Higiene y, en colaboración con el padre Anastasio García, escolapio, un Misal Romano (para uso de los fieles, traducido al castellano con anotaciones litúrgicas). Estas cinco obras de cultura y formación religiosa, publicadas unos años más tarde, dan la silueta completa de su celo pastoral. Una de ellas, Instrucciones de cristiana piedad para preparar a los niños a la Primera Comunión (1893), recibió el premio del Congreso Eucarístico Nacional de Valencia (1893) con diploma y medalla de plata.

En 1880 fue destinado a León, al renacentista Hostal de Peregrinos, abandonado por los jesuitas en tiempos del rey Carlos III. En los nueve años que residió fue desempeñando los cargos de maestro de novicios y rector hasta 1889. Fue profesor de Ciencias Naturales, Griego y Hebreo de los seminaristas de Teología del Juniorato interprovincial calasancio. Su quebrantada salud le obligó a descansar en Madrid largas temporadas, ciudad en la que editó, en 1887, la Gramática hebrea con ejercicios de lectura, análisis, traducción y vocabulario —curiosamente, figura sólo como autor “un sacerdote de las Escuelas Pías” (sin indicar su nombre)—, que reeditará corregida en los años 1896 y 1904, ediciones en las que ya figura su nombre. Tuvo tanta aceptación en sus dos primeras ediciones que sirvió de texto en seminarios y universidades. “Con ella introduce en España —sigue diciendo López Azorín (1994: 278)— el método comparativo de Olshausen demostrando un profundo conocimiento tanto del hebreo como de las restantes lenguas semitas [...]”.

Fue Carlos Lasalde uno de los más objetivos críticos del valor de esta publicación a la vez que apologista al fallecimiento del padre Pedro Gómez ante las acerbas críticas que, desde un sector, aún seguían propalándose: “Salió por tercera vez a luz esta obra, en 1896, que tanta aceptación tuvo en sus dos primeras ediciones, y cuyo método, a causa de su sencillez y claridad, ha sido altamente elogiado por las personas competentes e imparciales en el año. Cuando se publicó por primera vez se propuso el autor, además de contribuir a la difusión de los estudios hebraicos, ‘bastante decaídos en nuestra nación’, demostrar dos cosas: primero, que el estudio de la Lengua Hebrea no era tan difícil y abstruso como se había querido suponer en obras que por entonces corrían en manos de muchos, sino que, por el contrario, era posible, con el auxilio de este libro, vencer gran parte de las dificultades que puede ofrecer a los principiantes el estudio de la lengua sacra; y segundo, que el método seguido por el Dr. García Blanco y su escuela era de importación extranjera, no obstante el empeño de quererlo hacer pasar como genuinamente español y una continuación del de nuestros antiguos maestros” (Lasalde, 1893: 39-40).

El anuncio-prospecto, sigue diciendo el padre Lasalde, de la Gramática hebrea de los padres escolapios en su primera edición exacerbó de tal modo los ánimos de los partidarios de las teorías del señor García Blanco, que éstos acudieron a todos los recursos para desacreditar la reciente obra, y no era para menos: quitar al eximio maestro el ascendiente que hasta entonces disfrutaba; negar a García Blanco la genuina y exclusiva representación de la escuela hebraica española; acusar, en cierta manera, a los que ciegamente le seguían, de haber aceptado como moneda corriente sus errores gramaticales...

Pedro Gómez Peña en 1888 publicó una nueva obra en que se aplicaban las teorías esbozadas en la Gramática hebrea a una obra del doctor García Blanco editada diecinueve años antes: Nuevo Salterio de David. Ningún hebraísta anterior había reparado en los “crasísimos errores gramaticales y exegéticos” en que incurrió al traducir al castellano el texto original del Salterio hebreo. El padre Pedro Gómez, al año siguiente de la edición de la Gramática hebrea, editó en Madrid sus Observaciones críticas sobre el Nuevo Salterio de García Blanco. La presentación del libro, la nitidez del texto y, sobre todo, de las páginas en hebreo facilitaron la crítica contundente del hebraísta escolapio.

Un testimonio muy significativo es, al respecto, el de Mariano Viscasillas, discípulo de García Blanco: “[El padre Pedro Gómez] es el autor de la primera gramática hebrea en español, obra que revela grandes estudios y profundos conocimientos hebraicos. Se quejaba de su maestro [...] por el desprecio con que trataba al P. Pedro Gómez” (Analecta Calasanctiana, n.º extraordinario, 1961: 444 y ss.).

Era la única arma de que disponía ante la humillación demoledora y documentada de las obras del escolapio, especialmente las Observaciones críticas sobre el Nuevo Salterio de García Blanco, en la que convenció a hebraístas españoles y europeos y logró desmontar la inmerecida fama de García Blanco, tan exaltada por Menéndez y Pelayo. “Ha refutado victoriosamente —dice Mariano Viscasillas— esta versión el ya mencionado P. Pedro Gómez de la Escuelas Pías, con una excelente obra que lleva por título Observaciones críticas sobre el Nuevo Salterio de García Blanco”. El gran polígrafo montañés sí que tenía noticia de esta obra del padre Pedro, que silencia.

El último año de su vida, Pedro Gómez se entregó a la tarea de responder adecuadamente a la obra del doctor García Blanco Diqduq. Análisis filosófico de la escritura y Lengua Hebrea, publicada en 1846, que realzó en esos años su autoridad en materias de hebreo, teniéndole por “indiscutible e inapelable” hasta darle a esta obra el pomposo título de “monumento nacional” (Lasalde, 1893: 43). El padre Pedro Gómez intituló su obra El Diqduq del Dr. D. Antonio M.ª García Blanco y escuela hebraica española. El autor hace notar en la introducción la doble tendencia que han seguido algunos en la exposición de la ciencia gramática hebrea. La escuela rabínica, exclusivista y empírica hasta la ridiculez, pretendió profundizar en el estudio del hebreo sin el auxilio de ningún otro idioma; por eso, se perdió en cavilaciones extravagantes que desnaturalizaron el estudio de la “lengua santa”, elevando a la categoría de dogmas los delirios de los cabalistas.

En cuanto a la antigua escuela hebraica española, que citaba Menéndez y Pelayo, el padre Gómez consideraba como el más genuino representante a Abul Waliz Merwan, cordobés que estableció el “método comparativo” en el estudio hebreo y formó una pléyade de sabios ilustres, de quienes aprendieron nuestros hebraístas cristianos; prestó un inmenso servicio a la causa y estudio de la “lengua santa”.

Ahora bien, el doctor García Blanco, en vez de imitar a estos segundos, tomó por norma de conducta a los primeros, resultando de aquí su obra; más que restauradora de la Escuela Antigua Hebraica Española, fue, si así puede decirse, resucitadora de los delirios y cábalas de la escuela rabínica y de sus imitadores sucesivos.

El padre Gómez hizo un breve examen del Diqduq, refutó las teorías y descendió a puntos concretos de García Blanco con un exhaustivo número de casos y citas en paralelo de autoridades de los más célebres hebraístas españoles de los tiempos pasados. Hasta los más inexpertos pueden apreciar el aparato crítico “tan erudito, completo y convincente que al leerlo no puede el lector imparcial menos de admirarse de que las obras del Dr. García Blanco hayan estado tanto tiempo disfrutando del favor y admiración del público, y hayan valido a su autor el pomposo título de patriarca del hebraísmo y restaurador de los estudios hebraicos en España” (Lasalde, 1893: 44).

“Al final de esta obra, su canto de cisne —continúa Lasalde—, dedica una defensa calurosísima y además contundente de la versión castellana de la Vulgata, del P. Scío, a quien el Dr. García Blanco tan despiadadamente trató en su Diqduq, como no hay memoria de críticas gratuitas de obra alguna; allí le demuestra que el eximio y piadoso traductor tenía profundos conocimientos de hebreo, griego y latín. Ése es el origen de las descalificaciones del polígrafo santanderino. Los errores que hoy vemos son tributo, muchos de ellos, a las estrictas leyes de la Iglesia a los traductores de la Vulgata; no se permitían traducciones directas. Por esta razón, abundan las notas aclarando el sentido original e interpretación patrística.” (Lasalde, 1893: 44.) El padre Gómez terminó su última obra completando la “idea reivindicatoria” de la Biblia Sacra del “triunvirato de Yecla” a favor del padre Scío. Casualmente, al ojear la biografía del padre Jofre se encuentra una noticia que refiere en su carta al padre Carlos Lasalde, desde Barcelona, el 24 de enero de 1890, veintidós días después de su muerte. Le cuenta, además de su fallecimiento, que siempre le afectaban mucho las críticas a su Orden de las Escuelas Pías. “Era muy celoso del buen nombre, gloria y prestigio de todos nuestros hermanos, a la par que procuraba ocultar su propio mérito. Prueba es de ello el que habiendo leído que el Sr. Menéndez y Pelayo en su obra de los Heterodoxos trataba de desgraciadísima la traducción de la Biblia por nuestro sabio y virtuoso Ilmo. P. Scío, le escribió una y otra vez, hasta que obtuvo de dicho Señor una contestación excusándose y dándole satisfacción. Dichas cartas, así como la contestación, fueron leídas por mí mismo, y si no se dieron a la imprenta fue porque yo le aconsejé al P. Jofre que no convenía hacerlas públicas” (Lasalde, 1893: 92).

Tuvo una gran ilusión el padre Pedro Gómez: fundar una Escuela Española de Hebreo, pero falleció a los sesenta y un años. En los tres últimos años de su vida fue ocupando los más altos cargos de la Orden en España; su precaria salud no resistió. Como bellamente escribió el padre Viñas en su biografía latina, “dum cogitabat ille de opere, in coelo agebatur de praemio” (“mientras él programaba tantas iniciativas en la tierra, en el cielo se le preparaba el premio”, Viñas, 1911: 389).

 

Obras de ~: Ejercicios de lengua inglesa, Madrid, 1870; Compendio de la gramática francesa, Madrid, 1874; Ejercicios gramaticales de lengua alemana, Madrid, 1876; Naciones elementales de Fisiología e Higiene, Madrid, Álvalez, 1878; Gramática hebrea, Madrid, Ribadeneyra, 1886; Gramática hebrea con ejercicios de lectura, análisis, traducción y vocabulario, Madrid, 1887; Observaciones críticas al Nuevo Saltario del Dr. D. Antonio García Blanco, Madrid, Dubrull, 1888; Misal Romano, trad. cast. de ~ con observaciones litúrgicas, Madrid, 1891; El Génesis (texto hebreo con transcr. y vers. latina), Madrid, San Francisco de Sales, 1893; Instrucciones de cristiana piedad para preparar a los niños a la Primera Comunión, Madrid, Ribadeneyra, 1894; Abraham, Madrid, Calleja, 1894; P. Berthe, Narraciones bíblicas, trad. de ~, Madrid, Calleja, 1894-1896; El Diqduq del Dr. D. Antonio García Blanco y la escuela hebraica española, Madrid, San Francisco de Sales, 1895; El Profeta de Nazaret, Madrid, San Francisco de Sales, 1896; El Drama del Calvario, Madrid, 1896; Gramática hebrea teórico-práctica, Madrid, 1896 y 1904; Libro de las novicias, Madrid, 1897; Libro de las profesas, Madrid, 1897; Historia sagrada del antiguo y nuevo Testamento, Madrid, Calleja, 1899; Gramática hebrea teórico-práctica con Crestomatía y Vocabulario, dir. y pról. de C. Sanz, Buenos Aires, Albatros, 1950 (4.ª ed.).

 

Bibl.: C. Lasalde, Historia literaria y bibliográfica de las Escuelas Pías de España, t. I, Madrid, Agustín Avrial, 1893; M. Díez y Díez et al., El hebreo y las demás lenguas semitas, Madrid, Est. Tipográfico de G. Yuste, 1896; T. Viñas, Index bio-bibliographicus clericorum regularium pauperium matris dei scholarum piarum, vol. II, Roma, Typ. Polyglotta Vaticana, 1911, págs. 385- 389; C. Rabaza, Historia de las Escuelas Pías de España, t. II, Valencia, Tipografía de Miguel Gimeno, 1917; M. Menéndez y Pelayo, Historia de los Heterodoxos Españoles, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), 1946; G. Brenan, Historia de la Literatura Española, Buenos Aires, Losada, 1958; M. Balagué, “Reivindicación de la Biblia del P. Scío”, en Analecta Calasanctiana, n.º ext. (1961), págs. 393- 461; C. Vilá, “Gómez, Pedro”, en Q. Aldea Vaquero, T. Marín Martínez y J. Vives Gatell (dirs.), Diccionario de Historia Eclesiástica de España, vol. II, Madrid, CSIC, Instituto Enrique Flórez, 1972, pág. 1026; C. Vila Palá y L. M. Bandrés Rey (coords. y dirs.), Diccionario Enciclopédico Escolapio, vol. II, Salamanca, Ediciones Calasancias, 1983; V. Faubell Zapata, Acción educativa de los escolapios en España (1733-1845), Madrid, Fundación Santa María, 1987; F. López Azorín, Yecla y el padre Lasalde, Murcia-Yecla, Universidad de Murcia e Instituto Municipal de Cultura de Yecla, 1994.

 

Abelino Andrés Nistal, SChP

Relación con otros personajes del DBE

Personajes similares