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Carlos de Borja y Aragón

Biografía

Borja y Aragón, Carlos de. Duque de Villahermosa (VII). Lisboa (Portugal), 1580 – Madrid, 27.VII.1647. Presidente del Consejo de Portugal y consejero de Estado de Felipe IV.

Segundo hijo de Juan de Borja, I conde de Mayalde y I de Ficalho, y de la portuguesa Francisca de Aragão e Barreto, era además, por vía paterna, nieto del famoso san Francisco de Borja, IV duque de Gandía, y primo, a su vez, de Francisco Gómez de Sandoval, duque de Lerma. Su genealogía evidenciaba un tipo de política matrimonial hispano-lusa nada sorprendente entre algunas familias de la aristocracia cortesana peninsular de los siglos xvi y xvii, incentivada durante la época de la Unión de Coronas (1580-1640).

Estos antecedentes situaron a Carlos de Borja en una posición óptima para diseñar una carrera política que se centró en los órganos consultivos de la Corte referentes a Portugal. Difícilmente podía haber sucedido de otro modo, ya que, además del peso específico del clan Borja-Aragón, que formaba uno de los dos o tres círculos de poder que prácticamente monopolizaban la política de la Corona en Portugal, su matrimonio con la VII duquesa de Villahermosa, María Luisa de Aragón y Wernstein, hija de Fernando de Aragón de Gurrea y de Borja, y de la baronesa Juana de Wernstein, le confirió una calidad social indiscutible. Fue en 1622 cuando comenzó a ostentar este título. Su parentesco con los Silva no le ahorró una primera batalla política por el control del Consejo de Portugal, que perdió en 1613, figurando algunos años sólo como consejero hasta alcanzar la presidencia el 16 de diciembre de 1617. Escorado hacia el conde duque de Olivares, logró mantenerse como presidente del máximo órgano luso en la Corte hasta 1633, año en que fue nombrado consejero de Estado. En esta fecha también culminó la política reformadora de la Corona iniciada en 1626, encaminada a debilitar el Consejo de Portugal, en aras de una serie de juntas sustraídas a la autoridad del mismo.

El personaje que simbolizó esta nueva etapa fue el secretario Diogo Soares, instrumento clave de Olivares y consiguientemente enemistado con Villahermosa.

A esto debe añadirse que en 1634 Villahermosa propuso, sin éxito, que su hermano Francisco fuera nombrado virrey de Portugal. Desde entonces, el duque militó entre los adversarios del valido real, lo que no impidió que éste culminara su escalada en marzo de 1639 con la sustitución del Consejo de Portugal —que carecía de presidente desde la reforma de su Regimiento en 1633— por dos juntas, una en Madrid y otra en Lisboa. Aunque Villahermosa figuró en la junta de Madrid (y en varias otras) hasta su muerte en 1647, su actividad en ella conoció dos momentos bien diferenciados: antes y después de la Restauración bragancista del 1 de diciembre de 1640. Si antes de esta fecha se limitó a refrendar o contestar —según le conviniera— los decretos olivaristas, tras el golpe de Lisboa aprovechó para recuperar posiciones en la medida en que su anterior oposición podía presentarse ante el Rey como el camino que nunca debía haberse abandonado (el del respeto al orden político pactado con los grupos dirigentes lusos en 1581), y al que convenía volver si lo que Felipe IV pretendía era reintegrar a Portugal.

Su célebre parecer sobre la recuperación del reino elaborado entonces denunciaba la violencia y el autoritarismo de Olivares como responsables de lo ocurrido, lo que, si bien en parte era cierto, también lo era el deseo de Villahermosa de volver a dominar la política portuguesa de Madrid. En función de cada coyuntura, rivalizó o colaboró hasta su muerte con otros grandes de la aristocracia lusa como los Moura, marqueses de Castelo Rodrigo, o los ya citados Silva. Fue caballero de la Orden de Cristo, en Portugal. Fueron sus hijos Fernando, su sucesor, Juan María, Francisco Tomás y Juan María, además de tener cuatro hijas, dos de las cuales ingresaron como religiosas.

 

Bibl.: E. Buceta, “Informe del Duque de Villahermosa a Felipe IV sobre la recuperación de Portugal”, en Boletín de la Real Academia de la Historia (BRAH), CIII (1933), págs. 716-736; J. H. Elliott y J. F. de la Peña, Memoriales y cartas del Conde Duque de Olivares, II. Política interior: 1628 a 1645, Madrid, Alfaguara, 1981; C. Gaillard, Le Portugal sous Philippe III d’Espagne. L’action de Diego de Silva y Mendoza, Grenoble, Université des Langues et Lettres, 1982; F. Barrios, El Consejo de Estado de la monarquía española, 1521-1812, Madrid, Consejo de Estado, 1984; S. de Luxán Meléndez, La revolución de 1640 en Portugal, sus fundamentos sociales y sus caracteres nacionales. El Consejo de Portugal: 1580-1640, Madrid, Universidad Complutense, 1988; J. H. Elliott, El Conde-Duque de Olivares, Barcelona, Crítica, 1990; R. Valladares, “Portugal desde Italia. Módena y la crisis de la Monarquía Hispánica (1629-1659)”, en BRAH, CXCV (1998), págs. 231-276; F. Bouza Álvarez, “A Nobreza portuguesa e a corte de Madrid. Nobres e luta política no Portugal de Olivares”, en Portugal no tempo dos Filipes, Lisboa, Cosmos, 2000, págs. 206-344; J. F. Schaub, Le Portugal au temps du comte-duc d’Olivares (1621-1640), Madrid, Casa de Velázquez, 2001.

 

Rafael Valladares Ramírez