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Luis Álvarez de Toledo

Biografía

Álvarez de Toledo, Luis. Valderas (León), 1531 – Lima (Perú), I.1576. Agustino (OSA), predicador y misionero.

Luis Álvarez de Toledo, emparentado con la casa de los condes de Oropesa, título de nobleza otorgado por Enrique IV a Fernando Álvarez de Toledo, recibió la educación propia de su clase social.

Se hizo religioso agustino en la provincia agustiniana de Castilla, si bien no profesó en el convento de San Agustín de Toledo, dado que su nombre no figura en el libro de profesiones de dicho convento. Por esta misma fuente se sabe que ocupó en el convento toledano los cargos de subprior y maestro de novicios, como consta en las actas de profesiones emitidas entre el 20 de octubre de 1563 y el 25 de octubre de 1566. Álvarez de Toledo fue maestro en Sagrada Teología.

El 11 de febrero de 1569 embarcó para el Perú, lugar al que le destinó la provincia de Castilla en calidad de visitador general a la provincia agustiniana del Perú, con la finalidad de corregir los excesos, afirmar la observancia religiosa, incrementar la labor misionera en aquel país y facilitar el establecimiento de nuevas fundaciones, dada su cercanía al virrey Francisco de Toledo. En efecto, por aquellas fechas llegó también a Lima el virrey Toledo, gran legislador y hombre eficaz para la vida del virreinato, como demostró en los doce años de gobierno.

Por mandato de Felipe II, el provincial del Perú por entonces, Luis López de Solís, envió a Quito a Luis Álvarez en compañía de Gabriel de Saona en 1573, para introducir de manera oficial la Orden Agustiniana en el Ecuador. Superadas algunas dificultades lograron fundar el convento San Agustín de Quito el 22 de julio (varios historiadores ponen equivocadamente el mes de junio) del año citado, con doce religiosos. No obstante, la presencia agustiniana fue anterior, puesto que en 1568 ya tenían residencia en Santa Bárbara, en lo que se llamó el Convento Viejo de San Agustín. Por lo tanto, Álvarez de Toledo y Saona fueron a Quito más bien a poner los cimientos de una nueva provincia religiosa, la provincia agustiniana de San Miguel de Quito. Por entonces los agustinos ya estaban ocupados en la evangelización indígena en tierras de Nueva Granada y también en Quito. Mientras Saona permanecía en esta ciudad, Álvarez de Toledo regresó a Lima para dedicarse a la predicación, porque los fieles echaban en falta sus doctos y apostólicos sermones, dada la fama que tenía de orador sagrado.

Al finalizar el mandado de provincial de la Provincia de Chile, Luis López de Solís, en el Capítulo celebrado el 11 de junio de 1575, eligió a Luis Álvarez de Toledo, y por definidores a Luis López de Solís, Andrés de Villarreal, Juan de Almaraz y Rodrigo de Loaysa. En este Capítulo fueron admitidos por conventos las casas de Quito, Arequipa y de Nuestra Señora de la O, en el valle de Abancay.

Pasados unos meses, el nuevo provincial, Luis Álvarez de Toledo, inició la visita conventual por los llanos y doctrinas de los valles de Trujillo, para luego llegar al pueblo de Guamachuco, y tras efectuar la visita a la comunidad religiosa de aquel convento, al cruzar un río en su último tramo sufrió un accidente y pereció ahogado. Este hecho ocurrió en el mes de enero de 1576.

La ciudad de Lima celebró solemnes exequias, asistiendo las más distinguidas personalidades. Gabriel de Saona pronunció la oración fúnebre. Fue enterrado en Santiago de Chuco. Dos años más tarde, cuando querían trasladar su cuerpo al convento de Trujillo, el mismo Saona descubrió el cadáver incorrupto, cuya noticia se extendió entre la población, lo mismo que su fama de santidad. Los restos mortales fueron llevados al convento de Trujillo (Perú), donde se conservan con veneración.

Escribió, según Calancha, un tomo de sermones para todas las dominicas del año, adviento, cuaresma, pascua y festividades de la Virgen y de los santos, varios sermones de difuntos, y otras oraciones. El mismo Calancha recoge en su Crónica que los coetáneos de Álvarez de Toledo le atribuían el don de profecía, “porque supo y predijo muchas cosas y acaecimientos futuros, reservados a sólo el conocimiento de Dios” (Merino, 1972: 56).

Luis Álvarez de Toledo tuvo una copia del Cantar de los cantares de fray Luis de León, cuyo ejemplar se conservaba en la biblioteca del convento San Agustín de Lima. Dicha copia la prestó Álvarez de Toledo a Jerónimo Núñez, y éste hizo otra copia a su vez, que entregó al agustino y bachiller peruano Bara o Vara, según declaración del mismo Núñez efectuada en Cuzco el 10 de septiembre de 1575, ante un delegado de la Inquisición.

 

Bibl.: T. de Herrera, Alphabetum Augustinianum, II, Matriti, 1644 (ed. anastát., Roma, Publicazioni Agostiniane, 1990, págs. 10-11); J. Brulio, Historiae Peruanae Ordinis Eremitarum S. P. Augustini. Libri octodecim, Antuerpiae, Apud Guilielmum Lesteenium, 1652, págs. 98-106; Ph. Elssio, Encomiasticon Augustinianum¸ Bruxellis, Typ. Francisci Vivieni, 1654, págs. 445-446; J. Lanteri, Postrema Saecula sex religionis augustinianae in quibus breviter recensentur illustriores viri augustinenses qui sanctitate et doctrina floruerunt post magnam Ordinis unionem peractam anno MCCLVI ab Alexandro IV usque ad haec tempora, Tolentini, Tipografía Guidoni, 1859, págs. 336-338; I. Monasterio, Recuerdo de la inauguración del templo de San Agustín de Lima (19 de septiembre de 1908), Lima, Imprenta de E. Moreno, 1908, págs. 259-261; G. de Santiago Vela, Ensayo de una Biblioteca IberoAmericana de la Orden de San Agustín, vol. I, El Escorial, 1913, págs. 120-122 y 714; VIII, El Escorial, 1931, pág. 451; V. Iglesias, “La fundación del convento San Agustín de Quito”, en Archivo Agustiniano, 5 (1916), págs. 203-215; A. Villarejo, Los agustinos en el Perú y Bolivia (1548-1965), Lima, Editorial Ausonia, 1965, págs. 29, 41- 43, 95 y 118 M Merino (ed.), Crónicas agustinianas del Perú, Madrid, 1972; A. de la Calancha y B. de Torres, Crónicas agustinianas del Perú, I, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1972, págs. 27, 44, 48, 54-58 y 85; II, Madrid, 1972, págs. 441 y 423-424; M. González Velasco, “Los agustinos en el proceso de fray Luis de León”, en La Ciudad de Dios, 204 (1991), págs. 638-639; R. Lazcano, Bibliographia Missionalia Augustiniana. América Latina (1533-1993), Madrid, Revista Agustiniana, 1993, págs. 206-208.

 

Rafael Lazcano González

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