García de Tapia, Pedro. González de Tapia, Pedro. España, s. t. s. xvi – Guanajuato (México), 1643. Especialista en metalurgia.
Especialista metalúrgico que trabajó en México durante la primera mitad del siglo xvii, logrando mejorar algunos métodos del beneficio del mineral de plata por medio del azogue, con una menor pérdida de ambas cosas y mayor rapidez. En aquellos años eran muchos los especialistas que, tras una larga experiencia a pie de mina, mediante una experimentación y observación directas, conseguían idear formas de mejor rendimiento en la industria extractiva minera de los virreinatos de Nueva España y Perú. Estos métodos eran todos experimentados, en previsión de su éxito, habida cuenta del enorme esfuerzo que suponía dotar del mercurio necesario para continuar los diversos métodos de amalgamación con la plata, muy extendidos desde el que inventara en el siglo xvi Bartolomé de Medina; además del agotamiento y colapso de las minas de azogue de Huancavelica hacia 1630.
Los hornos de fundición consumían mucha leña en abundancia y sólo eran rentables para trabajar con pequeñas cantidades de mineral de alta ley. Desde que fuera implantado el sistema de Medina, con sus indudables ventajas, los métodos de hornos de reverberación fueron dejando paso a los de amalgamación y a una muy rica gama de variantes y adiciones que permitieron operar a mayor escala y beneficiar minas más pobres. Da ahí su rápida y amplia difusión e implantación, en ocasiones duradera y a veces efímera.
El método de Pedro García de Tapia rendía oro y plata por amalgamación con mercurio en un plazo de veinticuatro horas, algo que resultaba muy llamativo y que supuso su experimentación inmediata en varios yacimientos americanos. Con su sistema, además del ahorro de tiempo, no se perdía más azogue que el necesario para su consumo, no había que sutilizarlo primero y se ahorraba trabajo de los indios.
En realidad, fueron dos los inventores. González de Tapia, como le llamó Francisco Javier de Gamboa, y el capitán Pedro de Mendoza Meléndez. Fue realizado por primera vez en Nueva España en 1643 ante la presencia del virrey el conde de Salvatierra y de los ministros de la Real Audiencia de México. El resultado exitoso del experimento, su solidez y certeza, animó a las autoridades a que se repitiera con metales de Guanajuato, Pachuca y Tasco, otros centros mineros muy importantes. En Pachuca y Guanajuato se benefició un treinta por ciento más que con los métodos que se usaban entonces. Menor fue el rendimiento en Tasco.
Sin embargo, este hecho, en vez de contrariar el éxito, logró generar una actuación programada y conjunta sin precedentes. El citado virrey libró Real Provisión en 22 de septiembre de dicho año de 1643, autorizada por Felipe Morán de la Cerda, escribano mayor de la Gobernación y Guerra. Nombrando y reconociendo a los inventores del nuevo beneficio, las experiencias hechas en México en su presencia y las de varios prácticos mineros, quería mejorar el rendimiento en Tasco y eliminar las dificultades de sus metales.
Para ello nombró por administrador y visitador de minas, con amplias facultades a Luis Berrio de Montalvo, entonces alcalde del Crimen de aquella Audiencia.
También le nombró, su asesor y auditor general de guerra, quien, con los inventores, pasó a Tasco, donde mejorarían los experimentos.
Bibl.: F. J. de Gamboa, Comentarios a las ordenanzas de Minas, Madrid, Joachin Ibarra, 1761.
Miguel López Pérez
