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José Manuel Collado y Parada

Biografía

Collado y Parada, José Manuel. Marqués de La Laguna (I). San Sebastián (Guipúzcoa), 1.I.1792 – Madrid, 11.XII.1864. Hombre de negocios, político e ilustrado.

Los Collado, de procedencia santanderina y probada hidalguía, se establecieron en San Sebastián en la segunda mitad del siglo xviii, atraídos por los beneficios que reportaba el comercio en la mencionada plaza. En 1785, Manuel Collado Regato contrajo matrimonio en dicha localidad con Cayetana Parada Echenagusia, enlace del que nacieron José Manuel, Cayetano, José Francisco, Pablo y Josefa Rita. En adelante, vía matrimonial, estrecharon vínculos con la burguesía donostiarra y, dada su proyección en el ámbito nacional, llegaron a formar parte de la nobleza y la grandeza de España. José Manuel Collado Parada se casó con Leocadia Echagüe Aracues, miembro de una destacada familia de propietarios que emparentaba, a su vez, con los Bermingham, de ascendencia irlandesa e integrantes, asimismo, de la burguesía comercial donostiarra. Su hijo Fermín Collado Echagüe fue primer vizconde de Jarafe (1864), segundo marqués de La Laguna (1866), Grande de España (1882) y gentilhombre de la Real Cámara (1883). Contrajo matrimonio en 1869 con María de la Concepción del Alcázar, condesa de Montalvo e hija de los duques de Roca, Grandes de España; unión de la que nacieron Berenguela, heredera de la casa, marquesa de Sofraga (1892), segunda vizcondesa de Jarafe, tercera marquesa de La Laguna, Grande de España y dama de María Luisa; María de la Visitación Mencía, marquesa del Valle de la Paloma y también de Viana, por su matrimonio con José Saavedra Salamanca; María de la Gloria, condesa de Requena; y María de la Concepción Blanca, marquesa de Tenorio. Por su parte, Josefa Rita Collado Parada se casó con Fermín Lasala Urbieta, unión de la que nació el que llegó a ser duque de Mandas, Fermín Lasala Collado, patricio donostiarra que ocupó un lugar destacado en la política provincial y nacional. A raíz del matrimonio de Pilar Echagüe Aracues con Ramón María Brunet Prat, emparentaron con esta conocida familia de comerciantes y banqueros catalanes, afincada también en San Sebastián.

Los Collado constituyen un claro exponente de la burguesía donostiarra que, tras la acumulación de capital procedente de la actividad mercantil, hizo derivar sus inversiones, a partir de mediados del siglo xix, hacia la creación de una moderna industria e infraestructura ferroviaria en Guipúzcoa. Este clan familiar actuó bajo la firma Manuel Collado e Hijos, que reunía a los cuatro hijos varones del titular, a cuya muerte la empresa pasó a denominarse Viuda de Collado e Hijos (1829). Vinculados, en principio, al comercio de Ultramar, se dedicaron a la importación de tabaco procedente de Cuba para su posterior comercialización. Asimismo, estuvieron ligados al aprovisionamiento y tráfico de granos en Guipúzcoa durante los años finales del siglo xviii y principios del xix. Durante la Guerra de la Independencia tuvieron a su cargo los suministros de género del ejército, al igual que los Brunet. Poco después, en los años de contracción del tráfico comercial, que se vivieron en el puerto de San Sebastián a consecuencia del incendio de la ciudad (1813), actuaron como prestamistas, figurando entre los acreedores del Consulado.

Más adelante, José Manuel y Pablo Collado llegaron a integrar la cúpula de dirigentes de dicha institución consular y de la Junta de Comercio de la capital guipuzcoana.

Ejercieron también de banqueros, al recibir depósitos de capitales a crédito.

Tras la nueva situación que se inauguró con el traslado de las aduanas interiores a la línea de costa, la burguesía donostiarra se lanzó a nuevas inversiones en el campo de la naciente industria moderna.

En 1842, los Brunet levantaron en Tolosa (Guipúzcoa) la primera fábrica de papel continuo de España; tres años después comenzaron la construcción de la fábrica de algodón de Oria (Lasarte-Urnieta), y en torno a 1850, actuando en sociedad con Collado, Lasala y Luzuriaga, pusieron en marcha una fundición en las cercanías de Lasarte. Los Collado, por su parte, figuraron también como propietarios de una fábrica de rapé y de un establecimiento industrial de papel pintado, ubicados ambos en la capital guipuzcoana.

Por otra parte, en estos años centrales del siglo xix, se debatió el proyecto del ferrocarril Madrid-Irún, por el que pugnaron los grupos dirigentes vizcaínos y donostiarras para que su trazado discurriera por una u otra provincia. El triunfo de la opción guipuzcoana se debió a cuatro influyentes personajes de la burguesía de San Sebastián: Manuel Collado, Claudio Antón Luzuriaga, Joaquín María Ferrer y Fermín Lasala. La Compañía de los Caminos de Hierro del Norte fue la concesionaria de dicho ferrocarril, y José Manuel Collado figuraba entre los principales inversores que participaron en la financiación de las obras, iniciadas en 1858. Por último cabe señalar también el significativo papel que desempeñaron José Manuel Collado y Fermín Lasala, como comisionados del Ayuntamiento de San Sebastián, en las gestiones para conseguir el derribo de las murallas que limitaban el crecimiento de la ciudad, lo que llegó finalmente por Real Orden del Ministerio de Gobernación de 22 de abril de 1863.

Al mismo tiempo, esta reducida elite entró a participar en la administración local donostiarra y en la política guipuzcoana. Fue continua, desde principios del siglo xix, la presencia de los Collado en la corporación municipal de San Sebastián, recayendo en los cuatro hermanos diversos cargos, para cuyo ejercicio era precisa la posesión de bienes raíces. En concreto, José Manuel Collado fue regidor en 1817 y 1819 y teniente de alcalde en 1834-1835. Al filo de los años cuarenta fue designado comisionado por el Ayuntamiento de San Sebastián para exponer —junto con Joaquín Ferrer y Miguel Antonio Zumalacárregui— las aspiraciones de la ciudad respecto al proyecto de modificación de los Fueros. Más tarde, en 1855, 1856 y 1857 alcanzó la alcaldía donostiarra.

El patrimonio inmobiliario de los Collado se localizaba intramuros de la ciudad de San Sebastián, un número reducido de fincas, pero de elevado valor. En José Manuel Collado recaían además, indirectamente, las propiedades heredadas por su esposa, ubicadas en dicha ciudad y en el municipio guipuzcoano de Beizama, a las que más tarde incorporó otras radicadas en la provincia de Toledo y en Valdepeñas.

Obtuvo, asimismo, José Manuel Collado la representación en Cortes de la provincia guipuzcoana. Pese a ser elegido en la legislatura de 1834 para reemplazar a José Joaquín Mariategui, sus poderes finalmente fueron desaprobados.

En febrero de 1836 de nuevo fue designado procurador electo de Guipúzcoa, y centró sus intervenciones parlamentarias en la necesidad de poner fin a la Primera Guerra Carlista, que reportaba graves consecuencias para las Provincias Vascongadas y constituía un obstáculo para el desarrollo económico del país. Por Real Decreto de 21 de abril de 1847 fue nombrado senador del Reino. Desde este foro, que contó con su presencia hasta 1861, puso de manifiesto el impulso que había de darse en España a la industria, el comercio y las obras públicas para conseguir la equiparación con el resto de los países europeos, mostrándose convencido de que una saneada y bien administrada Hacienda reportaría el incremento de la riqueza pública.

Su sólida posición económica le permitió dispensar una eficaz ayuda en la labor organizativa de la Revolución de 1854, que contó, asimismo, con la colaboración del banquero Juan Sevillano. Nombrado ministro de Hacienda el 30 de julio de dicho año, José Manuel Collado hubo de afrontar la crisis de la Hacienda pública, inmersa en una fuerte deuda. Sin embargo, al término de su mandato, se puso en duda su gestión en favor del saneamiento y la reforma de este ramo. En aquel año de 1854 quedó también encargado interinamente del Ministerio de la Gobernación y fue diputado por Jaén en las Cortes Constituyentes de 1854 a 1856. El 15 de enero de este último año, las Cortes aprobaron el proyecto para la formación de la sociedad de crédito denominada Compañía General de Comercio e Industria de España, que fundó José Manuel Collado junto con otros capitalistas españoles.

Poco después, el 14 de julio, fue nombrado ministro de Fomento, cargo que ocupó escasos meses, sucediéndole Pascual Madoz en el mes de octubre.

Asimismo, fue vocal de la sección de Comercio del Consejo de Agricultura, Industria y Comercio.

Hombre culto e ilustrado, José Manuel Collado dispuso de una amplia biblioteca, formada por trescientos noventa títulos y novecientos diecinueve tomos, tasada en 10.000 reales. En ella predominaban las obras de política, derecho, economía y filosofía, así como las escritas en lengua francesa. Sostuvo los principios liberales desde los más diversos flancos, uno de ellos fue La Balandra, Tertulia Constitucional o Reunión Patriótica de Varios Amigos. El origen de esta sociedad estuvo en las tertulias que se celebraban en la residencia de San Sebastián de los Collado, en las cuales se reunía el patriciado urbano —Brunet, Echagüe, Amilibia, Calbetón, etc.—, de ideología liberal.

En sus sesiones, que dieron comienzo el 22 de mayo de 1820, figuraron José Manuel y Cayetano Collado.

El Liberal Guipuzcoano, órgano de prensa de la burguesía liberal donostiarra, nació también bajo la inspiración de aquellos mismos hombres.

Obtuvo la Gran Cruz de Carlos III y el hábito de caballero de la Orden de Alcántara. La reina Isabel II, por Real Decreto de 27 de noviembre de 1862, le concedió el título nobiliario de marqués de La Laguna, vinculado a la finca del mismo nombre, que había sido vendida por los herederos de la duquesa de Alba.

Falleció dos años después y le sucedió en dicha merced su hijo Fermín Collado y Echagüe, primer vizconde de Jarafe.

 

Bibl.: F. Caballero, Fisonomía natural y política de los procuradores en las Cortes de 1834, 1835 y 1836, Madrid, D. Ignacio de Boix, 1836; Marqués del Saltillo, Historia Nobiliaria Española, Madrid, Imprenta y Editorial Maestre, 1953; M. Gárate, El proceso de desarrollo económico en Guipúzcoa, San Sebastián, Cámara de Comercio, Industria y Navegación de Guipúzcoa, 1976; J. A. Martínez Martín, Lecturas y lectores en la España isabelina (1833-1868), Madrid, Universidad Complutense, 1986; C. Aparicio Pérez, Poder municipal, economía y sociedad en la ciudad de San Sebastián (1813-1855), San Sebastián, Instituto Dr. Camino- Obra Social de la Caja de Gipuzkoa, 1991; J. Agirreazkuenaga, S. Serrano, J. R. Urquijo y M. Urquijo, Diccionario Biográfico de los Parlamentarios de Vasconia (1808-1876), Vitoria-Gasteiz, Parlamento Vasco, 1993; M. Gárate y J. Martín, Cien años de la vida económica de San Sebastián (1887-1987), San Sebastián, Instituto Dr. Camino-Obra Social de la Caja de Gipuzkoa, 1995; M. Artola (ed.), Historia de Donostia-San Sebastián, San Sebastián, Ayuntamiento de San Sebastián-Editorial Nerea, 2000.

 

Susana Serrano Abad

 

 

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