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Agustín Gamarra

Biografía

Gamarra, Agustín. Apurimac, Cuzco (Perú), 27.VIII.1785 – Ingavi (Bolivia), 18.XI.1841. Militar, político peruano y prócer de la Independencia.

Fueron sus padres Fernando Gamarra y Josefa Petronila Mosalu. Estudió en el colegio de San Bartolomé, recibiendo una esmerada educación, pero dejó la carrera sacerdotal por la militar en 1809, perteneciendo bastantes años al ejercito realista de Perú, en el seno del cual se distinguió en las campañas del Alto Perú contra las fuerzas rioplatenses a las órdenes de Goyeneche, Tristán, Joaquín de la Pezuela (1761-1830), Ramírez y José de la Serna (1770-1832), llegando hasta el grado de teniente coronel y jefe de batallón, cosa bastante rara en aquel tiempo para un criollo.

Fue separado dos veces por sospechoso de simpatizar con la insurgencia y de complicidad en conspiraciones en el ejército del Alto Perú. En 1815, con Ramírez, hizo la campaña de Arequipa y Cuzco a raíz de la sublevación de los hermanos Angulo y del cacique Mateo Pumacagua (agosto de 1814). Tras la batalla de Umachiri, formó parte de la Junta de Purificaciones, siendo excluido por favorecer a los patriotas; participó, bajo el sanguinario intendente Francisco de Paula González, en el combate de la Apacheta de Collimani (octubre de 1815); fue jefe de guerrillas, capturó al cabecilla Salas en Soralucho y lo fusiló (7 de noviembre de 1815); el 26 de enero de 1816 derrotó a Leandro Bustío en Cololo, ejecutó a varios guerrilleros y cabecillas y sometió la provincia Larecaja en marzo de 1816. Mandaba el cuerpo de “Decididos”, pero fue destituido en 1816; en 1818 se le concedió la Contaduría de Rentas de Puno.

Pasó en 1820 a Lima con el brigadier Canterac, como comandante de un batallón del Regimiento de Cuzco, separándosele por desconfiar de él; Joaquín de la Pezuela (1761-1830) le nombró ayudante de campo, a pesar de haber indicios de que Gamarra era cómplice en varias conspiraciones descubiertas en el ejército del Alto Perú desde 1815 hasta 1820, año en que decidió pasarse al ejército insurgente y se presentó al general San Martín, en el cuartel general de Huaura, el 24 de enero de 1821, después de promover el pronunciamiento del Batallón Numancia en favor de la independencia; era teniente coronel y se le ascendió a coronel en el ejército independentista.

Participó en una operación diversionista enviada a Ica (1822) y en la expedición que Santa Cruz realizó a los puertos del sur y al Alto Perú (1823). Por su conducta en la derrota de Macacona (1822) fue condenado a muerte, salvándole Santa Cruz, que intercedió ante Bolívar. Reorganizado el ejército que debió hacer la segunda campaña de Intermedios (1823), volvió a ser nombrado jefe de Estado Mayor de ese ejército, que igualmente sucumbió en aquella campaña. Secundó a Bolívar en la batalla de Junín (6 de agosto de 1824) y, como jefe del Estado Mayor, fue uno de los artífices (eligió el campo de operaciones) del triunfo alcanzado en la batalla de Ayacucho (9 de diciembre de 1824), decisiva para la suerte de Perú, porque en ella el ejército patriota abatió a fuerzas muy superiores, mandadas por el propio virrey y por los mejores generales españoles; después fue el prefecto de Cuzco y ascendido a general de división.

En 1826 se le encomendó la formación de un ejército con el cual, como general en jefe, emprendió la campaña contra Bolivia, pues se adhirió en 1827 a la destitución de Bolívar de la presidencia de Perú. El nuevo presidente, José de la Mar (1778-1830), le confió un cuerpo de tropas situado en la frontera de Bolivia para derribar a Sucre, presidente de esa república, y contribuyó con Santa Cruz a provocar el motín de La Paz del 24 de diciembre de 1827 contra Sucre, que fracasó. En marzo de 1828 se entrevistó Sucre con Gamarra en el Desaguadero, y el primero le aseguró que no se pensaba atacar Perú por Colombia y Bolivia, donde quedaban aún tropas colombianas, cuya partida exigían los enemigos de Sucre. Pero Gamarra se quedó con su ejército en la frontera y, después del atentado contra Sucre del 18 de abril de 1828, invadió Bolivia hasta Potosí, pasándosele el coronel Pedro Blanco y otras fuerzas. Sucre, abandonado, tuvo que firmar el tratado de Piquisa (6 de julio), por el que se comprometía a renunciar a que saliesen las tropas colombianas, y que se reuniese un nuevo Congreso en el que Bolivia actuaría internacionalmente de acuerdo con Perú, no entrando en relaciones con Brasil mientras estuviera en guerra éste con Argentina. Gamarra fue ascendido a gran mariscal, el grado más elevado en la carrera militar peruana.

Terminada la campaña de Bolivia, fue llamado con el ejército que tenía a sus órdenes para la campaña que debía hacerse contra Colombia, siendo jefe del ejército el general La Mar, entonces presidente de la República, pues el mismo año 1828 estalló la guerra entre Perú y Colombia o mejor, entre el presidente general, José de La Mar, y Simón Bolívar, por la posesión de Guayaquil, Jaén y Maínas. Los peruanos fueron derrotados en el Portete de Tarqui, donde luchó Gamarra, y La Mar tuvo que firmar el tratado de Girón, dejando las fronteras en su antiguo estado (1829). El acuerdo fue rechazado en Perú e inmediatamente se sublevó Gamarra contra La Mar en Piura (9 de junio), proclamándose presidente interino y desterrando al presidente La Mar; pero hubo de llegar con Bolívar al armisticio de Piura y al tratado de Guayaquil (22 de julio), cediéndose esta ciudad a Colombia En 1829 fue nombrado presidente constitucional, cargo que desempeñó hasta 1833. Durante su mandato, además de tener que afrontar catorce revoluciones, trató de construir el Gran Perú, un ideal cuya realización requería la anexión de Bolivia y que provocó un enfrentamiento continuo con los bolivianos.

Gobernó con la hostilidad a Santa Cruz, ahora presidente de Bolivia, con intrigas mutuas y amenazas de guerra, pese a los tratados de Tiquina (1831) y Chuquisaca (1832).

Le sucedió Luis José de Orbegoso, político de tendencia liberal, pero desconfianzas mutuas con Gamarra hicieron que Orbegoso abandonara la capital, quien, derrotado, se retiró a El Callao, y Gamarra proclamó a Pedro P. Bermúdez (1834). Terminó la guerra civil con el abrazo de Maquinguayo, después del cual Gamarra se retiró a Bolivia al lado de Santa Cruz.

Tuvo lugar entonces la intervención de Santa Cruz en la guerra civil de Perú entre el presidente Orbegoso y Salaverry. Santa Cruz y Gamarra aspiraban a la unión de los dos países, aunque movidos por motivos personales y en beneficio propio; y Gamarra incitó a aquél a efectuarla. Se puso Santa Cruz de acuerdo con Orbegoso para la confederación; Gamarra entró en Perú proclamando el Estado Federativo del Centro, pero oponiéndose a Santa Cruz; éste llegó a un acuerdo con Orbegoso y derrotó a Gamarra en Yanacocha (13 de agosto de 1835) y a Salaverry en Socabaya, a quien fusiló en Arequipa por su oposición a la unión, que fue proclamada el 28 de octubre de 1836, formándose la Confederación Perú-Boliviana. Gamarra tuvo que emigrar a Chile.

Inmediatamente contó el nuevo Estado con el temor y la hostilidad de otros americanos, en especial Chile, que lo invadió con una segunda expedición mandada por Bulnes, uno de los más distinguidos generales chilenos, quien, con la colaboración de Gamarra, derrotó en la Portada de Guía (Lima) y en Yungay a Santa Cruz (20 de enero de 1839), disolviéndose la Confederación Peruano-Boliviana.

En 1839, Gamarra fue designado por el Congreso, otra vez, presidente de Perú, con el título de “generalísimo” (una de las pocas veces que se ha concedido en este país), y redactó una nueva Constitución de signo conservador y nacionalista, lo que motivó la sublevación de Vivanco, que fue derrotado en 1841. La hostilidad de caudillos jóvenes que se alzaron sin éxito contra su autoridad, la de los bolivianos y el resentimiento de Gamarra, que ayudaba a Ballivián, quien defendía su propia presidencia en Bolivia, trajeron de nuevo la guerra entre Perú y Bolivia. Pero reconciliados Ballivián y otro ex presidente, José Miguel de Velasco, los bolivianos derrotaron a Gamarra en la batalla de Ingavi en la que pereció (18 de noviembre de 1841). Por resolución del Congreso peruano de 17 de diciembre de 1849, se le erigió un mausoleo en el Panteón de Lima a quien había sido presidente de la República de Perú.

Bajo el primer gobierno del general Agustín Gamarra (1829-1833) se inició en el Perú la remodelación estatal o “dominación contemporánea mediante la administración”. Consistió en el traslado al ejercicio estatal del modelo de patronazgo institucional puesto en práctica por Gamarra durante su desempeñó como prefecto del Cuzco. Sin embargo, este sistema administrativo de ideología conservadora sustentado en la oficialidad del ejército, las máximas autoridades departamentales y connotados personajes civiles fue insuficiente para dar estabilidad al país. Dos motivos lo explican: en primer lugar, las propias inseguridades del presidente hacia la lealtad de sus colaboradores políticos; y, segundo, el enfrentamiento de Gamarra, primero, con los liberales que controlaban la Convención Nacional y la prensa, segundo, la pugna con el general Andrés de Santa Cruz por liderar la unificación de Perú y Bolivia en un solo Estado, y, tercero, la competencia con el coronel Felipe Santiago Salaverry por personificar la verdadera revolución conservadora “salvadora de la patria”.

Representante del extremo nacionalismo peruano de las décadas posteriores a la independencia, ambicioso, astuto y sin constancia en sus compromisos, Gamarra, gran mariscal y generalísimo, es el tipo de los caudillos epígonos que se hicieron dueños del poder al desaparecer los grandes jefes de la independencia.

Su mandato se caracterizó por el autoritarismo y por una política expansionista frente a Bolivia en su deseo de integrarla con Perú. Durante su mandato trató de construir el Gran Perú, un ideal cuya realización requería la anexión de Bolivia y que provocó un enfrentamiento continuo con los bolivianos. Agustín Gamarra, audaz, sin escrúpulos, político con metas definidas, destituyó en su cara a su amigo y se hizo (no lo hicieron) presidente, con base en intrigas, alianzas y traiciones. Estuvo casado con Francisca Zubiaga, la Mariscala, hija, según Basadre, de un “comerciante español de origen vizcaíno y de una dama cuzqueña”, mujer de fuerte carácter y con gran influencia.

Gamarra, hombre de capacidad e instrucción, dejó tan entusiastas amigos como encarnizados enemigos, sobre todo por las disposiciones y decretos tomados durante su primer mandato, los cuales se observaron durante mucho tiempo como verdaderas leyes. Sin duda fue uno de los personajes más distinguidos de Perú como militar y, como administrador, muy honrado. No es fácil formar un juicio imparcial acerca de su conducta pública en medio del torrente revolucionario y de las pasiones políticas.

 

Obras de ~: Epistolario, ed. de A. Tauro, Lima, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Facultad de Letras, 1952.

 

Bibl.: J. M. Aponte, La batalla de Ingavi, La Paz, Escuela Tipográfica Salesiana Premiada, 1911; A. González-Prada, Un crimen perfecto: el asesinato del Gran Mariscal Don Agustín Gamarra, Presidente del Perú, New York, H. Wolff Book, 1941; B. Mitre, Historia de San Martín y de la emancipación sudamericana, Buenos Aires, Talleres Gráficos Argentinos L. J. Rossó, 1950, 3 vols.; R. Ezquerra, “Gamarra, Agustín”, en G. Bleiberg (dir.), Diccionario de Historia de España, Madrid, Alianza Editorial, 1981, págs. 162-163; H. Villanueva, Gamarra y la iniciación republicana en el Cuzco, Lima, Fondo del Libro del Banco de los Andes, 1981; J. Basadre, Historia de la República del Perú (1822-1933), Lima, Editorial Universitaria, 1983, 2 vols.; A. M.ª da Costa Toscano, “Doña Francisca Gamarra más conocida como La Mariscala”, en Identidad y multiculturalidad: La construcción de espacios iberoamericanos, Salamanca, Actas del Congreso “Encuentro de Latinoamericanistas Españoles”, 2004, págs. 1153-1161; V. Peralta Ruiz, “De Prefectos a Mandatarios de la Nación: La violencia en la política peruana (1829-1836)”, en Revista de Indias, 76, 266 (2016), págs. 173-201; J. C. Huaraj Acuña, “La instrucción de las primeras letras en el Perú republicano: de Agustín Gamarra (1840) a Ruino Echenique (1851)”, en Mercurio Peruano, 530 (2017), págs. 105-119.

 

Antonio Astorgano Abajo

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