Heredia y Viguera, Vicente de. Lagunilla del Jubera (La Rioja), 24.I.1749 – Alcalá de Henares (Madrid), 24.X.1804. Brigadier de Ingenieros, señor solariego y “divisero” del solar de Valdeosera.
Después de aprobar el examen reglamentario, fue nombrado ayudante de ingeniero el 27 de noviembre de 1774. En 1778 se proponía su ascenso a ingeniero extraordinario y, en ese mismo año, ascendía a ese grado, encontrándose en Galicia, de donde era destinado a México.
En agosto de 1784 Carlos III designaba a Ventura Caro, mariscal de campo, para “la nueva comisión de arreglar los límites de Navarra entre este [España] y ese Reino [Francia]”, para poder fijar sin error el límite de las dos naciones. En junio de 1785 se concretaba la designación de seis ingenieros militares españoles para formar parte de dicha brigada, entre los que se encontraba el ingeniero extraordinario Vicente de Heredia. Aparte de la recomendación de Caro de que los ingenieros fueran “inteligentes, ágiles y robustos”, en su elección pesó expresamente su proximidad a la frontera objeto de la comisión. En marzo de 1786 y a petición de Caro, se nombró a otros dos ingenieros españoles para igualar en número a los ocho ingenieros geógrafos que Francia había comisionado para la brigada. Con arreglo a la distribución de tareas decidida cuando la brigada inició sus trabajos conjuntos, cinco de esos ingenieros (los españoles Antonio de Zara, Heredia y tres franceses) asumieron los trabajos de trigonometría. Durante el verano de 1792 los trabajos de la brigada topográfica proseguían con normalidad, iniciando los españoles las operaciones topográficas en Aragón, si bien Heredia llevaba dos campañas trabajando solo en los cálculos trigonométricos relativos a este sector). El estallido de la Guerra de la Convención pondría término a la historia de esta brigada. En abril de 1793 ninguno de los ingenieros españoles trabajaba ya sobre el mapa.
Las operaciones geodésicas de Heredia y el francés, de origen alemán, Junker, los llevaron a ascender y conquistar por primera vez varias de las principales cimas del Pirineo central, algunos años antes de que Ramond de Carbonnières impulsara, en 1797, su primera expedición a la cumbre del Monte Perdido, que no alcanzó, de hecho, hasta 1802.
De su ascensión la aportación de Heredia a la mejora cartográfica de nuestras montañas se sabe que fue importante, aunque no se conozca en detalle, pero, al mismo tiempo, ascendió y ordenó subir a muchas cumbres pirenaicas para poder realizar sus trabajos geográficos. El carácter anónimo de estas ascensiones, su escasa o nula divulgación y la posible pérdida de sus documentos, tanto de campo como informes, hace imposible su precisión. Sin embargo, lo que se conoce es suficiente para afirmar que Heredia es una figura insólita: durante largos años fue el único “pirineísta” español y, hoy, sin duda, debe considerársele como el primero, ya que, entre otras ascensiones, en 1791 ya colocó un indicio de su subida en Las Tres Sorores o macizo del Monte Perdido, como se ha señalado más atrás.
Siguiendo con su carrera militar dentro del Cuerpo de Ingenieros, en 1797 fue promovido a ingeniero en segundo, siendo ya coronel, y en 1799 era destinado a la Comandancia del Cuerpo en Mallorca.
Como consecuencia de la nueva Ordenanza que S.M. manda observar en el servicio del Real Cuerpo de Ingenieros. Promulgada el 11 de junio de 1803, se lograba satisfacer la necesidad imperiosa de un centro de enseñanza de los ingenieros militares, con la institución de una nueva Academia, inaugurada el 1 de septiembre de 1803. El mando de la Academia Especial de Ingenieros del Ejército lo ejercía el coronel jefe del Regimiento Real de Zapadores Minadores, cuya guarnición también se hallaba en Alcalá de Henares. El 18 de agosto de 1803 el mariscal de campo Antonio Samper, jefe de Estado Mayor de Ingenieros, remitió un oficio al coronel Heredia dándole instrucciones para el establecimiento del citado centro de enseñanza.
Antes de la inauguración del centro, el coronel Heredia y todos los componentes del Regimiento Real de Zapadores ya habían trabajado activa y previamente en los edificios de los colegios que fueron de los Jesuitas, Basilios, Mercedarios Descalzos y Manriques, consiguiendo, tras las obras realizadas, el acondicionamiento para cuartel de Zapadores del colegio de los Jesuitas, para Academia el de los Basilios, para parque de Ingenieros el de los Mercedarios Descalzos y para residencia de los cadetes, el de Santiago o de los Manriques.
El 1 de septiembre del 1803 se inauguraba con un sencillo acto castrense la Academia de Ingenieros en los Basilios, acto al que tan solo acudieron los francos de servicio. Ese mismo día, el coronel Heredia ofició al mariscal Samper para informarle de la apertura de la Academia con las formalidades prescritas y asistencia de todos los oficiales de Ingenieros que no estaban empleados.
Una cuestión importante, dada la religiosidad de la época, era el nombramiento de un santo patrono para el Cuerpo de Ingenieros. En ese sentido, el general Samper (Madrid, 16 de enero de 1804) remitía un escrito al coronel Heredia, con la decisión de Godoy al respecto. Heredia daba cuenta de su recepción de la siguiente forma: “Por el oficio de U.S. del 16 del corriente quedo enterado de haber elegido el Sr. Generalísimo, por Patrono del Regimiento Real de Zapadores Minadores, a mi cargo, a San Fernando Rey de España, lo cual haré saber en la orden del Cuerpo, para conocimiento de todos los individuos de él, y para que se celebre, según lo estilan los demás Cuerpos del Ejército […] Dios guarde de V. S. muchos años”.
Las calles principales de la ciudad de Alcalá de Henares llevaban años en que sus empedrados prácticamente habían desaparecido y su mantenimiento había sido olvidado. La zanja que lamía las murallas de la población desde el que fue convento de los Jesuitas hasta la puerta del Vado, estaba enlodada y hacía décadas que no había sido limpiada, ni la alcantarilla del Mercado, por lo que el estado sanitario de la población era lastimoso. En consecuencia, el Consejo de Castilla ordenaba instruir el expediente conveniente para la ejecución de los empedrados y limpieza de zanjas. De inmediato, Heredia dispuso que comenzaran las obras, pero su temprano fallecimiento las detuvo momentáneamente. Las obras serían terminadas por su sustituto, el coronel Manuel Pueyo y Díez, que tomaba posesión de los cargos de jefe del Regimiento Real y director de la Academia en diciembre de 1804. En ese mismo año, Heredia había sido promovido a brigadier de los Reales Ejércitos del Cuerpo de Ingenieros, por Real Despacho de 12 de agosto. Había testado el 23 de octubre de 1804, un día antes de su fallecimiento.
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Juan Carrillo de Albornoz y Galbeño