Cerezo Muñoz, Mateo. El Viejo. ?, 1610-1615 – 1670 post. Pintor.
Mateo Cerezo Muñoz, llamado también el Viejo, es hoy artífice que debe su reconocimiento y significación artística más por ser el padre del célebre pintor homónimo de la escuela madrileña que por sus propias cualidades pictóricas un tanto modestas.
Su biografía es oscura en cuanto al lugar y fecha de nacimiento supuesto hacia 1610-1615 tras considerar que en 1636 cuando recibe su dote matrimonial podría tener a la sazón unos veinte o veinticinco años.
Es precisamente este dato el primero fechado conocido de su biografía cronológica y por él se sabe que Mateo Cerezo el Viejo es entonces vecino forastero de Burgos y que su recién desposada mujer, Isabel Delgado Alonso, hija del dorador Pedro Delgado, trae al matrimonio la considerable cantidad de doscientos ducados a pagar por su suegro en un año desde la fecha de la boda. A partir de ese momento Cerezo y su mujer constan como parroquianos en Santiago de la Capilla, adscrita a la catedral, y es lógico que Cerezo formalizase su matrimonio ya establecido como pintor en la capital burgalesa acaparando otros encargos de poblaciones limítrofes, pues ese año se le encomiendan seis pinturas para el retablo mayor de la parroquia riojana de Santa María de Briones en las que se sirve todavía de antiguos grabados manieristas, especialmente de los de Hendrick Goltzius, a pesar de apreciarse un tímido avance hacia un naturalismo de origen tenebrista.
Un año después, en 1637 nace su hijo Mateo Cerezo el Joven —al parecer el único del matrimonio—, bautizado el 19 de abril de ese año en Santiago de la Capilla.
La familia Cerezo plenamente asentada en la ciudad decide alquilar en 1639 una casa a la propia parroquia de Santiago en la calle de las Platerías que van a mantener sin interrupción durante veinte años.
No se sabe cómo ni en qué circunstancia decide Cerezo el Viejo pasar a Logroño, pero el 9 de julio de 1641 se inscribe como parroquiano residente en Santa María de la Redonda. Probablemente fuese algún encargo determinado en esta ciudad lo que le plantease seguir en ella durante algún tiempo con la intención de abrir mercado y subsanar en parte la escasez de encargos pictóricos burgaleses dominados entonces por los trabajos escultóricos. La estancia logroñesa de Cerezo debió de ser, no obstante, corta, pues en 1644 atiende en Burgos el 25 de febrero la confirmación sacramental de su hijo Mateíto en la parroquia de San Lorenzo, adonde habían sido llevados los niños parroquianos de Santiago. Ese año constan trabajos de Cerezo el Viejo para la catedral de Burgos encomendándosele por una considerable cantidad de treinta y cuatro mil maravedís los lienzos de los respaldares de los dos órganos con las figuras de David y Santa Cecilia.
Cerezo el Viejo es, pues, estimado artísticamente en la ciudad y durante muchos años va a ser uno los principales pintores que atienda las demandas artísticas de la catedral burgalesa: en 1645 pinta un retrato para la galería episcopal; en 1646 realiza un Martirio de San Pedro (capilla de San Gregorio) así como los aderezos de los lienzos del Monumento de Semana Santa y en 1650 ejecuta un lienzo de la Inmaculada Concepción para el retablo de San Juan de Sahagún, siguiendo los modelos escultóricos de principios del siglo xvii.
A la vez, ha de atender la formación de su hijo Mateíto, en edad ya de aprender, con la intención de continuar el oficio familiar. Sin embargo, las dotes excepcionales del muchacho con ejemplos sobresalientes desde temprana edad (Lágrimas de San Pedro, convento Calatravas, Burgos) harán pronto que se despegue del ámbito familiar.
En 1659 la familia Cerezo abandona el domicilio de las Platerías decidiendo la parroquia ese año arreglar la casa donde “solía vivir Pedro Delgado”, lo que presupone la convivencia del suegro con el matrimonio y su fallecimiento.
El prestigio de Cerezo el Viejo es grande en la ciudad y acapara los encargos más importantes. Hacia 1660- 1662 se le encomienda la decoración del claustro del convento de San Francisco (Burgos) representando Santos fundadores de órdenes religiosas. El trabajo lo comparte con el célebre pintor flamenco Gaspar de Crayer realizando Cerezo nueve de los veintiséis lienzos del conjunto —hoy en paraderos desconocidos—.
Esta labor debió de ser sin duda lo más relevante de su producción artística —a tenor de las críticas— dejando en ella toda su capacidad creadora. El académico Isidoro Bosarte en su Viaje artístico a varios pueblos de España (1804) da una interesante valoración técnica de los cuadros de Cerezo reseñando “no me ha parecido [...] tan desprovisto de conocimientos como comúnmente se le hace; pues en los cuadros de esta serie se ven buenos partidos, y bastante ajuste al natural, y no carecen de invención”.
Sin embargo, el reconocimiento artístico de Cerezo el Viejo se debe en su tiempo a las numerosas interpretaciones pictóricas que hizo de la escultura del Cristo de Burgos, en su versión del convento de San Agustín.
Su demanda le hace ser famoso en toda Castilla.
Una de estas versiones fechada en 1664 se conserva en la catedral de Santo Domingo de la Calzada.
Mientras tanto su hijo cosecha triunfos en Madrid si bien cae enfermo y fallece prematuramente el 29 de junio de 1666 a los veintinueve años truncando así una prometedora carrera artística. Días después, el 8 de julio, sus padres fundan en la iglesia burgalesa de San Gil una misa y una vigilia en sufragio de su hijo.
En 1670 el recuerdo del joven Mateo sigue todavía presente en sus padres, pues solicitan ese año nuevas misas en la Hermandad de la Santísima Virgen del Socorro, sita en la iglesia de San Gil.
No se tienen más noticias sobre Cerezo padre, pero su fallecimiento no ha de ser muy posterior al citado año de 1670.
Técnicamente su pintura no pasa de una medianía profesional cercana a lo artesanal aun cuando algunas de sus obras muestren cierta opulencia y corrección del dibujo. Tal es el caso de sus cuadros de Briones dominados todavía por un sentido tenebrista con figuras monumentales de gran dureza lineal o de un Descanso en la huida a Egipto (antigua colección D’Estoup, Murcia) con técnica prieta pero resuelto con un interés por el pormenor realista que avanza tímidamente en la dirección naturalista.
En la formación de su estilo hubo de jugar un papel importantísimo la utilización de la estampa como soporte de su debilidad compositiva. Copia grabados de Rafaello Schiaminossi según Barrocci (Descanso en la Huida a Egipto, D’Estoup), de Ioanes Sadeler según Zuccaro (Anunciación, Briones) o de Claude Dughet según Veronés (Huida a Egipto, Briones), sin olvidar la reproducción pictórica de esculturas castellanas de comienzos del siglo xvii tan caras al pintor en sus numerosas versiones del Cristo de Burgos.
Su actividad se enfocó a una clientela local nada exigente en temas artísticos y dominó sin rival en la capital burgalesa entonces carente de artistas relevantes.
Introduce con ligero retraso las novedades del naturalismo.
Sus obras van firmadas con una zeta inicial en su apellido al igual que las de su hijo.
Obras de ~: Lienzos del altar mayor de la parroquia de Santa María, Briones (La Rioja): Anunciación, Adoración de los Pastores, Adoración de los Reyes, Huida a Egipto, Circuncisión, Jesús entre los doctores; Santo Cristo de Burgos, catedral, Santo Domingo de la Calzada (La Rioja), 1664; Huida a Egipto; Crucifixión de San Pedro, catedral, Burgos; Inmaculada Concepción, parroquia de Vallejera (Burgos).
Bibl .: I. Bosarte, Viaje artístico a varios pueblos de España con el juicio de las obras de las tres nobles artes que en ellos existen y épocas a que pertenecen, 1804 (Madrid, ediciones Turner, 1978); M. Martínez y Sanz, Historia del templo de la catedral de Burgos, Burgos, 1866 (Burgos, Institución Fernán González, 1983); Conde de la Viñaza, Adiciones al Diccionario Histórico de los más ilustres profesores de las Bellas Artes en España de D. Juan Ceán Bermúdez, Madrid, 1889 (t. II, Madrid, Ediciones Atlas, 1972); E. García de Quevedo, Libros burgaleses de memorias y noticias, Burgos, El Monte Carmelo, 1931; T. López Mata, La Catedral de Burgos, Burgos, Hijos de Santiago Rodríguez, 1966; M. Díaz Padrón, “Gaspar de Crayer en el Monasterio de San Francisco de Burgos”, en Archivo Español de Arte (1968), pág. 21 ss.; L. de Castro, “Algunas notas para la historia del arte burgalés”, en Boletín del Instituto Fernán González, n.º 180 (1973), págs. 723-724; J. R. Buendía e I. Gutiérrez, Vida y obra del pintor Mateo Cerezo (1637- 1666), Burgos, Diputación Provincial de Burgos, 1986; G. M. Jovellanos, Obras Completas. Diario 2.º, ed. crítica por María Teresa Caso Madricado y Javier González Santos, t. VII, Oviedo, Ayuntamiento de Gijón e Instituto Feijoo de Estudios del Siglo xviii de la Universidad de Oviedo, 1999.
Álvaro Piedra Adarves