Marmolejo, Juan. Sevilla, c. 1370 – ?, p. m. s. XV. Escritor.
Juan Fernández Marmolejo, escritor presentado en los cancioneros cuatrocentistas como mosén Marmolejo o Juan Marmolejo, debió de nacer en Sevilla hacia 1370, en la colación de Santa María, donde por entonces residía gran parte de la élite sevillana, entre la que se contaban sus padres, Alonso Fernández Marmolejo y Juana Dorta; en concreto, estos vivían en la calle del Mar, muy cerca de la casa de la moneda, de la catedral, de la sede del almirantazgo y del cabildo municipal. La familia de Juan, de origen converso, había abrazado la fe cristiana en época muy temprana y, hacia 1370, estaba plenamente integrada en la aristocracia sevillana: no solo disfrutaba de una excelente posición social y contaba con tierras y riqueza, sino que había asimilado los usos cortesanos y caballerescos. Y es que los antecedentes inmediatos del poeta pertenecían a ese núcleo ciudadano que ostentaba el poder local. Así puede explicarse el tratamiento de mosén que este recibe en el Cancionero de Palacio (SA7), al igual que el hecho de que el escritor Juan Agraz, con quien mantuvo una contienda poética, le aplicase el término fidalgo en uno de sus versos, conservados en SA10b.
Su padre, don Alonso, primer titular del mayorazgo aljafareño de Torrijos, fue una relevante figura en la ciudad hispalense a fines del siglo XIV y llegó a ostentar importantes cargos en el concejo: además de veinticuatro, fue contador mayor y, al final de su vida, tesorero de la casa de la moneda sevillana, puesto muy codiciado que otorgaba poder y bienes. Pese a todo, antes de morir, el viejo Marmolejo tuvo problemas económicos y fue multado por el rey con el pago de una elevada cantidad de dinero que hubieron de asumir sus hijos, hecho del que también se hace eco Juan Agraz en una copla que dedica a nuestro autor.
No sabemos mucho de la juventud del vate, pero hemos de presumir que, dada la situación familiar, él y sus hermanos (cuatro mujeres y dos hombres) recibirían, además del comúnmente deseado bienestar, una cierta formación y aun las destrezas y valores que imperaban en la corte, sin olvidar el adiestramiento como caballeros de los varones. En este sentido, las primeras noticias de las que disponemos sobre Juan, el primogénito, lo ligan a su actuación militar: en 1394 encabezaba la defensa de su villa de Bornos con un pequeño contingente bajo su mando; sabemos incluso que tomó parte en alguno de los enfrentamientos de frontera junto al bien conocido Fernán Arias de Saavedra, quien, según Ortiz de Zúñiga, remitió una carta al tesorero Nicolás Martínez de Medina glosando las proezas de Marmolejo y otros sevillanos que lo acompañaban. Es posible que también participase en la toma de Antequera, aun cuando no consta en la documentación; allí pudo encontrarse con los Enríquez, el almirante y su hijo Juan, así como con el duque de Arjona, Fadrique Enríquez, todos ellos familiares del poeta Alfonso Enríquez. Lo cierto es que los problemas de la guerra contra los musulmanes hubieron de ser una constante a lo largo de la vida del escritor, algo que se trasluce en los documentos que se refieren a él, quien fue alcaide de la fortaleza de Utrera desde poco después de 1420 hasta el comienzo de la quinta década de la centuria.
A través de sus hermanas, Juan Marmolejo mantuvo contacto con el almirante Diego Hurtado de Mendoza, una de las personalidades más notables a fines del XIV y comienzos del XV; y es que Leonor Fernández Marmolejo tuvo al menos una hija de Diego Hurtado. A través de él, nuestro escritor pudo, asimismo, mantener relación con otros versificadores representados en el Cancionero de Baena (PN1), como Francisco Imperial, lugarteniente del Mendoza que, en más de una oportunidad, coincidió con Juan Marmolejo. Y tal vez compartiese con don Diego inquietudes literarias o incluso presenciase el largo debate sobre la Estrella Diana, que abre el genovés, en el que también participan Diego Martínez de Medina y Fernán Pérez de Guzmán, así como el jurado de Sevilla Alfonso Vidal, que dicta sentencia en verso, como posiblemente hizo el almirante; ciertamente, todo apunta a que el intercambio hubiese sido compuesto en la ciudad hispalense con motivo de alguna celebración. No ha de olvidarse tampoco el estrecho parentesco entre los Marmolejo y los Martínez de Medina, familia a la que pertenecen los dos poetas de este nombre a los que Baena dedica sendas secciones en su cancionero. Pese al carácter conjetural de estas afirmaciones, importa señalar que, lejos de contradecir lo que sabemos por los textos literarios, vendrían, en gran medida, a confirmar esas noticias: Juan no solo habría tenido trato con Juan Alfonso de Baena, sino también con otros autores que figuran en su cancionero.
Como su padre, nuestro vate fue regidor del concejo en 1400 y quizás algo antes; en calidad de tal, se encargó de distintas ocupaciones, entre las que interesa detenerse en la organización de fiestas. Además de aquellas de las que tenemos constancia, cabe sospechar de su actuación como jurado de alguna otra en la que la poesía era elemento esencial; me refiero a algún festejo al que se alude en varias rúbricas de composiciones debidas a Alfonso Álvarez de Villasandino sobre los premios que, en distintos años (tal vez sucesivas ediciones de la misma celebración), le otorgan los oficiales del concejo —¿quizás Marmolejo?— por varios textos.
El autor fue también procurador mayor de Sevilla y, como tal, hubo de atender asuntos jurídicos, lo que nos da idea de su competencia desde este punto de vista: sin ser un gran jurista, sabía de pleitos y leyes. Sus desplazamientos eran frecuentes, no solo por Andalucía, sino por otros puntos del reino de Castilla y, en varias ocasiones, para acudir a la corte. A través de la documentación conservada sabemos que estuvo en distintos lugares, sin que pueda descartarse que haya viajado a otros de los que no ha quedado constancia; así, atendiendo al intercambio que mantiene con los hermanos Villalpando, Juan de Tapia, mosén Moncayo y Alfonso Enríquez, que podría haber tenido lugar en junio de 1428 en Valladolid con motivo de las fiestas y entretenimientos cortesanos que disponen los infantes de Aragón, el rey don Juan y el condestable Álvaro de Luna para despedir a la infanta Leonor, cabe pensar en su presencia en la ciudad del Pisuerga. En ella, quizás se encontraría también el poeta Alfonso Enríquez, pues sabemos que su tío, el almirante, se ocupó de acoger a los reyes y los infantes en su casa tras la fiesta organizada por el infante Enrique; y no es imposible que allí se hallasen, asimismo, los demás interlocutores del diálogo poético. Lo cierto es que en ese año no se precisa ninguna actuación de Marmolejo en Andalucía; es más, el 22 de septiembre de 1428 recibe el pago de lo que se le adeudaba desde el 17 de mayo de 1427, momento en que se hizo procurador.
Nuestro escritor vivió dificultades a lo largo de su vida: además de vender la villa de Bornos para sufragar la deuda que su padre había dejado a la familia, su participación en las luchas de bandos, en apoyo al conde de Niebla, lo llevó a la cárcel entre 1417 y 1419. Tuvo amplia descendencia de su matrimonio, siendo su primogénito, Pedro, el heredero del mayorazgo y continuador de su actividad en el concejo como veinticuatro y como procurador y alcaide de Utrera. Alcanzó a vivir muchos años, longevidad a la que alude la documentación de la última etapa de su vida, que lo identifica como el Viejo, sin duda para diferenciarlo de su hijo, Juan Marmolejo el Mozo, veinticuatro sevillano desde noviembre de 1443.
En definitiva, Juan Marmolejo parece haber estado mucho más implicado en la actividad literaria de lo que sus pocos textos permiten suponer: los contactos que se traslucen en sus versos y en los de otros escritores coetáneos suyos así lo indican, pero también ello se desprende de las relaciones que en su vida mantuvo con otros personajes, poetas o figuras muy cercanas a la poesía, como Diego Hurtado de Mendoza, Imperial, Alfonso Vidal, Diego y Gonzalo Martínez de Medina, quizás Villasandino… Todo ello aconseja no etiquetarlo de manera automática como un autor menor o de ocasión, pues pudo haber sido un escritor más importante de lo que su reducido legado parece revelar; hacia ello apuntan las menciones de su nombre en boca de otros poetas, así como el hecho de que desarrolló su actividad en distintos entornos literarios.
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Javier Tosar