Tercer nieto del rey Jaime II, fue el tercer hijo de Juana de Foix y del infante Pedro, conde de Ampurias (fallecido en 1381), un personaje muy complejo que fue diplomático, cortesano, hombre de mundo, guerrero, sabio, místico, poeta y tratadista político-moral, autor de un tratado, De vita, moribus et vita principum.

Fue primo hermano y consejero de Pedro IV de Aragón y, siendo simple clérigo, a los veintiún años de edad, el 10 de enero de 1362, fue nombrado obispo de Tortosa por Inocencio IV y poseyó tal dignidad hasta que sucedió en la diócesis de Valencia al obispo Vidal de Blanes después de que el cabildo eligiera al canónigo Fernando Muñoz, aunque el Rey había recomendado a su primo hermano, que no fue aceptado por los canónigos. El papa Urbano V (1362-1370), influido por el Rey, declaró entonces nula la elección capitular y nombró a Jaime de Aragón obispo de Valencia el 5 de marzo de 1369. Celebró varios sínodos, pero se han conservado solamente las actas de 1382 y de 1385. En el primero de ellos, al que asistieron párrocos, vicarios perpetuos y beneficiados de la diócesis, expuso el obispo sus dificultades económicas y pidió al clero un préstamo de 8.000 florines, pero los asistentes le manifestaron que no podían entregarle dicha cantidad ni ser fiadores de ella porque ya le habían hecho con anterioridad otros subsidios. Sin embargo, para complacerle, los párrocos le ofrecieron 2.000 florines y los beneficiados dos mil cien, pero le exigieron en cambio una serie de privilegios y exenciones que el obispo debería cumplir bajo juramento. El sínodo de 1385 volvió a pedir al obispo otros 4.000 florines, que necesitaba para sus gastos. El clero accedió exigiéndole otras gracias y libertades semejantes a las del sínodo de 1382. Parece ser que celebró un sexto sínodo en el que se comprometió a no expoliar a los sacerdotes que muriesen sin haber dejado algo en testamento al obispo, y a no otorgar favores y privilegios que pertenecían al clero, a reyes, al cabildo y al consejo de la ciudad, a quienes además no apoyaba en la defensa de sus intereses legítimos. [...]