Alpartir (o Alpartil), Martín de. Alpartir (Zaragoza), c. 1380 – Zaragoza, 1441. Eclesiástico, canónigo, camarero del Papa e historiador.
A la muerte del pontífice Pierre Royer de Beaufort (Gregorio XI), en 1378, los cardenales —movidos por los deseos del pueblo romano— eligieron vicario de Cristo al arzobispo de Bari, Bartolomeo Perignano, que adoptó el nombre de Urbano VI. El nuevo Papa se mostró sin duda altivo con los cardenales franceses, lo que produjo un gravísimo episodio: el 20 de septiembre (lunes), trece cardenales, en su mayoría franceses, se reunieron en Fondi, bajo la dirección de Juana I de Nápoles y, en su lugar, eligieron a Roberto de Ginebra, primo del monarca francés Carlos el Sabio, con el nombre de Clemente VII, que fijó nuevamente su sede en Avignon, dando así lugar al Cisma de Occidente. A su muerte, en 1394, le sucedió Benedicto XIII (más conocido como el papa Luna), el cardenal aragonés Pedro Martínez de Luna, hombre de gran talento, pero no de menos intransigencia.
En 1396 formó Martín de Alpartir parte del séquito que viajó a Roma con Fernando Pérez Calvillo, obispo de Tarazona (Zaragoza), quien se entrevistó con el papa Bonifacio IX (Pietro Tomacelli), elegido en noviembre de 1389.
La carrera de Martín de Alpartir fue tan rápida como brillante. Puesto al servicio del papa Luna, recibió de éste, el jueves 27 de marzo de 1399, el título de Bachiller en Decretos por su participación en la defensa del palacio de Aviñón, asediado por la población sublevada contra el antipapa.
Tras la huida de Benedicto XIII —de quien era camarero secreto— y restablecida la obediencia, fue nombrado por éste canónigo y camarero de la catedral de Tortosa (Tarragona), prebenda valorada en seiscientos cincuenta florines.
En 1409 fue enviado —como embajador del papa Luna— a Sicilia para conseguir que Martín el Joven, hijo de Martín I el Humano, rey de Aragón, participase en una posible marcha sobre Roma de Benedicto XIII, negociaciones que fracasaron por la negativa del monarca aragonés. Nombrado fabriquero de la iglesia de Zaragoza, ese mismo año (1409) fue designado capellán comensal del antipapa, quien en un principio estuvo apoyado por personajes insignes, como el santo dominico Vicente Ferrer, quien se apartó públicamente de su acatamiento. Semanas más tarde, fueron fray Martín y el abad de Solsona (Lérida) encargados de disponer militar y políticamente las defensas de Aviñón en previsión de un nuevo asedio —dadas las desavenencias entre los jefes civiles y militares de la plaza—, asedio que duró desde abril de 1409 hasta fines de 1411.
El Concilio reunido en Pisa (1409) agravó la situación, ya que llegó a haber tres pontífices a la vez, Gregorio XII (Angelo Corsario), elegido en 1406, Benedicto XIII y Alejandro V (Pietro Filargi), fallecido en 1410; le sucedió a éste Juan XXIII (Baldassare Cossa), que agravó la situación, finalmente solucionada por el Concilio de Constanza (1414-1418), que eligió al cardenal romano Odón Colonna, el 11 de noviembre de 1417.
El aragonés, negándose a toda transigencia, se encerró en Peñíscola (Castellón), donde, abandonado por casi todos, murió en 1423, considerándose el legítimo vicario de Cristo hasta el día de su muerte. Fray Martín colaboró con él como secretario y ordenador de su biblioteca en esta población.
Se hizo cargo del priorato de la Seo de Zaragoza, al que había sido promovido poco antes del segundo asedio de Aviñón, y allí escribió una crónica sobre el pontificado de Benedicto XIII, entre 1430 —última fecha consignada en el texto— y el año de su óbito: la Cronica actitatorum temposibus domini Benedicto XIII pape, de la que se conserva una única copia en el manuscrito L.II.17 de la Biblioteca de El Escorial. Se trata de un códice del siglo xv, de ciento noventa y dos folios de papel, procedente de la biblioteca del conde-duque de Olivares, constituido por documentos relativos al Papa Luna y a los acontecimientos que rodearon su pasado. Fue publicado en 1906 por Franz Ehrle (edición de Paderborn). La obra de fray Martín de Alpartir ocupa los ochenta primeros folios (falta el setenta y cinco). De todas las demás piezas que integran el volumen cabe pensar que constituyen la base documental sobre la que su autor elaboró dicha crónica, o, al menos, una parte de las informaciones utilizadas para su redacción por el erudito autor.
Se trata, pues, de una obra fundamental para el conocimiento de tan discutido personaje y de su gestión.
En 1994, el Departamento de Educación y Cultura del Gobierno de Aragón reeditó la obra, encargándose de la edición y traducción José Ángel Sesma y María del Mar Agudo Romero (de la Universidad de Zaragoza).
Protector y amante de las artes, fray Martín de Alpartir encargó para el templo zaragozano la capilla de la Invención de la Santa Cruz (1435). Cuatro años más tarde, contrató con Pascual de Estoneda el entierro de san Pablo Ermitaño, para Embid de la Rivera (Zaragoza).
Obras de ~: Crónica actitatorum temposibus domini Benedicto XIII pape, s. l., s. f. (Biblioteca de El Escorial, ms. L.II.17) (ed. y trad. de J. Á. Sesma Muñoz y M.ª del Mar Agudo Romero, Zaragoza, Diputación General de Aragón, Servicio de Publicaciones, 1994); Memoria de los ricos hombres y antiguos linajes del Reino de Aragón, s. l., s. f.; Diferentes epístolas y otros papeles sobre asuntos de gravedad e importancia (en los que se opina sobre política, historia y moral), s. l., s. f.
Fuentes y bibl.: Informaciones aportadas por M.ª de la Cerca González Enríquez, conservadora del Museo de Antropología (Madrid); A. Bachs y Galí, periodista e investigador (Barcelona); Departamento de Educación y Cultura del Gobierno de Aragón (Zaragoza).
E. Segura (dir.), Historia de la Iglesia, Buenos Aires, Codex, 1963; M. Ballesteros y J. L. Alborg, Historia Universal, Madrid, Gredos, 1973; VV. AA., Gran Enciclopedia de España, Madrid, Gran Enciclopedia de Espasa, 1988.
Fernando Gómez del Val