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Miguel Juan Ceriol Balle

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Biografía

Ceriol Balle, Miguel Juan. Furió Ceriol, Fadrique. Valencia, 24.V.1527 – Valladolid, 12.VIII.1592. Humanista.

Quinto y último hijo de Jerónimo Furió y de Isabel Balle, más conocido por sus tria nomina latinos (Fridericus Furius Caeriolanus; por lo que a juicio de algunos estudiosos el nomen debería ser “Furio”, sin acento) con los que firmó sus obras. Su familia —de sus antepasados, Furió ofrece bastante información en la Epistula Nuncupatoria a Jorge de Austria que precede a los Institutionum Rhetoricarum libri tres en donde descuellan, como valerosos marinos, Cneo, tatarabuelo, Ramón, bisabuelo, Lorenzo, abuelo, Juan y Andrés, tíos, en fin, Jerónimo, su padre, muerto a los veinticuatro años—, en especial la rama paterna que formaba parte de la burguesía valenciana, gozaba de una confortable hacienda, lo que permitió que Furió estudiase, al parecer, en el Estudi General (es decir, la posterior Universidad), aunque su nombre no figura en los registros de dicha institución. Los detalles y pormenores de su biografía y estudios aparecen claramente reflejados en la Petición a Felipe II (7 de octubre de 1581) en donde especifica sus títulos de licenciado en Teología y de doctor en Derecho Civil y Canónico que debió alcanzar allende nuestras fronteras, pues tuvo que ausentarse de nuestro país (1546) para conseguir una mejor formación intelectual, durando su “peregrinación” —como él mismo la denomina en la Petición— dieciocho años, a lo largo de los cuales vivió en Francia, Flandes, Inglaterra, Alemania, Dinamarca, Austria e Italia.

Tras la primera etapa francesa (1546-1551), en la que debió asistir en la Universidad de París a los cursos que dictaban Ramus, Talon y Turnèbe —aunque hasta el momento no se ha podido confirmar la estancia de Furió en la capital de Francia—, se encaminó a los Países Bajos, como la mayoría de los estudiantes hispanos, siguiendo, por lo demás, el mismo periplo que había hecho otro compatriota suyo, Juan Luis Vives, para estudiar en la Universidad de Lovaina. Y fue precisamente durante su estancia en los Países Bajos donde concluyó y publicó su primer tratado Institutionum Rhetoricarum libri tres (1554) —obra en la que sigue los postulados de P. Ramus, aunque en algunos momentos le critique y en otros discrepe claramente— que dedicó al obispo de Lieja, Jorge de Austria; en estos años, Furió tomó parte en la derrota de Metz, en Lorena (del 8 de octubre de 1552 al 1 de enero de 1553) y en otros combates hasta la paz de 1559.

De todos estos años, sin duda el más significativo en la vida de Furió fue 1555, pues no sólo murió su madre —su padre había fallecido cuando contaba sólo dos años—, sino que empezó a formar parte de la Corte de Felipe II, y en calidad de consejero debió visitar Inglaterra durante el bienio 1554-1555. Un año después, publicó su segunda obra Bononia sive De Libris Sacris in vernaculam linguam convertendis (1556), editada por J. Oporino, impresor de Basilea muy famoso y apreciado en especial por los escritores españoles de la época, como Sebastián Fox Morcillo, y que había impreso algunas obras del valenciano J. L. Vives (por ejemplo, el De veritate fidei cristianae, en 1543, póstuma). La publicación de Bononia, en la que se evidencia la heterodoxia que pregonaban las doctrinas de Lutero y donde propugnaba Furió la conveniencia de la traducción de la Biblia a las lenguas nacionales frente a las tesis más conservadoras que en el libro encarnará el rector Juan de Bononia, causó un gran revuelo, escandalizó a mucha gente y tras la delación de un confidente de la Inquisición, Baltasar Pérez, Furió fue encarcelado en 1556 unos pocos meses.

A la salida de la prisión, Furió se volvió a matricular (1557) en la Universidad de Lovaina y un par de años después publicó en Amberes la tercera y última obra, El Concejo i Concejeros del Príncipe (1559), en la que enseña al Príncipe cómo organizar el aparato estatal y también cómo elegir a los responsables del mismo, siguiendo las directrices de la antigua Corona de Aragón, y cuya aparición le causó, de nuevo —y contradictoriamente— numerosos problemas y su segundo aprisionamiento ese mismo año. En el proceso, largo y complejo, se demostró la falta de pruebas acusatorias contra Furió, siendo sobreseído tras mediar a favor suyo el propio rector, el inquisidor de la fe, también de Lovaina, y la duquesa Margarita de Parma.

Furió se refugió en Lieja nada más salir de la cárcel y luego en la Corte del arzobispo de Colonia, y también en Frankfurt, ciudades, estas dos, en las que recibió a los emisarios de Felipe II que le propusieron el perdón real, el regreso a España y un cargo en la Corte a cambio de su silencio, negociación, por lo demás, que ultimó y cerró Alonso del Canto en Aquisgrán, añadiendo a lo anterior una cantidad de dinero para cubrir las deudas de Furió, y con la firme promesa de que éste “quitaría de la impresión” los tres libros que estaban en prensa, es decir, los otros tres que, junto con el Concejo, conformarían la Institución del Príncipe, conjunto de reflexión política que, de haberse publicado en su totalidad, hubiera supuesto un cambio de mentalidad enorme en las monarquías europeas.

Todavía permaneció Furió un tiempo en los Países Bajos durante el cual pagó sus deudas, ciertamente considerables, abandonó su rica biblioteca en Flandes, saliendo de regreso a España hacia finales de 1563 y se dirigió a Valencia, su ciudad natal, en donde se quedó un par de años solucionando pleitos sobre una herencia materna. A mediados de 1566 fue nombrado gentilhombre de la Casa del Rey y, en calidad de tal, siguió muy de cerca los asuntos europeos de Felipe II, siendo enviado en 1573 a los Países Bajos, que tan bien conocía, acompañando al nuevo gobernador (Luis de Requesens), permaneciendo allí cuatro años soportando el desastroso desenlace de la guerra, lo que le impulsó a escribir un proyecto de paz realista en el Discurso sobre la quiete destos Estados que más tarde concretó en otro texto titulado Remedios, dirigido al Rey. Estos años le sirvieron también para continuar manteniendo el círculo de amistades de intelectuales europeos que había conocido tiempo atrás (Plantino, Ortelio, Matal, etc.), todos ellos imbuidos de un espíritu claramente luterano.

Furió acompañó a las tropas españolas a Italia y regresó definitivamente a España en 1578, de donde ya no volvería a ausentarse. A su regreso, relegado a tareas impropias de su talla intelectual, empezó a sufrir ataques de gota, se recluyó en su domicilio madrileño y como su biblioteca fue confiscada y vendida, no halló otro modo de subsistencia que la redacción de memoriales y de opúsculos, dirigidos al Rey y a relevantes nobles (el conde Chinchón, entre otros), así como de aprobaciones y censuras a distintas publicaciones.

Murió cristianamente, sin haber contraído matrimonio y sin hijos reconocidos en Valladolid en 1592, y aunque Felipe II ordenó una investigación sobre si Furió se había contaminado de la herejía luterana, el proceso le absolvió de toda sospecha.

 

Obras de ~: Institutionum Rhetoricarum libri tres, Louvain, 1554; Bononia sive De Libris Sacris in vernaculam linguam convertendis libri duo, Basel, 1556; El Concejo i Concejeros del Príncipe, Antwerpen, 1559 (ed. de H. Méchoulan y J. Pérez Durá, Valencia, Alfons el Magnànim, 1996, obra completa vol. I); Solicitud a Margarita de Parma, septiembre, 1559, memorial; Avisos acerca de los Estados Bajos, c. 1570 (atrib.); Remedios para el sosiego de las alteraciones de los Paises Vajos de los Estados de Flandes (también conocido como Proyecto de paz), c. 1574, memorial a Felipe II; Discurso sobre la quiete destos Estados, verano de 1574, memorial a un ilustre personaje de la Corte; Vniversa Novi Orbis Historia, c. 1575 (perd.); Aprobación de Las Lusiadas, trad. por B. Caldera, Alcalá, 1580 (en J. Simón Díaz, Bibliografía de la Literatura Hispánica (BLH), Madrid, 1950, n.º 3565); Petición a Felipe II, 7 de octubre de 1581, ms. (Inst. Valencia de D. Juan; Arch. Heredia Spínola) para obtener el cargo de Vicecanciller de Aragón; Carta de Furió Ceriol al Conde de Chinchón, 24 de octubre de 1581, ms. (Arch. Heredia Spínola); Respuesta a cierta obieción puesta contra la capa i espada, 13 de enero de 1582, ms. (Arch. Heredia Spínola) a Mateo Vázquez; Parecer sobre las cortesías, 1583, ms. (British Library) al Conde de Chinchón; Aprobación de Invectiva contra el vulgo, de C. de Aldana, Madrid, 1591 (en J. Simón Díaz, BLH, op. cit., n.º 3566); Censura de Comentarios de lo sucedido en las guerras de los Payses Baxos, de B. de Mendoza (en J. Simón Díaz, BLH, op. cit., n.º 3567).

 

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F. Jorge Pérez Durá