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Juan Timoneda

Biografía

Timoneda, Juan. ¿Valencia?, c. 1518 – Valencia, 1583. Dramaturgo.

Joan Timoneda nació en el seno de una familia de artesanos, trabajó un tiempo como curtidor de pieles y pasó a ser luego librero y editor, al amparo del gran auge que cobró el mercado del libro en la Valencia renacentista. Allí ejerció una intensa labor de impresor y editor de obras en lengua castellana dirigidas a formar el gusto de las clases medias y populares.

En 1541 casó con Isabel Juan Ferrandis, matrimonio del que nacieron cuatro hijos, a todos los cuales pudo mantener holgadamente, pues siempre gozó de una buena situación económica. En 1547 ejercía ya de librero y enseguida pasó a impresor y editor. En esas tareas editoras realizó una gran labor cultural y literaria tanto en la lírica, como en la prosa y el teatro.

En cuanto a la lírica, recopiló y divulgó numerosas colecciones poéticas en forma de cancioneros, como el Sarao de amor (1561), la Flor de enamorados (1562) o el Guisadillo de amor (1573), en los que principalmente reunía composiciones diversas, en castellano y algunas en valenciano, que él añadía y adaptaba para sus lectores. Tarea semejante llevó a cabo en el caso de los romances, que asimismo recopiló en una gran colección, titulada Rosa de romances (1573), dividida en cuatro partes (Rosa de amores, Rosa española, Rosa gentil y Rosa real), donde publicó un gran número de romances ajenos, pero también muchos propios, de tema pastoril, morisco, legendario o de historia contemporánea.

Muy notable es su labor prosística como autor y recopilador de anécdotas y relatos breves, en libros como el titulado Sobremesa y alivio de caminantes (1563) o el Buen aviso y portacuentos (1564), donde recogía decenas de pequeños relatos, elaborados a partir de breves cuentos familiares o apotegmas, que le han llegado a través de diversas fuentes orales o escritas, entre éstas, especialmente los Apophthegmata de Erasmo, traducidos al castellano por Francisco Támara (1549). Como cuentista y fabulador, su obra más importante es El Patrañuelo (1567), donde se muestra hábil narrador de historias ejemplares, provechosas y divertidas, a imitación de los novellieri italianos, como Boccaccio o Bandello, cuyos relatos vierte en este nuevo molde de patraña, que explica en el prólogo de la obra: “Patrañuelo deriva de patraña, y patraña no es otra cosa sino una fengida traza, tan lindamente amplificada y compuesta que parece que trae alguna apariencia de verdad. Y así, semejantes marañas las intitula mi lengua natural valenciana rondalles y la toscana, novelas, que quiere decir: ‘Tú, trabajador, pues no velas, yo te desvelaré con algunos graciosos y aseados cuentos, con tal que los sepas contar como aquí van relatados’”.

En el ámbito del teatro, también fue grande la importancia de Timoneda. Por un lado, fue el editor de la obra dramática de autores como Alonso de la Vega y, sobre todo, Lope de Rueda, cuyo texto no sólo dio a conocer sino que seguramente retocó en alguna medida.

Por otro, fue un notable escritor de piezas dramáticas.

Su teatro, que abarca gran variedad de géneros y de temas, revela una interesante situación de transformación del viejo teatro de tradición medieval en un teatro profesionalizado y renovado en sus temas, en sus técnicas y en su público. En el terreno del drama religioso, Timoneda remoza la antigua tradición del misteri y del auto castellano sustituyéndola exclusivamente por piezas sacramentales para representar el día del Corpus Christi. Esa orientación eucarística de su teatro, aparte de las directrices tridentinas, tiene que ver con el fervor hacia el sacramento y sus formas espectaculares de exaltación por parte de prelados como Francisco de Navarra y el arzobispo Juan de Ribera, que ocuparon sucesivamente la diócesis valenciana procedentes de Badajoz, donde habían conocido antes un teatro religioso y eucarístico de gran vitalidad. Al primero de aquellos prelados dedica Timoneda su Ternario espiritual (1558), en el que se incluyen autos como el de la Quinta angustia o el de La oveja perdida, que adaptan temas y argumentos del teatro castellano de la época. Al segundo, dedicará sus dos Ternarios sacramentales, publicados en 1575, y en cada uno de los cuales se recogen tres autos eucarísticos. Varias son también las adaptaciones de obras ajenas, que Timoneda reelaboró, amplificó y retocó, en tanto que otros, como el del Castillo de Emaús o el de La Iglesia, ambos precisamente con algunas escenas en valenciano, son creaciones originales.

En el primero se puede apreciar una combinación del episodio sagrado con escenas costumbristas de mesón y con la presencia de algún personaje alegórico que imparte doctrina sobre el misterio eucarístico.

En el segundo, escrito frente a la amenaza de la expansión protestante, trata de cómo la Iglesia militante ha sido desterrada de Inglaterra y puesta en fuga en partes de Francia y Alemania. Junto a las figuras alegóricas de la Iglesia, Libertad y Opinión, se introducen en él personajes históricos, como santo Tomás y san Agustín, y contemporáneos, como el propio Felipe II y el papa Gregorio XIII. En la misma línea que Timoneda de sedimentar un teatro sacramental para la fiesta del Corpus, dogmático y tridentino como el que se venía haciendo en Castilla, hay también otros escritores valencianos, como Ausiàs Izquierdo, autor del Auto llamado Lucero de nuestra salvación (c. 1582) y del Acto sacramental de un milagro de la Virgen del Rosario (1589), o el teólogo contrarreformista Jaime Ferrús, que escribió el Auto de Caín y Abel, recogido en el famoso Códice de autos viejos.

En cuanto al teatro profano, también la labor de Timoneda es muy significativa e importante. De una parte, en el ámbito de la comedia, impulsó un teatro en prosa y en lengua castellana, fácil de entender y de interpretar, dirigido asimismo a aquella clase media burguesa que pretende ilustrar y entretener. La fórmula más o menos innovadora que propugna, según expone en el prólogo de Las Tres Comedias, se basa en el uso de la prosa como vehículo más preciso para describir las pasiones humanas (como aprecia en La Celestina o en La Tebaida) y en la brevedad y fuerza de la representación (como hizo Torres Naharro): “Considerando yo esto, quise hazer comedias en prosa, de tal manera que fuessen breves y representables; y hechas, como paresciessen muy bien assí a los representantes como a los auditores, rogáronme muy encarescidamente que las imprimiesse, porque todos gozassen de obras tan sentenciosas, dulçes y regozijadas”. A esos propósitos responde efectivamente la publicación de sus Tres comedias (1559), donde se contienen las obras Anfitrión, Menemnos y Cornelia o Carmelia, las dos primeras imitadas de Plauto y la tercera de Ariosto.

Aunque, como se advierte, tampoco son ahora piezas originales, Timoneda acierta a experimentar su fórmula con temas y argumentos bien conocidos y forjados teatralmente, a los que le basta con incorporar algunas notas de actualidad o algún motivo más novelesco y fantástico en los prólogos (como el enigmático juicio de amor en Anfitrión), para obtener como resultado unas comedias bien construidas y conducida la acción con viveza y animación.

Por último, Timoneda compuso también algunas farsas, pasos y entremeses, que quedaron recogidos en La Turiana (1564-1565). Son éstas breves piezas en verso de carácter cómico, dentro de la tradición genérica castellana que había inaugurado Lope de Rueda.

Personajes folclóricos como el del ciego menesteroso, ya tradicional en las tablas, o el del soldado fanfarrón, inspiran el Entremés de un çiego y un moço y un pobre, el Paso de dos ciegos y un moço o el Paso de un soldado y un moro y un ermitaño. En esta compilación, que se publicó bajo el anagrama de Juan Diamonte como nombre de autor, se incluyeron también varias comedias en verso, anteriores y distintas en estilo a las que escribió en prosa Timoneda (alguna de ellas, como la Aurelia, todavía muy próxima en técnica y motivos a las de Torres Naharro), por lo que se sigue debatiendo si son o no obra del escritor valenciano.

 

Obras de ~: Obras de Juan de Timoneda, ed. E. Juliá Martínez, Madrid, Sociedad de Bibliófilos Españoles, 1948, 3 vols.; Rosa de Romances por Juan Timoneda (Valencia, 1573), ed. A. Rodríguez Moñino y D. Devoto, Valencia, Castalia, 1963; Juan Timoneda, El Patrañuelo, ed. de R. Ferreres, Madrid, Castalia, 1971 (Joan Timoneda, El Patrañuelo, ed. J. Romera Castillo, Madrid, Cátedra, 1986); Joan Timoneda. Joan Aragonés, Buen Aviso y Portacuentos. El Sobremesa y alivio ded caminantes. Cuentos, ed. de P. Cuartero y M. Chevalier, Madrid, Espasa Calpe, 1990 (Clásicos Castellanos).

 

Bibl.: H. Merimée, El arte dramático en Valencia. Desde los orígenes hasta principios del siglo xvii [1913], trad. esp., Valencia, Institució Alfons el Magnànim, 1985, 2 vols.; E. Juliá Martínez, “Originalidad de Timoneda”, en Revista Valenciana de Filología, 5 (1955-1958), págs. 91-151; B. W. Wardropper, Introducción al teatro religioso del Siglo de Oro, Salamanca, Anaya, 1967; R. Froldi, Lope de Vega y la formación de la comedia, Salamanca, Anaya, 1968; M. V. Diago, “Joan Timoneda: una dramaturgia burguesa”, en Cuadernos de Filología, 3 (1981), págs. 45-65; C. García Santosjuanes, “El teatro religioso de Joan Timoneda”, en Teatros y prácticas escénicas, I. El Quinientos Valenciano, dirigido por J. Oleza, Valencia, Institución Alfonso el Magnánimo, 1984, págs. 137-161; J. Farré Vidal, “Timoneda, Juan de”, en P. Jauralde Pou (dir.), Diccionario filológico de literatura española siglo XVI, Madrid, Castalia, 2009, págs. 920-927.

 

Miguel Ángel Pérez Priego