Magriñá Sanromá, Juan (o Joan). Villanueva y Geltrú (Barcelona), 23.XII.1903 – 11.IX.1995. Bailarín, coreógrafo y maestro de danza clásica y española, responsable del ballet en el Teatro del Liceo de Barcelona.
En 1918 se instaló en Barcelona con su familia, donde ingresó en el Institut Català de Rítmica i Plàstica, dirigido por Joan Llongueras, centro que preparaba a los alumnos para ingresar en el Instituto Jacques Dalcroze de Ginebra. Recibió clases del maestro Teodor Wassilief, director del Ballet de la Ópera Rusa, que actuaba en el Liceu cada año y que había sido bailarín del Mariinksy de San Petersburgo. La actuación de los Ballets Rusos de Diaghilev en 1924 en el Liceo le causó un fuerte impacto. Diaghilev le pidió estar con ellos tres meses de prueba, pero rehusó la oferta. Después de presenciar un recital de danzas españolas de Teresina Boronat, decidió tomar clases de esta disciplina y estudió Escuela Bolera con el maestro Coronas, que había sido alumno de Ricardo Moragas. Se inició con un bolero liso y comprendió la necesidad de una disciplina técnica también en el baile español.
En 1926, actuó en las funciones de El burgués gentilhombre, de Molière, con el Teatre Íntim d’Adrià Gual, y la participación de Pau Casals y su orquesta. Actuó por primera vez en el Liceo sustituyendo a un bailarín de la compañía de Wassilief en La noche de mayo, de Rimski-Korsakov, y en Los caprichos de Oksana. Inició así su relación con ese gran teatro, que se mantuvo durante cincuenta años como bailarín, maestro y coreógrafo.
Comenzó también en esa época su amistad con los críticos de danza y entusiastas promotores Alfonso Puig y Sebastián Gasch. En 1930 bailó ante los reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia, con motivo de la celebración del Centenario del Romanticismo en Barcelona. Intensificó sus estudios de ballet, con Vania Psota, André Eglevski y Lubov Tchernicheva, que le ayudó a unirse a las clases de los Ballets Rusos del Coronel de Basil durante sus actuaciones en Barcelona.
En 1932, presentó su recital de danza, acompañado sólo por un pianista —como inició Antonia Mercé—, el maestro Juli Pons, en su localidad natal y en el teatro Urquinaona de Barcelona. Era la primera vez que se mostraba en la ciudad un espectáculo de estas características.
Estrenó entonces su Polca del equilibrista, con partitura de Manuel Blancafort, creativa pieza que bailó sobre zapatillas de punta, donde parodiaba a un artista de feria, y que le identificaría durante toda su carrera. Tanto Ana Pavlova, como Antonia Mercé La Argentina le ofrecieron bailar en sus compañías.
Durante esa década continuó ofreciendo recitales con coreografías propias sobre composiciones de Debussy, Rimski-Korsakov, Schuman, o Chopin, así como de músicos catalanes como Mompou y Pons. Se inspiró en los estilos de Leonide Massine y Mikhail Fokine para las creaciones Cake Walk y Arlequín, y, además de los artistas de los Ballets Rusos, colaboraron con él pintores como Joan Miró, Pere Pruna o Grau Sala.
Mantuvo la dualidad ballet clásico-danza española en sus espectáculos —que prolongaría en el Liceo para la escena y la enseñanza—, ofreciendo, entre otros, el solo Bolero 1830, coreografiado a partir de su aprendizaje con el maestro Coronas. Comenzó su actividad como maestro y en 1936 presentó a sus alumnas en el teatro del Orfeó Gracién de Barcelona. Se marchó a París con los Ballets Rusos del Coronel de Basil, aprovechando que terminaron sus actuaciones en Barcelona, y estudió allí con Olga Preobajenska y conoció a Serge Lifar; en Londres tomó clases con el eminente maestro de San Petersburgo Nicolai Legat, que había sucedido a Enrico Cechetti como maestro de la compañía de Diaghilev, y había instalado su escuela en la capital británica.
Iniciada la Guerra Civil, tuvo que participar en 1937 en una embajada cultural promovida por la Generalitat de Cataluña y actuó en Bélgica, Luxemburgo, Checoslovaquia y Francia, aquí en la Sala Gaveau de París, con gran éxito en la interpretación de sus boleros. Al fallecer la maestra Pauleta Pàmies, se incorporó en 1938 al Gran Teatro del Liceo como estrella y maestro de baile, donde permaneció hasta 1977. En esa primera etapa, estaban como primeras bailarinas Rosita Segovia, María Luisa Nogués y Trini Borrull, con la que tuvo gran éxito en el ballet Corrida de feria, con música de Gustavo Bacarisse, y posteriormente en las galas de danza que realizó por España. Tuvo que incorporarse a filas. Coreografió para el Liceo más de ciento cincuenta óperas y una veintena de ballets, incluyendo entre éstos los de estilo español El amor brujo o El sombrero de tres picos, ambos de Falla, otros modernos, Laberinto, con música de Xavier Montsalvatge, y Els cinc continents, compuesto por Joan Guinjoan, así como los de tradición académica rusa.
Al terminar la contienda española, perfeccionó en Madrid el baile flamenco con El Estampío, y la Escuela Bolera con los hermanos Ángel, Conchita y Luisa Pericet, ampliando su repertorio con panaderos, sevillanas, boleros con cachucha y olé de la Curra, entre otros bailes.
Durante los años cuarenta, compaginó su actividad en el Liceo con giras por España acompañado de las bailarinas María de Ávila, Trini Borrull, Emma Maleras, Maruja Blanco y Filo Feliu. En décadas posteriores bailaron también con él Aurora Pons y Assumpta Aguadé. En 1942, estrenó su emblemático solo Himno al sol, con música de Rimsky-Korsakov.
En 1944 fue nombrado catedrático de Danza del Institut del Teatre de Barcelona, que sumó a sus labores en el Liceo y a sus clases particulares en su academia de la calle Petritxol. En 1951, un grupo de entusiastas, junto a Puig y Gasch, con el mecenazgo de Manuel Segura Tárrega, fundaron los Ballets de Barcelona, compañía en la que asumió la dirección coreográfica. La mayoría de los bailarines habían sido sus alumnos, formados por igual en la danza española y el ballet clásico. El programa de su estreno se compuso de, entre otros ballets, Las sílfides, con música de Chopin, Variaciones de la Reina, El diablo cojuelo, donde se incluía la famosa cachucha que Dolores Serral enseñó a Fanny Elssler en el siglo anterior, y El amor brujo, de Falla. En sus actuaciones en el teatro Español de Madrid, presentó la coreografía Tapices de Goya, aplaudida obra de Escuela Bolera, y recibió el premio Amadeo Vives que otorgó el Gobierno español del momento por la versión coreográfica de la zarzuela de Chapí, La revoltosa. También se presentaron en el Theatre des Champs Elysées de París.
A propuesta del empresario Joan Antoni Pàmias, y en un momento de crisis económica, integró los Ballets de Barcelona en el Liceo para ser el cuerpo de baile estable del Gran Teatro, aunque de forma efectiva nunca tuvo ese trato. En 1957 se retiró como bailarín, pero continuó como coreógrafo del Liceo, prosiguiendo su labor como maestro de baile en el Conservatorio, en el Institut del Teatre, hasta 1977, y en su estudio. Recibió la Medalla de Oro del Liceo en 1973; en 1982 la Generalitat de Cataluña le condecoró con su máximo galardón, la Cruz de San Jordi, y se le otorgó la Medalla de Oro de las Bellas Artes, del Ministerio de Cultura de España, en 1989.
Bibl.: A. Puig Claramunt, El arte del baile flamenco, Barcelona, Editorial Polígrafa, 1977; H. Koegler, The Concise Oxford Dictionary of Ballet, Oxford, University Press, 1982; P. Llorens, X. Aviñoa, I. Rubio y A. Vidal, Historia de la Danza en Cataluña, Barcelona, Caja de Barcelona, 1987; J. U daeta, La castañuela española, Madrid, Ediciones del Serbal-Ministerio de Cultura, 1989; VV. AA., Antonia Mercé ‘La Argentina’. Homenaje en su centenario (1890-1990), Madrid, INAEM, Ministerio de Cultura, 1990; J. M. Bourio, Colección Juan M. Bourio. Archivo de Baile Español, Madrid, Consorcio Madrid Capital Cultural, 1992; R. Salas (coord.), Encuentro Internacional. La Escuela Bolera, Madrid, Ministerio de Cultura-INAEM, 1992; A. Álvarez Cañibano, J. I. Cano y M.ª J. González Ribot, Ritmo para el espacio. Los compositores españoles y el ballet en el siglo xx, Madrid, Ministerio de Cultura- Centro de Documentación de Música y Danza-INAEM, 1998; VV. AA., Ballet Nacional de España. 25 años, Madrid, Ministerio de Educación, Cultura y Deportes, 2003.
Cristina Marinero