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Vicente Escudero Urive

Biografía

Escudero Urive, Vicente. Valladolid, 27.X.1888 – Barcelona, 4.XII.1980. Bailaor y coreógrafo.

Hijo de Petra Urive y Lorenzo Escudero, payos castellanos que se relacionaron con gitanos. Durante su infancia se aficionó Vicente Escudero al baile, siendo sus primeros “tablaos” las tapas de las bocas de riego.

A los diez años ya se ganaba el sustento con su arte, escapándose a bailar por pueblos y ferias. Tras un efímero paso como tipógrafo por algunas imprentas, decidió dedicarse plenamente al baile, contrariando la voluntad paterna. En un momento en que se llevaba el baile medido, Vicente Escudero improvisaba distintos movimientos que desconcertaban a los guitarristas, por lo que fue dando tumbos actuando en los cafés de España, hasta que se topó en el Café de las Columnas de Bilbao con Antonio Bilbao, que se convirtió en su maestro y le enseñó los secretos del flamenco. Cambió las juergas de los cafés por las salas y barracas del cinematógrafo, que proliferaron, tras su invención, por España. Arregló un programa compuesto por una farruca y un tanguillo cómico, que representaba cuando cambiaban los rollos de las películas. Escapó a Lisboa en 1908 para evitar cumplir con el servicio militar y desde la capital portuguesa se trasladó a París, que rebullía en pleno fulgor de la Belle Epóque, siendo gratamente acogido en las salas de fiestas y cabarets. Tras la Primera Guerra Mundial recorrió un gran número de países europeos, llegando hasta Rusia y Turquía, hasta que en 1920 ganó el Concurso Internacional de Danza en el Teatro Olimpia de París. Actuó con Carmita García, que fue su pareja sentimental y artística hasta que murió. Comenzaron a introducir los bailes clásicos españoles en su repertorio y en 1922 actuó en la Sala Gaveau ofreciendo su primer recital de danzas españolas. Dos años más tarde, en 1924, abrió una escuela de bailes españoles en la capital francesa y presentó en el Teatro Fortuny una compañía de ballet, la primera netamente española, con obras de Falla, Turina y Albéniz, después de lo cual, el primero de los compositores le encargó al año siguiente la coreografía de El amor brujo en el Teatro Trianon-Lyrique de París, bailando con Antonia Mercé, La Argentina.

En la ciudad de las luces congenió con la bohemia vanguardista, trasladándose al Barrio de Montmartre en su afán por buscar espontáneamente, en la libertad con la que desenvolvía sus movimientos e impulsos, el equilibrio estético y una combinación rítmico-plástica del baile. Durante tres años alquiló un pequeño teatro en el que podía mostrar libremente sus movimientos, desenvolviendo sus impulsos de forma espontánea para artistas del cubismo como Picasso, Fernand Leger o Juan Gris, o de tendencias surrealistas, como Louis Aragon, André Breton, Eluard, Buñuel, el fotógrafo Man Ray o Miró, cuyos cuadros influyeron decisivamente en sus bailes, llevando posteriormente a España, en 1929, el espectáculo Bailes de vanguardia. Ernesto Giménez Caballero le recogió cinematográficamente entre la élite intelectual española para su documental de 1930, después participaría en diversas películas de Hollywood. Afianzó su fama en un largo período de giras. Actuó en Londres en 1931 en un homenaje dedicado a la bailarina rusa Anna Pavlova y al año siguiente fue aclamado en Nueva York, siendo el primero en ponerle baile al cante amargo y “desgarrao” de las seguiriyas. Después de la gira americana, estrenó en 1934 en el teatro Español de Madrid una nueva versión de El amor brujo, actuando con La Argentina, Pastora Imperio y Miguel de Molina, que también interpretaron al año siguiente en el Radio City Music Hall de Nueva York.

Tras la Guerra Civil llegó su reconocimiento en España y el apogeo de su carrera artística. Bailó por vez primera la seguiriya en el teatro Español, donde estrenó Estampa romántica y La galerna, en 1942. Recibió la Medalla de Oro de la ciudad de Valladolid y, después de numerosas giras y actuaciones, recibió un homenaje en 1946 en el Instituto Británico de Madrid en el transcurso del cual imparte una conferencia ilustrada, titulada El misterio del arte flamenco, que repitió en el Casal del Metge de Barcelona. Al año siguiente publicó en Estados Unidos su libro Mi baile y, en 1948, expuso sus “dibujos automáticos” en la librería Clan de la capital española. Finalizó dicha década impartiendo una conferencia en la Sorbona y otra cantada y bailada en el Ateneo de Madrid, que tuvo gran repercusión. A partir de entonces se prodigó entre los círculos intelectuales españoles de posguerra, realizando nuevas conferencias. Dio a conocer su Décalogo del baile flamenco en Barcelona en 1951, en el que propone una forma de concebir el baile, de bailar en hombre, más que los principios de una escuela, siendo los principales seguidores de esta filosofía Antonio Gades, José de la Vega y José Manuel Huertas. En la Ciudad Condal, el Palau de la Música le rindió un homenaje. Al año siguiente actuó en el prestigioso Festival de Música y Danza de Granada y estrenó, en 1954, en el Teatro de los Campos Elíseos de París el espectáculo Quincena del Arte Flamenco Puro. A mediados de los años cincuenta volvió a realizar giras por Estados Unidos, que siguieron por Canadá y Cuba. Participó en la película Fuego en Castilla, de José Val del Omar, rodada en 1957 en el Museo de Escultura de Valladolid y después continuó su actividad docente grabando varias entrevistas y clases de baile, explicando su Decálogo, sus experiencias artísticas y los entresijos del mundo del espectáculo, lo que motivó que en 1959 publicara en El Paso un manifiesto proponiendo la celebración de un Congreso de Flamenco, que cristalizó en el Festival de Cante Grande y Puro de flamenco que se organizó al año siguiente en el Teatro de la Comedia de Madrid en el que cantó por primera vez en público, pero el congreso no se celebró hasta 1969, en Benalmádena.

Durante los primeros años de la década de 1960 realizó otra nueva gira por países europeos y americanos y presentó en Barcelona el primer disco que grabó en la casa Vergara, en 1963, de su escasa discografía. Tras la muerte de Carmita García en 1964 pensó en retirarse, pero se unió a María Márquez, con la que prosiguió sus recitales por todo el territorio español y Europa hasta que se despidió definitivamente en 1969, con ochenta años, en Madrid, aquejado de esclerosis múltiple. Aún pudo, no obstante, subirse a los escenarios en la Plaza Mayor de Salamanca durante Los Festivales de España el 28 de junio de 1970, y ponerse ese año delante de las cámaras para rodar en 1970 el documental Flamenco en Castilla de José López Clemente, tal como había hecho en 1967 con Imperio Argentina y Antonio Gades para la película de Mario Camus, Con el viento solano. Cinco años después, el 4 de noviembre de 1974, la Dirección General de Teatro y Espectáculos del Ministerio de Información y Turismo reconoció públicamente la figura de Vicente Escudero, organizando un homenaje en el Teatro Monumental de Madrid, con el ballet folklorico de festivales de España y la Compañía de baile español de Antonio Gades, así como los principales artistas españoles del momento. Se retiró a casa de María Márquez, en la Plaça Reial, donde montó una academia, allí murió el 4 de diciembre de 1980.

Los restos de este genial bailaor, que rompió los moldes del flamenco, descansan en el Panteón de Hombres Ilustres del cementerio de Valladolid.

 

Obras de ~: Mi baile, Barcelona, Muntaner Simón, 1947; Pintura que baila, Madrid, Afrodisio Aguado, 1950 (col. La Cariátide); Decálogo del buen bailarín, 1951.

 

Bibl.: F. García Redondo, El Círculo mágico: en el centenario de Antonio Mercé, Vicente Escudero y Pastora Imperio, Cáceres, Institución Cultural “El Brocense”, 1988; C. Marinero, “Escudero, Vicente”, en E. Casares Rodicio (dir. y coord.), Diccionario de la Música Española e Hispanoamericana, vol. IV, Madrid, Sociedad General de Autores y Editores, 1999, pág. 737; R. Morales Montes, “Vicente Escudero, testigo de una época”, en Barcelona Metrópolis Mediterrànea (Barcelona), n.º 51 (abril-junio de 2000); V. Cavia Naya, “Expresionismo y expresión en la danza de Vicente Escudero desde el ‘Zeitgeist’ de la música de Arnold Schönberg, en Arnold Schönberg (1874-1951), Europa y España, Valladolid, Universidad, 2003, págs. 129-153; “Vicente Escudero: baile y vanguardia”, en M. Vega Rodríguez y C. Villar-Taboada (coords.), Pensamiento español y música: Siglos XIX y XX, Valladolid, Universidad, 2003, págs. 123-173; G. Rodríguez Martín, “Vicente Escudero: el encuentro del flamenco con la India”, en Doce notas preliminares: revista de música y arte, n.º 13 (ejemplar dedicado a Edward W. Said), 2004, págs. 91-102; J. L. Navarro García, Vicente Escudero, un bailaor cubista, Sevilla, Libros con Duende, 2012.

 

María Luisa Rovira y Jiménez de la Serna, condesa de los Andes