Fernández de Limia, Juan. ?, s. m. s. XIII – Santiago de Compostela (La Coruña), 4.V.1338. Abad de Valladolid, obispo de Palencia y arzobispo de Santiago.
De una de las principales familias de Portugal, se le supone hijo del rico-hombre de Limia del mismo nombre y de Marina Vázquez de Novoa. Poco se conoce de su juventud, si bien se sabe que fue juez de Santa María de Villestro (La Coruña), arcediano de Sigüenza y abad de Valladolid.
En decisivos momentos fue elevado a la mitra palentina (1321): la reina María de Molina, después de haber sobrevivido a su hijo, quedó encargada de la regencia durante la minoría de edad de su nieto Alfonso XI, pero sintiéndose enferma de muerte, reunió a todos los caballeros y regidores de Valladolid y les hizo jurar que a nadie entregarían la persona del Rey.
Tan perturbada se hallaba la paz pública, que el papa Juan XXII para restablecerla mandó un legado, el cardenal Guillermo de Godín, obispo de Santa Sabina.
Llegado a estos reinos en los primeros meses de 1321, convocó a todos los obispos en Palencia para celebrar un concilio nacional. Tras la muerte en julio de la reina María de Molina, comenzaron las rivalidades en cuanto a la tutoría del Rey. Poco después se celebró en Palencia la primera sesión del concilio (15 de diciembre de 1321), al que asistieron tres arzobispos y trece obispos, y en él se trató tanto de la disciplina eclesiástica como de la paz de los reinos, promulgándose veintiocho extensas constituciones. El obispo Juan acariciaba el grandioso proyecto de levantar una nueva catedral sobre el antiguo templo erigido por Sancho el Mayor. La visita del cardenal legado Guillermo fue la mejor ocasión para colocar con solemnidad la primera piedra el 1 de junio de 1321: el legado bendijo la piedra y la puso por su mano, estando con él vestidos de pontifical el obispo Juan Fernández de Limia junto con otros prelados. Además de la empresa de la catedral, también se le debe al obispo Juan nuevas constituciones y sabios estatutos para su iglesia de Palencia.
En 1330 fue nombrado arzobispo de Santiago de Compostela. Un año después recibía del rey Alfonso XI la confirmación de todos los fueros y privilegios de la iglesia de Santiago. Aunque Alfonso XI asumió el gobierno en 1325, su coronación tuvo lugar en 1332. La intención del Rey era la de armar caballeros a todos los ricohombres e hidalgos de sus Estados al día siguiente de coronarse, pero para ello debía armarse antes él caballero, dirigiéndose a Santiago a tal efecto. De este modo, recibió el Rey caballería simbólicamente del apóstol Santiago, y el arzobispo Juan bendijo este acto. Poco después se encargaría el arzobispo de oficiar la ceremonia que, a modo de coronación, hizo el Rey en el convento de Las Huelgas de Burgos, bendiciéndolo y ungiéndolo con óleo bendito.
Al día siguiente, el Rey armó caballeros en su palacio a todos los ricohombres, y éstos armaron a su vez caballeros a los hidalgos. A la tarde salieron en procesión provistos de cirios hacia la iglesia de Las Huelgas para velar las armas, como hiciera el Rey en Santiago.
Presidía la procesión el Rey, acompañado del arzobispo Juan de Limia y del infante Alonso de la Cerda.
El 24 de mayo de 1335 el arzobispo Juan reunió a los obispos de la metrópoli compostelana para celebrar lo que vendría a llamarse el Concilio de Salamanca de 1335, que había sido convocado por las exhortaciones de Benedicto XII y que constaba de diecisiete capítulos. También asistió en 1336 a la contención de los portugueses que asedian Badajoz.
En 1337 los portugueses invadieron Galicia; el Rey mandó que todos los caballeros e hidalgos y que todos los concejos se pusieran a las órdenes de Pedro Fernández de Castro. Se reunieron mil hombres y muchas gentes a pie. El rey Alfonso IV de Portugal cercó Salvatierra durante ocho días. El arzobispo Juan marchó en la defensa del territorio con el pendón de Santiago junto con numerosas gentes, entre las que se encontraba el adelantado del Rey en Galicia, Rui Pérez de Biedma. Los planes del arzobispo eran los de coger por sorpresa y desarmado al conde de Barcelos, por lo que cabalgaron de noche. Estando el conde Pedro en el monasterio benedictino de San Salvador de Ganfei (Portugal), muy cerca del Miño, se enteró de las intenciones del arzobispo. Al saberlo, y después de esperarle en todos los vados del río, pasó al otro lado del Miño, porque prefería enfrentarse en esa tierra que en Portugal. Una vez que el conde divisó al arzobispo con el pendón cerca de la villa de Entienza, mandó a un emisario para que le preguntara para qué venía, si quería lidiar, a lo que el arzobispo respondió que no venía a rezar maitines. El cerco al castillo de Entienza se mantuvo durante tres días. El rey de Portugal en su retirada quemó y saqueó muchos lugares.
Se dice que el arzobispo Juan llegó hasta Porto y que allí fue socorrido por Pedro Fernández de Castro, que murió allí. A su regreso de la guerra con Portugal, el arzobispo Juan convocó en Tuy un sínodo diocesano, que se celebró el 13 de noviembre de 1337.
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Carlos Viscasillas Vázquez