Gómez, Gutierre. Toledo, s. m. s. xiii – 5.IX.1319. Arzobispo de Toledo.
Cuatro son los prelados con el mismo nombre que aparecen en distintas diócesis castellanas en la Baja Edad Media. Todos procedían de la misma familia mozárabe toledana de los Gómez Barroso. El primero de todos cronológicamente es el arzobispo de Toledo de principios del siglo xiv del que se trata en este artículo. El segundo es un arcediano de Toledo, que luego fue obispo de Palencia (1357-1382), finalmente cardenal en 1381, que murió en 1391. El tercero es Gutierre Gómez, también llamado Garci Gutierre de Toledo, obispo de Oviedo (1377-1389) y fundador del colegio de Pan y Carbón en Salamanca. Y el cuarto es Gutierre Gómez de Toledo, que utilizó también el apellido de Álvarez de Toledo, fue obispo de Palencia, arzobispo de Sevilla y de Toledo (1442- 1446) ya en el siglo xv (Beltrán de Heredia, I, 1970: 149 y 300-309).
Gutierre Gómez fue hijo de Gómez Pérez, alguacil mayor de Toledo, y de doña Horabuena, vecinos y naturales de Toledo. Tuvieron dos hijos, el mayor de los cuales, Fernán Pérez de Toledo, fue ayo y privado de Fernando IV; al segundo, Gutierre, futuro arzobispo de Toledo, lo dedicaron a la Iglesia. La familia estaba muy introducida en la gobernación municipal de Toledo y en la Corte real de Fernando IV.
En el año 1300 ya era canónigo de Toledo y su carrera fue tan fulgurante que en diez años ascendió al puesto de arcediano y al de arzobispo. No hay constancia de que hiciera estudios universitarios, pero sin ellos es imposible suponer que alcanzara la mitra de Toledo. Todo induce a pensar que recibió una formación jurídica, porque en alguna ocasión dos partes contendientes acudieron a él como árbitro y componedor.
Sucedió en la sede toledana a Gonzalo Díaz Palomeque, que había muerto el 2 de noviembre de 1310. Hechas las exequias, el Cabildo comunicó al Rey la muerte del arzobispo, como era preceptivo; de esta manera obtuvo permiso para proceder con libertad a la elección y aceptar las sugerencias que pudiesen llegar de la Corte sobre el candidato que fuera más grato a la persona real, aunque este extremo nunca se hacía oficial.
El Cabildo procedió con mucha rapidez para evitar injerencias extrañas, de forma que el 9 de diciembre de 1310, fiesta de santa Leocadia, ya fue proclamado electo Gutierre Gómez, elección que fue llevada a cabo por el sistema de los compromisarios. Es seguro que su candidatura fue adelante por indicación del rey Fernando IV, a sugerencia de quien le asesoraba en todos los asuntos, Fernán Pérez, camarero mayor y gran privado del joven rey de Castilla y hermano mayor de Gutierre. Inmediatamente se nombraron procuradores del Cabildo para que fueran a la curia pontificia, a fin de recabar para el electo la confirmación y el palio de metropolitano, que el papa Clemente V le otorgó sin dificultades (13 de marzo de 1311). Fue consagrado el 9 de mayo de dicho año.
Se mantuvo en óptimas relaciones con Fernando IV, mientras este Rey vivió. La villa de Quesada, que se había perdido a manos de los musulmanes en tiempos del arzobispo Gonzalo Pérez, fue recuperada de los moros y donada de nuevo a la Iglesia de Toledo. También recibió espléndidas donaciones de Fernando IV, como la entrega de todos los maravedís que la aljama de los moros de Alcalá pechaba al tesoro real. Al recibir la convocatoria del Concilio de Viena (1311), el arzobispo alegó hallarse enfermo de doble terciana, por lo que excusó su asistencia.
Pero dos años después de la elección del nuevo arzobispo la estabilidad política del reino castellano sufrió una profunda mutación debido al fallecimiento de su protector Fernando IV en 1312. Se inauguró una nueva regencia de María de Molina en favor de su nieto Alfonso XI, niño de dos años, con la división de la nobleza en banderías entre el infante don Juan, el infante don Pedro y don Juan Manuel, que aspiraban a la regencia, cada uno de los cuales capitaneaba una facción, hasta que la custodia del niño fue encomendada a su abuela, que tomó las riendas del gobierno. La debilidad del poder se hizo patente en la incapacidad de sofocar las revueltas populares.
El clima de insurgencia se manifestó también en el ámbito religioso. Todo el pontificado de don Gutierre estuvo marcado por diversos conflictos; uno de los primeros, por ejemplo, con los vasallos de la iglesia de la villa de Illescas. Peor aún fue el choque con los caballeros de la ciudad, que obligó a exiliarse de Toledo a buena parte del Cabildo. Al propio arzobispo le impidieron la entrada en la ciudad y el ejercicio de su ministerio episcopal en 1313, injuria a la que respondió con duras penas canónicas.
A pesar de estas circunstancias se renovó la idea de la cruzada contra el reino de Granada, problema que don Gutierre recibió de su antecesor y que en la minoría de Alfonso XI fue conducida principalmente por el infante don Pedro. Don Gutierre fue nombrado comisario por bula de Juan XXII para recaudar fondos procedentes de los beneficios eclesiásticos (tercias y diezmo) y se mostró como un buen colaborador de la empresa. El proyecto condujo a unas campañas militares victoriosas, pero los dos regentes, don Juan y don Pedro, perecieron en el desastre de la vega de Granada en 1319.
Don Gutierre y otros arzobispos y obispos firmaron en Valladolid unas capitulaciones para proceder de mancomún en las cuestiones que se suscitasen en el reino con motivo de la minoría de Alfonso XI (8 de julio de 1313). Él personalmente se esforzó mucho para llegar a la concordia de Palazuelos (1314), en la que los prelados de Castilla presididos por don Gutierre ratificaron su lealtad a la reina doña María y a los infantes don Juan y don Pedro, con tal de que respetasen los privilegios de las Iglesias.
La ausencia del arzobispo en las Cortes de Burgos de 1315 fue muy significativa. En 1317 excomulgó al infante don Juan Manuel y a otros muchos nobles por haber impuesto exacciones a los vasallos de la Iglesia de Toledo. En 1318 entró en conflicto con el Concejo de Pinto por haber fulminado excomunión contra algunos de sus vecinos, de lo cual apelaron a la Santa Sede.
Se opuso a que los clérigos de Madrid se constituyesen en Cabildo, a que utilizasen el sello corporativo y dio por nulos los actos que procediesen de dicha corporación.
Ellos apelaron ante la Santa Sede y el conflicto se prolongó después de la muerte del arzobispo aproximadamente hasta 1330; la solución llegó mediante una sentencia arbitral entre el arzobispo don Jimeno (1328-1338) y el Concejo de Madrid. En ella aparecía como primer testigo el nombre de Juan Ruiz, el arcipreste de Hita.
Don Gutierre fue un hombre de buena voluntad, pero lo sobrepasaron los acontecimientos políticos y eclesiásticos. Era muy difícil acertar en un tiempo tan borrascoso.
En 1316 fundó diez capellanías en la catedral con las rentas de la greda de Magán, origen del grupo de los llamados capellanes de la greda, que fueron muy populares en Toledo.
Está sepultado ante el altar de prima de la catedral dentro del coro, ante la imagen de la Virgen Blanca, que había sido traída de Francia hacia el año 1300 y cuya devoción había sido acogida con entusiasmo por los toledanos.
Bibl.: A. González Palencia, Los mozárabes de Toledo en los siglos xii y xiii, Madrid, Estanislao Maestre, 1926-1931, 4 vols.; C. Eubel et al. (eds.), Hierarchia Catholica Medii Aevi, vol. I, Padua, Il Messasgero di San Antonio, 1960 (reimpr.), pág. 487; J. F. Rivera, Los arzobispos de Toledo en la Baja Edad Media, Toledo, Diputación Provincial, 1969, págs. 73-74; V. Beltrán de Heredia, Los cartularios de la Universidad de Salamanca (1218- 1600), vol. I, Salamanca, Universidad, 1970; J. F. Rivera, “Gómez, Gutierre”, en Q. Aldea Vaquero, T. Marín Martínez y J. Vives Gatell (dirs.), Diccionario de Historia Eclesiástica de España, vol. II, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto Enrique Flórez, 1972, pág. 1026; F. J. Rodríguez Marquina, “Linajes Mozárabes de Toledo en los siglos xii y xiii”, en Genealogías Mozárabes. Ponencias y comunicaciones presentadas al I Congreso Internacional de Estudios Mozárabes, vol. I, Toledo, Instituto de Estudios Visigótico-Mozárabes de San Eugenio, 1981, págs. 61-64 (con árbol genealógico); J. Sánchez-Arcilla Bernal, Alfonso XI, Palencia, Diputación Provincial, 1995; F. J. Hernández, Los cartularios de Toledo, Madrid, Fundación Ramón Areces, 1996 (2.ª ed.), págs. 678 (índices) y 872-874.
Ramón Gonzálvez Ruiz