Rodríguez, Pedro. Pedro Hispano. ?, m. s. XIII – Aviñón (Francia), 20.XII.1310. Canónigo, referendario papal, obispo de Burgos y Sabina, cardenal.
Se ignora todo sobre los primeros años de Pedro Rodríguez, canónigo de la Catedral de Burgos, que en 1299 se hallaba en Roma al servicio del papa Bonifacio VIII cuando fue elegido por los capitulares burguenses para suceder al obispo fray Fernando. Pedro ocupaba en la curia romana el importante cargo de referendario, lo que suponía que gozaba de la confianza del Pontífice. Éste aprobó la elección el 13 de junio de 1300, pero el nuevo obispo no viajó a España a tomar posesión de su sede, sino que la rigió por medio de vicarios hasta el 7 de agosto de 1303.
A pesar de la distancia, se interesó en los asuntos que afectaban a su diócesis, logrando finalizar en 1302 el largo pleito que enfrentaba a su Cabildo catedral con los dominicos acerca de la construcción de un nuevo convento. También desde Roma consiguió cubrir la sede abacial del Monasterio benedictino de Santo Domingo de Silos, situado en su diócesis, vacante desde 1298 por muerte del abad Juan e irregularmente provista en el sacristán Fernando por unos monjes que estaban excomulgados a causa de su enfrentamiento con los franciscanos de la villa silense.
En 1301 el asunto se arregló, resignando el abad su cargo en manos del Papa y encomendando éste a Pedro Hispano la elección del nuevo abad, lo que hizo nombrando al mismo Fernando.
Desde su puesto de referendario, Pedro Hispano veló por los intereses de la Corona de Castilla, como tuvo ocasión de demostrar al conseguir de Bonifacio VIII, tras arduas negociaciones, la legitimación de la prole de Sancho IV, habida con María de Molina, con la que había casado en 1282 sin obtener las imprescindibles dispensas pontificias. La legitimación no se consiguió hasta 1301, seis años después de la muerte del Rey, pero consiguió fortalecer la posición de su heredero, Fernando IV.
El 15 de diciembre de 1302 Bonifacio VIII nombró a Pedro Hispano cardenal de la iglesia romana y obispo de Sabina, pero lo mantuvo durante un año como administrador de la diócesis de Burgos. El 22 de diciembre el Papa le hizo también administrador de la iglesia romana de los santos Juan y Pablo, no cesando en adelante de honrar y premiar a uno de sus más fieles colaboradores. De hecho, fue uno de los pocos cardenales que se mantuvieron a su lado cuando el atentado de Anagni, el 7 de septiembre de 1303.
Pedro Hispano, absolutamente de acuerdo con Bonifacio VIII, intentó siempre salvaguardar su memoria, gravemente amenazada tras la muerte de su sucesor, Benedicto XI, el 7 de julio de 1304. Todo el interés del rey de Francia, Felipe el Hermoso, se centraba en conseguir una condena de la obra de Bonifacio VIII, para lo que necesitaba un Papa que se plegara a sus deseos. El cónclave de Perugia, comenzado el 18 de julio de 1304, duró once meses, al cabo de los cuales, mediando toda clase de engaños y componendas, fue elegido Bertrand de Got, arzobispo de Burdeos, quien tomó el nombre de Clemente V. Pedro Hispano, que había sido engañado para tomar partido por el candidato francés, fue enviado por el Papa a Inglaterra para restablecer la paz entre Eduardo I y Felipe IV, lo que felizmente consiguió. Aunque murió en Aviñón, quiso que sus restos fueran trasladados a Roma, ordenando que fueran enterrados junto a los de Bonifacio VIII en la Basílica vaticana.
Bibl.: D. Mansilla, “El cardenal Petrus Hispanus, obispo de Burgos (1300-1303)”, en Hispania Sacra, IX (1956), págs. 243-280; Instituto Enrique Flórez, “Cardenales españoles”, en Q. Aldea Váquero, T. Marín Martínez y J. Vives Gatell (dirs.), Diccionario de Historia Eclesiástica de España, vol. I, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto Enrique Flórez, 1972, pág. 347.
Miguel C. Vivancos Gómez, OSB