Cepeda y Mayo, María del Rosario. Cádiz, 10.I.1756 – Madrid, 1816. Ilustrada.
La figura de María Rosario Cepeda y Mayo presenta dos perfiles distintos que iluminan de formas complementarias la problemática relación de las mujeres con el ámbito del saber y con los espacios públicos en el siglo xviii: por un lado, el de niña prodigio; por otro, el de dama implicada en actividades reformistas y filantrópicas.
Hija de Francisco Cepeda, regidor y caballero de Calatrava, y de Isabel Mayo, realizó en septiembre de 1768 exámenes públicos, ante una numerosa concurrencia y en presencia de las autoridades civiles y religiosas, para demostrar sus conocimientos de Gramática, historia, geografía, geometría, francés y latín, entre otras materias. Este tipo de actos, a los que se sometía a lo largo del siglo xviii a algunas jóvenes distinguidas, como a María Isidra de la Cerda, la doctora de Alcalá (1785), eran una manifestación de la lógica de la excepcionalidad con que se contemplaba a la mujer sabia, cuyo homenaje, a mayor gloria de sus familias y de sus ciudades, venía a subrayar las limitaciones intelectuales atribuidas a las mujeres y los estrechos límites puestos a su saber. La hazaña, muy celebrada, se recompensó con el nombramiento como regidora honoraria de Cádiz, con derecho a pensión; asimismo, su padre intentó que fuera admitida, de forma excepcional, como miembro de la Real Academia Española, que se negó aduciendo la falta de precedentes. A los dieciocho años, contrajo matrimonio con un militar viudo de cuarenta y uno, Pedro Fernández de Gorostiza, con el que vivió en Cádiz y posteriormente en Madrid, con un paréntesis de cinco años en Nueva España, tras ser designado el marido en 1789 gobernador de Veracruz. A la muerte de éste, en 1794, María Rosario volvió a Madrid con sus tres hijos. Allí reanudó su actividad en la Junta de Damas de Honor y Mérito, de la que había sido nombrada socia fundadora el 22 de septiembre de 1787, pronunciando en 1797 un Elogio a la Reina y sustituyendo en la secretaría a la condesa de Montijo en 1805. El Elogio, su única obra publicada, y su dedicación a las tareas educativas y de beneficencia de la Junta muestran, dentro de los márgenes limitados de acción de las mujeres de su clase y su tiempo, su afán de independencia y su firme adhesión a los valores ilustrados y reformistas.
Obras de ~: Elogio de la Reyna N. S. formado por la Señora Doña María del Rosario Cepeda y Gorostiza, socia de honor y mérito de la Junta de Señoras y leído en la Junta pública de distribución de Premios que celebró la Real Sociedad el sábado 15 de julio de 1797, Madrid, Sancha, 1797.
Bibl.: M. Bolufer, “Galerías de mujeres ilustres, o el sinuoso camino de la excepción a la norma cotidiana (ss. xv-xviii)”, en Hispania, LX/1, n.º 204 (2000), págs. 181-224; P. Álvarez de Miranda, “¿Una niña en la Academia?”, en Boletín de la Real Academia Española, t. LXXXII, cuad. CCLXXXV (2002), págs. 39-45; E. Palacios Fernández, La mujer y las letras en la España del siglo xviii, Madrid, Laberinto, 2002.
Mónica Bolufer Peruga