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Julián Domínguez-Ayllón Toledo

Biografía

Domínguez-Ayllón Toledo, Julián. Jabalera (Cuenca), 2.II.1680 – Valladolid, 2.VI.1743. Jesuita (SI), obispo de Valladolid y catedrático de universidad.

Pertenecía a una ilustre y acomodada familia de su villa natal. Sus padres lo enviaron al Colegio Imperial de Madrid, dirigido por la Compañía de Jesús. Destacó muy pronto intelectualmente, consiguiendo un temprano dominio del latín y de la retórica. Reconoció, especialmente, a los jesuitas como sus destacados maestros. Prosiguió su formación en la Universidad de Alcalá de Henares, donde estudió Filosofía y Teología, entrando en el Colegio Mayor de San Ildefonso, el único de aquella ciudad universitaria. A los dieciocho años regentaba la cátedra de Filosofía y cuatro años después obtenía el grado de doctor en Teología. Recibió la ordenación sacerdotal, completando su formación a través de las disciplinas propias del derecho. También en aquella materia recibió el grado de doctor, esta vez por la Universidad de Salamanca.

Se encontraba vacante la canonjía lectoral de la catedral de la ciudad del Tormes y la obtuvo Julián Domínguez por oposición. No estaba ajeno al ejercicio de la cátedra porque era el titular de la de Escritura en su universidad. Prosiguió su vinculación con los jesuitas, cuando del Colegio de Salamanca recibió el encargo de predicar en la Catedral con motivo de la canonización de los muy populares Luis Gonzaga y Estanislao de Kostka, sermón que se integró en el relato de las fiestas y que fueron entregados a la imprenta.

Comenzaba el año 1727. Un hombre importante para la Compañía en Salamanca por entonces, el padre Luis de Losada, descubrió el entusiasmo del entonces canónigo Domínguez por los jesuitas y sus santos. Sermones que refleja Canesi en su Historia de Valladolid, siguiendo muy de cerca lo que otros elogios habían dibujado: “Las buenas ideas, los buenos discursos, los buenos conceptos se disputaban vivamente la precedencia unos a otros y al cabo todos se dan por buenos”.

Su fama intelectual alcanzó la Corte madrileña, por lo que el rey Felipe V y, sobre todo, la Cámara de Castilla lo presentaban al obispado de Valladolid a finales de enero de 1728, tras el fallecimiento de fray José de Talavera. Meses después, en mayo, era preconizado en Consistorio secreto; era consagrado como obispo en la catedral de Salamanca y entró en su nueva ciudad en octubre. Fue el primero que lo hizo en coche hasta la iglesia mayor de Valladolid.

Ya, para entonces, el doctor de la Universidad de Valladolid y canónigo de Coria, José Zorrilla, había tomado posesión de la diócesis en su nombre. El obispo Domínguez Toledo nombró a este sacerdote como su provisor.

En el ejercicio de su trabajo pastoral ordenó como sacerdote a un jesuita que habría de contar con una notable trascendencia, Bernardo Francisco de Hoyos, difusor de la devoción del Sagrado Corazón de Jesús en España. Era enero de 1735, aunque en ese mismo año moría este joven religioso. Se continuó mostrando cercano a los jesuitas, celebrando en el Colegio de la Compañía en Valladolid la canonización del misionero popular francés, Juan Francisco de Regis.

Los cronistas de su gobierno destacaban su dedicación a los menos menesterosos. Contempló en el convento de San Francisco de la plaza Mayor el Capítulo General de la Orden seráfica, en el cual fue elegido fray Cayetano Laurino como superior, con una notable presentación procesional en las calles de la ciudad.

Sus enfermedades le pudieron limitar mucho, aunque también realizó numerosas visitas. Fallecía como obispo de Valladolid, en una diócesis reducida de tamaño y de cortas rentas que, según Canesi, pudo estirar.

Fue enterrado en la nave catedralicia que había sido consagrada en 1688, dentro del espacio dedicado al sepelio de los prelados vallisoletanos. Sus honras fúnebres fueron predicadas por el maestro fray Juan Andrés de Espirdo, discípulo del profesor que fue Julián Domínguez y catedrático de la universidad vallisoletana.

Un texto que fue ofrecido a la imprenta por Julián y Manuel Domínguez de Toledo, sobrinos del obispo y prebendados de la iglesia catedral vallisoletana.

 

Bibl.: J. Andrés de Espirdo, Oración fúnebre en las exequias que celebró la Santa Iglesia Catedral de Valladolid el día 26 de junio del año de mil setecientos y cuarenta y tres a la piadosa memoria del ilustrísimo Señor Doctor Don Julián Domínguez de Toledo, su dignísimo obispo, Valladolid, por Alonso de Riego, 1743; M. de Castro Alonso, Episcopologio vallisoletano, Valladolid, Tipografía y Casa Editorial Cuesta, 1904, págs. 305- 309; M. Canesi, Historia de Valladolid, t. III, Valladolid, Grupo Pinciano, 1996, págs. 362-365.

 

Javier Burrieza Sánchez

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