Joben (u Oben), Luis. Francia, m. s. xviii – ?, 1807 post. Organero.
De este personaje no se encuentra nada en diversos diccionarios o enciclopedias musicales, si bien el investigador argentino Guillermo Furlong, en su libro Músicos argentinos durante la dominación hispana (1945), le dedica un capítulo entero, como consecuencia de su rastreo de las actas de cabildos eclesiásticos, inagotable fuente de documentación musical.
Pero si se sabe algo de su actividad musical en Argentina, nada se conoce de su biografía en etapas previas y posteriores a dicha actividad.
En el penúltimo decenio del siglo xviii Luis Joben (que en algún otro documento aparece como Oben) se encuentra en Buenos Aires, concretamente en el año 1784, con el ofrecimiento al Cabildo catedralicio de Buenos Aires de construir un gran órgano “que fuera digno de la catedral”. Para apoyar su pretensión redactó y publicó una hoja volante que se distribuyó por la ciudad (existe un ejemplar en la Biblioteca Nacional de Buenos Aires): “Don Luis Joben, organero de profesión, vecino de esta ciudad de la Santísima Trinidad de Buenos Aires, capital de las provincias del Virreinato del Río de la Plata, hace saber al público y con especialidad a todas aquellas personas que desean el decoro del divino culto, que considerando lo magnífico del templo de esta Santa Iglesia Catedral ha discurrido e ideado el plano de un órgano particular, en su línea, muy conveniente a la hermosura del templo [...]”. Y se adentra luego en la explicación más técnica de sus características, entre las que revela cómo ocho organistas pueden tocarlo al mismo tiempo, consiguiendo el efecto de una orquesta de cien músicos. “Su particularidad será que cuando se quiera, en las grandes funciones, puedan tocar a un mismo tiempo ocho organistas, que hagan cada uno su papel, según el registro que a cada uno le corresponda, de forma que se represente una orquesta completa de cien músicos de instrumentos todos diferentes, y en los días comunes podrá manejarlo un solo organista [...]” (Furlong transcribe íntegra la hoja volante).
No se ha podido constatar si Joben hizo o no el proyectado órgano, aunque Furlong informa que sí consta que construyó “y a entera satisfacción de propios y extraños”, el magnífico órgano que desde 1796 y hasta finales del siglo xix existió en la iglesia de San Francisco de Buenos Aires. Y en su prueba trae una descripción del mismo, redactada por Vicente G. Quesada (1864), donde se indican los registros y sonoridades que contiene: “Una flauta mayor, un bordón, una flauta alemana, una octava, una corneta, una quinta, una tercera, una doble, una llana, una firmitura [...]”, y así hasta casi un centenar de instrumentos.
Y concluye: “El artista que lo fabricó por los años de 1791 fue el famoso don Luis Obon. Se abonaron 600 pesos fuertes”.
Furlong sigue la pista del organero hasta Córdoba (Argentina), donde también ofreció sus servicios al Cabildo catedralicio, en un documento fechado el 2 de julio de 1805 que el investigador transcribe íntegro, en el que se dice que, conocida la pericia como organero de Joben, se había convenido en que construiría un órgano por 1.000 [sic] de plata corriente.
Se describen las características técnicas que iba a tener el órgano. Siguen las actas del Cabildo en las que se desprende que Joben pide un aumento de retribución, que el Cabildo deniega, a lo que se avino Joben, pues consta que el órgano se terminó y entregó. Y en un acta de 1821 aparece una serie de composturas a realizar “en el órgano de Joben”. Joben ya había desaparecido y nada más se sabe de él.
Bibl.: V. G. Quesada, Revista de Buenos Aires, vol. IV (1864), págs. 54-56; G. Furlong, “El organista francés Luis Joben, 1785-1803”, en Músicos argentinos durante la dominación hispánica, Buenos Aires, Huarpes, 1945.
Fernando Rodríguez de la Torre