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Antonio Dorregaray Rominguera

Biografía

Dorregaray Rominguera, Antonio. Marqués de Eraúl (I). Ceuta, 11.VII.1823 – Zaragoza, 22.III.1882. Militar, carlista, mariscal de campo, caballero de la Orden de Santiago.

Hijo de Ambrosio Dorregaray, militar del Arma de Infantería y perteneciente también al ejército carlista, fallecido sobre el campo de batalla en 1836 con el empleo de teniente coronel, y de Juana Rominguera.

El 11 de septiembre de 1835 se unió en Arrollabe (Álava) al ejército de don Carlos, que le concedió el ingreso en clase de cadete en el 4.º Batallón de Álava.

Los años siguientes combatió a las órdenes del pretendiente y del infante don Sebastián en las provincias de Álava y Guipúzcoa. En el mes de julio de 1836 fue promovido a subteniente como premio a los servicios prestados en el mismo ejército por su padre, fallecido sobre el campo de batalla en el mes de enero anterior; un hermano suyo, de nombre José, sirvió también en las filas carlistas.

En 1839, bajo el mando del general Maroto, se encontró en la defensa del fuerte de Ramales (Santander), adhiriéndose en el mes de agosto al Convenio de Vergara, permaneciendo en el Depósito de Navarra hasta que en el mes de octubre se le dio destino en el Regimiento de Burgos y en 1840, en el del Infante, con el que seguidamente luchó contra los que habían sido sus compañeros, a los que se enfrentó en Castellote (Teruel), Ares y Morella (Castellón) y Berga (Barcelona).

Al término de la guerra, prestó servicios de guarnición en diversas plazas, encontrándose en julio de 1843 en la acción de Torrejón de Ardoz (Madrid), siendo a continuación destinado al Regimiento de San Fernando, de guarnición en la Corte. En abril de 1845 le fue revalidado el empleo de subteniente concedido por don Carlos y en octubre resultó ascendido a teniente y trasladado al Regimiento de Gerona.

Hasta 1848 residió en Madrid llevando una existencia tranquila. En el mes de junio de dicho año fue enviado con su regimiento a las Vascongadas para combatir a las facciones montemolinistas que habían penetrado en aquellas provincias, y continuó al año siguiente en aquel lugar a las órdenes del brigadier Zapatero.

Desde este último año hasta el de 1854 prestó sus servicios en San Sebastián y Madrid, apoyando el 30 de junio de este último año el alzamiento nacional y luchando en Vicálvaro (Madrid) a las órdenes del general O’Donnell.

Triunfante el alzamiento y recompensado con el empleo de capitán y el grado de comandante, siguió de guarnición en Madrid con el Regimiento del Príncipe.

En 1856 participó en la sofocación del movimiento revolucionario que en el mes de julio estalló en Madrid, en el que su valeroso comportamiento fue recompensado con la Cruz de San Fernando de 1.ª clase. Cuatro meses después pasó a servir en el Regimiento de Murcia, con el que residió en Badajoz, Cádiz, Sevilla y Málaga.

En esta última ciudad embarcó hacia Melilla el 10 de abril de 1858, donde intervino en los meses siguientes en diversas acciones contra los moros, y desde donde regresó a la Península en enero del año siguiente.

Trasladado al Batallón de Cazadores de Alcántara, volvió en el mes de septiembre de 1859 a África formando parte del Ejército Expedicionario al mando del general O’Donnell, integrándose en la Brigada de Vanguardia del 1.er Cuerpo de Ejército, a cuyo frente estaba el brigadier Lasaussaye. En los meses siguientes combatió en las acciones del Serrallo, valle de Belzú, boquete de Anyera y barranco del Infierno; destacó en esta última por su comportamiento, que le valió la concesión del empleo de segundo comandante por méritos de guerra, con el que en el mes de diciembre se halló en el combate de Los Castillejos.

En enero de 1860 se ofreció voluntario al general Echagüe para el mando de una fuerza de trescientos hombres formada por presidiarios y afecta a la Brigada de Vanguardia, y en el mes de marzo volvió al Batallón de Alcántara, con el que se encontró en el combate de Samsa.

En dicho mes asumió el cargo de ayudante de campo del general Lasaussaye, jefe de la 2.ª División del 1.er Cuerpo de Ejército, y seguidamente se batió con bravura en la batalla de Wad Ras, en la que ganó una segunda Cruz de San Fernando de 1.ª clase, para regresar en el mes de abril a Madrid, una vez terminada la guerra.

En junio cesó en el cargo de ayudante y pasó a la situación de reemplazo, siendo seguidamente destinado al Batallón de Cazadores de Alba de Tormes como su juez fiscal, pero al mes siguiente volvió a ser nombrado ayudante del general Lasaussaye, a la sazón gobernador militar de la provincia de Murcia y de la plaza de Cartagena, cargo en el que cesó en mayo de 1861.

Dos meses después, estando de reemplazo en la ciudad de Valencia, fue destinado al Batallón de Cazadores de Barbastro, con el que guarneció sucesivamente las plazas de Madrid, Santoña y Burgos. En julio de 1862 se ausentó de su destino con permiso para cazar y se trasladó a Madrid, por lo que fue reclamado por el capitán general del distrito, que ordenó su arresto; el cual le sería levantado al quedar esclarecida su situación. En el mes de septiembre se le concedió la merced del hábito de la Orden Militar de Santiago.

En enero de 1863 fue trasladado al Batallón de Cazadores de Cataluña, con el que prestó servicio en Sevilla y otras poblaciones peninsulares.

En febrero de 1866 fue destinado al Regimiento de Asturias y dos meses después al Ejército de Ultramar con el empleo de teniente coronel, embarcando en Cádiz el 6 de mayo en la fragata Navas de Tolosa y llegando a La Habana el 30 del mismo mes. No debió resultarle muy saludable el clima de aquellas tierras, pues enseguida contrajo una grave afección en el hígado, por lo que, tras desempeñar nueve meses el cargo de jefe superior de Policía de la isla, se le adelantaron seis meses de permiso de convalecencia para la Península; a su regreso estuvo destinado tres meses en el Regimiento de la Reina, volvió a disfrutar otro medio año de permiso, no regresando a Cuba hasta diciembre de 1867. Fue nombrado entonces comandante militar de la provincia de Colón, cargo que entregó al serle concedidos en febrero de 1869 otros seis meses de permiso por haber caído enfermo de nuevo.

Estando convaleciente en la Península, en abril de 1867 se comenzó a tratar de localizarle para activar una causa que se le seguía por abuso de autoridad, lo que resultó imposible, ya que aunque se sabía que durante cierto tiempo había fijado su residencia en Bilbao, a partir del mes de junio se había perdido su rastro al haber cambiado de domicilio.

Fijada por fin su residencia en San Sebastián, ya no volvió a regresar a Cuba, pues en mayo de 1869 desapareció de su domicilio, por lo que fue declarado desertor. El gobernador militar de Guipúzcoa informaba en dicho mes al capitán general de Vascongadas que tenía noticias de su fuga a Francia el día 5 de mayo en compañía del brigadier Vicente Díez de Ceballos y de dos de los hijos de éste. Al no estar autorizado a trasladarse a dicho país, días después fue dado de baja en el Ejército.

Incorporado a las filas carlistas, fue nombrado ayudante de campo por Carlos VII. Acompañó en agosto de 1870 a Eustaquio Díaz de Rada en el fracasado proyecto del coronel de Carabineros Antonio Escoda, regresando a Francia y permaneciendo oculto hasta que en el mes de marzo de 1871 fue promovido a brigadier y nombrado comandante general del reino de Valencia, adonde se trasladó después de salvar durante el camino grandes peligros y dificultades. El 22 de abril inició el levantamiento al mando de un centenar de hombres, enfrentándose al día siguiente a una columna liberal en Portaceli (Valencia), en la que resultó herido en el brazo izquierdo; trasladado a Valencia, continuó ocupándose de la reorganización de las tropas carlistas.

En octubre de 1872, ya con el empleo de mariscal de campo, y cuando todavía se encontraba en Valencia convaleciente de sus heridas, fue nombrado comandante general de las provincias Vascongadas, Navarra y La Rioja, en sustitución de Rada, trasladándose desde Valencia por Marsella hasta Burdeos, dedicándose seguidamente a organizar en la frontera el alzamiento carlista, que se producirá el 18 de diciembre del mismo año.

El 17 de febrero de 1873, cuando ya la rebelión había alcanzado en Navarra las debidas proporciones, entró en España por Dancharinea acompañado de su Estado Mayor, uniéndosele la facción de Ollo y otras.

La falta de organización y disciplina de las tropas rebeldes impedían los enfrentamientos con el contrario, por lo que a principios de marzo tuvo que huir de la persecución de las tropas gubernamentales al mando del general Pavía, y, tras internarse en La Rioja, regresó a Navarra, ocupando Monreal, en cuyas inmediaciones se enfrentó el 9 de marzo al general Nouvilas, que había sustituido a Pavía como general en jefe, siendo rechazado y obligado a retirarse con grandes pérdidas.

Al mando de las facciones de Ollo, Rada, Pérula y Lizárraga se enfrentó el 5 de mayo al coronel Navarro en Eraúl, al norte de Estella, al que venció e hizo prisionero. Era la primera vez que las tropas carlistas conseguían batir a una columna de cierta consideración, por lo que don Carlos le recompensó con el título de marqués de Eraúl.

En los meses siguientes recorrió la provincia de Navarra organizando y aumentando sus tropas, internándose en mayo en las provincias Vascongadas y regresando a Navarra al mes siguiente. En Metauten, el 20 de junio fue batido por el brigadier Portilla, pero seis días después consiguió derrotar al coronel Castañón en Udabe.

A mediados de julio dirigió el sitio de Estella, y consiguió penetrar en la plaza, que tuvo que abandonar, pero que caería en poder de los carlistas al mes siguiente, al ser sitiada por don Carlos, al que acompañaban los generales Elío, Dorregaray y Ollo.

El 7 de noviembre tomó parte, junto con Elío, Ollo y otros generales carlistas en la batalla de Montejurra, en la que el general Moriones, jefe del ejército liberal, se vio obligado a retirarse.

Entre los meses de enero y febrero de 1874 estuvo presente en el sitio de Bilbao, bombardeando Portugalete y obligándola a capitular el 21 de enero, apoderándose del fuerte del Desierto dos días después; a continuación tuvo que partir hacia Estella para contribuir a su defensa, mientras continuaba el sitio de Bilbao.

Acompañando a don Carlos, el 25 de febrero asistió a la batalla de Somorrostro, dada por el general Moriones, sin éxito alguno, para tratar de levantar el sitio de Bilbao. Al mes siguiente resistió un segundo intento de romper el cinturón carlista que rodeaba la ciudad, esta vez dirigido por el general Serrano, que tampoco lo conseguiría.

A finales de abril se halló en el tercer intento de levantamiento del sitio a través de la línea establecida por los carlistas en Somorrostro, viéndose éstos obligados a abandonar Portugalete y a cesar el bombardeo de Bilbao.

Tras conseguir las tropas gubernamentales entrar en Bilbao el 2 de mayo, don Carlos suprimió la comandancia general de Vascongadas y Navarra y le nombró jefe del Estado Mayor General carlista, en sustitución de Elío, cuya edad y achaques le privaban de la energía necesaria para dirigir la campaña.

El 25 de junio dirigió la batalla de Montemuro (Navarra), en la que cayó muerto el marqués del Duero, general en jefe liberal, siendo Dorregaray recompensado con la Gran Cruz Laureada de San Fernando.

Sin embargo, se le criticó que se hubiese conformado con el resultado obtenido y que no hubiese aprovechado la retirada del contrario para perseguirlo.

Antes de finalizar el año dejó el cargo de jefe del Estado Mayor General para sustituir a Lizárraga en el mando del Ejército del Centro, del que se hizo cargo el 23 de enero de 1875 en Mora de Rubielos (Teruel).

Encontró en buenas condiciones a las tropas carlistas de Aragón, pero no así a las del Maestrazgo y Valencia, dedicándose a reorganizarlas disolviendo las partidas para crear con ellas un ejército regular de similares características al del Norte.

En el mes de mayo se enfrentó a los liberales en la provincia de Castellón, luchando en las sierras de Alcora y Lucena, y cayendo derrotado por Jovellar en el mes de junio en Villafranca del Cid.

Ante la imposibilidad de frenar al enemigo por falta de medios, y perseguido por Jovellar, cruzó con parte de sus fuerzas el Ebro en el mes de julio y penetró en Aragón y a continuación en Cataluña, regresando a Aragón para, siguiendo el valle del Cinca, internarse en Francia por Gavarnie. Presentado en Estella a Carlos VII, fue sometido a procesamiento en el mes de septiembre, junto con otros altos mandos, no pudiéndose dar fin al sumario al haber tenido todos que emigrar a Francia en febrero del año siguiente, una vez perdida la guerra.

Refugiado en el país vecino, pasados algunos años pudo regresar a España, y eligió para residir la ciudad de Zaragoza, donde hasta el momento de su muerte llevó una existencia apacible.

Estuvo casado con María del Carmen San Vicente Gil, nacida en 1830 en Almería, a quien se unió en febrero de 1854. En 1852 tuvo con Balbina Vicente Robles una hija natural, María Luz, que contraería matrimonio con José García Cernuda.

 

Obras de ~: Dorregaray, Madrid, Imprenta Domingo Blanco, s. f.

 

Fuentes y bibl.: Instituto de Historia y Cultura Militar (Madrid), Célebres, caja 41, exp. 1, Exp. personal de Antonio Dorregaray Rominguera.

F. M.ª Hernando, Recuerdos de la Guerra Civil: la campaña Carlista (1872 a 1876), París, Tolmer et Isidor Joseph, 1877; A. Brea, Campaña del Norte de 1873 a 1876, Barcelona, 1897; R. de Brea, Cruzados modernos, Barcelona, Imprenta de la Hormiga de Oro, 1910; C. Bayo, Con Dorregaray: una correría por El Maestrazgo, Madrid, Imprenta de J. Puedo, 1912; J. Larrayoz, Dorregaray, el general enigmático, Pamplona, Diputación Foral de Navarra, Institución Príncipe de Viana, 1978; E. Roldán, Estado Mayor General carlista en las tres guerras del siglo XIX, Madrid, Actas, 1998; F. Ruiz Cortes y F. Sánchez Cobos, Diccionario biográfico de personajes históricos del siglo XIX español, Madrid, Rubiños-1860, 1998.

 

José Luis Isabel Sánchez

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