Rato y Hevia, Apolinar Liborio María de. Villaviciosa (Asturias), 23.VII.1829 – Madrid, 22.V.1884. Jurista, fiscal primero del Juzgado de la Capitanía General de la isla de Cuba, agrarista y promotor del bable.
Perteneció a estirpes nobiliarias, tanto por su padre José María Rato Fernández Argüelles Ramírez Vigil de Quiñones, caballero de la Orden de San Juan de Jerusalén, vecino de Villaviciosa, como por su madre, Rafaela Hevia Balbín. Sus abuelos paternos fueron José María Rato Ramírez y Josefa-Paula Fernández, naturales y vecinos de Gijón. Sus abuelos maternos fueron Felipe Hevia Antayo y Ramona Balbín Cueto, naturales y vecinos de Villaviciosa. El hermano de Apolinar, Hermenegildo, llegó a ser teniente coronel del Ejército. Combatió en la Guerra de Cuba (1868- 1878) y falleció en 1870. Fue autor de un Manual científico-literario dedicado a la instrucción de los sargentos del Ejército (Toledo, 1866), escrito en colaboración con Manuel Cervilla y Solar y de un libro titulado Bellezas de Toledo, publicado allí en el mismo año. José, también hermano suyo, alcanzó el grado de coronel, distinguiéndose en Filipinas. Fundó en Manila, en 1865, un Boletín del Ejército y el periódico Porvenir Filipino. Falleció en 1888. Escribió en los periódicos y fue poeta.
Apolinar hizo sus estudios primarios en Villaviciosa. Obtuvo el título de bachiller en Filosofía en la Universidad de Oviedo el 16 de septiembre de 1846 y el de licenciado en Jurisprudencia en la misma Universidad, el 16 de septiembre de 1853, a los veinticuatro años. El 10 de marzo de 1854, fue nombrado vocal supernumerario del Consejo de la provincia de Oviedo.
Como miembro del Colegio de Abogados de esta ciudad, recibió el encargo de defensor de los pobres en la Audiencia, durante el año 1854. Por Real Decreto de 20 de marzo de 1855, fue nombrado para ocupar la plaza de promotor fiscal de entrada de la Alcaldía Mayor de Baracoa, en la isla de Cuba. Tomó posesión del cargo el 28 de julio siguiente. Como la ayudantía de marina necesitaba un letrado para consultar los asuntos judiciales, desempeñó el cargo por nombramiento fechado en Baracoa el 15 de noviembre de aquel año.
El 22 de febrero de 1856, fue nombrado capitán de la Compañía de Voluntarios de Baracoa y el 7 de abril del mismo año asesor de la Ayudantía.
El teniente gobernador político y militar de la ciudad y Jurisdicción de Baracoa, Telesforo Gorostegui, certificó el 31 de octubre de 1857 que Apolinar de Rato había ejercido la Asesoría del juzgado “con la honradez, pureza, inteligencia e imparcialidad” que correspondía, captándose el aprecio y consideración de las autoridades y del pueblo en general y que, además, gozaba de “la digna estimación y crédito”, por su afable trato, “distinguidas maneras y educación” propias del ministerio que ejerció. Añadió que Rato, como capitán de la única compañía de voluntarios de Baracoa, desempeñaba este cargo con el celo y patriotismo que le caracterizaban, y que la mantenía en un estado de instrucción y disciplina “que nada dejaba que desear”. Añadió que estaba dispuesto siempre a prestar sus servicios para conseguir el orden y la tranquilidad pública, ya que, en ocasiones en las que la isla de Cuba había estado amenazada de ataques piráticos, había mostrado “la mayor decisión y entusiasmo por la causa nacional”, hasta hacer “varios desembolsos de su propio peculio” para vestir y equipar a los “individuos pobres” que formaban parte de la Compañía. El capitán general, gobernador presidente, nombró el 17 de septiembre de 1859 a Apolinar de Rato, interinamente, hasta que la Reina resolviese, promotor en propiedad de Baracoa para la plaza de promotor fiscal de Bejucal. Tomó posesión el 23. El 15 de diciembre del mismo año, Juan Justiz y Chinchilla, teniente coronel graduado, primer comandante de Infantería, comandante general de aquel distrito, certificó que Rato, en los tres meses que llevaba desempeñando la Fiscalía de aquel juzgado, lo había hecho “con el mayor esmero y acierto, según la voz pública” y, como era “consecuente a su ilustración, buen carácter y finas maneras” lo que había comprobado “al tener el gusto de tratarle”. Jacinto de la Buelga y Cañedo, alcalde mayor de Bejucal, certificó el mismo día que Rato había desempeñado su encargo “con la mayor actividad, inteligencia y celo”, concurriendo en él todas las circunstancias exigibles para tales destinos. Antonio María Muñoz, socio de mérito de la Real Sociedad Económica de Amigos del País, escribano del Juzgado de Artillería y de Guerra de la Capitanía General de la isla de Cuba, certificó el 2 de enero de 1860 que Rato había tomado posesión del empleo de fiscal primero en comisión del Juzgado de la Capitanía General por nombramiento que le había hecho Francisco Serrano. Pasó después a fiscal segundo propietario y el 25 de julio de 1861 fue nombrado auditor de Guerra interino. Después de varios traslados, el 23 de noviembre de 1865, tomó posesión como fiscal primero propietario del Juzgado de la Capitanía General, para pasar después a asesor de la Comisión Militar del distrito de La Habana. El 9 de febrero de 1874 volvió a encargarse de la Fiscalía de Guerra y Tenencia de Auditor. El 16 de julio de 1874 se le ordenó regresar a España, autorizándole a que fijase su residencia en situación de reemplazo en el lugar en donde más le conviniese, por llevar más de catorce años en Cuba. A pesar del permiso, permaneció en la isla, pues el 13 de febrero de 1775 volvió a hacerse cargo de la Tenencia de Auditor de Primera.
Además de los servicios prestados como jurista en la administración pública y en empleos militares, tuvo importantes actuaciones civiles.
El 6 de julio de 1865 había contraído matrimonio en La Habana con Ana María Josefa Duquesne y O’Farril, hija del teniente coronel de Caballería, por entonces difunto, Gerónimo Duquesne, conde de Du-Quesne, y de María Josefa O’Farrill y Herrera.
Gerónimo Duquesne había sido hijo de Pedro-Claudio Duquesne, marqués de Du-Quesne, capitán de navío de la Real Armada española, contra-almirante de la Real Armada francesa, Gran Cruz de San Luis de Francia. Y hermano de Pedro Claudio Duquesne, marqués Du-Quesne, capitán de navío de la Real Armada Española y, previamente, almirante de la Real Armada francesa, Gran Cruz de San Luis de Francia.
Ya en España, Apolinar de Rato se ocupó de la administración de los bienes heredados de sus padres, consistentes en las casas del lugar de Caldones y torre del Cubo de Noreña. Se dedicó a hacer experimentos agropecuarios, colaboró en el Boletín de la Sociedad Geográfica y en otras revistas especializadas. También se dedicó al estudio del bable, en sus aspectos gramaticales, y en formar su vocabulario. Se le atribuye ser el impulsor de que el vocablo “bable” figurase en el Diccionario de la Real Academia Española (que aparece por primera vez en el editado en 1884). El 8 de mayo de 1884, envió una carta en bable al director de la Academia para que insertara en la duodécima edición del Diccionario varias voces de esa lengua y que se suprimiesen algunas notas que habían puesto al Quijote varios académicos, entre otros, el conde de la Viñaza, Agustín García de Arrieta y Diego Clemencín.
Obras de ~: “Discurso del Sr. Apolinar de Rato”, en Actas del Congreso español de geografía colonial y mercantil: celebrado en Madrid en los días 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10 y 12 de noviembre de 1883, [Tercera sesión (7 de noviembre). Provincias españolas de América] t. I, Madrid, Imprenta de Fortanet, 1884, págs. 277-283; Carta en bable que dirigió al Excmo. Sr. Presidente de la Real Academia Española Don Apolinar Rato de Argüelles: suplicándole la inserción en la duodécima edición del Diccionario de la misma, varias voces del bable y que se testasen algunas notas puestas al Quijote por varios académicos Madrid, Imprenta y Fundición de Manuel Tello, 1885; “Venta de los montes por el Estado. Discurso que, como rectificación, pronunció en la sesión celebrada el 1º del actual en la Asociación de Agricultores de España, el consejero de la misma Sr. D. Apolinar de Rato”, en Boletín de la Sociedad Geográfica de Madrid, t. XX (primer semestre de 1886), págs. 234-241; Arte de cultivar el tabaco en España, Madrid, Manuel G. Hernández, 1887; E. Sagnier, En el campo: lecturas para labradores y escuelas rurales, prol. de ~, trad. y aumentado por I. V. Clarió, Barcelona, Imprenta de Luis Tasso Serra, 1889, págs. 7-16; Vocabulario de las palabras y frases bables que se hablaron antiguamente y de las que hoy se hablan en el Principado de Asturias, seguido de un compendio gramatical, Madrid, Tipografía de Manuel Ginés Hernández, 1891 (reed. Diccionario bable, Barcelona, Planeta, 1979); La cuestión social en España. Estudio del programa político económico socialista, Madrid, Tipografía de los Hijos de M. G. Hernández, 1893; La compañía anónima en la ley, en la jurisprudencia, en la doctrina y en la práctica, Madrid, Instituto Edit. Reus, 1949.
Fuentes: Archivo General Militar (Segovia), Secc. 1ª, legs. R 396, R 397, R 398.
Gonzalo Anes y Álvarez de Castrillón, marqués de Castrillón