Peña Carrera, Martín Fernando de la. Ajo (Cantabria) 3.IV.1642 baut. 1642 – ?, 1705 post. Retablista.
Coetáneo de Francisco de la Cueva, con el que solía colaborar en algunas ocasiones, es otro de los arquitectos de retablos fundamentales en la difusión de los esquemas churriguerescos por toda La Rioja, región por la que aparece trabajando desde fecha muy temprana. Bautizado en Ajo (Cantabria) el 3 de abril de 1642, sus padres eran el ensamblador Alonso de la Peña y María Cantero Carrera.
El 30 de octubre de 1672, y por escritura firmada en Ajo, Fernando de la Peña se obligaba a hacer el retablo mayor de Labastida (Álava) según traza propia, donde colaboraría con el escultor Bernardo de Elcaraeta. Pero más tarde, por su carácter estratégico, optaría por afincarse en Burgos, desde donde podía controlar con facilidad y hacer incursiones en las provincias limítrofes. En 1676, por ejemplo, se adjudicaba la fábrica del retablo mayor del Hospital del Rey de esa ciudad. Un año después hacía el retablo para la ermita del Santo Cristo de Labastida, estando conectado profesionalmente a Oyón por esas fechas.
Amigo del arzobispo burgalés Enrique de Peralta y Cárdenas, en 1678 era elegido por este prelado para concluir el trascoro de la catedral de Burgos después de haberle encomendado el año anterior el oportuno proyecto a Bernabé de Hazas. Él mismo se responsabilizaría de proporcionar los modelos para algunos relieves de escultura que luego se encargaría de elevar a la práctica el escultor madrileño Pedro Alonso de los Ríos, con quien estaba también tan compenetrado.
Pero el fallecimiento de Enrique de Peralta y Cárdenas en 1679 le obligaría muy a pesar suyo a apartarse de la obra, lo que no impidió que se estuviera durante algún tiempo más establecido en Burgos. Quizá sea a través de esta relación con el arzobispo lo que explique su presencia en Briones en 1680 para tomar a su cargo la construcción del retablo para la capilla del Santo Cristo (propiedad del obispo Juan de Castrejana de las Cuevas) en la iglesia parroquial de esa localidad, viaje que aprovecharía también para hacer las puertas de la iglesia de Labastida. Por un documento fechado en 1682 constan sus relaciones profesionales con el pintor Alonso de Ruyales, con cuya viuda tenía contraída una deuda a propósito del retablo que los dos habían realizado para el Convento de San Esteban de Olmos.
En 1689 contrató la fábrica del retablo mayor de la iglesia de Villaveta (Burgos) en colaboración con el escultor Andrés de Monasterio, fecha para la que ya había realizado setenta y cuatro retablos, según hacía constar poco después el cura de esa localidad Ildefonso Francés Gil en el conocido Manuscrito de Villaveta, en el que incluso se permitiría el lujo de criticar a Fernando de la Peña poniendo de relieve sus artimañas para incrementar los costes. El esquema de este retablo sería tan alabado que a continuación Fernando de la Peña lo trasplantaría con las lógicas correcciones a Támara (Palencia) en 1691 y luego a Navarrete (La Rioja), siempre en estrecha sintonía con el escultor Andrés de Monasterio, con el que formará para algunos estudiosos el dúo más significativo del taller de Sietevillas. Pero es gracias a la abundancia de dinero disponible como el retablo mayor de Navarrete se convertirá en la estructura más grandilocuente del momento y no sólo del barroco riojano, hasta el punto de ser considerado en la época “una hobra de mucho rumbo y consequencia; tanto que en ambas Castillas me pareçe no habrá otra que la valentía y todo de ella se le pueda igualar”. Y es que no en vano costó más del doble que el de Támara y cuatro veces más que el de Villaveta, colaborando también en Navarrete al lado de Fernando de la Peña y Andrés de Monasterio algunos oficiales de este último: Juan de Lastra, natural de Castillo, José de Monasterio, Fausto de Ralas, de Pontones, etc. También para la iglesia de Hontanas había construido para entonces el retablo mayor.
Pues bien, era el 26 de marzo de 1693 cuando Fernando de la Peña se obligaba a hacer el grandilocuente retablo mayor de Navarrete. Retablo que, una vez terminado, sería reconocido el 5 de septiembre de 1698 en representación de los intereses de Fernando de la Peña sus amigos Francisco de la Cueva y Mateo de Rubalcaba, lo que es suficientemente significativo para conocer el grado de amistad de todos ellos. Veedor de obras del arzobispado de Burgos, cargo que no le resultaría difícil conseguir en función de sus méritos y sus fuertes vínculos con importantes prohombres, en 1694 se desplazaba hasta la iglesia de Labastida para dar su parecer sobre la sillería del coro comenzada tres años antes por el arquitecto Antonio de Alvarado. Más tarde, el 20 de noviembre de 1698, y gracias a la sintonía de estilos y temperamento con Francisco de la Cueva, formaba consorcio con éste para obligarse a hacer el retablo mayor de Santurde (La Rioja). En 1702 era llamado como experto para tasar las trazas del que iba a ser retablo mayor de Entrena. Tres años más tarde daba traza para construir las portadas laterales de la colegial de La Redonda en Logroño, que materializaría el arquitecto Sebastián de Portu, concibiéndolas a la manera de dos retablos colaterales. En 1705 también realizaba el retablo mayor de Argote. En fin, una vida consagrada por entero al mundo de la columna salomónica y que se desvanece justo cuando esta última entraba en un proceso de crisis que acabaría con la desaparición y sustitución por otro tipo de soportes más consecuentes con el advenimiento de los Borbones.
Obras de ~: Retablo mayor, Labastida (Álava), 1672; Retablo del Santo Cristo en la iglesia, Briones (La Rioja), 1680; Retablo mayor, Villaveta (Burgos), 1689; Retablo mayor, Támara (Palencia), 1691; Retablo mayor, Navarrete (La Rioja), 1693; Retablo mayor, Santurde (La Rioja), 1698.
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José Manuel Ramírez Martínez