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Manuel Díez-Alegría Gutiérrez

Biografía

Díez-Alegría Gutiérrez, Manuel. Buelma (Asturias), 25.VII.1906 – Madrid, 3.II.1987. Teniente general del Ejército, embajador de España, doctor ingeniero de Construcción, ingeniero geógrafo, licenciado en Derecho, procurador en Cortes, miembro de los Consejos de Regencia, del Reino y de Economía Nacional y académico de número de la Real Academia Española y de la de Ciencias Morales y Políticas.

Hijo de Manuel Díez-Alegría García y de María Gutiérrez Gándara. A los diecisiete años ingresó en la Academia de Ingenieros de Guadalajara, en la que fue promovido a teniente el 10 de julio de 1929, siendo su primer destino el Regimiento de Radiotelegrafía y Automovilismo, ubicado en Madrid.

La reorganización emprendida por el ministro de la Guerra, Manuel Azaña, recién proclamada la República, supuso la bipartición de su unidad, quedando adscrito a la Escuela de Automovilismo Rápido, integrada en el Parque Central de Automóviles.

Allí contrajo primeras nupcias con María de la Luz Algar Quintana, el 20 de junio de 1931. Al año siguiente, a poco de enviudar, la Escuela se independizó y tomó el nombre de Escuela de Automovilismo del Ejército, en la que primero fue jefe de Talleres y Cocheras y posteriormente profesor de Teoría del automóvil.

En octubre de 1934, con ocasión de la Revolución de Asturias, pasó agregado al Parque Central de Automóviles y, en enero de 1935, fue destinado a la Jefatura de Servicios y Comandancia de Obras para la División de Caballería y Brigadas de Montaña, donde, tras finalizar la carrera de Derecho, ingresó en la Escuela Superior de Guerra con el propósito de diplomarse en Estado Mayor.

A primeros de julio de 1936, finalizado el primero de los tres cursos lectivos, marchó de vacaciones a Asturias.

La sensación de inseguridad provocada por el inicio de la Guerra Civil le movió a ocultarse en las inmediaciones de Barru. En esa situación permaneció hasta que la I Brigada Navarra entró en Llanes el 7 de septiembre de 1937. Presentado a su jefe, éste le envió a Santander, donde quedó a disposición de la Auditoría Militar, la cual, tras instruir el preceptivo expediente de depuración, sobreseyó el caso.

El general Fidel Dávila, jefe del Ejército del Norte, le agregó al Estado Mayor de la I Brigada Navarra, con la que, a lo largo del mes de octubre, participó en la ocupación de Ribadesella y Cangas de Onís. De allí marchó a Gijón, una vez tomada la ciudad por los franquistas, y posteriormente a Pamplona, al término de la campaña del Norte. En noviembre, recién ascendido a capitán, su unidad fue engrosada y denominada I División Navarra, quedando adscrita al recién creado Cuerpo de Ejército de Castilla en Alcolea del Pinar.

El objetivo era atacar de nuevo Madrid desde Guadalajara, pero la ofensiva republicana sobre Teruel obligó a un cambio de planes, y el 25 de diciembre marchó a Albarracín para coadyuvar a su socorro. El 28 participó en el ataque a la posición de La Muela, y a lo largo de los siguientes dos meses en las operaciones de envolvimiento por la zona del río Alfambra, culminadas el 22 de febrero de 1938 con la recuperación de la asolada ciudad.

Durante la primavera, su división, encuadrada en el Cuerpo de Ejército del Maestrazgo, participó en el avance hacia el Mediterráneo, cuyas orillas alcanzó en Alcanar el 15 de abril. En verano intervino en las operaciones que condujeron a la ocupación de Castellón, y en otoño en la batalla del Ebro, en el sector de Gandesa.

En diciembre, la división fue enviada a la zona del Segre para proceder a la invasión de Cataluña, alcanzando Vich el 2 de febrero de 1939. Liquidado el frente catalán, la I División Navarra fue enviada a cubrir el sector de Toledo, donde se encontraba cuando finalizó la guerra.

El 25 de abril pasó destinado al Estado Mayor del Cuerpo de Ejército del Maestrazgo, que tenía su cuartel general en Ciudad Real, y el 15 de agosto contrajo segundas nupcias con Concepción Frax de Arias. En septiembre, por disolución de esta gran unidad, fue trasladado a Pamplona, al Estado Mayor de la 62 División, y en noviembre se ordenó su incorporación urgente a la Escuela de Estado Mayor al objeto de completar sus interrumpidos estudios.

En julio de 1940, recién ascendido a comandante por antigüedad, obtuvo el diploma del Servicio de Estado Mayor, se reincorporó a su destino en Pamplona, y en diciembre fue destinado a Melilla, donde se hallaba entonces el cuartel general del Cuerpo de Ejército del Maestrazgo. Tras permanecer tres años en Melilla, concursó por una plaza de profesor en la Escuela de Estado Mayor, donde, resuelto favorablemente el juicio contradictorio instruido al término de la guerra, se le concedió el ascenso a comandante por méritos, con efectos de 1 de abril de 1939, lo que supuso su inmediata promoción a teniente coronel, el 20 de mayo de 1945. Durante esta primera etapa de profesorado, se diplomó en francés y en automóviles, y realizó su primera salida oficial al extranjero, cuyo objeto era adquirir parte del armamento y vehículos desechados por el ejército estadounidense en Francia, al término de la Segunda Guerra Mundial.

En enero de 1946 fue destinado al Centro de Transmisiones del Ejército, y en septiembre marchó a Río de Janeiro, como agregado militar a la embajada de España en Brasil, cargo en el que permaneció hasta febrero de 1951. Al regresar a Madrid, se diplomó en portugués y retomó la labor docente en la Escuela de Aplicación y Transmisiones del Ejército, continuada en la Escuela Superior del Ejército, a partir de agosto de 1952.

El 30 de abril de 1955 ascendió a coronel, siguiendo en el mismo centro de enseñanza hasta ser nombrado director de la Academia de Ingenieros de Burgos, en mayo de 1958. En enero de 1961, tras diplomarse en inglés, marchó a Estados Unidos como profesor invitado en diversos centros de enseñanza militar. El 13 de abril, nada más regresar a España, ascendió a general de brigada, contando cincuenta y cuatro años. En septiembre, volvió a Estados Unidos como alumno del curso de guerra anfibia impartido en la Base Naval de San Diego, y a su vuelta en diciembre se le confió la dirección de la Escuela de Aplicación y Transmisiones.

El 2 de agosto de 1962 pasó destinado al Alto Estado Mayor (AEM), en el que se hizo cargo de la 1.ª Sección, que entendía de asuntos militares, siendo nombrado presidente de algunas de las numerosas juntas y comisiones interministeriales en las que se materializaba la teórica tarea de coordinación atribuida al AEM, y que constituían el método habitual de trabajo del centro: abreviaturas y signos convencionales, plan general de carreteras, extensión cultural, formación de técnicos de grado superior, homologación de planes de enseñanza, ingreso en academias militares, movilización, normalización, reclutamiento, transmisiones y zonas de carácter militar.

También ejerció la delegación española en la conferencia anual de Estados Mayores Peninsulares, órgano permanente del llamado Bloque Ibérico, y la representación del AEM en el consejo directivo del Centro de Estudios Técnicos de Materiales Especiales (Cetme), que por entonces estaba desarrollando un nuevo modelo de fusil para dotar a las Fuerzas Armadas españolas. A partir de diciembre de 1963, se le incorporó además al Comité Conjunto Hispano-Norteamericano, que debía renegociar el pacto de 1953.

El 24 de octubre de 1964 ascendió a general de división y fue nombrado director de la Escuela Superior del Ejército, cesando en todos los cometidos anteriores.

En marzo de 1965, al año de crearse el Centro Superior de Estudios de la Defensa Nacional (Ceseden), colaboró a la puesta en marcha de su Escuela de Altos Estudios Militares (Alemi), de la que sería nombrado jefe de estudios en septiembre de 1966, cargo que compatibilizó con la dirección interina del Ceseden hasta que, con ocasión de su ascenso a teniente general el 12 de enero de 1968, se hizo cargo en propiedad de ella.

Durante los tres años que pasó al frente del Ceseden, su mayor preocupación fue elaborar una ley de bases de la Defensa Nacional que normalizara la coordinación de las actuaciones de los tres ejércitos, inspiradora de la ley orgánica promulgada en 1980 por imperativo del artículo octavo de la Constitución de 1978. Sus principales novedades eran la creación de una Secretaría General para Asuntos de Defensa, dependiente de la Presidencia del Gobierno, y una Junta de Jefes de Estado Mayor (Jujem), que ejerciera el mando operativo de la fuerza armada.

Además, en marzo de 1968, tras ingresar en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, el ministro de Asuntos Exteriores, Fernando María Castiella, le nombró presidente de la misión militar que debía negociar la prórroga del acuerdo firmado cinco años antes con Estados Unidos. En la primera reunión, celebrada en Washington en septiembre de ese año, exigió mil millones de dólares como compensación por el mantenimiento de bases militares con armamento atómico en suelo español, pero el general Wheeler, jefe del Estado Mayor Conjunto, descartó la propuesta sin discutirla. Díez-Alegría se negó a regatear y, con el beneplácito de Castiella, rompió la negociación y regresó a España. Dos meses después, ambos suavizaron sus posturas en la reunión celebrada en el cuartel general de Stuttgart, y Franco, pese a la oposición de Castiella, aceptó la cantidad acordada.

Sin embargo, el Departamento de Estado la filtró a la prensa y el presidente Nixon, en plena crisis de Vietnam, desmintió que se hubiese llegado a un acuerdo.

Dos nuevas rondas de conversaciones celebradas en Washington en marzo y abril de 1969 no lograron conciliar las posturas, y los estadounidenses aceptaron retirar sus tropas de la Península si no se firmaba la prórroga en el plazo de dos años. El escándalo de Matesa, que llevó a Gregorio López Bravo a Exteriores, zanjó la polémica. En marzo de 1970 el ministro anunció su disposición a firmar sin condiciones previas, y Díez-Alegría se desplazó a Washington en abril y junio para ultimar los detalles del acuerdo, por el que, a cambio de prorrogar la concesión de las bases por otros cinco años, España recibiría un crédito de 120 millones de dólares para compra de armamento, la explotación del sistema de alerta y control vinculado a la OTAN, y la propiedad del oleoducto Rota- Zaragoza.

El 23 de julio, nada más regresar de Washington, Franco premió sus servicios nombrándole jefe del AEM, para reemplazar al recién fallecido capitán general Agustín Muñoz Grandes. El cargo llevaba aparejado un asiento en el Consejo del Reino, en el de Regencia, y en el de Estado, más la vicepresidencia del de Economía Nacional. Además, le hizo procurador en Cortes por designación directa, y le concedió las Grandes Cruces de Isabel la Católica y de Alfonso X el Sabio.

Una vez en el AEM, reelaboró el proyecto de ley de bases de la Defensa Nacional, dado que el anterior había sido vetado por el Ministerio de Marina.

El nuevo borrador, respaldado por el almirante Luis Carrero Blanco, que había accedido a la vicepresidencia del Gobierno, atribuía la dirección de la política de defensa al presidente del Gobierno, y el mando operativo a la Jujem, pero reservaba a los tres ministros militares la gestión administrativa de sus ejércitos.

La oposición de éstos, primero, y el asesinato de Carrero después, impidieron que el proyecto prosperara y el gobierno de Carlos Arias Navarro lo retiró de las Cortes en julio de 1974.

Un mes antes, el 14 de junio, Díez-Alegría había sido cesado de todos sus cargos con el pretexto de haber efectuado un encuentro no autorizado con el presidente de Rumanía, Nicolae Ceaucescu, difamándole además con el infundio de que se había desplazado para someterse a un tratamiento geriátrico, cuando se trataba de una visita oficial conocida y autorizada por el presidente Arias, en términos similares a las realizadas a Alemania, Argentina, Chile, China, Corea del Sur, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Grecia, Irán, Marruecos, Paraguay y Túnez, a lo largo de los cuatro años que pasó en el AEM. El cese obedeció en realidad a su relativo distanciamiento de la ortodoxia franquista, sumado a la sensación de inseguridad que produjo en el entorno de El Pardo la Revolución de los Claveles portuguesa.

El 20 de enero de 1976, tras permanecer dos años en situación de disponible, el rey Juan Carlos I le nombró embajador en Egipto, tal vez como recompensa a los servicios prestados cuando le envió a Estoril para informar a su padre, el conde de Barcelona, sobre el estado de opinión de las Fuerzas Armadas con respecto al hecho sucesorio. A su regreso a Madrid, el 8 de junio de 1978, el presidente Adolfo Suárez le situó al frente de la 1.ª Sección del Consejo de Estado, cargo del que cesó el 16 de mayo de 1980, al cambiar el reglamento del alto órgano consultivo, a las pocas semanas de leer su discurso de ingreso en la Real Academia Española.

Apartado totalmente de la política, dedicó los siete últimos años de su vida a presidir el Seminario de Estudios y Publicaciones de la Comisión Española de Historia Militar (Cehismi), y algunos jurados de premios castrenses, así como a dictar conferencias y colaborar en diversas obras históricas y de carácter militar.

 

Obras de ~: “La montaña en nuestra guerra”, en Revista Ejército, 15 (1941); Meditación sobre la guerra. Lectura inaugural del XXVII Curso de Mando de División, Madrid, Escuela Superior del Ejército, 1965; Palabras pronunciadas con motivo de la entrega de diplomas e imposición de fajas a los alumnos de la 60 Promoción, Madrid, Escuela de Estado Mayor, 1965; Introducción para un estudio de la guerra de guerrillas, Madrid, Escuela Superior del Ejército, 1966; Disertación de Clausura del III Ciclo Académico, Madrid, Ceseden, 1967; Disertación de Clausura del IV Ciclo Académico, Madrid, CESEDEN, 1968 Defensa y Sociedad. Un enfoque actual del problema externo de los ejércitos. Discurso de recepción del académico Excmo. Sr. D: [...]. Contestación del Excmo. Sr. D. Alfonso García Valdecasas y García Valdecasas. Sesión de 5 de marzo de 1968, Madrid, Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, 1968; Mando de los ejércitos modernos, Madrid, Ceseden, 1968; Disertación de Clausura del V Ciclo Académico, sobre neutralidad y defensa nacional, Madrid, CESEDEN, 1969; Disertación de Clausura del VI Ciclo Académico, Madrid, CESEDEN, 1970; Mutualidad y Defensa Nacional, Madrid, Ceseden, 1969; La Defensa Nacional, Madrid, Ceseden; 1970; La novela histórica como fuente para el estudio de una sociología militar decimonónica, Madrid, Gráficas Pema, 1971; Ejército y Sociedad, Madrid, Alianza, 1972; “El cambio en el gobierno de la Defensa Nacional”, en Anexo de Anales de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, 52 (1975); “Prólogo”, en J. Rupérez, Europa entre el miedo y la esperanza, Madrid, Edicusa, 1976; “La defensa en el proceso constitucional”, en Anales de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, 56 (1978-1979), págs. 159-182; Efímera esplendor: la escuela literaria militar de la Gloriosa y la Restauración. Discurso leído el 20 de enero de 1980 en su recepción pública por el Excmo. Sr. D. [...] y contestación del Excmo. Sr. D. Pedro Laín Entralgo, Madrid, Real Academia Española, 1980; Bosquejo para una sociología egipcia, Madrid, RACMP, 1981; “Prólogo”, en E. Jarnés Bergua, Ejército y Cultura, Madrid, Forja, 1982; “Fiel, pero desdichado. Discurso de clausura del Coloquio Villamartín en la España de su tiempo”, en Revista de Historia Militar, n.º extraordinario (1983), págs. 125-143; “España en la OTAN. Aspectos militares de la integración”, en B. Hagemeyer, J. Rupérez y F. J. Peña (eds.), España, Europa, Occidente. Una política integrada de seguridad, Madrid, 1984; “La milicia en el Siglo de las Luces”, en M. de Santa Cruz de Marcenado, Reflexiones militares, Madrid, Cehismi, 1984, págs. 15-31; “La espléndida guerrita de los americanos”, en Revue Internationale d’Histoire Militaire, 56 (1984), págs. 9-47; “Prólogo”, en R. P. Graves, Lawrence de Arabia, Barcelona, Salvat, 1985.

 

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Fernando Puell de la Villa