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Faustino Rodríguez San Pedro y Díaz Argüelles

Biografía

Rodríguez San Pedro y Díaz Argüelles, Faustino. Gijón (Asturias), 29.VII.1833 – 1.I.1925. Abogado, diputado, senador y ministro.

Cursó los estudios de bachillerato y de Derecho en la Universidad de Oviedo. Tras licenciarse (1853), abrió bufete en la capital del Principado, para trasladarse dos años después a Madrid. Comenzó como pasante en el despacho de su tío Isidro Díaz Argüelles, uno de los más versados letrados en derecho mercantil, donde se familiarizó con el mundo de los negocios.

En 1857 ingresó en la Academia Matritense de Jurisprudencia y Legislación, y al cabo de un año ascendió a profesor académico. En 1859, con veintiséis años, abrió su propio bufete. Tres años más tarde contrajo matrimonio, en Gijón, con María del Carmen Alvargonzález, perteneciente a una acrisolada familia empresarial de la villa de Jovellanos. Su despacho se convirtió en uno de los más acreditados y su nombre reluce como uno de los más notables jurisconsultos de la capital del Reino.

Junto a su actividad en el foro, participó en la política como miembro del grupo alfonsino y luego del Partido Conservador. Su primera representación parlamentaria la obtuvo por el distrito de Gijón en las elecciones generales de agosto de 1872. En realidad, la elección fue ganada por el republicano Manuel Pedregal y Cañedo, pero Rodríguez San Pedro reclamó a la Comisión de Actas, que dictaminó anular la victoria del primero y proclamó al segundo, sin embargo, el personaje no llegó a tomar posesión del acta. Desde 1875 figura como concejal conservador en el Ayuntamiento de Madrid. Intentó en dos ocasiones obtener un escaño de diputado por Gijón, pero fracasó. En abril de 1879, fue derrotado por el ingeniero Hilario Nava, apoyado por el dirigente conservador asturiano conde de Toreno, y en 1881 se presentó nuevamente contra el encasillado Nava y volvió a ser derrotado. El contumaz San Pedro intentó quebrar el control político de su propio partido en Asturias, sin conseguirlo. Sin embargo, en 1884, apareció Romero Robledo para concederle su ansiado escaño parlamentario.

Mientras tanto, su brillante actividad en el foro le puso en contacto con importantes hombres de negocios y se convirtió en abogado de diversas empresas, preferentemente ferroviarias, como la Compañía de los Caminos de Hierro del Norte de España (desde 1874) y de la Compañía de Ferrocarriles de Asturias, Galicia y León (desde 1880). Su ascenso empresarial fue indiscutible pues, en 1878, entró a formar parte del Consejo de Administración de la Compañía del Norte. Al año siguiente, cuando se fundó la Sociedad de Fomento de Gijón, clave en el desarrollo industrial de la ciudad, aparece como uno de los principales accionistas.

El 5 de octubre de 1890, por Real Decreto, la Reina Regente le designó alcalde del Ayuntamiento de Madrid, cargo que ocupó hasta el 28 de noviembre de 1891, cuando dimitió en solidaridad con el ministro Silvela, a quien debía el puesto. De su gestión se recuerda la orden de plantar cincuenta mil árboles en los terrenos de La Elipa y sus intentos de frenar la corrupción municipal.

Desde 1884 era diputado en el Congreso y desde 1899, senador. En las elecciones generales de abril de 1884 salió elegido por los distritos de Alcoy (Alicante) y Pinar del Río (Cuba), optando por el segundo.

Repitió la representación por Pinar del Río en las Cortes de 1886-1890 y de 1898-1899, y en las de 1891-1893 y 1893-1895, resultó elegido por el distrito de Guanajay (Cuba), siempre por el partido de Unión Constitucional. Diputado cunero, jamás visitó sus distritos electorales cubanos, pero sus amplias relaciones familiares y comerciales le permitieron tener un adecuado conocimiento de la isla antillana.

Los intereses económicos de su familia política en la isla de Cuba y su línea intransigente como miembro de la Unión Constitucional explican su oposición a la concesión de la autonomía a Cuba, propiciada por el ministro de Ultramar Antonio Maura del gobierno liberal de Mateo Sagasta, y sus apasionadas intervenciones parlamentarias, en junio y julio de 1893, defendiendo la postura antiautonomista de Antonio Cánovas del Castillo. Tras la pérdida de las colonias ultramarinas, renunció a su acta de diputado en septiembre de 1898, y la Reina Regente le nombró senador vitalicio el 21 de abril de 1899, que juró el 10 de junio, siendo hasta 1901 vicepresidente de la Cámara Alta y participando en doce comisiones. Versado en cuestiones económicas, desempeñó varios cargos políticos- administrativos como vocal del Consejo de Sanidad, de la Junta de Aranceles y Valoraciones (1895), de la Comisión del Código de Comercio, de la Junta de Pesas y Medidas (1902), y de la Junta Consultiva de las posesiones españolas del África occidental (1905). Cuando en 1900 se fundó el Banco Hispano- Americano, con capitales repatriados de las colonias, Rodríguez San Pedro se vinculó al mismo como socio y redactó los estatutos de la nueva sociedad.

Al constituirse, en 1885, la sociedad Unión Ibero- Americana, presidida por Segismundo Moret, creada para estrechar lazos con las repúblicas americanas, fue designado vocal de la misma, y en 1894 nombrado presidente, puesto que ocupó muchos años, hasta que en 1920 dimitió por razón de su avanzada edad. A él se debe el éxito del Congreso Hispano-Americano celebrado en Madrid en 1900. También es importante su labor en la Real Academia Matritense de Jurisprudencia y Legislación, de la que fue vicepresidente desde 1886 a 1911, y presidente desde esta última fecha, leyendo el preceptivo discurso titulado “Del concepto de la responsabilidad jurídica y su determinación legal en los casos de daños y perjuicios”. Cofundador del Centro Asturiano de Madrid en 1881, vicepresidente al año siguiente y presidente (1883), mantuvo siempre estrechos vínculos con el Centro.

Durante la última década del siglo xix, además de su actividad parlamentaria, desempeñó una intensa labor al frente de su acreditado bufete madrileño, atendiendo numerosos litigios en temas mercantiles y sucesorios. Algunos de sus famosos informes y dictámenes ante los tribunales han sido publicados, por ejemplo: el Informe ante el Tribunal Supremo por el pleito del Duque de Osuna e Infantado [...] (Madrid, 1894, 148 págs.); el Dictamen sobre el mejor derecho a suceder en el título de Marqués de Guadalcázar [...] (Madrid, 1896, 19 págs.); y, en colaboración con Francisco Silvela, el Dictamen sobre la consulta formulada por la Compañía de los Ferrocarriles Andaluces [...] (Madrid, 1898, 19 págs.).

Se inició el siglo xx y Rodríguez San Pedro logró culminar sus aspiraciones políticas. En el gobierno presidido por Francisco Silvela fue designado ministro de Hacienda (25 de marzo-20 de julio de 1903), sustituyendo al dimitido Fernández Villaverde.

A pesar de ocupar el cargo solamente cuatro meses, presentó varios proyectos de ley, en la línea niveladora del anterior: reforma del Timbre (nuevo impuesto sobre las acciones de las compañías mercantiles), aumento del impuesto sobre alcoholes, prohibición de importación de azúcar, regulación sobre el tabaco, y otras.

Cuando Antonio Maura formó gobierno en diciembre de 1903 le nombró ministro de Estado, cargo que desempeñó durante el tiempo que duró el gabinete de Maura (del 5 de diciembre de 1903 al 14 de diciembre de 1904). Resulta interesante comprobar cómo una década después de su enfrentamiento, Maura confió una cartera ministerial a su antiguo adversario político, el pragmático San Pedro.

Como ministro de Estado, firmó el tratado comercial entre España y Noruega (Suecia), reconoció a la República de Panamá, y trabajó especialmente en dos temas importantes, iniciados años antes, que culminaron durante su mandato: el Convenio sobre la reforma del Concordato con la Santa Sede de 1851 (junio), y el Tratado Hispano-Francés delimitando las zonas de influencia de ambas potencias en Marruecos (octubre).

Dos años después, la vuelta de Antonio Maura al poder, significó una nueva responsabilidad gubernamental para Rodríguez San Pedro, ahora, como ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes (del 25 de enero de 1907 al 21 de octubre de 1909). De su gestión ministerial destaca la creación de la Escuela Superior del Magisterio, de Ingenieros y Peritos Industriales, la de Comercio, y la Ley de Enseñanza Elemental Obligatoria, durante cuatro cursos (de seis a nueve años), establecida en la Ley Moyano de 1857 pero no aplicada con carácter obligatorio. En el apartado de Bellas Artes, aumentó el número de los edificios considerados como monumentos nacionales llegando a la cifra de noventa.

En septiembre de 1908, presidió los actos conmemorativos del III Centenario de la Fundación de la Universidad de Oviedo, con el descubrimiento de la estatua en bronce del fundador de dicha Universidad, el arzobispo Fernando Valdés Salas. En 1910 fue designado miembro del Consejo de Estado, el supremo órgano consultivo del Gobierno.

Como presidente de la Unión Ibero-Americana propuso, en 1913, la creación de La Fiesta de la Raza para celebrar, el 12 de octubre de cada año, el descubrimiento de América por Cristóbal Colón y para resaltar los vínculos de idioma, religión y cultura entre España y los estados americanos. Su iniciativa fue aceptada por el gobierno de Antonio Maura quien, con fecha 15 de junio de 1918, la convirtió en Fiesta Nacional en España con dicha denominación (durante cuarenta años se mantuvo hasta que en 1958 cambió su nombre a Día de la Hispanidad).

Siendo presidente del Consejo de Administración de los Ferrocarriles del Norte de España, Rodríguez San Pedro logró que el ministro de Fomento Francisco Cambó firmase el decreto (24 de julio de 1918) para la electrificación del puerto de Pajares (62 kilómetros entre Ujo y Busdongo), que entraría en funcionamiento en enero de 1925, obra de gran importancia para Asturias. Al año de esta histórica gestión, dimitió de la Presidencia de la Compañía del Norte, tras una vinculación de cuarenta y cinco años a la empresa ferroviaria.

Estaba en posesión de varias condecoraciones nacionales y extranjeras, Gran Cruz de la Orden de Carlos III (1900), Gran Cruz y Collar de la Orden de Santiago de Portugal (1904), Collar de San Olaf de Noruega (1904), Gran Cordón de la Legión de Honor de Francia (1905), Gran Cruz del León y Sol de Persia, Gran Cruz de la Orden Real del Salvador de Grecia, y Collar de la Orden de Carlos III (1915).

Miembro correspondiente de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, elegido en julio de 1907.

Además de brillar como abogado y político, tuvo una importante faceta como empresario y hombre de negocios como ya queda reseñado. Accionista mayoritario de la fábrica textil La Algodonera de Gijón, de la Sociedad Fomento de Gijón, vinculado a la Azucarera Asturiana de Veriña (Gijón), miembro del Consejo de Administración de la siderúrgica asturiana Duro- Felguera y de Altos Hornos de Vizcaya, y presidente de la Compañía de los Ferrocarriles del Norte. Tras su fallecimiento, Alfonso XIII otorgó, en 1927, a su hijo Carlos Rodríguez San Pedro y Alvargonzález, el título de conde de Rodríguez San Pedro, en reconocimiento a la destacada labor de su padre.

 

Obras de ~: con J. Rodríguez San Pedro, Comentario a las leyes de minas y sociedades mineras, Madrid, 1861; con VV. AA., Impugnación a las doctrinas libre-cambistas profesadas en el Ateneo de Madrid, durante el curso de 1861 a 1862; o sea, colección de los artículos que sobre ellas publicó el diario político “El Reino”, escritos por [...], Madrid, 1862; Discursos pronunciados por el señor diputado a Cortes por la provincia de Pinar del Río [...], combatiendo el proyecto de ley presentado por el Ministro de Hacienda para el arriendo de la venta del tabaco en la Península e islas Baleares, Pinar del Río, Cuba, 1887; Transportes marítimos, Madrid, 1899; Memoria que presenta a las Cortes el Ministro de Estado respecto a la situación política y económica de las posesiones españolas del África occidental, en el año 1902, Madrid, 1904; Las relaciones entre el Estado y la enseñanza: Discurso leído como ministro de Instrucción Pública en la Universidad Central, en la inauguración del curso de 1907-1908, Madrid, 1907; “¿Existe el derecho a reivindicar una finca que hace 46 años fue vendida ‘a carta de gracia’ y con el pacto de poderes redimir y quitar siempre que plazca a los vendedores?”, en Revista General de Legislación y Jurisprudencia (Madrid), t. XXXVII (1870); “Concepto de la responsabilidad jurídica”, en Revista General de Legislación y Jurisprudencia (Madrid), t. CXIX (1911).

 

Fuentes y bibl.: Archivo del Congreso de los Diputados, Serie documentación electoral, 94 n.º 3, 96 n.º 5, 103 n.º 4, 105 n.º 18, 107 n.º 39, 109 n.º 39 y 111 n.º 39; Archivo del Senado, Expedientes personales, HIS-0386-05.

F. Canella Secades, Representación asturiana administrativa y política desde 1808 a 1915 en la Diputación Provincial de Oviedo, Congreso de los Diputados, Senado y otras instituciones, Oviedo, Imprenta de Flórez, Gusano y Cía., 1915, págs. 160- 162 y 177; C. Suárez, Escritores y artistas asturianos. Índice bio-bibliográfico, t. VI, Oviedo, Instituto de Estudios Asturianos, 1957, págs. 557-560; A. Rato y Rodríguez San Pedro, “Faustino Rodríguez San Pedro”, en Celebridades, Revista Popular de Biografías (Madrid), v. 3 (mayo de 1965); M. Artola (dir.), Enciclopedia de Historia de España, t. VI, Madrid, Alianza Editorial, 1993, págs. 1144-1145 y 1147; A. Fontela Talín, Vida y tiempos de Faustino Rodríguez San Pedro, Gijón, Fundación Alvargonzález, 2005.

 

José Girón Garrote