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Antonio de Vera Múxica

Biografía

Vera Múxica, Antonio de. Santa Fe (Paraguay), 1618 – 17.II.1694. Gobernador del Paraguay.

Hijo legítimo de Sebastián de Vera y Muxica, natural de Las Palmas de Gran Canaria, quien se afincó en Santa Fe (15 de diciembre de 1607) ocupando relevantes empleos en el Cabildo, y de María Jerónima de Esquivel y Nájera, hija de Tomás de Nájera, hacendado, teniente de gobernador de la provincia y descendiente de los primeros conquistadores. El 10 de diciembre de 1620, Antonio fue bautizado en la iglesia principal de Santa Fe. Desde muy joven, ejerció numerosos empleos para el gobierno de su patria en los oficios de regidor de tercer asiento (1643); protector de naturales y mayordomo de San Marcelino (2 de mayo de 1648); alcalde de segundo voto y alférez real (1649) en el Ayuntamiento de su ciudad natal y como vecino feudatario y poseedor de encomiendas, había registrado su marca de errar ganado (9 de agosto de 1649). Entre los 1650 y 1659, tuvo a su cargo la difícil tarea de trasmutar la ciudad de Santa Fe hacia su actual emplazamiento. Contribuyó de su propio peculio el traslado y la construcción de los principales edificios, iglesia parroquial, iglesia de la Merced, cabildo y cárcel pública. Su valioso caudal económico le permitió adquirir (1659) del general Cristóbal de Garay (nieto del fundador de Santa Fe) una vasta comarca, con hacienda incluida, de 10 leguas sobre la otra banda del Paraná (actual provincia de Entre Ríos).

El 28 de julio de 1659, contrajo nupcias con una dama perteneciente a la aristocracia rioplatense, Melchora Arias Montiel, hija de Francisca de Maldonado, oriunda de Córdoba, y de Hernando Arias Montiel, rico hacendado santafesino y emparentado con los Fernández Montiel de la provincia del Paraguay.

Desde ese mismo año, Vera Muxica desempeñó el cargo de sargento mayor de Santa Fe y hacia 1665, la ciudad fue seriamente amenazada por los indios calchaquíes, ocasión en que, después de breves escaramuzas, combatió a los invasores con una escasa fuerza de milicianos. Gracias a este enfrentamiento, los naturales dejaron, por mucho tiempo, de quebrantar la paz de la región. Posteriormente, Vera Muxica ocupó en Buenos Aires el mismo oficio (1673), y en ese carácter asistió a la junta de personas principales realizada el 6 de abril de ese año; allí dejó constancia de que era vecino feudatario y encomendero del pueblo de indios de San Pedro de Colastiné, de sus condiciones de ex teniente y corregidor de Santa Fe, y de sargento mayor del presidio, en cuya ocasión aconsejó ocupar a la isla de Maldonado y la tierra firme de su contorno, aunque fuera con poca gente para probar que esos territorios pertenecían a España.

Por ese tiempo, residió en unas tierras situadas en el Carcarañá que las adquirió (1673) por compra a la viuda de Martín de Vera y Aragón.

Su prestigio ganado en quince expediciones militares permitieron su ascenso a capitán de milicias al mando de cien efectivos y tuvo la oportunidad de demostrar una vez más su heroicidad, cuando socorrió al puerto de Buenos Aires (1676), amenazado por una invasión portuguesa. El 1 de enero de 1677, Vera Muxica fue designado alcalde ordinario de primer voto del Cabildo porteño, pero fiel cumplidor de las ordenanzas reales, se negó a ocupar tal misión y el ejercicio de alguacil mayor de la Santa Cruzada, porque un cuñado suyo, Cristóbal Sánchez, el otro alcalde electo, invalidaba dicha elección, pues las leyes proscribían que parientes ocupasen al mismo tiempo, empleos similares en esa corporación.

No obstante, el cuerpo capitular y el teniente de la gobernación, Juan Mateo Arregui apelaron ante el gobernador Andrés de Robles, quien declinó su jurisdicción en la Real Audiencia, pero ésta rechazó la petición.

Meses después, el 8 de agosto, fue electo teniente de gobernador, puesto de bastante confianza, mediante el cual manifestó nuevamente su arrojo, cuando en enero de 1680, una expedición portuguesa al mando de Manuel Lobo, se asentó en territorio español y fundó una localidad con el nombre de Colonia del Sacramento.

El gobernador de Buenos Aires, José de Garro, nombró a Vera Muxica comandante del nuevo asiento, que de acuerdo a la disposición era la persona más capacitada para ejercer dicho cargo, pues hacía varios años que prestaba en el real servicio, tanto en lo político como en lo militar y, se había granjeado el empleo por su buena reputación, experiencia y valor. El 12 de febrero de 1680, Garro daba cuenta de su nombramiento al Rey, elogiando sus actuaciones en la guerra contra los indios y en el desempeño de los puestos político-militares, notificando al mismo tiempo, de las incursiones portuguesas provenientes del Brasil, en la banda principal del Río de la Plata a ocho leguas de Buenos Aires.

En esa oportunidad, había acudido al sitio en cuestión con cincuenta soldados santafecinos, ochenta milicianos de Corrientes, ciento veinte de Buenos Aires y tres mil indios guaraníes de las reducciones jesuíticas. Además, lo acompañaba un hijo suyo, quien traía a su vez hombres y caballos de su propia costa.

Las instrucciones recibidas del gobernador Garro se reducían a talar los campos para sitiar por hambre a los portugueses.

Pero esta política fue violada por traición de algunos indios que transportaron carne a los sitiados, por cuya razón, el gobernador autorizó emprender de inmediato el ataque al fuerte. El 7 de agosto de 1680, después de un sangriento combate que duró casi tres horas, las fuerzas realistas fueron coronadas por la victoria.

En dicho enfrentamiento murieron cinco soldados españoles y ciento treinta soldados portugueses, entre ellos, J. Galván, uno de los jefes del bando opositor y, el comandante Manuel Lobo estuvo a punto de perecer en manos de los guaraníes, pero fue defendido a espada por el propio Vera Muxica.

Después de esta magnífica hazaña, fue designado gobernador del Tucumán, por el virrey del Perú (15 de marzo de 1681), empleo ejercido con excelencia, reorganizó el ejército y combatió con los nativos insurrectos.

Sin embargo, como el cargo no fue confirmado por el Rey y en ese ínterin había muerto Juan Díez de Andino, gobernador de la provincia del Paraguay, la Real Audiencia de Charcas lo nombró en su reemplazo (25 de marzo de 1684), confirmación realizada posteriormente por el virrey del Perú. A poco de ocupar el mando (8 de octubre de 1684), dirigió una campaña al Chaco contra los desbordes de los indios guaycurúes, pero, temerosos de ser muertos, los naturales huyeron sin que las tropas reales pudieran darles alcance, sufriendo éstas infinitas bajas tanto en hombres como en caballos en la persecución, principalmente por la escasez de víveres y de agua.

Durante su breve permanencia en Asunción, promocionó la industria de la yerba mate, que se erigía potencialmente como fuente de recursos y trabajo. Un año más tarde (30 de octubre de 1685), entregó el gobierno a su sucesor, Francisco de Monforte.

Regresó a Santa Fe, donde permaneció por algunos meses y nuevamente fue requerido en Buenos Aires para oficiar de juez comisionado con el propósito de investigar los supuestos fraudes y contrabandos cometidos por José Antonio Herrera y Sotomayor, gobernador de Buenos Aires. Como la comisión involucraba a numerosos vecinos prominentes, fue resistido por el Cabildo que ordenó una pronta información de los hechos (9 de enero de 1688), a fin de obstaculizar su tarea. Gracias a su reputación y experiencia, logró sortear los embates de esta misión, y acabada la misma se retiró a su ciudad natal. Su hijo Antonio, testó en su nombre (9 de enero de 1694). Descendientes suyos fueron Sebastián y Francisco, que murieron antes de 1690, pero le sobrevivieron: Juana (bautizada el 6 de diciembre de 1660), casada en primeras nupcias en Córdoba con Francisco de Cabrera y Carvajal, y en segundas con Bernardo Arias Montiel y Maldonado; María (bautizada el 6 de diciembre de 1664), contrajo nupcias con el mariscal de campo, Antonio de Godoy y Ponce de León, con sucesión; Antonio, (bautizado el 31 de diciembre de 1666), casado en Buenos Aires con Polonia de Izarra Gaete, sin descendencia; Francisco Antonio, casado con Luisa de Torres Salguero de Cabrera con bastante descendencia; y María de San José, quien abrazó la vida religiosa en el Monasterio de Santa Teresa de Jesús de la ciudad de Córdoba.

 

Fuentes y Bibl.: Archivo General de Indias (Sevilla), Audiencia de Charcas, Secc. V, leg. 28.

A. Zinny, Gobernantes del Paraguay, Buenos Aires, Imprenta y Libreria de Mayo, 1887; E. Udaondo, Diccionario Biográfico Colonial Argentino, Buenos Aires, Editorial Huarpes, 1945; J. F. Aguirre, Diario, t. II, 2.ª parte, Buenos Aires, Imprenta de la Biblioteca Nacional, 1950; R. A. Molina, Diccionario Biográfico de Buenos Aires. 1580-1720, Buenos Aires, Academia Nacional de la Historia, 2000; L. M. Calvo, Los Vera Muxica en Santa Fe (Estudio genealógico de los Vera-Muxica de la ciudad de Santa Fe de la Vera Cruz), Santa Fe (Argentina), Fundación Rafael del Pino, 2001.

 

Mary Monte de López Moreira