Garro y Astola, José. Mondragón (Guipúzcoa), p. m. s. xvii – San Sebastián (Guipúzcoa), 15.X.1702. Militar, gobernador.
Era hijo legítimo de Domingo de Garro y Ascaroso, y de María Senci de Azcoaga, ambos naturales de Escoriaza.
Su familia se radicó en las villas de Salinas de Lenizy Legaspie, partido judicial de Vergara (Guipúzcoa).
Dedicado a la carrera de las armas, obtuvo el empleo de sargento mayor en el Regimiento de la Guardia del Rey en el Tercio de Chamberga. Por su brillante carrera militar fue nombrado caballero de la Orden de Santiago el 25 de mayo de 1671. En las guerras de Cataluña y Portugal alcanzó el grado militar de maestre de campo. Perseguido por un poderoso enemigo se vio precisado, a finales del siglo xvii, a solicitar destino en Indias. Hacia 1674 pasó al Nuevo Mundo ocupando primero la gobernación del Tucumán, en cuyo cargo dedicó preferente atención a las obras públicas y a combatir a los indios, para lo cual efectuó tres expediciones al Chaco. Depuesto Andrés Robles de la gobernación de Buenos Aires y del Río de la Plata, Garro fue designado su sucesor por el virrey de Perú, conde de Cautelar, el 30 de enero de 1678. Garro delegó el mando del Tucumán en Díez de Andino y asumió el gobierno de Buenos Aires el 24 de julio del mismo año.
Celoso del real servicio, desinteresado y valeroso, gobernó tranquilamente por espacio de dos años hasta que tuvo conocimiento del establecimiento y fundación de la ciudad de Colonia del Sacramento, en la margen oriental del Río de la Plata, en territorio de jurisdicción española, a manos del gobernador y general portugués de Río de Janeiro, Manuel Lobo. Previo a las investigaciones y requerimientos legales que hizo para oponerse y desalojar pacíficamente al intruso, reunió tres juntas de guerra y organizó un ejército compuesto de doscientos cincuenta españoles, a saber, cincuenta de Santa Fe, ochenta de Corrientes y ciento veinte de Buenos Aires. Con la reunión de tres mil indios de las reducciones jesuíticas, constituyó un ejército que puso a las órdenes de Antonio de Vera y Mújica, con el que logró recuperar el territorio después del sitio de un mes, y del asalto del 7 de agosto de 1680, en el que el heroísmo fue parte de los dos bandos. Hizo prisionero al gobernador Lobo y a todos los lusitanos, que fueron enviados a Chile como prisioneros de guerra, tomó su artillería, las municiones y los víveres. Pero a pesar del triunfo militar alcanzado, la paz y tratado final, firmado en Lisboa el 7 de mayo de 1681, devolvió Colonia a Portugal, con una cláusula que ordenaba el castigo de Garro, que fue separado inmediatamente del cargo. Confinado a Tucumán, su destitución fue reparada al poco tiempo con su designación en la Capitanía General de Chile, para donde Garro partió en el mes de julio.
Tomó posesión de la presidencia de Chile el 24 de abril de 1682. Entre las obras importantes que le tocó realizar se halló la fortificación de Valparaíso y la pacificación de Arauco, que llevó a cabo desde Concepción, logrando pasar el peligroso Bio-Bio con la ayuda de novecientos caballos enviados desde Santiago. A su ardua labor se debió la pacificación de Chile ese mismo año de 1682. Peleó contra los filibusteros que intentaban continuos desembarcos en las costas de Chile. Despobló la isla de Mocha, distante siete leguas de Concepción, con cuyos naturales fundó una reducción a dos leguas de Concepción, en la margen opuesta del Bio- Bio, que entregó a los jesuitas. Desde Concepción inició una campaña para mejorar la seguridad de los fuertes, celebrando en Puren una conferencia con los jefes indígenas con el objetivo de garantizar la paz.
Terminó su gobierno diez años después, el 5 de enero de 1692, entregando cuatro mil pesos a Pedro Gutiérrez Espejo para que respondiera a su juicio de residencia que tuvo lugar el 19 de abril de 1692. Debió esperar más de tres meses en Santiago, después de terminado su gobierno, ya que no podía tener lugar la residencia por falta de juez. En Tucumán y Buenos Aires tuvo aún que demorarse quince días más por la misma causa. Se hallaba ya en Buenos Aires con permiso para embarcarse rumbo a España, cuando el 4 de mayo de 1693, Juan de Cuevas, que había pretendido estorbar su salida de Chile, recurrió nuevamente al virrey de Perú para impedir el viaje de Garro.
Éste debió dar antes de hacerse al mar una fianza de 20.000 pesos, cantidad a que ascendían los perjuicios reclamados por Cuevas, con lo cual sólo pudo embarcarse al mes siguiente.
El juicio de residencia fue favorable a Garro. Por su lado, el Cabildo de Santiago le otorgó poder suficiente para que tratase en la Corte las cosas concernientes al bien de la ciudad y del reino. Formó parte del Consejo de Su Majestad, y unos años más tarde, en 1696, fue designado gobernador de Gibraltar. Pasó luego a ocupar la gobernación de Sanlúcar de Barrameda, y en 1702 era nombrado capitán general de Guipúzcoa, su tierra natal, donde falleció después de cuarenta años de servicios reales.
Garro ha sido llamado El Santo por su justicia recta, ánimo templado, excelencia militar y probado funcionario.
Entre sus proyectos más importantes destaca el enviado al Rey el 23 de enero de 1693, cuyo propósito era realizar una expedición al estrecho de Magallanes para atender a la conversión de los naturales y para evitar su ocupación por parte de portugueses e ingleses, pues conocía las potencialidades de la región y los intereses de estas naciones en tierras tan recónditas.
Bibl.: E. Udaondo, Diccionario Biográfico Colonial Argentino, Buenos Aires, Huarpes, 1945, pág. 385; R. A. Molina, Diccionario Biográfico de Buenos Aires, 1580-1720, Buenos Aires, Academia Nacional de la Historia, 2000, págs. 283-284.
Sandra Fabiana Olivero