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Vicente de Valverde

Biografía

Valverde, Vicente de. Oropesa (Toledo), 1502 – Isla de Puná (Perú), 1542. Dominico (OP), primer obispo de Cuzco.

A los veintidós años ingresó en la Orden de los Dominicos en el Convento de Salamanca. Se sabe que en 1529 estaba en Trujillo cuando Francisco Pizarro visitó la ciudad para reclutar hombres para la conquista de Perú y se unió a él. Se convirtió así en el capellán de la hueste y en uno de los más influyentes consejeros del conquistador.

Participó en todo el proceso de preparación del viaje y desembarco en tierras peruanas. Una vez en Cajamarca fue el encargado de recibir al Inca Atahualpa durante la crucial tarde del 16 de noviembre de 1532.

Valverde salió al encuentro del Soberano junto al intérprete, mientras el resto de las tropas españolas permanecían escondidas. El fraile pidió a Atahualpa que le acompañase a cenar con Pizarro, pero éste se negó, luego le hizo una lectura abreviada del Requerimiento y le entregó la Biblia al Inca, que, asombrado y temiendo un sortilegio, la arrojó al suelo. En ese momento huyó Valverde y salió en estampida la caballería de Pizarro.

Los meses que Atahualpa estuvo preso en Cajamarca, el dominico trató de instruirlo en la fe católica, al tiempo que aconsejaba al angustiado y dudoso gobernador que ejecutara al Inca. El fraile estaba convencido que el Inca conspiraba para matar a los españoles y le tenía horrorizado que se acostase con sus hermanas, algo tradicional en la nobleza incaica.

Valverde, como miembro del tribunal que lo juzgó, firmó la sentencia de muerte de Atahualpa, a quien paradójicamente bautizó y asistió en sus horas finales, oficiando después su funeral y la misa de difuntos.

Durante toda la conquista y posterior colonización de Perú el dominico tuvo mucha influencia en Pizarro, pues el conquistador acudía a él en sus momentos de dudas y consultaba tanto sus inquietudes espirituales como cuestiones tan prosaicas como la parte de los botines que debía entregar a cada soldado.

Después de la toma de Cuzco, instaló allí una pequeña capilla consagrada a Nuestra Señora de la Concepción, sobre la que un siglo más tarde se levantaría la espléndida Catedral de la ciudad. Aquel humilde adoratorio era el comienzo de la Iglesia peruana.

En 1535 recibió Valverde el cargo de obispo de Cuzco y protector de los indios. A pesar de su comportamiento frente a Atahualpa, fue un convencido defensor de los indígenas peruanos, especialmente después de la sublevación de Manco Inca, cuando comprendió que la guerra y la dominación hispana estaban provocando la devastación de los poblados indios. Desde su cargo procuró que se cumplieran las instrucciones dadas por la Corona para proteger a los indígenas, y siempre que tuvo ocasión denunció, multó y encarceló a varios españoles por el maltrato dado a sus indios. También intentó salvaguardar a muchas comunidades nativas, sobre todo en la región de Jauja y en su obispado. Como sus gestiones tuvieron poco éxito, denunció en varias cartas enviadas al Emperador la despoblación terrible que experimentaba el Perú desde la llegada de los españoles. Su buen quehacer se vio truncado por el asesinato de su amigo Pizarro (junio de 1541). Al enterarse del magnicidio, temiendo por su vida, huyó de Cuzco y se embarcó hacia Panamá. Durante una pequeña escala en la isla de Puná, fue atacado por los indios caníbales que lo mataron y devoraron.

 

Bibl.: J. Santiesteban Ochoa, “Fray Vicente de Valverde, protector de los indios, y su obra Cuzco”, en Revista de Letras (Cuzco), año 1, n.º 2 (1948); J. M.ª González Ochoa, Quién es quién en la América del Descubrimiento, Madrid, Editorial Acento, 2003.

 

José María González Ochoa