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Rafael Ceballos-Escalera y Ocón

Biografía

Ceballos-Escalera y Ocón, Rafael. Málaga, 12.XI.1791 – Miranda de Ebro (Burgos), 16.VIII.1837. Teniente general de Infantería.

Hijo del teniente coronel de Infantería Rafael Ceballos- Escalera Sánchez, militar fallecido en la batalla de Guadalete el 1 de junio de 1812, ingresó como distinguido en el Regimiento de Málaga el 12 de febrero de 1806.

Luchó valerosamente en la Guerra de la Independencia, participando en la batalla de Bailén, en la que formó con su unidad en vanguardia. A finales de 1808 obtuvo los grados de cadete y subteniente, e interviene con el Ejército de Andalucía en la batalla de Tudela. En 1810 fue destinado al Batallón Ligero de Vélez- Málaga. Cayó prisionero en la desgraciada acción de Baza, el 3 de noviembre de 1810, aunque consiguió fugarse al llegar la noche. Ese mismo año, el 23 de diciembre, ascendió a teniente.

Poco después fue destinado al Regimiento de Castropol, mandado por su padre, y colaboró con este Cuerpo en las acciones de Alcalá de los Gazules, el 19 de septiembre de 1811; Campos de Jimena, el 25; en los dos sitios que sufrió el 3.er Ejército en las inmediaciones del Peñón de Gibraltar y su caleta y, en diciembre, en el socorro y batalla de Tarifa.

Ascendido a capitán, el 7 de julio de 1812, participó ese mismo mes en las acciones y ataques de Coín y Málaga. A continuación fue trasladado al Batallón de Guías del General del 4.º Ejército.

En las campañas de 1813 y 1814 se encuentró como profesor de la Academia de la isla de León, destacado en la plaza de Melilla y agregado a la de Ceuta en la Brigada del Cuerpo de Artillería.

El 7 de mayo de 1815 fue nombrado ayudante de campo del general Ballesteros y se le destinó al Regimiento de Navarra. Ascendió a comandante el 25 de febrero de 1816.

El inspector general de Indias le designó comandante del 2.º batallón del Regimiento de Infantería de Cantabria, y se embarcó en la plaza de Cádiz, en la fragata Especulación, hacia las posesiones españolas de Ultramar en el Perú, el 9 de mayo de 1818.

Tras una larga y penosa navegación, debido a los muchos temporales que sufrieron, llegó al puerto del Callao (Lima) el 25 de octubre. Por sus enérgicas disposiciones, evitó caer en poder de la escuadra enemiga, como sucedió con otros buques del convoy.

La travesía causó la muerte de cuarenta hombres, que tuvo que arrojar al agua, y un considerable número de enfermos graves de escorbuto que fueron tratados en el hospital de Bellavista.

Durante la Guerra de la Independencia de Perú se encontró en la gloriosa acción del 28 de febrero de 1819, cuando la escuadra insurgente de Chile atacó la plaza del Callao.

El 3 de abril fue nombrado por el virrey del Perú comandante general de la División Provisional del Ejército de Lima, y desalojó de la costa intermedia del norte a los enemigos que habían desembarcado ocupando varios pueblos.

En septiembre del mismo año, cuando el segundo bloqueo del Callao, en el que se presentó la escuadra combinada insurgente de Chile y Buenos Aires, se le confirió el mando del fuerte de San Miguel y batería de San Joaquín para la conservación del puerto, buques de guerra y mercantes, y tuvo que cubrir con su cuerpo de Cantabria toda la línea de defensa hasta la desembocadura del río Rimac para impedir posibles desembarcos. Estos hechos le valieron el empleo de teniente coronel, el 14 de diciembre de 1819.

Contrajo matrimonio en Lima (Perú), el 25 de diciembre de 1819, con María del Carmen de la Pezuela y Ceballos, hija del teniente general Joaquín de la Pezuela, marqués de Viluma y virrey del Perú.

El 7 de enero de 1820 fue nombrado segundo ayudante general del Estado Mayor General del Ejército de Lima. El 7 de enero de 1821 realizó un arriesgado reconocimiento del puerto de Ancón, y se introdujo hasta el mismo campo enemigo con la disculpa de ser un parlamentario y tener que entregar un pliego.

Trataron de fusilarlo como espía, logrando evadirse de cuantos cargos le hicieron y obteniendo toda la información necesaria. Por el particular mérito que contrajo, le fue concedida la Cruz de la Real y Militar Orden de San Fernando de 1.ª clase a propuesta del virrey Joaquín de la Pezuela, con quien, tras aprobación de Su Majestad, regresó a la Península en 1822 como su ayudante de campo, en vista de lo comprometido que era permanecer en Perú con motivo de la sublevación.

Estando agregado al Regimiento de Infantería Infante Don Carlos, que ocupaba la plaza del parque de Madrid en los primeros días de julio de 1822, altercó pública y vivamente con el caudillo de la revolución, Riego, para impedir, como éste quería, que se atacara el Palacio Real, siendo tan acalorada la cuestión que para evitar los trascendentales problemas a que podían dar lugar aquellos críticos momentos, tuvieron que separar a Ceballos varios oficiales mandados por el coronel Puig Samper. Poco después, se le nombró jefe de la columna móvil de la Mancha, con la que persiguió a los absolutistas.

En 1823, durante la guerra constitucionalista, al mando del Batallón de Voluntarios del Regimiento Ligero de Tarragona, se enfrentó a los realistas en la provincia de Lérida, participando en la acción de Cervera el 15 de mayo de 1823. En aquella fecha tomó a viva fuerza esta ciudad amurallada y defendida por fuerzas superiores, batiéndola y destruyendo la importante fuerza del cabecilla Miralles, con muerte de éste.

En 1824 fue declarado impurificado y se le destina con licencia indefinida a Guadalajara, donde permaneció fuera del servicio los siguientes cinco años.

Estando pendiente del segundo juicio de purificación, fue nombrado por Real Orden de 20 de junio de 1829 asociado al comisionado regio de las islas Canarias, para que desempeñase todo lo relativo al ramo militar.

Por Real Orden de 20 de diciembre de 1831 se le declaró purificado de su conducta observada en tiempo del abolido sistema constitucional y promovido a coronel de Infantería, y permaneció en clase ilimitada en el pueblo de Carabanchel Bajo.

El 3 de noviembre de 1832 ascendió a brigadier y se le encomendó el mando del Regimiento de Infantería Extremadura número 15 de línea. Con retención del mando de dicho regimiento, se le nombró comandante general de la provincia de Burgos.

A continuación, pasó a incorporarse con su regimiento al Ejército de Operaciones del Norte, con el que participó en la Primera Guerra Carlista. Sobresale en las acciones de Villareal y Galarreta y, principalmente, en la acción de Unzá (Álava), el 19 de marzo de 1836, en la que decidió la victoria con una brillante carga a la bayoneta sobre las alturas de Salinas de Léniz, por la que se hizo acreedor de la Cruz Laureada de San Fernando de 4.ª clase. También sobresalieron los servicios que adquirió el 24 de mayo de 1836 en la cordillera del Arlabán (Álava), al ser atacado por siete batallones enemigos a los que rechaza por dos veces causándoles numerosas pérdidas. Por su meritorio comportamiento, se le concedió la Cruz Laureada de San Fernando de 4.ª clase, tras el correspondiente juicio contradictorio. El 9 de junio de 1836 fue promovido al empleo de mariscal de campo, y participó en el levantamiento del sitio de Bilbao.

La batalla de Luchana, el 24 de diciembre de 1836, le valió el ascenso a teniente general, concedido por Isabel II el 25 de diciembre de 1836. En esta batalla, por Real Decreto de 19 de marzo de 1837, se hizo acreedor a la Cruz de 5.ª clase. También fue Benemérito de la Patria y Gran Cruz de San Hermenegildo.

Rafael Ceballos-Escalera y Ocón murió asesinado en Miranda de Ebro (Burgos), el 16 de agosto de 1837, cuando desempeñaba el cargo de teniente general en jefe interino del Ejército de Operaciones del Norte, al tratar de sofocar la sublevación de las tropas del Batallón Provincial de Segovia, provocada por el rumor que se había hecho correr sobre la llegada de grandes remesas de dinero para pagar a las tropas. A su viuda, las Cortes le asignaron, por ley de 8 de febrero de 1839, una pensión de veinte mil reales, correspondientes al empleo de capitán general.

En el Museo del Ejército se encuentra depositada la levita que llevaba al morir y la bayoneta con que fue asesinado.

Por Real Orden de 11 de octubre de 1837, la reina gobernadora, después de examinar el juicio contradictorio instruido en averiguar el mérito que contrajo el 15 de mayo de 1823 en la acción de Cervera, le concedió la Cruz Laureada de San Fernando de 2.ª clase a título póstumo.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General Militar (Segovia), exp. personal.

VV. AA., Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo Americana, Bilbao, Espasa Calpe, 1928; J. L. Isabel Sánchez, Caballeros de la Real y Militar Orden de San Fernando (Infantería), Madrid, Ministerio de Defensa, Secretaría General Técnica, 2001.

 

Emilio Montero Herrero