López de Haro, Diego. ?, c. 1080 – 1124. Noble, señor.
Hijo del conde Lope Íñiguez, señor de Vizcaya, no está claro si lo fue de su única esposa conocida, Ticlo —o Tecla— Díaz de Oca, como se argumentará más adelante. Sus primeras referencias provienen de 1093, cuando debió de suceder a su padre, aunque aún tardaría unos años en acceder a la escena política. Es de notar que la historiografía no ha llegado a precisar si en tiempos de este magnate, el señorío vizcaíno había adquirido por entonces rango hereditario o, simplemente, fue reconocido puntualmente al hijo del conde y anterior tenente. Sea como fuere, Diego asumió pronto el control de estas tierras.
En 1109 recibió la tenencia de Nájera, muy vinculada a su familia paterna, si bien su progenitor la había perdido al ser incorporada a la Corona castellana en 1076. La mediación de sus parientes castellanos, su fidelidad a Alfonso VI y su enlace matrimonial con María Sánchez, nieta del conde García Ordóñez, debieron facilitar la recuperación de aquella plaza y la obtención de la de Grañón, lo que debió de ocurrir tras la batalla de Uclés (1108).
El matrimonio de doña Urraca, heredera de Alfonso VI, con Alfonso el Batallador, rey de Aragón y Navarra, originó gran malestar en las tierras orientales de Castilla, pues éste no ocultó su intención de intervenir en la vida política castellano-leonesa y recuperar para sus dominios muchas de las plazas que en su día se anexionara su difunto suegro. Es posible que Diego no reaccionara contra el Rey consorte en un primer momento, pues consta que conservó la villa de Nájera por algunos años, lo cual concuerda con el inicial entendimiento de los regios esposos. De hecho, se documenta a cargo de esta localidad y las de Buradón y Haro, cuya tenencia simultaneó con el gobierno del señorío de Vizcaya. En prueba de sus servicios, la soberana de Castilla otorgó al magnate amplia autonomía en sus territorios vizcaínos y riojanos (1110).
Aquellos convulsos años estuvieron marcados por múltiples vaivenes políticos y enfrentamientos armados. Buena muestra de ello fue el combate que tuvo lugar en 1112 frente a Castrojeriz, donde Diego López de Haro I luchó contra los partidarios del navarro- aragonés. Esta actitud hostil le deparó la pérdida de Nájera y Grañón, y en 1113 se documenta a un noble guipuzcoano, Lope Íñiguez, en posesión de Álava, Guipúzcoa y Vizcaya, consecuencia del desplazamiento del de Haro. No obstante, parece que la reconciliación de los regios esposos permitió a Diego recuperar temporalmente el control de Álava y su señorío vizcaíno, hasta que la ruptura definitiva de Urraca y Alfonso le impulsaron a defender los intereses de la soberana de Castilla.
En 1116, cuando se constata la presencia de Fortún Garcés Caixal al frente de la tenencia de Nájera, el señor de Vizcaya repelió los embates de sus enemigos desde la fortaleza de Haro. No era, ni más ni menos, que la consecuencia de su oposición al Batallador, aunque estos hechos contrastan con un posterior entendimiento entre el Monarca y el noble. Se sabe que Diego participó junto a Alfonso I en la conquista de Zaragoza y en 1121 se constata el control navarroaragonés de Álava y parte de Castilla, al tiempo que se reconocía el gobierno de Diego López en Vizcaya y Haro.
Pero, contra lo que pudiera parecer, el magnate no había renunciado a su influencia en Castilla, como lo prueba su presencia en los diplomas de aquel reino. Es más, las relaciones con Alfonso el Batallador debieron enturbiarse en 1124, fecha en la que Diego sufrió por segunda vez el asedio de Haro. Ésta es la última referencia del noble, por lo que es probable que aquel encuentro armado fuera el motivo de su muerte.
No se sabe si la pérdida de los territorios vascongados fue causa o consecuencia de su enfrentamiento y derrota a manos del Batallador. En cualquier caso, no tardaron en ser entregados al conde Ladrón, cuyo linaje apartó a los Haro del señorío vizcaíno hasta finales del siglo xii. Entre tanto, la progenie de Diego López afianzó su presencia en La Rioja y, en particular, su relación con la plaza de Haro, que acabó designando a su parentela. Poco cabe decir de sus hermanos Sancho, Toda, Sancha y Teresa López, salvo que esta última se disponía en 1093 a viajar en peregrinación a Roma. En cuanto a Pedro, Lope, García y Jimeno López, afincados en torno a Carrión y partidarios, como el de Haro, de la reina castellana, no está probada su filiación.
De su descendencia han llegado algunas noticias. Su sucesor fue Lope Díaz de Haro I y consta que Diego y su esposa María engendraron a Sancho, Fortún y Gil Díaz. Por otra parte, se sabe que el señor de Vizcaya tuvo en Enderquina Álvarez a Sancho, Lope, Sancha y Toda Díaz de Frías. Esta segunda unión se comprende si se considera que suponía una reafirmación de contactos entre los señores de Vizcaya y los tenentes de Oca, relación que solía sellarse con acuerdos matrimoniales. En todo caso, se debe dudar que Diego López de Haro I fuera hijo de Ticlo Díaz, tal y como afirman algunos autores, pues, en tal caso, Enderquina sería prima hermana de Diego López de Haro, al haber nacido de Álvaro Díaz de Oca y ser nieta de Diego Álvarez, progenitor de Ticlo.
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Antonio Sánchez de Mora