Franzen, Enrique. Estrasburgo (Francia), 10.III.1699 – Santo Tomé de Andoas (Ecuador), 30.V.1767. Jesuita (SI), misionero, escritor.
Entró en la Compañía de Jesús en 1722. Y, apenas hecha su profesión, pasó a trabajar en las misiones que los jesuitas de la provincia de Quito tenían en las selvas amazónicas.
En el informe que presentó el visitador jesuita padre Zárate a Felipe V, dándole cuenta de cómo había hallado las misiones jesuíticas de Mainas en su visita de 1737, comenzó por la obra del padre Franzen. Era párroco de Archidona y dos anejos; Archidona era un poblado floreciente con mil cien habitantes.
Pero esos misioneros eran incansables buscadores de nuevas parcialidades e indios regados por las selvas, a los que procuraban agrupar en pueblos organizados, con su iglesias y casas, talleres, campos de cultivo, y, sobre todo, práctica del cristianismo y enseñanza de la doctrina. Franzen multiplicaba excursiones apostólicas y en una a San José de Icahuates encontró una parcialidad a la que invitó a organizarse en pueblo cerca de una laguna que forma el río Napo cerca de su confluencia con el Aguarico.
En un informe presentado al Rey en 1746, aparece al frente de los pueblos de Santo Tomás, San José de Andoas, Pinches y Gayes, con quinientos cincuenta y cinco fieles.
En 1761 sobrevino una terrible epidemia de viruelas.
Franzen se reponía de algunas dolencias en el pueblo de La Laguna; pero, sin importarle sus propios males, se consagró a la asistencia de los enfermos y a realizar tareas que nadie afrontaba por el miedo al contagio.
La muerte lo sorprendió en plena tarea de reducir a pueblos a los jíbaros que vivían esparcidos a orillas de los ríos Morona, Santiago y Pastaza. El jesuita Uriarte en su Diario de un misionero de Mainas escribió que se despidió lúcido y sereno de su colaborador en la tarea misional, padre Camacho, y le dijo: “Yo, en breve, moriré; V. Rva. repartirá las herramientas que quedan a tales y tales indios necesitados.” Y sábado, después de la Ascensión, dijo misa y fuese a descansar. Lo hallaron como dormido “con los brazos cruzados y su santo Cristo al cuello”.
Pero el misionero era escritor y en plena selva amazónica, en medio de trabajos, fatigas y peligros se dio tiempo para escribir. Compuso unas Memorias históricas de todos los sucesos de las Misiones del Marañón, libro que acaso haya que dar por perdido definitivamente.
Dicen —escribió Bayle, citando a Chantre— era tan completo el libro que “incendiado el archivo de ellas (las misiones), no hizo falta, por haberlo espigado y recogido Franzen”.
El padre Juan de Velasco, que conoció ese manuscrito y lo utilizó, lo describió como “diversos protocolos Mss. (manuscritos), exactísimos, pero confusos y de pésima letra, escritos por muchos años desde 1728”.
Obras de ~: Memorias históricas de todos los sucesos de las Misiones del Marañón (desapar.).
Bibl.: J. Celedonio de Arteta, Breve relación de la vida y virtudes del Padre Enrique Francen, Ravena, 1772, ms. [Breve relación de la vida y virtudes del Padre Enrique Francen de la Compañía de Jesús, misionero que fue de Mainas en la Provincia de Quito, escrita por otro sacerdote de la misma Compañía (Padre Juan de Arteta). En Ravena, año del Señor 1772, en Los jesuitas quiteños del extrañamiento, Biblioteca Ecuatoriana Mínima, Puebla, Cajica, 1960, págs. 201-217]; J. Jouanen, SJ, Historia de la Compañía de Jesús en la Antigua Provincia de Quito, 1570-1773. II, La provincia de Quito, 1696-1773, Quito, Editorial Ecuatoriana, 1943, págs. 450-451, 457, 483, 528 y 531-534; P. Manuel Uriarte, Diario de un misionero de Mainas (1776), transcr., introd. y notas del P. Constantino Bayle, t. II, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Instituto Santo Toribio de Nogrovejo, 1952, págs. 85-86; H. Rodríguez Castelo, Literatura en la Audiencia de Quito. Siglo xviii, Ambato, Consejo Nacional de Cultura-Casa de la Cultura Benjamín Carrión, Núcleo de Tungurahua, 2002, págs. 302, 335, 430 y 470.
Hernán Rodríguez Castelo