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Cristóbal de Haro

Biografía

Haro, Cristóbal de. Burgos, s. m. s. XV – ¿Burgos?, s. m. 1541. Mercader, armador y banquero.

Miembro de una importante familia de mercaderes y banqueros burgaleses de origen converso, había practicado junto a los portugueses en la ruta guineana de las especias y el comercio azucarero con Madeira. Kellenbenz y Ramos afirman que descubrió el Río de la Plata antes de 1515; y Gállez que por esas fechas ya había atravesado el estrecho que luego se llamará de Magallanes.

Establecido en Lisboa desde 1505, Haro comerciaba con hombres y barcos del norte de España, cuyos productos llegaban a Castilla, Flandes e Inglaterra, donde sus hermanos se preocupaban de la distribución comercial.

Desde 1511, Cristóbal de Haro y Diego de Covarrubias traficaron con especias compradas en la plaza lisboeta, como pimienta en grandes cantidades. La documentación de la Torre do Tombo muestra a los burgaleses interesados en comprar especias allí donde llegaban, en espera de las oportunidades de tráfico directo. Cuando esta llegó, no solo la aprovecharon, sino que lograron una región exclusiva a través de la Casa de la Contratación de la Especería (1522).

En 1513 figura entre los que “nesta cidade ganham muito dinheiro”, según un documento de la Cámara de Lisboa. Un desafortunado incidente —el hundimiento por el portugués Lusarte de dieciséis navíos negreros de su hermano con pérdidas de 16.000 ducados sin que la Corona de Portugal se preocupara de la indemnización— le llevó a proyectar junto a un desencantado Magallanes, con el apoyo financiero de los Welser y el político de Juan de Fonseca, un viaje a la Especiería por Occidente, para Castilla. Magallanes aportaba su experiencia y Haro y el grupo financiero de Burgos, los medios económicos —1.592.769 maravedís— y el apoyo de Fonseca, que introdujo a Hernando Magallanes, Cristóbal de Haro y Juan de Cartagena —otro burgalés, que fue en el viaje representando a la Corona— en la Corte de Zaragoza para negociar con Selvagio, Xévres y Utrecht, consejeros flamencos del rey Carlos I. Tras la firma de la Capitulación, la expedición se preparó en Sevilla, siendo supervisada por el burgalés Juan de Aranda, oficial de la Casa de la Contratación. De las cinco naves que zarparon en septiembre de 1519 sólo la nao Victoria regresó a Sevilla tras circunnavegar la tierra, el 13 de septiembre de 1522, cargada de especias y con Juan Sebastián Elcano, hombre de Haro, al mando. Cuando para coordinar la empresa de la Especiería, el obispo Fonseca propuso crear otra Casa de la Contratación, Haro sugirió —y logró— que se situara en La Coruña. Aunque no se instituyó hasta el 22 de diciembre de 1522, el nombramiento de su tesorero, Bartolomé Meléndez, se produjo en 1520. Cristóbal de Haro, factor de la Casa, llegó a prestar para las expediciones a la Especiería 9.375.000 maravedís y siguió aviando armadas, por ejemplo, la que llevó a Roma a Adriano VI en 1522.

Haro estaba en Valladolid, como la Corte, cuando apoderó a Diego Díaz, su criado, para recoger su parte de la cargazón de clavo y pimienta el 17 de octubre de 1522, el 21, Almazán trajo a Burgos un correo de Haro sobre “lo del maluco”: la llegada de Elcano, las albricias del éxito especiero o la confirmación real para la Casa de la Contratación de la Especería en La Coruña. Por eso es significativo que reunidas las comisiones para las juntas de Badajoz y Yelves, el rey reclame para uso de los plenipotenciarios castellanos “las cartas de navegar que decís que tenéis aviso que están en poder de Francisco de Lerma, vecino desa cibdad (Burgos)”. El 23 de mayo de 1524 los jueces castellanos “traían la carta de la navegación de Castilla hasta los Malucos (…) la navegación del capitán juan Sebastián del Cano”.

En el puerto coruñés preparó el viaje de Esteban Gómez, que no encontró ningún paso norteño hacia el Maluco, pero reconoció la costa norteamericana. La segunda armada fue la Jofre de Loaysa, que zarpó de las costas gallegas el 25 de julio de 1525, en la que fue Diego de Covarrubias como flamante factor de la Casa de la Especería que tenía que erigir en las Molucas. Los banqueros alemanes Fugger, Cristóbal de Haro y la misma Corona participaron en la financiación del viaje, pero la expedición fue muy dificultosa: una nave se perdió en el cabo de Hornos, otra fue a parar a la costa pacífica de México, Loaysa y del Cano murieron, y a las Molucas solo llegó una parte de la armada. Desde Gilolo, Fernando de Torre escribirá más adelante a Cristóbal de Haro, dándole noticias y mencionando a otro factor, Diego de Salinas, de familia mercantil burgalesa.

Luego se montó la expedición de Diego García, en competición con la armada de Sebastián Caboto para ir a las Molucas, que se armó en Sevilla. García capituló con los oficiales de la Casa de la Contratación de la Especería, Hernando de Andrade y Cristóbal de Haro. Pero García de Moguer tampoco llegó a las islas. Salió de Finisterre, aunque su abastecimiento y preparación se habían hecho en La Coruña, con tres naves. Al llegar a las costas del Brasil tuvo noticias de las Sierras de Plata y, abandonando su empresa, se internó en Panamá en 1528, encontrando allí a otros descubridores y expedicionarios españoles. Después de 1524 y hasta la venta de las islas del maluco en 1529 se mantuvieron los burgaleses y reaparecen algunos viejos conocidos como Pedro de Arbolancha, trabajando ahora –en 1528– para los Fugger como abogado, y junto a Gonzalo de Oviedo como arrendadores de rentas para ellos. Cristóbal de Haro y su sobrino Gonzalo de Burgos ejercieron como tesoreros de la Bula de Cruzada en la diócesis burgalesa, mientras Francisco de Valenzuela administraba la veintena de las expediciones a la Especería y el apoderado burgalés de Haro, Diego Díaz, adelantaba dineros a la Contratación de la Coruña.

Cuando en 1529 Carlos I firmó los tratados de Zaragoza y vendió las islas de las Especias a Portugal, Haro y el grupo de Burgos perdieron las posibilidades inmensas del comercio especiero. La Casa de la Contratación de La Coruña desapareció. Esfumado el sueño pimentero, el grupo de Burgos tuvo que redirigir sus actividades económicas y afrontar las deudas generadas por los viajes pimenteros, pero –una vez que la región se les había escapado de las manos– sin el potencial beneficio especiero que habían previsto. Cristóbal de Haro y su sobrino Francisco de Burgos comerciaban con esclavos en Tierra Firme y tenían socios en Santo Domingo. Burgos, como gestor de la Especería, pleiteó por los sueldos de los tripulantes de las armadas hasta 1534. Haro y Burgos se asociaron en operaciones de juros de cientos de miles de maravedíes, adelantados sobre los beneficios de Hernando Pizarro. También gestionaron las compensaciones a los embargos reales de las remesas indianas.

Por otra parte, la ciudad de Burgos no perdió el peso específico que tenía en la administración de la Cruzada como fuente de financiación para empresas regias. Cuando en 1529 se promulgó la Bula de Redención, Cristóbal de Haro y Gonzalo de Burgos operaban en Burgos, Cuenca, Coria, Plasencia, Santiago, Lugo, y Mondoñedo. Haro solo en las Baleares y con López de Calatayud en las islas y Tierra Firme de las Indias. El 30 de diciembre de 1530 Haro pagó a los Fugger y los Welser 13.188.722 maravedíes, quedaban pendientes 26.191.902 maravedíes. Haro y los mercaderes de su entorno volvieron a los negocios habituales, aunque no dejaron de ser nexo entre los grandes –Fugger, Welser, Grimaldo, Vivaldo, etc– y la Corona.

Cristóbal de Haro dotó una capilla en la iglesia de San Lesmes de Burgos, donde está enterrado junto a su mujer, Catalina de Ayala. En el túmulo aparece el escudo de armas que el rey Carlos le concedió en el que figuran las cinco naves, las columnas de Hércules y las especias.

 

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Adelaida Sagarra Gamazo