Tomás del Rosario. Asturias, c. 1505 – Ciudad de México (México), IX.1561 ant. Fraile dominico (OP) de gran fama en la evangelización de México, donde estableció las cofradías del Rosario.
Tomás de San Juan (primero de su nombre) o del Rosario, nacido en la montaña asturiana, profesó en el Convento Observante de San Ginés de Talavera de la Reina, en manos de fray Juan Hurtado de Mendoza, fundador de dicho convento y restaurador de la vida religiosa dominicana en España, que falleció el Sábado Santo por la noche, el 15 de abril de 1525, en el Convento de Nuestra Señora de Atocha, en Madrid, siendo prior de San Esteban de Salamanca. Tomás del Rosario acompañó a fray Juan Hurtado de Mendoza a la reforma del Convento de Ocaña, dedicándose a la predicación popular. El 3 de agosto de 1534, fue pagado el viaje de Tomás de San Juan o del Rosario a Indias en compañía de Pedro Delgado, ambos conventuales de Ocaña, donde residía también el maestro en Teología por París y antiguo rector de Alcalá, Domingo de la Cruz. De Pedro Delgado dijo el virrey de México, Antonio de Mendoza: “Si yo tuviera que poner arzobispo de Toledo o vicario de Cristo en Roma no escogería a otro que a Fray Pedro Delgado”.
En el capítulo provincial celebrado en el Convento de la Ciudad de México el 24 de agosto de 1535 fue elegido definidor y enviado como vicario a la Casa de Santo Domingo de Oajaca con Bernardino de Minaya. La Cofradía del Rosario se instituyó en México durante el provincialato de Betanzos y su desarrollo se debió a Tomás del Rosario, el cual siendo subprior de Santo Domingo de México, recibió un favor de la Virgen y desde entonces se dedicó en calidad de capellán de la Cofradía del Rosario a la propagación de esta devoción en Nueva España, por lo que se le conoce con el sobrenombre de Tomás del Rosario. Fue predicador general y aprendió la lengua mexicana.
Fue un religioso de la primera generación de los frailes dominicos mexicanos, caracterizado por su mucha oración, fundada en la penitencia también corporal, en el ayuno, en la pobreza y en la atención pastoral de las almas, y mostrada en el don de lágrimas, de donde brotaba el celo por la predicación. De rodillas ante el Crucificado desahogaba su corazón ardiente y se llenaba su corazón de las palabras que brotaban en la predicación. Proverbial era también su devoción a la Madre de Dios y de ella hablaba en sus predicaciones con particular unción y provecho de quienes le escuchaban. Y quien en su día fue rechazado en San Esteban de Salamanca por su poca presencia fue elegido por Dios en México entre sus predilectos y sobresalió entre sus hermanos por la perfección en las virtudes propias de un fraile predicador en la línea de la observancia religiosa y predicación evangélica, establecidas por Domingo de Betanzos entre los frailes dominicos de la Nueva España.
El documento institucional de la Cofradía del Rosario, fechado el 16 de marzo de 1538 y firmado por Domingo de la Cruz, vicario general en Nueva España, en el Convento de Santo Domingo de México, aparece Tomás de San Juan como subprior del Convento de Santo Domingo, en ausencia del prior, Pedro Delgado, que se encontraba en España, enviado a reunir misioneros para Nueva España. Tomás de San Juan aprovechó sus diferentes destinos en las diversas casas de los frailes dominicos en Nueva España para instituir la Cofradía del Rosario en México, Oajaca y Puebla, que fueron los tres grandes Conventos en México. De hecho, el establecimiento de la devoción y Cofradía del Rosario en la historia va unido a la extensión de los frailes dominicos por el mundo.
Las cuentas del Rosario son de mucha cuenta; dichas para el alma y riquezas para el cuerpo. Efectivamente, las Cofradías del Rosario abrieron las puertas del cielo a muchas personas y fueron también respuesta a un problema social presente entonces en las Indias. La cofradía del Rosario en la Ciudad de México dotaba cada año a veinte doncellas pobres para el matrimonio; en efecto, como afirma Juan José de la Cruz y Moya, en su Crónica escrita dos siglos más tarde, desde 1538 a 1738 fueron dotadas 4.476 huérfanas. Por otra parte, la estupenda Capilla del Rosario de Puebla de los Ángeles, principal maravilla del templo de Santo Domingo de la misma Ciudad, no se hubiera realizado sin la Cofradía del Santo Rosario.
Fray Tomás del Rosario fue destinado, en el capítulo provincial de 1541, a Puebla de los Ángeles en calidad de vicario, donde propagó la Cofradía del Rosario; fue el primer vicario en el Convento de Santo Domingo de Puebla. En 1547 estaba en México, siendo prior Betanzos y maestro de novicios Delgado. En 1548 se encontraba en Puebla de los Ángeles, desde donde se trasladó varios meses al Convento de Santo Domingo de Izúcar de Matamoros para aprender y practicar la lengua autóctona con Domingo de la Anunciación, perito en esta lengua. En 1550 estaba en México, siendo nombrado predicador general para el Convento de Puebla. En 1552 estaba en Oajaca. Finalmente, lleno de virtudes y méritos, fray Tomás del Rosario falleció en el Convento de Santo Domingo de la Ciudad de México antes de septiembre de 1561, donde había vivido los últimos años de su vida.
Bibl.: J. J. de la Cruz y Moya, Historia de la Santa y Apostólica Provincia de Santiago de Predicadores de México en la Nueva España, ts. I-II, México, Porrúa, 1954-1955; A. Dávila Padilla, Historia de la fundación y discurso de la Provincia de Santiago de México, de la Orden de Predicadores por las vidas de sus varones insignes y casos notables de Nueva España, Libro II, México, Editorial Academia Literaria, 1955, págs. 343-381; J. M.ª Vargas, Misioneros españoles que pasaron a la América en el siglo xvi, Quito, 1980; A. González Leyva, “La devoción del Rosario en Nueva España”, en Archivo Dominicano, 17 (1996), págs. 264-319 y 18 (1997), págs. 53-149; A. Osorio de San Román, Consuelo de penitentes o Mesa franca de espirituales manjares, intr., preparación y notas de M. González Velasco, Salamanca, Universidad Pontificia, 1999, págs. 793-799.
Pedro Fernández Rodríguez, OP