López de Padilla, García. ?, p. t. s. xv – 16.IX.1489. Trigesimoprimer maestre de la Orden de Calatrava y mayordomo mayor de los Reyes Católicos.
Hijo de Pedro López de Padilla III, señor de Calatañazor y de Coruña del Conde, y de Leonor Sarmiento, hija de Pedro Ruiz Sarmiento, señor de Salinas y mariscal de Castilla. En consecuencia, fue hermano de Fernando de Padilla, maestre calatravo electo en 1443; de Juan de Padilla, señor de Calatañazor y adelantado mayor de Castilla; de Diego López de Padilla, mariscal de Castilla; de Sancho de Padilla, señor de Mejorada; y de Gutierre López de Padilla, fallecido antes que su padre y confundido con un personaje de idéntico nombre que fue veinticuatro de Jerez de la Frontera desde 1468.
Aparece por primera vez documentado en septiembre de 1445, ocupando ya el cargo de clavero de la Orden de Calatrava. En esa ocasión recibió en la villa de Almagro el pleito-homenaje realizado al maestre Pedro Girón por la mayor parte de los freires caballeros de la Orden de Calatrava. Al mismo tiempo, García López de Padilla, en manos de Luis Venegas, realizó promesa de obedecer al citado maestre y cumplir con sus mandamientos. Durante casi cuatro décadas ocupó el cargo de clavero de Calatrava, actuando en ocasiones como delegado de su primo el maestre de Pedro Girón, especialmente en el asunto de la concordia con su tío Juan Ramírez de Guzmán, comendador mayor y aspirante al maestrazgo. Según Rades, fue también comendador calatravo de Otos, una de las encomiendas más rentables de la Orden.
Tras la muerte de su padre en 1447, García López de Padilla envió a Calatañazor como apoderado al bachiller Ferrán Rodríguez, jurado y vecino de Toledo, para que participara en su nombre en el reparto de la herencia paterna. En ese reparto, verificado en enero de 1448, al clavero calatravo le correspondieron, en concepto de legítima herencia, 3.000 florines de oro y el usufructo vitalicio de la mitad de las heredades de Novés, Garcilavisa, Val de Santo Domingo, Olveite, Totanés, Alcubillete, Yuncler, las casas mayores de Toledo, las casas del Ciprés y las otras casas de alquiler que su padre tenía en la propia ciudad de Toledo, con la prohibición expresa de enajenarlas, salvo si los destinatarios eran sus hermanos. La mitad restante de todas estas propiedades quedó en manos de su hermano Sancho de Padilla.
A partir de entonces desarrolló también su papel como vecino de la ciudad de Toledo, participando en los acontecimientos relacionados con la revuelta de Pedro Sarmiento. Así, en octubre de 1449, Juan II de Castilla ordenaba a García López de Padilla y a otros vecinos toledanos que restituyeran a Pedro López de Ayala los lugares de Cedillo, Huecas, Humanes, Guadamur y Peromoro, al adelantado Juan Carrillo el lugar de Layos y a Fernando Ribadeneira el lugar de Caudilla.
Más adelante, en 1473 y en el contexto de la crítica situación de los años finales del reinado de Enrique IV, el clavero calatravo realizó una confederación con Pedro López de Ayala, el mariscal Per Afán de Ribera y Álvaro Pérez de Guzmán, comprometiéndose cada uno a aportar veinte lanzas, excepto el mariscal, que acudiría con dos.
Años después, en abril de 1479, García López de Padilla tuvo que enfrentarse a una denuncia de la ciudad de Toledo por la edificación de una fortaleza ilegal en Mascaraque, lugar de la jurisdicción toledana, que había comenzado a construir su hermano Sancho de Padilla y que, tras su fallecimiento, había pasado a poder del clavero y de los hijos de aquél.
Por lo que se refiere a su actuación como clavero de la Orden de Calatrava, aceptó, como el resto de la orden, el nombramiento como maestre del niño Rodrigo Téllez Girón (1466-1482), que sucedió al frente de la Orden a su padre Pedro Girón, bajo la administración de su tío Juan Pacheco. El marqués de Villena conservó la administración de la orden hasta su muerte, acaecida en octubre de 1474. Esta circunstancia propició que la institución calatrava asumiera las posiciones políticas de Villena. En este contexto, García López de Padilla se integró en las filas de la liga nobiliaria y participó activamente en la batalla de Olmedo (agosto de 1467), que significó el triunfo de las tropas enriqueñas.
Al iniciarse la guerra de sucesión castellana en 1474, el maestre Rodrigo Téllez Girón, al frente de su Orden, se inclinó claramente a favor del bando de Juana la Beltraneja, que contaba con el apoyo de la Monarquía portuguesa. Sin embargo, poco después, el clavero y el comendador mayor calatravo, Diego García de Castrillo, se pasaron al bando isabelino. Rodrigo Téllez Girón se mantuvo en el bando contrario, pero los sucesivos reveses de las tropas portuguesas le convencieron en 1476 de la necesidad de pactar con los reyes castellanos para conservar su maestrazgo. El 27 de abril de 1477, el clavero prestó juramento de fidelidad al maestre. Tanto el clavero como el maestre, que se mantuvo fiel a Isabel y Fernando, intervinieron en la primera fase de la Guerra de Granada, en el transcurso de la cual, el 13 de julio de 1482, murió Rodrigo Téllez Girón.
Al quedar vacante el maestrazgo, el Capítulo General de la Orden, reunido en el convento de Calatrava la Nueva, eligió por nuevo maestre al clavero García López de Padilla. El nuevo maestre calatravo participó esporádicamente en la Guerra de Granada al frente de las tropas de la Orden, pero, debido a lo avanzado de su edad, dejó la mayor parte de las operaciones militares en manos del citado comendador mayor y del clavero, dignidad que ahora ocupaba su sobrino Gutierre de Padilla. Por su parte, el maestre se concentró en los problemas internos de la Orden y en la defensa de sus derechos. Al mismo tiempo promovió obras en los palacios maestrales de Almagro y en el convento de Calatrava la Nueva, donde se realizaron la sacristía y el retablo mayor.
Don García actuó eficazmente al servicio de los Reyes Católicos, que le nombraron su mayordomo mayor, miembro del Consejo Real y le consideraban el “más fiel amigo de nuestra casa”. Aprovechando esta proximidad, los Monarcas negociaron con el maestre la posibilidad de que, a su muerte, Fernando se convirtiera en administrador de la Orden. El maestre se mostró de acuerdo y en febrero de 1485 el Capítulo General de la Orden aprobó que, tras su fallecimiento, la administración del maestrazgo pasara a manos de Fernando el Católico, con la condición de no enajenar los bienes calatravos y que la institución fuera gobernada por un consejo de freires de la Orden.
García López de Padilla murió el 16 de septiembre de 1489 y fue sepultado en un sepulcro de alabastro situado en la capilla mayor del convento de Calatrava la Nueva. García se convirtió así en el último maestre de la Orden Militar de Calatrava, ya que, a su muerte, Fernando V de Castilla asumió efectivamente la administración de la institución.
Bibl.: F. de Rades y Andrada, Chronica de las Tres Ordenes y Cauallerias de Sanctiago, Calatraua y Alcantara, parte Chronica de Calatraua, Toledo, Imprenta de Juan de Ayala, 1572 (ed. facs., Barcelona, 1980; Valencia, 1994), fols. 78r. y 81r.-82v.; L. de Salazar y Castro, Historia genealógica de la Casa Lara, t. I, Madrid, Imprenta Real, por Mateo de Llanos y Guzmán, 1696-1699, pág. 424, 3 vols.; I. J. de Ortega y Cotes, J. F. Álvarez de Baquedano y P. de Ortega Zúñiga y Aranda, Bullarium Ordinis Militiae de Calatrava, Madrid, Tipografía Antonio Marín, 1761 (ed. facs. Barcelona, 1981), págs. 231-251 y 285-290; L. Galíndez Carvajal, Anales breves del reinado de los Reyes Católicos, Madrid, Editorial Atlas, Biblioteca de Autores Españoles, t. LXX, 1953, pág. 545; G. Argote de Molina, Nobleza del Andalucía. Libros I y II, Jaén, Instituto de Estudios Giennenses, 1957, pág. 187; E. Solano Ruiz, La Orden de Calatrava en el siglo xv. Los señoríos castellanos de la Orden al fin de la Edad Media, Sevilla, Universidad, 1978, págs. 107 y 117-122; Crónica anónima de Enrique IV de Castilla, 1454-1474 (Crónica castellana), vol. II, ed. crítica y comentada de M. P. Sánchez-Parra, Madrid, Ediciones de la Torre, 1991, págs. 209-214; R. Sánchez Saus, Linajes medievales de Jerez de la Frontera, vol. II, Sevilla, Ediciones Guadalquivir, 1996, n.º XLIV; J. P. Molénat, Campagnes et monts de Tolède du xiie au xve siècle, Madrid, Casa de Velázquez, 1997, págs. 414-415; B. Casado Quintanilla, Corona de Castilla: Documentos de la Orden de Calatrava expedidos durante los tres últimos maestrazgos (1445-1489). Estudio diplomático, Madrid, UNED, 1997, n.os 1, 4, 19-20, 25-26 y 31-34; C. de Ayala Martínez, Las órdenes militares hispánicas en la Edad Media (siglos xii-xv), Madrid, Marcial Pons Historia y La Torre Literaria, 2003, págs. 231, 482-483, 524 y 558; E. Rodríguez-Picavea Matilla, “Linaje y poder en la Castilla Trastámara. El ejemplo de la Orden de Calatrava”, en Anuario de Estudios Medievales, 35/1 (2005), págs. 91-130; J. P. Molénat, “Les tolédans dans les ordres militaires, du xiie au xve siècle”, y E. Rodríguez-Picavea Matilla, “La nobleza y la Orden de Calatrava en tiempos de Juan II de Castilla”, en VV. AA., As Ordens Militares e de Cavalaria na Construçao do Mundo Ocidental. Actas do IV Encontro sobre Ordens Militares, Lisboa, Ediçoes Colibri/Câmara Municipal de Palmela, 2005, págs. 261-277 y págs. 585-620, respect.; E. Rodríguez-Picavea Matilla, “Prosopografía de la Orden de Calatrava en Castilla: La primera mitad del siglo xv”, en Meridies. Revista de Historia Medieval, VII (2005), págs. 201- 244; E. Rodríguez-Picavea Matilla y O. Pérez Monzón, “Mentalidad, cultura y representación del poder de la nobleza calatrava en la Castilla del siglo xv”, en Hispania, 222 (2006).
Enrique Rodríguez-Picavea Matilla