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Diego López de Padilla

Biografía

López de Padilla, Diego. ?, p. s. xv – ¿Quintanilla (Burgos)?, 1456. Señor de la mitad de Coruña del Conde y mariscal de Castilla.

Hijo de Pedro López de Padilla III, señor de Calatañazor y de Coruña del Conde, y de Leonor Sarmiento, hija de Pedro Ruiz Sarmiento, señor de Salinas y mariscal de Castilla. En consecuencia, fue hermano de los maestres calatravos Fernando de Padilla (1443) y García López de Padilla (1482-1489); de Juan de Padilla, señor de Calatañazor y de la mitad de Coruña del Conde; de Sancho de Padilla, señor de Mejorada; y de Gutierre López de Padilla, fallecido antes que su padre y confundido con un personaje de idéntico nombre que fue veinticuatro de Jerez de la Frontera desde 1468.

Entre junio y julio de 1435, Diego López de Padilla aparece por primera vez documentado resolviendo el pleito que tenía con Diego de Haro, señor de Busto de Bureba y Revilla, por la villa de Busto de Bureba. Para resolver sus diferencias, el 27 de julio de ese mismo año, ambos litigantes confiaron en la sentencia emitida por Garci Fernández Manrique, conde de Castañeda, y por Pedro Fernández de Velasco, conde de Haro. El resultado fue que Diego de Haro conservó el señorío sobre la villa de Busto de Bureba, con todos sus derechos, a cambio de pagar a Diego López de Padilla 150.000 maravedís.

El 27 de abril de 1440, Diego López de Padilla figura como vasallo de Juan II de Castilla y testigo del pleito homenaje realizado por Fernando Álvarez de Toledo, conde de Alba, a favor del Rey. En mayo de ese mismo año aparece recibiendo el pleito homenaje de Gutierre de Toledo, arzobispo de Sevilla, en la confederación realizada con Álvaro de Luna y el conde de Alba para servir a Juan II y a su hijo el príncipe Enrique.

En 1443, tras la muerte del maestre electo Fernando de Padilla, se hizo cargo, junto a su hermano Gutierre López de Padilla, de la fortaleza de Calatrava la Nueva y la entregó al infante Enrique. Según Francisco de Rades y Andrada, como comendador calatravo de Valdepeñas, se encontraba entre los que dieron su voto a Pedro Girón con ocasión de la elección maestral de 1445. De ser cierta esta noticia del casi siempre bien informado cronista calatravo, Diego López de Padilla se desvincularía después de la Orden de Calatrava.

El 24 de enero de 1448, y como mariscal del príncipe de Asturias, las crónicas lo sitúan en Calatañazor acordando el reparto de la herencia de su padre Pedro López de Padilla III, fallecido el año anterior. En ese reparto, Diego López de Padilla recibió la mitad del señorío jurisdiccional de Coruña del Conde, según había dispuesto testamentariamente su padre en concepto de legítima y mejora, con la condición de no enajenarlo sin el consentimiento de sus hermanos. El primogénito Juan de Padilla recibió el señorío jurisdiccional de Calatañazor y la mitad restante de Coruña del Conde, mientras que García López de Padilla y Sancho de Padilla se repartieron a medias las propiedades toledanas de su padre.

A partir de 1454, con el acceso al trono de Enrique IV, Diego desempeñó el cargo de mariscal regio. El mariscal, introducido por Juan I en 1382 en número de dos, era un colaborador del condestable, jefe supremo de la hueste regia, y aposentador del Ejército.

Pronto se convirtió en un cargo honorífico de carácter hereditario. De ser este último el caso de Diego López de Padilla, la herencia pudo venirle de su abuelo materno Pedro Ruiz Sarmiento.

El 7 de octubre de 1456, Diego López de Padilla otorgó testamento en su casa de Quintanilla y debió de morir poco después. El 12 de diciembre de 1458, su mujer Teresa de Haro se documenta por primera vez como viuda. Fue enterrado en la capilla de la Cruz o de la Santa Redención, fundada por Teresa de Haro en la catedral de Toledo, junto a la capilla de los Reyes Nuevos. El 30 de mayo de 1496, la viuda de Diego confirmó la donación realizada en 1478 al Cabildo de la catedral de Toledo de las dehesas de Hablates, Hablatejos y Montalvejos, en término de Toledo, con la condición de conservar el usufructo vitalicio y de que el Cabildo dedicara el noventa por ciento de sus rentas para pagar a un sacristán y dos capellanes que dijeran en su capilla quinientas doce misas anuales. Tras su muerte, Teresa de Haro fue enterrada también en la capilla de la Cruz.

El matrimonio no tuvo descendencia, razón por la cual el mariscal de Castilla nombró herederos de todos sus bienes a su mujer Teresa de Haro y a su hermano mayor Juan de Padilla para que, después de cumplidas las mandas testamentarias, se los distribuyeran a partes iguales. No obstante, en el reparto de la herencia de Pedro López de Padilla III se había acordado que, en el caso de que Diego no tuviera hijos, el usufructo vitalicio de la mitad de Coruña del Conde lo conservaría su viuda. Probablemente, tras la muerte de Juan de Padilla (1468) y durante los últimos años del reinado de Enrique IV, Coruña del Conde salió del patrimonio de los Padilla y pasó a manos, primero de Juan Pacheco, el marqués de Villena, y después de los Mendoza. El propio monarca castellano concedería a Lorenzo Suárez de Mendoza, vizconde de Torija y hermano del marqués de Santillana, el título de conde de Coruña.

 

Fuentes y bibl.: Real Academia de la Historia, Colección Salazar y Castro, sign. D-11, fols. 41-44, sign. D-56, fol. 110v., sign. M-49, fols. 196v.-200v., sign. M-51, fols. 160-172, sign. M-61, fols. 140v.-143v., sign. M-131, fols. 134-154, O-6, fol. 100v.

F. de Rades y Andrada, Chronica de las Tres Ordenes y Cauallerias de Sanctiago, Calatraua y Alcantara, parte Chronica de Calatraua, Toledo, Imprenta de Juan de Ayala, 1572 (ed. facs., Barcelona, 1980; Valencia, 1994), fol. 78r.; Crónicas de los Reyes de Castilla: desde D. Alfonso el Sabio hasta los Reyes Católicos don Fernando y doña Isabel, colección ordenada por Cayetano Rosell, Madrid, Ediciones Atlas, 1953, 3 vols., II, Crónica de Juan II, págs. 612-613; G. Argote de Molina, Nobleza del Andalucía. Libros I y II, Jaén, Instituto de Estudios Giennenses, 1957, pág. 187; E. Solano Ruiz, La Orden de Calatrava en el siglo xv. Los señoríos castellanos de la Orden al fin de la Edad Media, Sevilla, Universidad, 1978, págs. 81-82; R. Sánchez Saus, Linajes medievales de Jerez de la Frontera, Sevilla, Ediciones Guadalquivir, 1996, 2 vols., II, n.º XLIV; J. M. Calderón Ortega, Álvaro de Luna (1419-1453). Colección Diplomática, Madrid, Dykinson, 1999, docs. 77 y 79; A. B. Sánchez Prieto, La Casa de Mendoza hasta el tercer Duque del Infantado (1350-1531), Madrid, Palafox y Pezuela, 2001, págs. 16, 125, 144, 148 y 154-155; E. Rodríguez-Picavea Matilla, “Linaje y poder en la Castilla Trastámara. El ejemplo de la Orden de Calatrava”, en Anuario de Estudios Medievales, 35/1 (2005), págs. 91-130; E. Rodríguez-Picavea Matilla, “Prosopografía de la Orden de Calatrava en Castilla: la primera mitad del siglo xv”, en Meridies. Revista de Historia Medieval, VII (2005), págs. 201-244.

 

Enrique Rodríguez-Picavea Matilla

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