Padilla, Gutierre de. Toledo, s. t. s. xv – Almagro (Ciudad Real), XI.1515. Comendador mayor y clavero de la Orden de Calatrava y presidente del Consejo de Calatrava.
Hijo de Sancho de Padilla, señor de Mejorada y la mitad de Novés, fallecido en 1463, y de Marina de Sandoval, hija de Gutierre de Sandoval, señor de Ventosa y de Villarejo de la Vega; hermano de Pedro López de Padilla, señor de Mejorada, la mitad de Novés y la casa y fortaleza de Mascaraque; y sobrino de los maestres calatravos Fernando de Padilla (1443) y García López de Padilla (1482-1489) y de Juan de Padilla, señor de Calatañazor y adelantado mayor de Castilla.
Seguramente nació en Toledo, donde tenían la residencia sus padres. Se convirtió en freire de la Orden de Calatrava durante el maestrazgo de Rodrigo Téllez Girón (1466-1482), probablemente contando con el apoyo de su tío, el entonces clavero García López de Padilla. El 28 de noviembre de 1472 aparece documentado como caballero calatravo en el capítulo general de la Orden celebrado en la capilla de San Benito de los palacios maestrales de Almagro. Posteriormente disfrutó de la encomienda de Malagón. Durante el maestrazgo de su tío, y tras el fallecimiento del clavero Ramiro Núñez de Guzmán, pasó a ocupar la clavería, que compatibilizó con la encomienda de Manzanares. Probablemente asistió ya con ese cargo al importante capítulo general calatravo celebrado en febrero de 1485, que aprobó la incorporación de la Orden a la Corona tras el fallecimiento del maestre. Con seguridad estaba como clavero, el 20 de diciembre de 1485, en el capítulo de la Orden de Calatrava celebrado en Jaén. Cuatro años después tuvo lugar el fallecimiento de su tío, pasando la administración de la Orden a Fernando el Católico.
Durante esos años participó activamente en la Guerra de Granada (1482-1492), asumiendo, junto al comendador mayor Diego García de Castrillo, el protagonismo de la Orden en la contienda, ya que la intervención de García López de Padilla fue más excepcional. En 1484, a sugerencia precisamente de su tío el maestre calatravo, Fernando el Católico le entregó la tenencia fronteriza de Alhama, plaza desde la cual Gutierre de Padilla dirigió posteriormente varias cabalgadas en su condición de alcaide, conquistando Zalea en 1485. La tenencia de Alhama continuó en poder de Gutierre de Padilla después de finalizar la conquista del sultanato nazarí de Granada y su renta le reportaba, según datos de 1498, 365.000 maravedís anuales. En la propia Alhama fundó Gutierre un priorato calatravo, dotado con ciertos cortijos y heredades que los Reyes Católicos le habían concedido. Posteriormente, el priorato de la Orden fue trasladado a la ciudad de Granada.
Al morir el comendador mayor calatravo Diego García de Castrillo en 1497, los Reyes Católicos ordenaron que en diciembre de ese mismo año se celebrara capítulo general de la Orden en Alcalá de Henares, siendo elegido Gutierre de Padilla para ocupar la encomienda mayor de la Orden, máxima dignidad a la que entonces podía aspirar un caballero calatravo, ya que el maestrazgo estaba bajo la administración del rey castellano. En el mismo capítulo se decidió que su sustituto al frente de la clavería fuera Alonso de Silva, hermano del conde de Cifuentes.
Como comendador mayor calatravo, Padilla debió asistir a los capítulos generales de la Orden de Calatrava celebrados en Granada (1500), Medina del Campo (1504) y Sevilla (1511).
Gutierre de Padilla fue presidente del Consejo de Calatrava, institución que se encargaba de los asuntos de esta Orden y de su filial alcantarina. A principios del siglo xvi, la retribución de Gutierre de Padilla como presidente del consejo era de 300.000 maravedís anuales. El 22 de diciembre de 1509 fue nombrado gobernador del Campo de Calatrava, con un salario anual de 108.000 maravedís. A esto había que unir las rentas recibidas de la encomienda de Agudo y Abenojar, perteneciente al comendador mayor calatravo, que entre 1497 y 1511, fechas durante las cuales la disfrutó Gutierre de Padilla, oscilaron entre 1.142.451 y 1.171.850 maravedís anuales.
En febrero de 1507, el rey castellano le concedió poder para reunir en la Corte un capítulo particular de su Orden y tratar así de sus diferencias con el arzobispo de Toledo. Al año siguiente se le exigió que preparara cuarenta lanzas, con su propia persona al frente, para intervenir en la campaña contra los musulmanes norteafricanos que estaba organizando Fernando el Católico.
El 31 de agosto de 1504, el papa Julio II le había concedido licencia para poder disponer de sus bienes “in ultima voluntate”. Gutierre de Padilla murió en la villa de Almagro en noviembre de 1515. Siguiendo la versión de Lorenzo Galíndez Carvajal, “dicese que si venciera de dias al Rey Católico, que tomaria el maestrazgo de Calatrava, porque tenia esperanza de ser elegido”.
Pensando en su eterno descanso, el comendador Padilla había construido la mayor de las capillas de la iglesia de Calatrava la Nueva, conocida después como “la Grande”, “por ser la más capaz; y por esta razón se dan en ella los hábitos a los caballeros y religiosos”. La capilla, protegida con una reja de hierro dorada, estaba adornada con las armas de Gutierre de Padilla y un retablo escultórico dorado. Sin embargo, Padilla no fue sepultado en “la Grande”, al menos con carácter definitivo. Para su eterno descanso se escogió un espacio considerado más privilegiado: un suntuoso sepulcro en el centro de la capilla mayor del Monasterio calatravo de la Asunción en Almagro, que había sido fundado con rentas dejadas por el comendador mayor. La construcción de este edificio se decidió años después de la muerte de Gutierre de Padilla, en el capítulo de la Orden celebrado en Burgos (1523). Para ello se utilizó parte de la generosa renta que el comendador Padilla había dejado para fundar y dotar un hospital en la villa de Almagro. El capítulo calatravo consideró que la renta era excesiva para las necesidades del hospital y que, sin embargo, era más útil aplicar una parte de ella para fundar el Monasterio de la Asunción en Almagro, destinado a albergar monjas nobles de la Orden de Calatrava, con la condición de que las aspirantes probasen su “limpieza de sangre” para su ingreso y de que las doncellas del linaje Padilla tuvieran preferencia sobre las restantes candidatas.
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Enrique Rodríguez-Picavea Matilla