López de Padilla, Pedro. Señor de Calatañazor y Coruña del Conde. ?, c. 1372 – 1447. Guarda mayor de Juan II de Castilla.
Hijo de Juan Fernández de Padilla, señor de Calatañazor, alguacil mayor de Toledo y camarero de Enrique II de Castilla, y de Juana de Ayala, hija de Fernán Pérez de Ayala, señor de Ayala, y hermana de Pedro López de Ayala, alcalde mayor de Toledo y gran canciller de Castilla. El matrimonio de sus padres debió de celebrarse en 1371.
En noviembre de 1376, y tras el fallecimiento de su padre, Enrique II de Castilla confirmó a Pedro López de Padilla y a su hermana María de Padilla, menores de edad, la donación realizada a Juan Fernández de Padilla de la villa de Calatañazor. Mientras duró la minoría de edad, el señorío debió de ser administrado por su madre Juana de Ayala, que en 1382, en calidad de señora de Calatañazor, vendió a Pedro Fernández de Velasco, camarero mayor del Rey, unos vasallos en Val de San Vicente.
Posteriormente, los dos hermanos Padilla establecieron una doble alianza con la familia Sarmiento mediante el matrimonio de Pedro López de Padilla con Leonor Sarmiento y de María de Padilla con Diego Pérez Sarmiento, adelantado mayor de Galicia. Los dos hermanos Sarmiento eran hijos de Pedro Ruiz Sarmiento, señor de Salinas y mariscal de Castilla, y de Juana de Guzmán.
Pedro López de Padilla, además de la herencia del señorío jurisdiccional de Calatañazor, debió de recibir de su padre una parte o todo el señorío de Coruña del Conde, la residencia toledana y otras propiedades en la ciudad del Tajo. Siguiendo la política paterna, sobre estos tres ámbitos geográficos, Calatañazor, Coruña del Conde y Toledo, desarrolló su trayectoria vital. Calatañazor y su tierra serían la referencia solariega del linaje, en Coruña del Conde completaría o consolidaría el señorío jurisdiccional, mientras que en Toledo mantendría la residencia y los intereses políticos que permitirían una más fluida relación con la Corte regia y los más importantes sectores de la sociedad castellana. Probablemente, estas relaciones le permitieron desempeñar el oficio de guarda mayor de Juan II de Castilla.
En consecuencia, a Pedro López de Padilla, perteneciente a un linaje de origen burgalés, con solariegos en el obispado de Osma, puede considerársele también un toledano, que incrementa sus intereses en esta región con propiedades en Novés, Garcilavisa, Val de Santo Domingo, Olveite, Totanés, Alcubillete, Yuncler, casas en la propia ciudad de Toledo y las heredades de Marchamalo y Alamino, en tierra de Guadalajara. Además, Pedro López de Padilla disfrutó de una merced regia de veinte excusados.
El 19 de julio de 1424 se documenta como vecino morador de Toledo, al adquirir todo lo que poseía el Cabildo de la catedral de Toledo en Totanés a cambio de 1.000 maravedís de censos sobre diversas casas de la ciudad, cercanas a su propia residencia. En la ciudad del Tajo tuvo también Pedro López, entre otras, las denominadas casas del Ciprés. En Huecas poseía una heredad, que en 1443 vendió, junto a otras cosas, a Pedro López de Ayala.
En 1430, Pedro López de Padilla estuvo presente entre los que juraron las importantes treguas de Majano, que sancionaron la expulsión de los infantes de Aragón de Castilla y el triunfo de Álvaro de Luna.
En febrero de 1443 moría Luis González de Guzmán, maestre de la Orden de Calatrava, y era elegido para sustituirle el clavero Fernando de Padilla, hijo de Pedro López de Padilla. Sin embargo, Juan II de Castilla, por influencia de los infantes de Aragón, apoyó la candidatura de Alfonso de Aragón. El maestre electo decidía defender sus derechos y se hacía fuerte en Almagro. En ese momento el monarca castellano envió al padre de Fernando de Padilla con el objetivo de lograr un acuerdo. El maestre electo aceptó dejar en libertad al comendador mayor Juan Ramírez de Guzmán y a sus partidarios a cambio de que se reconociera la validez de su elección. Sin embargo, el infante Enrique decidió tomar por la fuerza de las armas la fortaleza de Calatrava la Nueva y en el transcurso del asedio murió Fernando de Padilla, herido accidentalmente por uno de sus hombres.
El matrimonio formado por Pedro López de Padilla y Leonor Sarmiento tuvo nutrida descendencia, que incrementó los señoríos y oficios del linaje Padilla. Por señalar sólo a los hijos varones que llegaron a la edad adulta, además del ya mencionado maestre calatravo Fernando de Padilla, el primogénito Juan de Padilla fue adelantado mayor de Castilla; Diego López de Padilla, mariscal de Castilla; Gutierre López de Padilla, fallecido antes que su padre y confundido con un personaje de idéntico nombre que fue veinticuatro de Jerez de la Frontera desde 1468; Sancho de Padilla, señor de Mejorada y creador también de otra línea cadete de los Padilla, y García López de Padilla, último maestre de la Orden de Calatrava (1482-1489).
Tras la muerte de Pedro López de Padilla en 1447, sus hijos se repartieron sus bienes en enero de 1448. El señorío solariego de Calatañazor quedó, por vía de mayorazgo, para el primogénito Juan de Padilla, que recibía también la mitad de Coruña del Conde, ya que la mitad restante era para su hermano Diego López de Padilla. Las propiedades toledanas se dividieron a medias entre Sancho de Padilla, con la condición de no enajenarlas sin la autorización de sus hermanos, y García López de Padilla, entonces clavero de la Orden de Calatrava, que las recibió en usufructo vitalicio y con la prohibición expresa de enajenarlas. De tal suerte que se había producido una división en el reparto de la herencia familiar de los Padilla, los solariegos de la vieja Castilla, de donde era originario el linaje, era para el primogénito, con la salvedad de la mitad de Coruña del Conde, mientras que el patrimonio de la zona toledana, sin jurisdicción señorial, quedaba, con condiciones, en manos de otros dos hermanos varones, que desarrollarían a partir de entonces una notable actividad en Toledo y su comarca. El primogénito heredaba, además, las heredades Marchamalo y Alamino, en tierra de Guadalajara, la merced de veinte excusados, el resto de las propiedades paternas y la potestad de cobrar las cantidades que se le debían a su padre. En contrapartida, debía hacerse cargo de las mandas testamentarias, de pagar las deudas pendientes y de la dote de su hermana Juana de Padilla, ya que su otra hermana, Isabel de Padilla, ya había recibido de su padre una dote de 400.000 maravedís para su matrimonio, razón por la cual renunciaba a recibir ninguna otra cantidad procedente de la herencia de Pedro López de Padilla.
Fuentes y bibl.: Real Academia de la Historia, Colección Salazar y Castro, sign. M-51, fols. 160-172 y leg. 14, carp. 9, n.º 1.
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Enrique Rodríguez-Picavea Matilla