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Pedro Mariano Estala Ribera

Biografía

Estala Ribera, Pedro Mariano. Damón. Daimiel (Ciudad Real), 1.VIII. 1757 – Auch (Francia), 29.IV.1815. Helenista, traductor y crítico literario (SchP).

Fue el tercero de los nueve hijos nacidos en el seno de una familia acomodada, oriunda de Valencia. Su padre era médico y estaba emparentado con una antigua familia hidalga de la Mancha, los Valdelomar. Estudió en alguno de los colegios escolapios de Madrid, donde vistió la sotana de la orden el 28 de julio de 1774 y el 21 de agosto de 1776 emitió los votos solemnes. A partir de esta fecha, trabajó al lado del obispo de Salamanca e inquisidor general, Felipe Bertrán, y entró en contacto con los jóvenes poetas Juan Meléndez Valdés y José Iglesias de la Casa. En 1778 ingresó como profesor de Humanidades en el colegio de San Fernando de las Escuelas Pías de Madrid, puesto que ocupó los diez años siguientes. El 22 de septiembre de 1781 fue ordenado sacerdote.

La vida de Estala en Madrid transcurre entre las clases y los amigos que asisten con regularidad a la tertulia que organiza en su celda, entre los que se encuentran el escolapio Juan Navarrete, Leandro Fernández de Moratín, Juan Pablo Forner y los amigos salmantinos cuando están de vacaciones. Allí leen los borradores de sus trabajos y comparten proyectos y lecturas. De esta época data su poco conocido Viaje al Parnaso (1783), la divertida sátira Bello gusto satíricocrítico (1785) o sus colaboraciones para los tomos de Gramática y Literatura de la versión española de la Enciclopedia Metódica del padre Mínguez. Empieza también a colaborar con el cirujano madrileño Ramón Fernández, que financió la famosa Colección de poetas castellanos (1786-1797, 20 volúmenes), aunque Estala sólo fue responsable de los trece primeros, algunos de los cuales van precedidos de sustanciosos prólogos críticos.

En noviembre de 1788 obtuvo el beneficio simple rural de la parroquia de Langa (Ávila), lo que le permite vestir el hábito secular y pasar a ocupar la cátedra de Humanidades del Real Seminario Conciliar de San Carlos de Salamanca, donde explicó Propiedad latina, Retórica y Griego. Allí participa con una Oración fúnebre en las exequias por la traslación del cuerpo del inquisidor Felipe Bertrán a Salamanca (1789). Sin embargo, pronto abandona el seminario (noviembre de 1790) para presentarse a las oposiciones convocadas en los Reales Estudios de San Isidro de Madrid para cubrir la vacante de la cátedra de Poética. Estudia mucho pero está solo y lleno de melancolía, como se ve en sus cartas a Forner. Pierde la cátedra, que fue ocupada por Santos Díez González, y se enfada con Moratín, que no había podido o no había querido hacer uso de sus relaciones con el poder para ayudarle a conseguir el puesto. En esta situación acepta, en junio de 1792, la plaza de encargado del catálogo de los manuscritos de la biblioteca de los Reales Estudios, institución en la que irá ascendiendo hasta llegar a ser bibliotecario primero en 1803.

Estos años fueron muy fructíferos en trabajos literarios: editó la primitiva versión de la República Literaria de Saavedra Fajardo (1793); tradujo el Edipo rey de Sófocles (1793) y el Pluto de Aristófanes (1794), a los que antepuso sendos discursos sobre la tragedia y la comedia antigua y nueva. Entre 1795 y 1798 colaboró con el Diario de Madrid camuflado tras El Censor Mensual, crítico oculto que enjuició con dureza e ironía lo publicado cada mes. Empieza a traducir y componer el Viajero Universal, cuarenta y tres volúmenes en los que se describen las costumbres y peculiaridades de gran número de pueblos de la tierra (1795-1801), y el éxito de la empresa lo lleva a realizar una tarea similar con el Compendio de la Historia Natural de Buffon de Renato Castel (1802-1811). Además, todo este tiempo actúa como censor de libros atendiendo a las peticiones del Consejo de Castilla.

En 1805 fue nombrado canónigo de la Catedral de Toledo y, meses antes del desastre de Trafalgar, publicó con gran éxito las Cartas de un español a un anglómano, obra de propaganda política en la que recoge todas las maldades y tropelías que el Gobierno inglés ha perpetrado contra Francia, España o los territorios de Ultramar. Estala está cada vez más interesado en asuntos de índole política, de manera que cuando en 1808 las tropas francesas invaden el país, apoya con entusiasmo las medidas reformadoras de José Bonaparte. Publica El Imparcial (1809), un periódico de reflexión y propaganda política, se le concede la Orden Real de España y es nombrado director de la imprenta oficial del gobierno. Entre 1810 y 1811 forma parte de una comisión de teatros y de una Junta de Instrucción Pública para la Reforma de la Enseñanza. Por un auto de la Inquisición se sabe que además fue un reconocido francmasón.

Cuando el gobierno josefino inició la retirada tras la derrota en Arapiles (julio de 1812), Estala y Moratín, junto a otros funcionarios, viajan en el convoy francés hacia Valencia, donde se ocuparon de la composición del Diario de Valencia hasta el 30 de junio de 1813. Obligados a abandonar la ciudad, llegan a Peñíscola, donde sufren el asedio, refugiados en su castillo, a lo largo de casi un año de penalidades. Como el rey Fernando no cumplía su Decreto de Amnistía (30 de mayo de 1814), los amigos viajan a Barcelona, desde donde el dramaturgo escribe a Juan Antonio Melón: “Damón se fue por mar a Francia, viejo, hidrópico, con una úlcera en una pierna, con un humor, con un genio insufrible, con una cólera, exaltada sin duda por los muchos trabajos que ha padecido...”. Estala fue alojado en la ciudad de Auch, donde murió el 29 de abril de 1815, a la edad de cincuenta y siete años.

 

Obras de ~: Los cinco libros sobre las opiniones de los filósofos, de Plutarco, trad. de ~, s. f. (Biblioteca Menéndez Pelayo, ms. 39); ¡Oh dura condición de los mortales!..., [1783] (Biblioteca Nacional de España, ms. 3703, fols. 161r.-171r.) (ed. por M.ª E. Arenas Cruz, Dieciocho, 26.1 [2003], págs. 131-157); Bello gusto satírico-crítico de inscripciones para la inteligencia de la ortografía y lengua castellana, Madrid, Pedro Marín, 1785; Rimas de Francisco de Figueroa, llamado el Divino, Madrid, Imprenta Real, 1785; Respuesta semicrítica a la carta hipercrítica que se insertó en el Memorial Literario contra Francisco de Figueroa, Madrid, Imprenta Real, 1786; Colección de Poetas castellanos de Ramón Fernández, Madrid, Imprenta Real, 1786-1792; Solemnes exequias celebradas en la Santa Iglesia de Salamanca y Real Seminario de San Carlos en la traslación del cadáver del Exmo. Sr. D. Felipe Bertrán, Madrid, Sancha, 1790; Reflexiones sobre el origen de los descubrimientos atribuidos a los modernos, trad. de ~, Madrid, Benito Cano, 1792; Edipo tirano, tragedia de Sófocles, trad. de ~, Madrid, Sancha, 1793; “Discurso curioso, agudo y erudito acerca de la multitud de libros que cada día se publican”, en Gabinete de Lectura española (Madrid), VI (1793); El Pluto, comedia de Aristófanes, trad. de ~, Madrid, Sancha, 1794; El Viajero Universal o Noticia del mundo antiguo y nuevo, Madrid, Villalpando, 1795-1801; Compendio de la Historia Natural de Buffon, clasificado según el sistema de Linneo por Renato Castel, trad. de ~, Madrid, Villalpando, 1802-1811; Cartas de un español a un anglómano, Madrid, Villalpando, 1805; “La sombra de Nelson de Inarco Celenio, P. A., traducida en tonto para los que no saben otra lengua que esta”, en Minerva o El revisor General, XXV (1805), págs. 217-220; El Imparcial, Madrid, 1809; Cuentos morales de Marmontel, trad.

de ~, Valencia, Salvá, 1813.

 

Bibl.: J. M. Sotelo, Reflexiones sobre el discurso de la tragedia antigua, que antecede a la traducción de Edipo Tirano de Sófocles, de D. Pedro Estala, s. f. (Biblioteca Universitaria de Sevilla, ms. 332/163); F. N. de R., “Reflexiones críticas sobre la tragedia de Edipo Rey, escrita por Sófocles; y sobre el discurso preliminar con que la publicó el SDPE”, en Memorial Literario, XI (1796), págs. 109-131; M. Menéndez Pelayo, Historia de las ideas estéticas en España, Madrid, Rivadeneira, 1883; J. Pérez de Guzmán, “Veintiuna cartas inéditas de D. Pedro Estala dirigidas a D. Juan Pablo Forner, bajo el nombre arcádico Damón”, en Boletín de la Real Academia de la Historia, LVIII (1911), págs. 5-36; A. Paz y Meliá, “La francmasonería en Almagro”, en Papeles de la Inquisición, Madrid, Patronato del Archivo Histórico Nacional, 1947; G. Demerson, “Acerca de un supuesto madrileño: don Pedro de Estala”, en Anales del Instituto de Estudios Madrileños, I (1966), págs. 309-314; VV. AA., El clero afrancesado, Université de Provence, 1986; R. Andioc, “Ramón Fernández siempre será Ramón Fernández”, en Ínsula, 504 (1988), págs. 18 y 19; J. Simón Díaz, Historia del Colegio Imperial de Madrid, Madrid, Instituto de Estudios Madrileños, 1992 (2.ª ed.); C. Miguel Alonso, La biblioteca de los Reales Estudios de San Isidro, Madrid, Universidad Complutense, 1992; J. Checa Beltrán, “La teoría de la tragedia en Estala”, en Teatro español del siglo xviii, Lleida, Universidad, 1996, págs. 243-264; J. Dowling, “Don Pedro Estala, peripatético”, en Studies in honor of Gilberto Paolim, Newark, Juan de la Cuesta Press, 1996, págs. 129-139; “La ‘Pérfida Albión’ de Pedro Estala: proemio al combate naval del 21 de octubre de 1805”, en Ideas en sus paisajes, Alicante, Universidad, 1999, págs. 151-157; M. E. Arenas Cruz, “Pedro Estala como ‘censor mensual’ en el Diario de Madrid (1795- 1798)”, en Revista de Literatura, LXII, 124 (2000), págs. 327- 346; “En desagravio de Estala. A propósito de una crítica contra El filósofo enamorado de Forner en el Diario de Madrid (1795)”, en Cuadernos de Estudios del siglo xviii, 10-11 (2000- 2001), págs. 17-41; Pedro Estala, vida y obra. Una aportación a la teoría literaria del siglo xviii español, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2003; “Defensa de la crítica y defensa de la poesía: Pedro Estala contra el padre Centeno a propósito de Francisco de Figueroa”, en Salina, 17 (2003), págs. 89-101.

 

María Elena Arenas Cruz

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