Mendoza, Catalina de. Granada, 5.II.1542 – Alcalá de Henares (Madrid), 15.II.1602. Profesa jesuita (SI).
Era hija natural de Iñigo López de Mendoza, III marqués de Mondéjar y IV conde de Tendilla, capitán general del reino de Granada y alcaide perpetuo de la Alhambra. Fue educada con sus abuelos: Luis Hurtado de Mendoza, presidente del Consejo Real, y Catalina de Mendoza, la marquesa santa. A los refinamientos propios de su rango social se añadió, en la mejor tradición de los Mendoza, una instrucción esmerada en Latín, Aritmética, Música y Pintura.
Especial influjo sobre ella ejerció su tía, María de Mendoza, la Blanca, fundadora del colegio jesuítico de Alcalá, con la que convivió dieciocho años; para apartarla de su desmedida afición a los libros de caballerías, la tomaba como lectora de las obras de fray Luis de Granada, especial amigo de la familia por haber sido compañero de estudios de los hijos del II conde de Tendilla. A los quince años concertaron su matrimonio con el conde de la Gomera, Diego de Ayala y Rojas, que vivía con escándalo público en Sevilla y nunca se reunió con su esposa. Cuando ésta se enteró de los verdaderos motivos de la ausencia, dio por roto su compromiso, hizo voto condicionado de castidad y encargó al doctor Navarro, Martín de Azpilcueta, que tramitase en Roma la anulación del vínculo, lo que se conseguiría veinte años más tarde.
Desde ese momento comenzó una nueva vida; y la arrogante joven, que, según su tío-abuelo el escritor Diego Hurtado de Mendoza, “parecía comía asadores”, se dio por entero a la oración y penitencia, no sin pasar por una profunda crisis espiritual, en forzada contradicción con toda su vida pasada; en 1575 adoptó el hábito de “beata” y sólo se reservó una habitación en la casa que había hecho construir en la calle mayor de Alcalá.
Cuando su padre, en 1575, fue enviado como virrey a Nápoles (después de haberlo sido de Valencia), para compensarle de su fracaso político y militar en la insurrección de las Alpujarras, la dejó como gobernadora de su casa y estados; y en el testamento que otorgó en Nápoles, en 1579, nombró por albaceas y testamentarios “a la marquesa mi mujer, a D. Francisco de Mendoza, mi hijo, a Dña. Catalina de Mendoza, mi hija natural, y al Padre Don Luis de Guzmán [...]”. Durante cinco años (hasta la muerte del marqués en 1580) desempeñó con exquisita diligencia y ecuanimidad el encargo confiado, y mejoró notablemente la situación de la casa.
Desde años anteriores venía pidiendo al padre general de la Compañía de Jesús que aceptase la renuncia de todos sus bienes y le permitiese hacer los votos de pobreza y obediencia. Una respuesta de éste de 1573 lo deja adivinar, cuando alude a sus “tan fervientes peticiones, que apenas hay quien resista a quien tan bien sabe alegar de su derecho, si el nuestro lo permitiera.
Con el P. Luis de Guzmán [que había asistido a la Congregación General de ese año] he dado y tomado sobre ello. Él lleva la resolución, y v. m. se fíe del Señor a quien se ha entregado [...]”. Sería necesario estudiar las deliberaciones de los consejeros del general sobre este asunto, que se prolongaron durante el generalato del padre Acquaviva (iniciado en 1580), hasta que obtuvo por fin lo que pedía; y el 24 de junio de 1600, después de renunciar a todos sus bienes muebles y raíces a favor del Colegio de Alcalá, emitió los votos religiosos solemnes, que recibió el padre provincial de Toledo, Hernando Lucero, con la fórmula y rito acostumbrados. Fue, por consiguiente, la única mujer profesa de la Compañía de Jesús, dado que la princesa Juana de Austria había sido autorizada en 1554 a emitir sólo los votos privados de los religiosos no aprobados definitivamente.
En meses anteriores se había puesto la primera piedra del edificio e iglesia de Alcalá, que la nueva profesa deseaba levantar; aunque por humildad no quiso imponer su criterio en las deliberaciones sobre las dimensiones de los edificios. En la renuncia había puesto como condición que en la futura iglesia serían sepultadas su tía y ella, como fundadoras, en los muros laterales de la capilla mayor. A sus funerales y entierro asistieron todas las órdenes religiosas, cofradías y autoridades de Alcalá. La primera piedra de la nueva iglesia se puso el 25 de marzo del mismo año.
No se la debe confundir con su abuela homónima, Catalina de Mendoza, que constituyó universal heredera a la provincia de Toledo de la Compañía de Jesús, para la construcción y dotación de un Colegio en Mondéjar con treinta residentes, amplia capacidad para acoger las congregaciones provinciales y organizar misiones por la región.
Un hermanastro de Catalina, Íñigo López de Mendoza, caballero de Santiago, catedrático de Cánones en Alcalá, embajador en Francia y Venecia, donde enviudó, ingresó en 1600-1601 en el noviciado de la Compañía de Jesús de Madrid, ciudad en la que falleció tres meses más tarde dando un claro ejemplo de virtud.
Obras de ~: “Coloquio que tuvo con Nuestro Señor el día que hizo votos”, en P. Gerónimo de Perea, Vida y elogio de doña Catalina de Mendoza, Fundadora del Colegio de la Compañía de Jesús de Alcalá de Henares, Madrid, Imprenta Real, 1635.
Fuentes y bibl.: F. Rodríguez, “Historia de la vida y muerte de Doña Catalina de Mendoza [...]”, Paris, Biblioteca Nacional, Fonds espagnol, 362; Archivo de Loyola, P. de Ribadeneira, “Historia de las Provincias de España [...] de las CJ”, libro IX, fols. 254-261; A. de Ezquerra, “Historia del Colegio de la CJ de Alcalá de Henares”, I/2, fols. 13-48; G. Ibáñez de Segovia, “Historia de la Casa de Mondéjar”, libro V, c. 42.
P. Gerónimo de Perea, Vida y Elogio de Doña Catalina de Mendoza, Fundadora del Colegio de la Compañía de Jesús de Alcalá de Henares, Madrid, Imprenta Real, 1635; A. Morel-Fatio, “Une mondaine contemplative au xvi siècle. Doña Catalina de Mendoza”, en Bulletin Hispanique, 9 (1907), págs. 131-153 y 238-262 (reprod. en A. Morel Fatio, Études sur l’Espagne, vol. IV, Paris, H. Champion, 1925, págs. 295- 372); J. Hidalgo Ogáyar, Los Mendoza y Alcalá de Henares. Su patronazgo durante los siglos xvi y xvii, Alcalá de Henares, Universidad, Servicio de Publicaciones, 2002, págs. 46-53.
José Martínez de la Escalera, SI