Borja y Poyo, Francisco de Borja de. Marqués de los Camachos (II), en el reino de Sicilia. Cartagena (Murcia), 9.X.1733 – 10.VI.1808. Marino y capitán general de la Armada.
Nació en el seno de una familia ilustre y acomodada de Cartagena. Sus padres, Felipe de Borja y Tacón García de Cáceres, capitán de las galeras reales y primer marqués de los Camachos (título del reino de Sicilia) e Ignacia del Poyo y Anrich, tuvieron cinco hijos: Ignacio, Francisco de Borja Dionisio Juan José, Manuela, Ignacia y Pilar que se criaron en Cartagena donde cursaron sus primeros estudios.
Francisco de Borja sentó plaza de guardia marina el 5 de noviembre de 1749 y el 6 de julio de 1751 embarcó en el navío San Felipe, que formaba parte de la escuadra que mandaba el jefe de Escuadra bailío fray Pedro Masía de la Cerda, marqués de la Vega de Armijo, con la que navegó por el Mediterráneo hasta febrero de 1752, cuando pasó al navío Septentrión y más tarde al jabeque Galgo en el que se trasladó a Cartagena de Indias (Colombia). El 4 de octubre del año siguiente ascendió a alférez de fragata y continuó navegando por aquellas aguas hasta el año 1755 en que, ya con el empleo de alférez de navío, regresó a la Península, a Cartagena, donde el Galgo se quedó para ser desarmado.
El año en que Borja ingresó en el colegio de guardia marinas reinaba en España Fernando VI que había iniciado su reinado en 1746, en plena participación española en la guerra de sucesión de Austria, que mantuvo en el gobierno a los mismos colaboradores de su padre Felipe V: el marqués de la Ensenada, Zenón de Somodevilla y Bengoechea, ocupaba las secretarías de Marina, Guerra, Indias y Hacienda, y José de Carvajal y Lancaster, la secretaría de Estado; aunque ambos coincidían plenamente en la política de reformas interiores, diferían mucho en sus inclinaciones sobre las relaciones internacionales. Ensenada era profrancés y Carvajal probritánico. El resultado fue que tras la firma del Tratado de Aquisgrán, el 18 de octubre de 1748, que puso fin a la guerra de sucesión austríaca, la paz se mantuvo a lo largo del resto del reinado de este Monarca, y las acciones bélicas se limitaron a refrenar el poder naval argelino en los accesos al Estrecho de Gibraltar y de la piratería en Filipinas. Ensenada se dedicó con ahínco a fomentar la construcción naval, para lo que reformó el arsenal de La Carraca, en San Fernando, y creó los de Cartagena y Ferrol, publicó las ordenanzas de 1748 y dio tanto impulso a todos los ramos de la Armada, que muchas de sus creaciones aún subsisten. El 13 de enero de 1750 se firmó entre Madrid y Lisboa el Tratado de Límites de Madrid, con el objetivo de poner fin a las diferencias sobre las colonias suramericanas que se arrastraban desde tiempo atrás: Portugal devolvió a España la colonia de Sacramento a cambio del territorio paraguayo de Ibicuy. El 14 de julio de 1752 se firmó el Tratado de Aranjuez o de Neutralización de Italia, entre España, el emperador Francisco, como duque de Lorena, y la emperatriz María Teresa como duquesa del Milanesado: los firmantes se comprometieron a unir sus fuerzas para mantener la paz y la neutralidad italiana y se garantizaban mutuamente sus posesiones europeas. Este mismo año se publicaron las Ordenanzas de Correos que establecieron en España los buzones, el reparto de la correspondencia a domicilio y el servicio de certificados. El 11 de enero del año siguiente se firmó un nuevo Concordato con la Santa Sede, en el que se reconocía al Rey español el derecho universal de patronato y la reserva de cincuenta y dos dignidades, canonjías y prebendas para que él las proveyera libremente, a cambio de abonar cinco mil reales romanos anuales para sostén del nuncio en Madrid. El 8 de abril de 1754 murió Carvajal y, como consecuencia del nombramiento de su sucesor para ocupar la Secretaría de Estado, se fraguó una crisis, auspiciada por el duque de Huéscar, el conde de Valparaíso y el embajador inglés en Madrid, Keene, cuyas consecuencias fueron la designación para dicho cargo del irlandés, al servicio del Ejército español, Ricardo Wall, y la espectacular caída de Ensenada, cuyo prestigio estaba muy mermado al haberse concitado contra él los recelosos de su amistad con los jesuitas, los anglófilos y los enemigos de su privilegiada posición en el Gobierno. El 20 de julio, Ensenada fue detenido y desterrado a Granada.
Borja pasó todo el año 1756 navegando por el Mediterráneo en el jabeque Ivicenco, que el 10 de abril de 1757 fue atacado por tres barcos argelinos que tuvieron que abandonar el combate con importantes averías y bajas en sus dotaciones. Más tarde embarcó en el navío Soberano que, el 10 de julio de 1758, combatió y hundió en las proximidades de la costa de África a la capitana de la flota de Argel, Castillo Nuevo. Como consecuencia de esta actuación fue ascendido a teniente de fragata a propuesta de sus jefes.
En 1759, tras desempeñar una corta comisión en la fragata Juno, volvió al navío Soberano, que fue incorporado a la escuadra del marqués de la Victoria, Juan José Navarro y Búfalo, con la que, después de la muerte prematura de Fernando VI, el 10 de agosto, como consecuencia de un ataque epiléptico, trasladó a Carlos III, hermanastro del Monarca fallecido, desde Nápoles, donde había reinado veinticinco años, a Barcelona. El 14 de noviembre desembarcó y estuvo ocupando destinos de tierra en Cádiz hasta el 13 de julio de 1760, cuando ascendió a teniente de navío y embarcó en el Dragón.
Carlos III, inicialmente, continuó con la misma política exterior de su antecesor, pero la actitud hostil del Gobierno británico de Pitt, que fomentaba las agresiones en las pesquerías de Terranova, los establecimientos comerciales ingleses en la costa de Honduras, el contrabando desde Jamaica, los ataques corsarios al comercio español y la falta de respuesta a las continuas reclamaciones hispanas, provocaron el acuerdo con Francia, muy necesitada de la intervención española en la Guerra de los Siete Años para paliar el adverso derrotero que llevaba la contienda para sus intereses. Por todo ello, a pesar de que a España le convenía la paz, se llegó en 1761 al tercer Pacto de Familia que provocó la ruptura definitiva con Gran Bretaña, el 2 de enero de 1762. El 6 de junio, un ejército británico transportado por una fuerte escuadra desembarcó en La Habana, que fue tomada el 13 de agosto. Las Filipinas también fueron atacadas por los ingleses y Manila se rindió el 27 de septiembre.
A mediados de 1763 finaliza la Guerra de los Siete Años, con la firma de los tratados entre Austria y Prusia, y Sajonia y Polonia con Rusia, así como el de París entre Francia y España con Inglaterra, que permitió a España recuperar La Habana y Manila y hacerse con La Luisiana (cuenca del Misisipí), a costa de devolver la Colonia de Sacramento y entregar La Florida a Gran Bretaña.
En 1762, Borja embarcó en el navío Astuto, con el que participó en varias operaciones contra los ingleses.
En diciembre de ese año pasó al navío Terrible y en 1765 al Triunfante, en el que arbolaba su insignia el general Blas de la Barreda que mandaba la escuadra que, ese mismo año, condujo de Liorna a España a la princesa María Luisa de Parma para contraer matrimonio con su primo el infante don Carlos, futuro Carlos IV. El 13 de abril de 1766, fecha en que estalló el motín de Esquilache, se le confió el mando del jabeque Catalán con el que formando parte de la división de jabeques que mandaba el, entonces, brigadier Francisco Hidalgo de Cisneros, estuvo navegando por las costas de Argel, donde tuvo varios encuentros con buques berberiscos. El 17 de febrero de 1767 contrajo matrimonio en Cartagena con María Pascuala Everardo-Tilly, condesa de Pozo Nuevo y II marquesa de Casa-Tilly, con la que tuvo tres hijos: José, Felipe y Francisco María de Borja y Everardo- Tilly. El 16 de mayo de 1770 pasó a mandar el jabeque Pilar, de treinta y dos cañones, que se encontraba a las órdenes del, entonces, capitán de navío Antonio Barceló. Con este buque navegó por las costas africanas y el estrecho de Gibraltar combatiendo a los corsarios argelinos. El 17 de octubre de 1772 ascendió a capitán de fragata, para lo que fue recomendado por el valor y arrojo con que apresó a un corsario enemigo bajo el fuego de la plaza de Argel.
En 1774 se le asignó el mando del jabeque Atrevido y de una división de estos buques con la que participó en el sitio de Melilla, donde a pesar del Tratado de Paz Hispano-Marroquí de mayo de 1767 y de la actitud sincera del soberano alauita Sidi Mohamed, no habían cesado los ataques y golpes de mano auspiciados por el hijo del Soberano, Muley Alí, y apoyados por las interferencias de los británicos, interesados en evitar que durase la entente del Estrecho, y que terminaron con una declaración de guerra por parte de Marruecos que sólo consistió en el cerco de Melilla en el invierno de 1774 y en duelos de artillería en las plazas de Ceuta y el Peñón de los Vélez. En 1775 participó Borja en la malograda expedición a Argel y tomó parte, con la escuadra de Pedro González de Castejón, en el reembarco de las tropas del general O’Reilly el 8 de julio.
El 17 de febrero de 1776, año en que las colonias inglesas de Estados Unidos proclamaron su autonomía y solicitaron ayuda a Francia y España, enemigos tradicionales de Inglaterra, ascendió Borja a capitán de navío, se le asignó el mando del San Dámaso en la escuadra que, al mando del marqués de Casa-Tilly, llevó a Brasil al ejército del general Ceballos, participó en la toma de la isla de Santa Catalina, en la de la colonia del Sacramento (actual Uruguay), y en todas las operaciones que tuvieron lugar hasta que se estableció la paz con los portugueses. Regresó a España el 17 de julio de 1778, a las órdenes del jefe de escuadra Adrián Caudron de Cantin.
En 1779, para apoyar a los norteamericanos en su lucha contra los ingleses, Francia y España firmaron la Convención de Aranjuez, por la que Francia se comprometía a presionar para que España recuperase Gibraltar, Menorca, Florida y Belice. Entonces Borja se incorporó con el mismo navío, el San Dámaso, a la escuadra combinada hispano-francesa de sesenta y ocho navíos que, al mando del teniente general Luis de Córdova y Córdova, y con el fin de llevar a cabo un desembarco en Inglaterra, penetró en el Canal de la Mancha, obligó a las fuerzas navales inglesas a retirarse al abrigo de sus puertos y apresó el navío Ardent, de setenta y cuatro cañones, que había quedado rezagado.
Por falta de acuerdo entre los mandos francés y español, no se llevó a cabo el desembarco proyectado.
En estas operaciones, los buques españoles empezaron a utilizar los barómetros marinos y a predecir las condiciones meteorológicas, lo que produjo el asombro de los franceses.
Posteriormente Borja regresó a Cádiz y después fue a Algeciras. En 1780 se le asignó el mando de la división de jabeques del Departamento de Cartagena y en 1781, ya con el empleo de brigadier, el del navío Glorioso con el que, acompañado de cuatro jabeques, escoltó a Algeciras a un grupo de cañoneras y bombarderas que participaron en el sitio de Gibraltar. Entre el 19 de junio y el 23 de septiembre tomó parte en la segunda campaña que la escuadra de Luis de Córdova y Córdova, en unión de la francesa del conde de Guissen, llevó a cabo en el Canal de la Mancha, donde la escuadra hispano-francesa se vio sometida a violentos temporales que no causaron graves estragos gracias a las medidas tomadas por el teniente general Córdova y su segundo en el mando, mayor general José de Mazarredo. Al finalizar esta campaña Borja regresó a Cádiz, donde se le asignó el mando de seis navíos y dos fragatas con los que salió al encuentro de la escuadra y el convoy que, con caudales, conducía desde La Habana el que había ostentado el mando de dicho apostadero, jefe de escuadra Francisco Javier Morales de los Ríos, a los que escoltó hasta fondear en Cádiz el 20 de octubre. El 2 de enero de 1782 salió hacia la América septentrional con una escuadra de cuatro navíos y dos fragatas que escoltaban a cinco buques del Rey con azogues, siete mercantes y un convoy de tropas con los que fondeó en Guarico (Cuba), al cabo de treinta y siete días de navegación, sin haber perdido ningún buque. Desde allí escoltó a los buques con azogues y a los mercantes hasta el Canal Viejo (estrecho de Florida) y permaneció patrullando al norte de la isla de Santo Domingo hasta que se unió a la escuadra del teniente general José Solano, marqués del Socorro, con quien realizó varias salidas desde el Guarico contra los ingleses y en busca de los restos de la escuadra francesa del conde de Grases, que había sido destrozada por la inglesa del almirante Rodney. A continuación pasó a La Habana y el 21 de diciembre de 1782 ascendió a jefe de escuadra, arboló su insignia en el navío Glorioso y salió de La Habana hacia Guarico el 6 de enero de 1783, al mando de nueve navíos y dos fragatas, y a su paso por Puerto Rico se hizo cargo de la escolta de un convoy francés y del navío español San Juan con los que fondeó en Guarico. Una vez firmada la paz con los ingleses transportó a La Habana al ejército del general Gálvez.
El 1 de junio de 1783, por designación real, tomó el mando de la Comandancia General de la escuadra y apostadero de La Habana, donde organizó la construcción, cortes de madera y otros ramos del arsenal.
El 8 de marzo de 1784 sobrevino un violento huracán y, gracias a sus instrucciones y su actividad, se salvaron el navío Santo Domingo, que se encontraba varado en el muelle de la machina, y la fragata Héroe que fue reflotada después de haber zozobrado por los efectos del huracán. Regresó a Cartagena en 1785, de donde salió el 23 de abril de 1787, al mando de una división de fragatas, para unirse a la escuadra del teniente general Juan de Lángara.
El 14 de diciembre de 1788 murió en Madrid Carlos III y le sucedió su hijo Carlos IV. En 1789 se inició la Revolución Francesa que tanto influyó en Europa.
En marzo de 1790, siendo Borja ya teniente general, se le asignó el mando de la recién creada escuadra de evoluciones, compuesta por tres navíos, seis fragatas y tres bergantines, y el 30 de mayo, arbolando su insignia en el navío Europa, se dirigió a la bahía de Cádiz donde se incorporó a la escuadra de cuarenta navíos del marqués del Socorro, en la que, como tercer jefe, embarcó en el navío de tres puentes Mejicano y participó en la campaña de cabo Finisterre que tuvo una gran influencia en la consecución de la paz con Inglaterra, país con que se había iniciado la guerra a causa de los derechos de comercio en la costa del Pacífico del noroeste de América. En enero de 1791 se desarmó la escuadra del marqués del Socorro y Borja, en febrero, una vez solventadas las diferencias con los ingleses, pasó destinado a la Corte y poco después a Cartagena.
En 1793 fue ejecutado en Francia Luis XVI y España declaró la guerra a la Convención. Borja fue nombrado comandante general de la escuadra que se armó en Cartagena, compuesta por veinticuatro navíos y nueve fragatas, y en febrero se hizo a la mar con la misión de buscar y atacar a la escuadra francesa y reconquistar las islas del suroeste de Cerdeña, San Pedro y San Antíoco, que pertenecían al rey de Cerdeña y habían caído en poder de los republicanos franceses. Se dirigió al golfo de Parma y, durante la travesía, apresó a la fragata francesa Elena, que más tarde en nuestra Armada recibió el nombre de Sirena. Fondeó la escuadra durante la noche en el golfo y se dispuso para desembarcar en la isla de San Antíoco, lo que no llevó a cabo finalmente por haber sido la isla abandonada por sus defensores. Dejó el fondeadero a las doce de la noche y se dirigió a la de San Pedro, donde fondeó con quince navíos, dejando una división a la vela, y tras varios ataques con corta resistencia conquistó la isla, consiguiendo 104 cañones, 5 morteros, numerosos pertrechos y 1.225 prisioneros que fueron entregados al rey de Cerdeña. A continuación se dirigió a Tolon y las costas de Provenza, en persecución de la escuadra francesa a la que sitió en dicho puerto, pero tuvo que abandonar el sitio a causa de una epidemia que se extendió a las tripulaciones como consecuencia de la falta de víveres y medicamentos. Entró en Cartagena y desembarcó a tres mil enfermos.
Como recompensa a sus meritorios servicios se le nombró gentilhombre de la Cámara de Su Majestad y se le concedió la encomienda de Fuente del Emperador de la Orden Militar de Calatrava. Desde Cartagena se dirigió con parte de su escuadra a Cádiz y Ferrol, donde desembarcó el 10 de noviembre de 1794 y se dirigió por tierra a Cartagena. En 1797 se encargó interinamente de la Comandancia General del departamento, tras el fallecimiento de su titular, el teniente general Gastón de Iriarte, y al año siguiente fue nombrado su capitán general. En 1802 se le concedió la Gran Cruz de la Real Orden de Carlos III, y el 5 de noviembre de 1805, a los pocos días de la batalla de Trafalgar, fue promovido al empleo de capitán general de la Armada.
Continuó al mando del departamento que desde enero de 1806 simultaneó con el de gobernador de lo político y militar de la plaza, ejerciendo este último hasta julio de 1807, cuando como consecuencia de su mala salud, solicitó el cese. Como gobernador realizó una gran labor; destacan entre sus obras la reorganización de la Milicia Urbana para alternar con las tropas en los servicios de guarnición y sustituirlas cuando se ausentaban de la plaza, y el fomento de las instituciones benéficas locales, de las que fue siempre un decidido protector.
Sus actuaciones oficiales y privadas fueron tan útiles y beneficiosas a la ciudad, que el ayuntamiento acordó en 1805 poner su retrato en el salón de sesiones, donde aún hoy se conserva.
Tras los acontecimientos de mayo de 1808, que iniciaron la Guerra de la Independencia, y después de conocerse la noticia de la marcha del general José Justo Salcedo para Mahón con el fin de conducir a Tolón la escuadra, en la que había muchos hombres de este departamento marítimo, Borja, amigo de Godoy, fue tildado por el pueblo de afrancesado y destituido del mando, en el que le sustituyó el también cartagenero general Baltasar Hidalgo de Cisneros. Borja se refugió en el convento de franciscanos para librarse de la agresión de las masas y más tarde en su domicilio, del que tuvo que salir con su esposa a los pocos días, acosado por el pueblo, con la ayuda de Jacinto Sanz de Andino, que los fue cambiando de alojamiento hasta que el 10 de junio las turbas invadieron la morada de Borja, le apresaron y, tras llevarlo casi arrastrando por las calles de Cartagena, le asesinaron ante las puertas del Arsenal a donde le conducían para ahorcarle, lo que no consiguieron al haber ordenado el general Nicolás Estrada, que lo mandaba, que cerrasen las puertas.
Sus restos se encuentran en la iglesia de La Caridad de su ciudad natal.
Bibl.: F. de P. Pavía, Galería Biográfica de los Generales de Marina, t. I, Madrid, Imprenta de J. López, 1873, págs. 235- 245; F. Borja y Borja, Enciclopedia General del Mar, Barcelona, Ediciones Garriga, 1982, pág. 81; J. I. González-Aller Hierro, España en la mar, una historia milenaria, Madrid, Lunwerg editores, 1998; VV. AA., Atlas Histórico de España, Madrid, Ediciones Istmo, 2000; F. González de Canales, Catálogo de pinturas del Museo Naval, t. III, Madrid, Secretaría General Técnica del Ministerio de Defensa, 2001; J. Antonio Gómez Vizcaíno, “Marinos Ilustres en la Cartagena del siglo XVIII. El Capitán General de la Armada Don Francisco de Borja y Poyo”, en Revista de Historia Naval, n.º 87 (2004), págs. 63-79.
Carlos Márquez Montero