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José Varela y Ulloa

Biografía

Varela y Ulloa, José. Villaredo (Lugo), 7.VII.1739 – La Habana (Cuba), 23.VII.1794. Marino de Guerra, hidrógrafo, naturalista, geógrafo y político.

Poco se sabe de su infancia. Tan sólo que se dedicó a la Marina desde su niñez y que cuando tan sólo tenía catorce años nació el Real Observatorio de la Armada en Cádiz, anexo a la Academia de Guardias Marinas, organismo científico que tanta influencia tendría en su vida.

Después de acabar su formación básica, solicitó y obtuvo Carta-orden de guardia marina. Se presentó en el Colegio de Guardia Marinas de Cádiz, donde sentó plaza (20 de junio de 1759). Tanto de guardia marina como de alférez de fragata (17 de febrero de 1766) prestó servicios embarcado, destacando su actuación en las campañas del corso contra las potencias berberiscas.

Por su saber, siendo alférez de navío (17 de septiembre de 1767), fue nombrado tercer maestro de la compañía de guardia marinas de Cádiz (15 de enero de 1768), cargo que siguió ostentando hasta 1790 siendo ya brigadier. Pero su continuidad en ese destino no impidió que prosiguiera normalmente su carrera de oficial de la Real Armada embarcado, como así lo hizo constar en instancia que elevó al ministro de Marina, Antonio Valdés, solicitando la exoneración del puesto de maestro por considerarlo impropio para su rango de brigadier (1790).

Obtuvo la graduación de teniente de navío (1 de junio de 1773). Formó parte de la oficialidad de la fragata Rosalía mandada por Juan de Lángara y en la que también se encontraba José de Mazarredo. Salieron de puerto (1 de enero de 1774). Determinó la latitud y longitud de la isla de Trinidad en el océano Austral y enseñó a los guardia marinas a calcular la longitud fijando la de las islas de Ascensión y Fernando Noroña.

En 1773 comenzó a impartirse el curso de ampliación de estudios de la Academia de Guardia Marinas, al que tan sólo asisten un pequeño grupo de oficiales que se han distinguido en sus estudios. Fue el germen del curso de Estudios Mayores en el que los alumnos alternaban sus estudios con prácticas de astronomía en el Real Observatorio de Cádiz. Por él fueron pasando la mayor parte de los oficiales científicos de la Marina ilustrada.

En 1774, Vicente Doz, quien había sucedido a Jorge Juan al frente del Seminario de Nobles de Madrid, le propuso como maestro de Astronomía, puesto que nunca llegó a ocupar al no prosperar la idea de instalar un observatorio astronómico ni tampoco las dos Cátedras de Astronomía previstas.

Entre los años 1773 y 1776 trabajó codo con codo con Tofiño en una serie de observaciones astronómicas.

Emplearon una metodología muy rigurosa, como así quedó escrito en el prólogo de los diarios: “Aseguramos haber procedido en las observaciones con la más sincera verdad, persuadidos que en este asunto cualquier artificio o falta de buena fe, lejos de contribuir al progreso de la Astronomía, producirá en ella una confusión muy perjudicial.” En primer lugar, pusieron a punto los instrumentos del observatorio, que por desuso estaban desajustados.

Tuvieron que rectificar el calado del cuarto de círculo mural, como así quedó reflejado en las numerosas anotaciones del diario de observaciones con indicación de las correcciones efectuadas en dicho instrumento.

A la par que ajustaban los aparatos, realizaron un programa continuado de astrometría meridiana Finalizados los ajustes comenzaron las observaciones.

Las realizaron en dos fases. En la primera fase (21 de junio de 1773) determinaron el mediodía por alturas correspondientes de sol, tránsitos de sol luna y planetas por el mural y observaciones para determinar las posiciones de las estrellas, eclipses de satélites de Júpiter y ocultaciones de estrellas por la luna.

Las observaciones para la determinación del mediodía por alturas correspondientes y las de tránsitos del sol por el meridiano fueron esenciales, tanto para la determinación de los errores del cuarto de círculo mural, como para el establecimiento del meridiano del observatorio de Cádiz, que paso a ser el primer meridiano. También les sirvió para determinar y conservar la hora, asunto de suma importancia en un observatorio astronómico y naval.

Por otro lado, la observación de los tránsitos de la luna, de planetas y de estrellas por el mural, buscaba la determinación precisa del instante del paso del astro por el meridiano y su distancia cenital, así como la obtención de las coordenadas celestes utilizadas por los astrónomos para situar los astros en la esfera celeste (ascensión recta y declinación) Observaron (2 de octubre de 1773) la ocultación del anillo de Saturno previsto por Lalande. Los resultados fueron publicados en La Gaceta (26 de abril de 1774), en sus conclusiones manifiestan que “dicho Planeta era un esferoide aplanado muy semejante a Júpiter y a la Tierra”. Aportaron datos relativos a sus dimensiones, diámetro del anillo y distancia a la tierra.

Como resultado de estas actividades científicas y docentes el Observatorio de la Armada se convirtió en una escuela practica de astronomía para marinos científicos, que gracias a esta preparación pudieron participar con éxito, en numerosos proyectos.

Finalizada la primera fase de las observaciones (27 de marzo de 1775) se separaron, Tofiño embarcó en la fragata Palas para participar en la campaña de Argel, semanas más tarde, y Varela en el navío Paula (21 de abril de 1775) como ayudante de los guardia marinas embarcados. Al acabar (19 de septiembre de 1775) regresaron al Observatorio y Escuela de Guardia Marinas.

Iniciaron (mediados de agosto de 1776) una serie de observaciones de la temperatura al mediodía al apreciar la influencia que tenía el viento fuerte, cálido y seco de levante sobre la marcha del péndulo. Continuaron con la segunda fase de las observaciones (del 6 al 30 de diciembre de 1776). Acabadas las observaciones, ya ascendido Varela a capitán de fragata (17 de febrero de 1776), se publicaron las observaciones astronómicas en dos volúmenes.

Vuelve a embarcar Varela (20 de junio de 1776) en el buque francés Boussole. al mando del teniente de navío La Borde. Realizó importantes observaciones astronómicas para determinar diferentes posiciones geográficas de la costa de África entre cabo Espartel y cabo Verde. Emplea, como novedad para el cálculo de la longitud geográfica, cronómetros náuticos de precisión. Confeccionó el derrotero desde Cabo Espartel a cabo Verde, trazó las cartas esféricas de Cabo Espartel a Cabo Bojador y de Cabo Bojador a Cabo Verde, cartas que se incluyeron en el Atlas Marítimo de España.

A la muerte del rey José I de Portugal (23 de febrero de 1777), le sucedió su hija María I, sobrina de Carlos III. La reina María reanudó las relaciones diplomáticas con España, de forma que su nuevo embajador en Madrid, Francisco Inocencio de Souza Cotinho, negoció con el conde de Floridablanca el Tratado preliminar de límites en la América meridional, conocido como primer tratado de San Ildefonso, firmado en La Granja (1 de octubre). En virtud de dicho tratado, España recuperó las provincias de Sacramento y las riberas de los ríos Plata y Paraguay y se cedió a Portugal la isla de Santa Catalina y los territorios de la colonia del Río Grande de San Pedro a cambio de territorios portugueses en el golfo de Guinea.

Las fragatas Santa Catalina y Nuestra Señora de la Soledad (noviembre de 1777), al mando de José Varela y Ulloa y de Ramón Topete Fuentes, respectivamente, salieron de Cádiz y Ferrol llevando sendos ejemplares del Tratado preliminar y nuevas instrucciones al virrey Cevallos. Llegaron a Montevideo la fragata Santa Catalina (2 de febrero de 1778) y la fragata Nuestra Señora de la Soledad trece días después; ambas con órdenes reservadas y secretas sobre una expedición al golfo de Guinea.

El Tratado de El Pardo, firmado para confirmar el Tratado preliminar de San Ildefonso (11 de marzo de 1778), hace públicas las cláusulas de cesión a España de las islas de Fernando Poo y Annobón, cuya toma de posesión se encomendó al brigadier don Felipe de los Santos Toro, VII conde de Argelejo. Esta expedición supuso el origen de la presencia de España en la colonia de Guinea Ecuatorial Salieron de Montevideo (7 de abril de 1778), hicieron una navegación fatigosa de más de seis meses, llegando las dos fragatas a Fernando Poo (21 de octubre de 1778). Hecho el acto de posesión siguieron a la isla de Annobón, empleando en la travesía dos meses. Fue la primera expedición española a Guinea.

El conde de Argelejo murió de fiebres durante la expedición y fue reemplazado por su segundo, Joaquín Primo de Rivera.

La Catalina regresa a España, Varela desembarcó (abril de 1779). Aparte su misión política, Varela realizó durante esta expedición la tarea de posicionar geográficamente las islas del golfo de Guinea, Annobón, Santo Tomé, Fernando Poo, Príncipe y el cabo Lope-Gonzalo.

Varela embarca en una nueva expedición francesa de verificación de relojes marinos hasta 1779.

Llevó uno de los primeros cronómetros adquiridos por España a Berthoud y que desde su llegada a Cádiz habían permanecido abandonados. Ascendido a capitán de navío (1779) mandó el navío Rayo (28 de mayo de 1779).

La Armada estudia la necesidad de establecer un programa hidrográfico emulando a otras naciones europeas. Comienzan las primeras expediciones a lo largo de las costas de California y la Patagonia. Las prácticas astronómicas se hicieron rutinarias, ya no se podía prescindir de los oficiales científicos gaditanos.

El citado Tratado de El Pardo, confirma y revalida el Tratado de límites preliminar de San Ildefonso. Esta era la nueva perspectiva surgida de la firma, para cuyo desarrollo se planifico la expedición de limites (1781- 1899) dirigida por Varela y en la que participó Azara.

Por su parte, el nuevo virrey del Río de la Plata, Juan José de Vértiz, propuso al rey la realización de una serie de reconocimientos para trazar la línea divisoria entre los dominios españoles y portugueses en América meridional, con objeto de dar cumplimiento al Tratado de El Pardo. Carlos III aprobó la propuesta (12 de enero de 1779), pero los trabajos no comenzaron hasta el 10 de enero de 1784. Los diarios de los trabajos de campo hasta enero de 1790, sirvieron para dilucidar cuestiones de límites entre las nuevas naciones americanas y el Brasil nacidas tras la independencia americana.

En 1782 participó en la Demarcación de Límites con Portugal en América dirigiendo la Primera partida como comisario principal. Durante sus trabajos situó astronómicamente las ciudades de Montevideo y Buenos Aires Llevó como segundo comisario al teniente de navío Rosendo Rico, como ayudantes a los alféreces de navío José Varela y Vicente Varela, al ingeniero Bernardo Lecocq, al geógrafo segundo piloto Joaquín Fundín y al ministro de la Real Hacienda José Ortiz.

Como resultado de los trabajos que en 1783 se emprendieron para elaborar el Atlas Marítimo de España, Varela trazó dos cartas comprensivas de las islas Canarias y África occidental y redactó el Derrotero complementario al trabajo hidrográfico. El Derrotero fue ampliado —por orden del ministro de Marina, Antonio Valdés— con una descripción general de cada una de las islas y las correspondientes reseñas sobre la población, el comercio y los recursos. Dado el escaso tiempo del que disponía para desarrollar un trabajo descriptivo tan intenso, decidió basarlo en el trabajo “Noticias de la Historia General de las Islas Canarias” de José de Viera y Clavijo, escritas años antes en cuatro tomos (1772). Aún así, las dificultades encontradas por Varela para culminar su trabajo no fueron pocas, como él mismo lo dejó escrito en la introducción a su manuscrito.

De 1784 a 1786 trabajó en la Comisión de límites desde Maldonado a Río Grande de San Pedro, con base en Buenos Aires y continuaba figurando en la Academia de Guardiamarinas como maestro de Matemáticas.

En 1790 ascendió a brigadier, paso al Observatorio Astronómico de Cádiz Se le relevó del magisterio de la escuela de guardiamarinas (10 de diciembre de 1790), como cité anteriormente. En 1791 ascendió a jefe de escuadra. Fue comisionado a América, falleció en La Habana el 23 de junio de 1794 de muerte natural.

De sus trabajos quedó abundante testimonio en el Depósito Hidrográfico. El derrotero de las islas Canarias, incluyó además una descripción geográfica de las islas de modo muy general, señalando aspectos administrativos, sociales, económicos y demográficos con la finalidad de que el lector pudiera adquirir una información cabal del entorno. Los cuadros numéricos que ilustran las descripciones de las islas de Gran Canaria, Tenerife y La Palma ofrecen un inventario estadístico que hoy puede parecernos elemental, pero retrotraído dos siglos representa un magnífico anticipo de los trabajos de síntesis que mucho más tarde ofrecerá el estudio moderno de la geografía. Incluye originalmente una carta esférica de las costas del África noroccidental e islas adyacentes, ilustrada con los perfiles de costa propios para su reconocimiento desde la mar. Publico conjuntamente con Tofiño las observaciones astronómicas hechas en Cádiz. Colaboró con él en la elaboración del Atlas Marítimo de España y sus correspondientes de África (1733-1778).

Se hallaba dotado de una general perspicacia, de una erudición nada vulgar y de la inteligencia de varios idiomas y a estas apreciables circunstancias daban un especial realce su candor, sus sencillez y natural modestia, que le ponían al nivel de los demás hombres, así como su ciencia lo igualaba con los mejores sabios de Europa.

 

Obras de ~: Derrotero y descripción de las islas Canarias, Cádiz, 1788.

 

Bibl.: M. Fernández de Navarrete, Biblioteca marítima española, Madrid, Imprenta de la Viuda de Calero, 1851; F. P. Pavía, Galería biográfica de los generales de Marina, jefes y personajes notables que figuraron en la misma corporación desde 1700 a 1868, t. III, Madrid, Imprenta de F. García, 1873, págs. 743-745; C. Martínez-Valverde, “Biografía de José Varela y Ulloa”, en Enciclopedia General del mar, Barcelona, Ediciones Garriga, 1957; C. Fernández Duro, Armada española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón, t. VI, Madrid, Museo Naval, 1973; R. Cerezo, Preámbulo del Derrotero y Descripción de las Islas Canarias, Madrid, Gráficas Treste, 1986; A. Lafuente y M. Selles, El Observatorio de Cádiz (1753-1831), Madrid, Instituto de Historia y Cultura, 1988.

 

Alfonso Rivero de Torrejón