Míguez González, Manuel. Xamirás-Acebedo (Orense), 24.III.1831 – Getafe (Madrid), 8.III.1925. Científico, investigador, fundador de Congregación religiosa (Sch.P.), santo.
Bautizado con el nombre de Manuel aunque luego adoptaría el de Faustino. Fue el cuarto hijo de la familia.
Con dieciséis años salió de su casa para estudiar en la Preceptoría del santuario de Nuestra Señora de los Milagros en Orense, Latín y Humanidades. Después de tres años en este centro, ingresó en el noviciado de las Escuelas Pías de Madrid (1850). Hizo su profesión solemne (16 de enero de 1853), realizó brillantemente su carrera sacerdotal y fue ordenado sacerdote (8 de marzo de 1856). Pronto fue enviado a Guanabacoa (Cuba) y más tarde a los colegios de San Fernando de Madrid; Getafe (1861-1868 y 1888-1925 hasta su muerte —de sus noventa y cuatro años de vida, cuarenta y cinco permaneció en este colegio—); Celanova; Sanlúcar de Barrameda en dos épocas (1869-1873 y 1879-1888); un año en El Escorial, como profesor y bibliotecario del monasterio; en Monforte de Lemos fue superior de la Comunidad. En todos estos colegios vivió al servicio de los niños y jóvenes, con una preferencia hacia los más pobres y necesitados. Se entregó a la enseñanza y educación de los niños y jóvenes, sin abandonar sus estudios, en los que fue un verdadero autodidacta.
Tres palabras definen su ideal educativo: descubrir, desarrollar y potenciar las facultades dormidas del niño. Pero la educación, según sus palabras, ha de ser “hija del amor”.
Fue un investigador y un hombre de ciencia. Así lo han considerado sus biógrafos: “Investiga en Botánica, Fisiología y Medicina y son interesantes sus aportaciones a la didáctica de las Ciencias”. A lo largo de su vida se dedicó al estudio y cultivo de las plantas y a la aplicación de sus propiedades curativas con la preparación de extractos medicinales. Durante su estancia en Guanabacoa (Cuba) “observa” el uso que los habitantes de la isla hacen de las plantas con fines curativos y descubrió allí su afición terapéutica. A su regreso a la Península, Faustino Míguez llegó con una vocación científica manifiesta, que puso al servicio de sus alumnos como profesor de Química, Física y Ciencias Naturales.
El Ayuntamiento de Sanlúcar de Barrameda, en abril de 1872, le pidió la realización del análisis terapéutico de las aguas de los manantiales de la ciudad.
Analizó las propiedades medicinales de las aguas de cuarenta y cuatro pozos de la ciudad. Hizo además aplicaciones inmediatas de sus reflexiones y del resultado de sus investigaciones a la economía y a la industria.
Estudió el impuesto jabonoso que cada fuente supondría a Sanlúcar y a sus habitantes si se sirviesen sólo de sus aguas. Los magníficos resultados del trabajo fueron publicados en el libro Análisis de las aguas públicas de Sanlúcar de Barrameda con indicación de sus virtudes medicinales, libro prologado por Manuel Pizarro, doctor en Medicina y Cirugía y catedrático de Higiene de la Escuela de Medicina de Sevilla.
El padre Faustino regresó de nuevo en 1879 a Sanlúcar de Barrameda. Además de dedicarse a las clases en el colegio, continuó con el estudio profundo de las plantas y sus propiedades. Preparó entonces algunos extractos con propiedades medicinales y los pacientes comenzaron a acudir al padre Faustino para consultarle y conseguir alguno de sus preparados. Al principio, todo esto tenía lugar a pequeña escala, de forma casi inadvertida. Pero entre los años 1885, fecha de la fundación del Instituto, y 1888, año de su traslado a Getafe, tuvo lugar un acontecimiento trascendental en la actividad terapéutica del padre Faustino. “Se me presentó —escribe— el Decano de Medicina, suplicándome en su nombre y en el de sus compañeros de Sevilla, me encargase de estudiar y curar la enfermedad de un catedrático por ellos desahuciado”. Y el padre Faustino se entregó al estudio de la enfermedad y sus posibilidades de curación. Por los datos que existen, parece que el enfermo fue Manuel Bedmar, doctor en Derecho, que en 1890 fue por segunda vez rector de la Universidad de Sevilla. El paciente se curó de la enfermedad. Este hecho fue muy significativo para su actividad terapéutica, ya que fueron muchos los enfermos que acudieron a él para la curación de otras enfermedades. Pero los médicos reaccionaron ante el éxito de los preparados medicinales con amenazas de denuncias. Y en esta circunstancia recibió de su superior orden de traslado a Getafe. Las jóvenes novicias continuaron en Sanlúcar preparando algunos específicos, pues les había cedido las fórmulas según las había ido elaborando. Al llegar a su nuevo destino en Getafe, estuvo cuatro años sin preocuparse de enfermos y medicinas, dadas las dificultades surgidas en Sanlúcar.
Cuando fue destinado a Sanlúcar por segunda vez, a través del contacto con una “escuela de amigas”, descubrió que había muchas mujeres analfabetas y las niñas, a veces, no tenían acceso ni siquiera a estas escuelas y mucho menos a un centro educativo. Entendió que, en la práctica, se les negaba su derecho a la educación.
Propuso una educación integral que abarcase la formación del cuerpo, la inteligencia y el corazón, e hiciera de las niñas “buenas cristianas, buenas hijas, buenas esposas, buenas madres y miembros útiles de la sociedad de la que deben formar un día la parte más interesante”. De su respuesta a esta necesidad nació en Sanlúcar la Congregación de Hijas de la Divina Pastora, cuyo fin era la educación integral de la mujer.
El 2 de enero de 1885 fueron aprobadas las bases de la Asociación y el padre Faustino fue nombrado director de la misma. La instalación canónica tuvo lugar un mes más tarde. El nuevo Instituto tenía una dimensión ministerial: la educación según el lema calasancio de “Piedad y Letras”.
En 1888 el padre Faustino fue destinado a Getafe y el Instituto, que contaba solamente con jóvenes novicias, había de seguir adelante sin contar con la presencia cercana del fundador. En noviembre de 1890 recibió una carta del padre provincial, Marcelino Ortiz.
Del contenido de la carta, el padre Faustino dedujo que no estaba de acuerdo con las funciones de director que venía desempeñando en el Instituto. El padre Faustino escribió al padre general para expresarle las acusaciones de que había sido objeto, para defenderse de ellas y defender a la Congregación. Después de un intercambio epistolar, acogió las exhortaciones del padre general: “Pero, si a pesar de todo, me exhorta a que desista de lo empezado, lo haré con mucho placer para darle gusto”. Fue un momento difícil para el padre Faustino. Al conocer que no era voluntad de los superiores que siguiera al frente de la Congregación, en julio de 1891 presentó la renuncia como director al arzobispo de Sevilla. Y el padre Faustino escribió a la madre general estas palabras: “Comprendo cuanto me quieres decir. Yo no os abandono. Me habéis costado mucho, para que os olvide. Pero es preciso imitar a la caña cuando pasa el huracán”. Fue a finales de 1897 cuando se restableció el contacto epistolar del padre Faustino con las religiosas y retomó sus funciones de director. En el ocaso de la vida del fundador, la Congregación vivió una fuerte crisis. Las religiosas sufrieron una nueva separación del padre Faustino, al que se le prohibió todo contacto con ellas durante unos meses. Pero en un capítulo fue designada superiora general la madre Natividad Vázquez, que se encontraba en Santiago de Chile. Comenzó una nueva etapa para la Congregación. La Congregación se extendió pronto por otros lugares de España y en 1923 se fundaron colegios en Chile. Actualmente está presente en nueve países: España, Chile, Argentina, Uruguay, Colombia, Nicaragua, Ecuador, Guinea Ecuatorial y Camerún.
El padre Faustino murió en Getafe el 8 de marzo de 1925. El proceso de su beatificación se inició en el año 1953. Fue proclamado venerable (21 de diciembre de 1992) y beato (25 de octubre de 1998). El 15 de octubre de 2017 fue canonizado por el papa Francisco en la plaza de San Pedro de la Ciudad del Vaticano.
Obras de ~: La Misión de la Escuela Pía en la educación de la niñez y la regeneración de la Sociedad Humana por medio de la Instrucción de la Juventud (discurso), Celanova, 1868; Análisis de las Aguas de Sanlúcar de Barrameda, Sevilla, Tipografía Moyano, 1872; El Escapulario azul celeste de la Inmaculada Concepción, Madrid, Imprenta S. Francisco de Sales, 1895; ¿La diabetes es curable?, Orihuela, 1902; Tratamiento racional de la diabetes, Orihuela, 1902; Historia Natural, Madrid, Textos E.P., 1904; Diálogo sobre las láminas de Historia Natural, Madrid, 1904; Nociones de Física Terrestre, Madrid, 1904; Mes del Sagrado Corazón de Jesús, Madrid, Imprenta Gabriel del Horno, 1904; Constituciones del Pío Instituto de las Hijas de la Divina Pastora, Sevilla, Imprenta de la Divina Pastora, 1923; Cartas del Siervo de Dios Faustino Míguez (unas 900 cartas recopiladas por el P. A. del Álamo), Madrid, 1985.
Bibl.: C. Rabaza, Historia de las Escuelas Pías de España, Valencia, Tipografía Moderna, 1917, 4 ts.; C. Lasalde, Historia Literaria de las Escuelas Pías de España, Madrid, Tipografía San Antón, 1925, 2 ts.; El P. Faustino Míguez, Orense, Diario La Región, 1925; J. Olea Montes, Discurso necrológico, Madrid, Editorial Bibliográfica Española, 1951; Catalogus Religiosorum Scholarum Piarum Hispaniae et [...] defuncti anno 1925, n. 8; J. Otal, Proceso de Beatificación [...] del P. Faustino Miguez, Madrid, 1952; Revista “La Divina Pastora”, n.os 1953-1961; J. Olea Montes, Vida del venerado P. Faustino Míguez, Sch. P., Salamanca, Gráficos Torres Villarroel, 1954; A. del Álamo, Semblanza espiritual del siervo de Dios P. Faustino Míguez, Sch. P., Madrid, Imprenta Juan Bravo 32, 1969; A. F. Skrbé, Amigo de todos, Madrid, Imprenta Pablo López, 1975; A. del Álamo, Biografía del Siervo de Dios P. Faustino Míguez, escolapio, Madrid, Imprenta Pablo López, 1975; Pío Instituto Calasancio de HH. de la Divina Pastora, Testamento Espiritual de nuestro Padre Fundador y otros contenidos, Madrid, 1979; C. Domeño Lerga, Lectura actualizada y anotada de ARDIDES, Madrid, 1983; Canonizationis servi Dei Faustini Míguez POSITIO super virtutibus, critice confecta ab autoribus J. Dante y C. Vilá Palá, Roma, 1984; A. del Álamo, Habla el Fundador (Selección de escritos). I Centenario de las HH. Calasancias de la Divina Pastora, Madrid, 1984; I Centenario (1885-1985), Instituto Calasancio HH. de la Divina Pastora, Madrid, 1985; Discursos, homilías, conferencias (Religiosas Calasancias HH. de la Divina Pastora), Primer Centenario (1885-1995), ms. Madrid, 1985; I. Luque Ortega, Primeros pasos de una Institución educativa, Religiosas Calasancias HH. de la Divina Pastora, 1885-1922, Salamanca, 1985; S. López, Faustino Míguez, Sch. P., Fundador de las Religiosas Calasancias, Salamanca, Gráficas Ortega, 1988; J. Estévez y S. Calderón, “Una entrega que permanece”, Folletos CON EL, en Vida Nueva (1991); S. Calderón, Faustino Míguez, signo del amor de Dios, Madrid, Publicaciones ICCE, 1993; Instituto Calasancio HH. de la Divina Pastora, José de Calasanz y Faustino Míguez, Profetas de su tiempo, Madrid, 1997; Beatificationis et Canonizationis Ven. Servi Dei Faustini Míguez POSITIO super miraculo, Roma, 1997; S. Calderón, HDPC: Buscando la Voluntad de Dios: P. Faustino Míguez, Sch. P., Madrid, Publicaciones ICCE, 1998; Faustino Míguez, Sch. P., Fundador del Instituto Calasancio HH. de la Divina Pastora (Crónica de la Beatificación), Roma, Editorial Dayenu Diseño, 1998; P. Sanz Navío, P. Faustino Míguez, escolapio, Zaragoza, 1998; VV. AA., Al servicio de la Piedad y de las Letras: P. Faustino Míguez (Homenaje con motivo de su Beatificación), Madrid, Editorial Dayenu Diseño, 1999; A. García-Durán, Y la rana peinó melena, Madrid, Publicaciones ICCE, 1999; J. Cuesta Revilla, “Faustino Míguez en Martos. A propósito del primer Centenario del Colegio Divina Pastora (I)”, en Aldaba, 40 (2017), págs. 22-26; F. Negro Marco, “San Faustino Míguez, constructor de una nueva humanidad”; M.ª J. de la Plata Rodríguez “Faustino Míguez, un hombre en sintonía con la creación” y J. Pascual Burgués, “S. Faustino Míguez Sch. P., en el contexto histórico de su tiempo”, en Analecta calasanctiana: publicación semestral religioso cultural y de investigación histórica, 119 (2018), págs. 67-104, 149-170 y 279-310, respect.
Sacramento Calderón, SChP