Ribera, Francisco de. Villacastín (Segovia), 1536 – Salamanca, 24.XI.1591. Jesuita (SI), escriturista, hagiógrafo y primer biógrafo de santa Teresa de Jesús.
Cuando en diciembre de 1570, Francisco de Ribera entró en la Compañía de Jesús, era ya un hombre formado, que había pasado por la Universidad y que, incluso, había sido rector de la de Salamanca en 1567.
Había estudiado Griego, Hebreo, Artes, Teología, Derecho Canónico o Cánones, entre 1556 y 1569, todo ello en Salamanca, siendo además Colegial del Mayor del Arzobispo, entre 1559 y 1566. Se retiró a su tierra natal y perfeccionó los estudios que tenía de filología y Biblia. Incluso, ya era doctor en Teología cuando se planteó la posibilidad de hacer una vida eremítica. Finalmente, optó por convertirse en jesuita cuando la madre Teresa de Jesús, de la que fue con los años su primer biógrafo, había fundado sus primeros “palomarcitos” de la Reforma descalza carmelita. Para entonces, los jesuitas se hallaban en consonancia y viceversa con esta monja.
Francisco de Ribera manifestaba su intención de ser misionero, aunque realizó la segunda probación o noviciado dentro de la Compañía en Medina del Campo, donde habían llegado los jesuitas en 1551. Éstos fueron los que recomendaron años después a la madre Teresa que asentase, en 1567 y en la villa de las ferias, la segunda de las fundaciones, ya que Medina era la auténtica capital económica de la Corona de Castilla. El noviciado castellano buscaba en los años de Francisco de Ribera una intención de asentamiento, tras haber nacido en la villa vallisoletana de Simancas, pasar a Medina del Campo, aventurarse dentro de la fundación de Magdalena de Ulloa en Villagarcía, regresar a Medina y establecerse definitivamente en la mencionada Villagarcía de Campos. Fue Ribera novicio bajo la experimentada guía de un hombre de formación y de oración —polémico en este segundo de los ámbitos—.
Nos estamos refiriendo a Baltasar Álvarez, director espiritual también de la madre Teresa.
Regresó el nuevo jesuita a su apreciada Salamanca, donde habría de ser el responsable de iniciar la Cátedra de Escritura en aquel Colegio que le había costado abrir a Ignacio de Loyola años antes. Fue el encargado de la misma por espacio de dieciséis años, entre 1575 y 1591. Publicó, solamente, una parte de los escritos teológicos que redactó, entre los que destacaron los comentarios a los profetas menores. Se mostró partidario del sentido literal único en la interpretación de la Sagrada Escritura, manifestando la necesidad de destacar la primacía de la traducción Vulgata, la versión latina atribuida a san Jerónimo, frente a los hebraístas.
Francisco de Ribera trató de buscar el camino del equilibrio, en medio de las tensiones que se despertaron entre una y otra posición en lo que se refería a las versiones de traducción de la Sagrada Escritura.
Participó en la congregación general IV (1581), tras la muerte del cuarto prepósito general Everardo Mercuriano, eligiendo aquellos componentes, al que habría de ser el quinto de los superiores, Claudio Aquaviva.
Sin embargo, Francisco de Ribera es conocido habitualmente por haber publicado, como hemos mencionado antes, la primera de las “Vidas” de la madre Teresa de Jesús, en Salamanca en 1590, ocho años después de su muerte en Alba de Tormes en octubre de 1582. Ese mismo año también apareció la publicada, en Madrid, por Pedro de Ribadeneyra, uno de los grandes autores del momento y no únicamente considerado en la Compañía de Jesús. Quizás era un texto que formaba parte de sus recopilaciones de vidas de santos. La dirección espiritual que ejerció Ribera sobre la monja carmelita —oficio que entre los jesuitas no era extraño para con la madre Teresa— le permitió reunir los materiales necesarios para redactar la Vida mencionada. Parece ser que la tenía ya concluida en 1587 aunque tardó tres años en salir de la imprenta. Será reeditada en 1602 y traducida al francés ese mismo año y, después, en 1607. El fraile carmelita, superior que había sido de la madre Teresa, fray Jerónimo Gracián de la Madre de Dios, contaba con un ejemplar que había anotado, corregido y matizado convenientemente. Fue lo que se conoció como los Escolios y adiciones a la Vida de Ribera. Datos todos ellos que solicitó el propio jesuita una vez que su obra había sido publicada. Las páginas escritas sobre la monja reformadora por el padre Ribera fueron muy bien consideradas, tanto por la utilización de un lenguaje puro, así como por un desarrollo de los acontecimientos históricos. Naturalmente, las intenciones no podían ser propiamente biográficas sino más bien apologéticas —como indica Teófanes Egido—, sobre todo cuando la beatificación de la reformadora ya era una preocupación que debía ser culminada. Por eso, se ponía énfasis en lo que este mismo autor ha denominado la “larga historia barroca de Teresa”, en las virtudes a ella atribuidas, en los milagros y en las cuestiones más extraordinarias, respondiendo a los estereotipos barrocos de la santidad.
Inicialmente, el general Aquaviva se opuso a que fuese publicada esta obra con el nombre de su autor, aunque finalmente lo autorizó. Posteriormente, a estas páginas, el fraile jerónimo Diego de Yepes — que habría de ser obispo de Tarazona—, en realidad el carmelita fray Tomás de Jesús, publicaba en 1606 Vida, virtudes y milagros de la bienaventurada virgen Teresa de Jesús, páginas que contaron desde ese momento con un notable éxito. Fue Juan de Jesús María Calagurritano el que entregaba tres años después una obra en lengua latina, Compendio de la bienaventurada virgen Teresa de Jesús. El mencionado carmelita Gracián, en Bruselas y en 1611, publicaba Declamación en que se trata de la perfecta vida y virtudes heroycas de la B. Madre Theresa de Jesús y de las fundaciones de sus monasterios. En 1614, la monja carmelita era beatificada. El papa Paulo V había leído en latín las mencionadas páginas de Juan de Jesús María, después de haber sido corregidas por el padre Gracián.
Obras de ~: In duodecim Prophetarum, Salamanca, excudebat Guillelmus Foquel, 1587, 2 vols.; La Vida de la Madre Teresa de Jesús, Salamanca, Lasso, 1590; In sacram Apocalipsis et libri de Templo, Salamanca, 1591; In duodecim Prophetas commentarii historici et In Epistolam ad Haebreos, editado por J. de Acosta, Salamanca, 1598; In Evangelium sc. Ioannem, Lyon- Colonia, 1623; “Dos relaciones sobre Santa Teresa”, en Boletín Real Academia de la Historia, 66 (1915), págs. 426-433; “Carta al P. Aquaviva sobre sus comentarios a Juan y Daniel, 1585”, en Estudios Eclesiásticos 35 (1960), pág. 69; F. de Ribera, Vida de la Madre Teresa de Jesús, fundadora de las Descalzas y Descalzos Carmelitas, edición de fray José Antonio Martínez Puche, Madrid, Edibesa, 2004.
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Javier Burrieza Sánchez