Masdevall Terrades Llobet, José. Figueras (Gerona), p. m. s. XVIII – Trujillo (Cáceres), 29.VI.1801. Médico.
José Masdevall es una de las figuras más destacadas de la salud pública española de la segunda mitad del siglo XVIII. En su condición de inspector general de Epidemias del principado de Cataluña, cargo que ostentó entre 1783 y 1801, promovió el desarrollo de la administración sanitaria, hasta aquellas fechas casi exclusivamente centrada en el control de fronteras y puertos para impedir la importación de “contagios”.
Además, sus remedios terapéuticos contra “las fiebres pútridas” le proporcionaron un amplio reconocimiento nacional e internacional. En el ámbito de la salud pública y laboral, Masdevall es autor de uno de los primeros informes elaborados en nuestro país sobre el impacto de las manufacturas en la salud de los operarios y ambiental. Médico de Cámara de Carlos III y Carlos IV, Masdevall también desempeñó un importante papel en la reforma de la enseñanza médica de nuestro país. Autor de una propuesta de reforma del plan de estudios de la Universidad de Cervera (1784) y promotor de la Escuela de Medicina Práctica de Barcelona, Masdevall lideró, en su condición de presidente del Protomedicato, la efímera unificación de los estudios de Medicina y Cirugía acontecida en España entre 1799 y 1801.
Masdevall nació en el seno de una familia acomodada, hijo de un antiguo asentista del ejército para la provisión de víveres en el Ampurdán. Sus antepasados eran propietarios desde varias generaciones del solar del Masdevall de la villa de Massanet de Cabrenys.
Por parte materna, Masdevall era descendiente de la casa de Terrades de Villabeltrán. Casó con Lucía de Masdevall y de Draper (fallecida en abril de 1808) y fue padre de cinco hijos: José Francisco, Francisco Clemente, Teresa, Clara y Pedro Francisco. Las noticias disponibles sobre el ámbito familiar confirman la consecución de una posición económica holgada, únicamente comprometida con la ocupación de sus propiedades durante la Guerra del Rosellón (1793- 1795). Asimismo, destaca su talante emprendedor y la apuesta decidida por empresas de corte poblacionista, como el establecimiento de una almadraba en Rosas (1787), la propuesta de creación de nuevos núcleos de población en el Ampurdán o el intento de crear una casa de misericordia en Huesca. Masdevall no escatimó esfuerzos por proporcionar destinos adecuados a sus descendientes aprovechando sus influencias en la Corte. En 1795, José Francisco obtuvo la plaza de secretario de Sala del Crimen de la Audiencia de Barcelona. Una vez fallecido Masdevall, heredó la totalidad de sus posesiones. Para su hijo Francisco Clemente solicitó una plaza de sochantre en la catedral de Gerona. Menos suerte tuvo el menor de sus hijos, Pedro Francisco, quien, una vez fallecido Masdevall y años después su esposa, vivió en una situación de penuria económica. Sus peticiones de un destino en la administración o en palacio, reiteradas desde 1802 hasta 1836, sólo obtuvieron concesiones de ayudas discrecionales de la Corona con las que paliar su indigencia.
José Masdevall estudió Medicina en la Universidad de Cervera, en la que obtuvo el grado de doctor.
Amplió estudios en la Universidad de Montpellier en torno a 1751. Debió de iniciar su actividad profesional en la década de 1750 en Figueras y, al menos desde 1769, formó parte de diversas comisiones médicas para estudiar la naturaleza de ciertas epidemias en el principado de Cataluña y proponer métodos curativos.
En el verano de 1782, Masdevall formó parte de una nueva comisión que bajo las órdenes de Felix O’Neille, corregidor de Gerona y nombrado en 1783 comandante general del ejército de Cataluña, estudió la epidemia que asolaba el Languedoc y el Condado de Foix en Francia. Precisamente el encuentro con O’Neille le permitió a Masdevall establecer contacto con el conde de Floridablanca, quien, sensible a sus planteamientos sanitarios, posibilitó el meteórico ascenso de Masdevall.
Los estudiosos de la figura de Masdevall han destacado tanto su dedicación profesional y su entusiasmo por el ideario mercantilista como su ambición y habilidad para granjearse el favor de la Administración española del Antiguo Régimen. Tales dotes se ponen bien de manifiesto en el desempeño de la comisión que recibió en agosto de 1783 para estudiar la epidemia de tercianas que afectaba a numerosas poblaciones comprendidas en el triángulo formado por las ciudades de Tarragona, Lleida y Solsona. La labor de Masdevall incluía el reconocimiento de casos en cada población visitada, la puesta en práctica e instrucción a los médicos locales de su método curativo único para todas las fiebres —basado en un vomitivo, “la mixtura antimonial”, y un antipirético confeccionado fundamentalmente con quina, “la opiata antifebril”— y en la elaboración de planes sanitarios o puesta en práctica de las instrucciones dictadas por las Juntas de Sanidad para prevenir la extensión de la epidemia o futuras oleadas. Tales planes se ajustaban a las reglas de policía médica propias de la época.
Junto a la importante labor sanitaria desarrollada, Masdevall supo desplegar una considerable labor publicística respecto al éxito de su método terapéutico, promoviendo entre los médicos y autoridades locales la elaboración de noticias y dictámenes positivos sobre el mismo, que fueron masivamente remitidas al conde de Floridablanca por indicación del propio Masdevall. Gracias a la difusión alcanzada por su obra Relación de las epidemias de calenturas pútridas y malignas, publicada en 1786 y que conoció tres ediciones, Masdevall contó con un buen número de seguidores que publicitaron las bondades de su método terapéutico en obras apologéticas, en traducciones de su obra al italiano, alemán y francés o incluyendo menciones elogiosas en las páginas de la Gaceta de Madrid o el Memorial Literario. Entre otros, el jesuita Pedro Montaner, traductor de su obra al italiano, y los médicos Antonio Ased y Latorre, nombrado en marzo de 1786 inspector de Epidemias de Aragón, Juan Sastre y Puig, escolar de Cervera, o Martín Rodón y Bell, médico del Hospital Real Militar de Cartagena y presidente de la Academia de Medicina Práctica de dicha localidad. La labor desarrollada en el brote epidémico de 1783 y el respaldo mayoritario a su método curativo le valió a Masdevall su nombramiento de inspector general de Epidemias del principado de Cataluña y de médico de cámara en noviembre de 1783. Además, el empleo con éxito de su método terapéutico en diversas crisis epidémicas, la fama alcanzada por su Relación y su designación como médico de cámara le supusieron diversos nombramientos honorarios como los de presidente de las academias médicas de Cartagena (1786) y de Cádiz (1788), o los de socio del Real Colegio de Médicos y Cirujanos de Zaragoza (1785), de la Real Academia de Medicina de París (1785), de la Regia Sociedad de Medicina y demás Ciencias de Sevilla (1786) y de la Real Academia Médico-Práctica de Barcelona (1788). A pesar del reconocimiento profesional alcanzado, Masdevall no gozó del apoyo de la mayoría de médicos de la ciudad de Barcelona, en especial de los socios fundadores de la Academia médica, quienes en la primera mitad de la década de los ochenta vieron cómo Masdevall lograba algunos de los objetivos perseguidos por los académicos desde hacía años. Las duras críticas lanzadas contra Masdevall y las dudas respecto a la eficacia de su método curativo fueron acalladas por su valedor Felix O’Neille, quien en marzo de 1784 prohibió “hablar en bien o en mal del expressado Dr. Masdevall ni de su método de curar”, bajo amenaza de prisión.
Desde su cargo de inspector de Epidemias, Masdevall propuso un reforzamiento de la administración sanitaria interior. Su propuesta, realizada en enero de 1784, era análoga a la ensayada en Francia y suponía la dotación de una Superintendencia de Medicina encargada de supervisar la sanidad del reino y la creación de la figura de los “inspectores de epidemias y hospitales”, cuyas competencias incluían la lucha contra las enfermedades epidémicas, la inspección de la asistencia hospitalaria y el control e inspección de las boticas. La propuesta incorporaba la dotación de una plaza de inspector general, para la que él mismo se postuló, y la adopción tentativa de esta estructura administrativa en el principado de Cataluña. Aunque el plan no fue aceptado, su traslado a Madrid en julio de 1785, permitió el nombramiento, a petición suya, de un teniente de inspector de Epidemias, una figura que él había reclamado se dotara en cada corregimiento del Principado, cargo que recayó en su familiar Francisco Llorens y Masdevall (fallecido en diciembre de 1793). Por otro lado, la figura del inspector de Epidemias se extendió a los distintos territorios del reino.
En febrero de 1784, Masdevall, comisionado por el conde de Floridablanca, encabezó un proyecto de reforma de la enseñanza superior de la Medicina en Cervera. El plan contó con el apoyo entusiasta de los profesores de Cervera, para quienes las reformas planteadas en la medicina teórica presentaban cierto cariz renovador sin apenas constituir una amenaza para su posición profesional. Más original fue la inclusión en dicho proyecto de una propuesta de creación de un Colegio de Medicina Práctica en Barcelona, subordinado a la Universidad de Cervera.
Consciente de las dificultades para su materialización, Masdevall realizó meses después una nueva propuesta donde reiteraba la necesidad de crear la mencionada institución en Barcelona, bajo su dirección, incorporando la enseñanza de la Medicina Teórica y eliminando ésta, por tanto, de los planes de estudio de Cervera. La propuesta no contó con el apoyo del Consejo de Castilla ni del Tribunal del Protomedicato de Castilla.
En mayo de 1784, el Ayuntamiento de Barcelona emitió dos edictos prohibiendo la creación de nuevas fábricas de indianas en la ciudad hasta tanto se promulgaran nuevas regulaciones para el desarrollo urbano. Los edictos, suscritos por la principal autoridad del poder real en Cataluña —la Real Audiencia—, respondían tanto a las preocupaciones por el crecimiento demográfico y la transformación urbana experimentados en la segunda mitad del setecientos como al rechazo de las familias nobiliarias que integraban dicho órgano hacia el auge social de la burguesía local ligado al desarrollo de las manufacturas.
En junio de ese año, el conde de Floridablanca encargó a Masdevall la elaboración de un informe sobre la salubridad o insalubridad de dichas actividades industriales. El resultado del encargo fue la confección en septiembre de 1784 del Dictamen [...] sobre si las fabricas de algodon y lana son perniciosas o no a la salud pública de las ciudades donde están establecidas, texto en el que volvió a expresar su defensa de los planteamientos mercantilistas y que permitió reforzar sus vínculos con la administración borbónica.
El dictamen legitimó las posiciones del poder central —especialmente sensible a la riqueza generada por la actividad industrial— frente a las preocupaciones por los efectos nocivos para la salud pública de dichas actividades expresadas por instituciones locales, como la Junta de Sanidad de Barcelona o la Academia de Medicina Práctica de Barcelona.
Masdevall concluyó la ausencia de riesgos para la salud de los operarios y de la población asentada en el entorno de las fábricas basándose en la inocuidad de las sustancias empleadas en los diversos procesos productivos y en el estado de salud de los trabajadores.
Acorde con los patrones de la época, Masdevall no llevó a cabo un estudio de tipo experimental sobre los efectos de las sustancias empleadas en los tintes y estampados. Por el contrario empleó la analogía, remitiéndose a la acción farmacológica beneficiosa de muchas de las sustancias empleadas en la estampación —como las cocciones de raíz de granza o “los arsénicos, el agua fuerte, el aceyte de vitriolo, y la sal de Saturno”— para descartar su nocividad. Respecto al examen de la salud de los operarios expuestos, el Dictamen mostraba una situación idílica, destacando su mención a la ausencia de síntomas entre la población trabajadora infantil y el estado de robustez de los trabajadores, que justificaba por la ausencia de riesgos tóxicos y por la buena alimentación que posibilitaban los elevados jornales. En este sentido, Masdevall suscribió la percepción de la miseria como causa de enfermedad y el valor preventivo frente a las enfermedades epidémicas que suponía la mejora de las condiciones de vida derivadas del empleo manufacturero.
En mayo de 1785, Masdevall recibió el nombramiento de “Médico de Cámara con ejercicio y gajes”, lo que conllevó su traslado a Madrid en julio de ese año. En diciembre recibió el título de hidalguía, convirtiéndose en uno de los pocos médicos ilustrados españoles ennoblecidos en ese período. Los “Médicos de Cámara con ejercicio y gajes”, un selecto grupo de en torno a seis médicos, eran los encargados de asistir a los miembros de la Familia Real en sentido estricto y nutrían el Tribunal del Protomedicato, organismo que controlaba el ejercicio y acceso a la profesión médica.
Siguiendo un criterio estricto de antigüedad y tras el fallecimiento de su correspondiente propietario vitalicio, Masdevall fue nombrado tercer protomédico de Castilla en febrero de 1788 y segundo en diciembre de 1791. Tras el fallecimiento de Francisco Martínez Sobral, Masdevall accedió en enero de 1799 al cargo de primer médico del Rey, presidente del Tribunal del Protomedicato de Castilla, protomédico de los Ejércitos y demás nombramientos honoríficos que llevaba aparejado el cargo. Entre ellos, el nombramiento de oficio de presidente de la Regia Sociedad de Medicina y demás Ciencias de Sevilla y el de consejero de Hacienda.
En marzo de 1794, fallecido Llorens, Masdevall debió desplazarse de nuevo a Cataluña con motivo de los problemas sanitarios causados por la guerra contra la Convención revolucionaria francesa. Su actuación con motivo de esta crisis fue similar a la de la década de 1780, promoviendo el uso de su terapéutica antifebril, aunque con una especial atención a la organización de los hospitales de campaña. Si bien las adhesiones fueron numerosas, no faltaron las quejas entre las poblaciones visitadas, expresión de los conflictos entre el enviado real y las disposiciones adoptadas por las autoridades locales. Su acérrima oposición a la práctica de la sangría comprometía la labor de los sanadores locales, lo que provocó una extensión de las críticas a su método terapéutico.
En el cargo de presidente del Tribunal del Protomedicato de Castilla apoyó la reforma de la enseñanza médica. En marzo de 1799 se aprobó la Real Orden que regulaba la supresión de las facultades de medicina, la reunión de los estudios de medicina y cirugía y la creación de la Junta Superior Gubernativa de la Facultad Reunida en sustitución del Protomedicato y del Protocirujanato. Los tres protomédicos y protocirujanos que la compusieron recibieron la denominación de físicos de cámara. Masdevall ostentó la presidencia de la misma desde marzo hasta noviembre de 1799, en que, como consecuencia de una reforma de la Junta, la presidencia recayó de forma perpetua en el primer secretario de Estado, designándose como vicepresidentes a Masdevall y a Pedro Custodio. Entre otras funciones, la Junta Superior quedó encargada de velar por el funcionamiento del Real Estudio de Medicina Práctica de Madrid. La Junta Superior fue suprimida el 18 de marzo de 1801.
Masdevall falleció en Trujillo, el 29 de junio de 1801, en el curso de un viaje por Extremadura con la Familia Real.
Obras de ~: con F. Fuentes Piquer Cancelario, F. Oliver, José Vidal y C. Rojas Carrasco, Plan de Estudios de Medicina de la Universidad de Cervera formado de acuerdo del Caballero Cancelario, y Catedráticos de Medicina de la misma abajo firmados, y del Dr. Dn. ~ Inspector de Medicina en el Principado de Cataluña, y Médico de Cámara honorario de S. M. En virtud de la comisión que éste tiene del Excmo. Sor. Conde de Floridablanca, 1784 (inéd.); Dictamen [...] dado de orden del Rey sobre si las fabricas de algodón y lana son perniciosas o no a la salud pública de las ciudades donde están establecidas, Barcelona, c. 1784; Relación de las epidemias de calenturas pútridas y malignas que en estos últimos años se han padecido en el Principado de Cataluña, y principalmente la que se descubrió el año pasado de 1783 en Lérida, Llano de Urgel y otros muchos Corregimientos y Partidos, con el método feliz pronto y seguro de curar semejantes enfermedades, Barcelona, 1786 (2.ª ed., Madrid, 1786, incorpora el Dictamen [...]; 3.ª ed., Madrid, 1797); Relación de las epidemias, que han afligido a la ciudad de Cartagena, por el Médico de Cámara de S. M., Cartagena, 1787; Relazione dell’epidemia sofferte nel Principato di Catalogna principalmente nell’anno 1783. Trad. ed ilustrata di nuove osservazioni e memoria fino all’anno 1788, dal ad P. Montaner, Ferrara, 1789 (2.ª ed., Venezia, 1790); Collezione di oposculi intorno il metodo proposto dal nobile signore Don Giuseppe de Masdevall, medico di Camera del Re Católico per guarire le febbri putrido-maligne, ed altri analoghi mali [...], Ferrara, 1791; Bericht über die Epidemien von faulen und bösartingen Fiebern [...] Aus dem Spanischen übersezt, von Doct. C. H. Spohr [...], Braunschweig, 1792; Carta de ~ al consultor D. Juan Hurtado de Mendoza sobre la aplicación, ventaja, perjuicios y efectos del método antimonial y respuesta de éste a todas las partes de la pregunta. Publicalas para beneficio común un amigo de los dos, Mataró, 1795; Médicamens et précis de la méthode de Mr. Masdevall, Docteur médecin du roi d’Espagne Charles IV, pour guérir toutes les maladies épidémiques, putrides et malignes [...], Orleans, 1796; Remedio contra la peste extendida por la costa de Africa, 1800 (inéd.).
Bibl.: A. Vázquez Domínguez, “Nota para la vida y obra del caballero Masdevall”, en Archivos Iberoamericanos de Historia de la Medicina, 4 (1952), págs. 285-289; J. M. López Piñero, “El testimonio de los médicos españoles del siglo XIX acerca de la sociedad de su tiempo. El proletariado industrial”, en J. M. López Piñero, L. García Ballester y P. Faus Sevilla, Medicina y sociedad en la España del siglo XIX, Madrid, Sociedad de Estudio y Publicaciones, 1964, págs. 109-208; J. R. Zaragoza Rubira, “La medicina del trabajo en la España Ilustrada: la obra de José de Masdevall”, en Medicina Española, 54 (1965), págs. 181- 187; J. Riera Palmero, José Masdevall y la medicina española ilustrada (Enseñanza, epidemias y guerras a finales del siglo XVIII), Valladolid, Secretariado de Publicaciones de la Universidad, 1980; Epidemias de calenturas pútridas y malignas (1764-1783). Edición facsímil de la obra de José Masdevall, Valladolid, Universidad, 1996; A. Zarzoso, La pràctica mèdica a la Catalunya del segle XVIII, 2003 (inéd.), págs. 162-170.
Alfredo Menéndez Navarro y Alfonso Zarzoso Orellana