Torre Aedo, Jerónimo de la. Valle de Villaverde (Cantabria), c. 1590 – Madrid, XII.1658. Aristócrata, administrador y político.
Hidalgo originario del valle de Villaverde, en La Rioja alavesa, desde su juventud se integró en la administración real, siendo destinado para cubrir ciertos cargos de distinta consideración en Galicia y Madrid hacia 1610. Gozando de cierto prestigio y ascendiente entre los miembros de la burocracia palatina, en 1622 accedió al cargo de oficial mayor de la Secretaría de Estado, paso previo al de secretario real, concedido por Felipe IV en 1623.
Hombre de confianza del conde-duque de Olivares, se le otorgó la Secretaría de Milán, oficio en que, ejercido durante la década de 1630, favoreció la coyuntura militar entre el Milanesado y los Países Bajos españoles. Su carrera política se mantuvo indeleble a los vaivenes cortesanos, pues obtuvo la Secretaría de Guerra, de la parte de Mar, en 1644. Años antes ya había gozado de la concesión de un hábito de la Orden de Calatrava (hacia 1630), así como el cargo de veedor general de las Galeras de España e Italia, que compaginó con el citado de Secretario de Milán.
Durante la época de Gobierno de Luis de Haro, el secretario Jerónimo de la Torre potenció el ascenso burocrático de su hijo, Diego de la Torre, iniciándole en la doctrina y práctica de la política de la Monarquía hispánica, además de juntar en torno a sí un importante grupo de administradores capacitados para plantear resoluciones a los crónicos problemas de la Monarquía. De esta manera, entre 1648 y 1658, ejerció el cargo de secretario de Estado para los asuntos del Norte, bajo cuyo mandato coordinó el esfuerzo militar hispano para frenar los avances franceses hacia los Países Bajos españoles, como demuestra la correspondencia habida con su amigo Haro, el conde de Peñaranda y el capitán general de Flandes, Leopoldo Guillermo de Austria.
Un testimonio de la época, narrado por el emisario neerlandés Anton Brunel, define a Jerónimo de la Torre como un confeso admirador del poder de las Provincias Unidas: “[Jerónimo de la Torre] nos trató con suma amabilidad, repitiendo con una especie de admiración y de transporte que nos sorprendió: Holandeses, a los cuales quiere tan bien el rey Nuestro Señor, que Dios guarde”. Asimismo, gustó coleccionar obras de arte, albergando en su casa madrileña alrededor de diez pinturas religiosas de José de Ribera, il Spagnoletto, muchas de las cuales se hallan hoy día en el Museo Nacional del Prado (Madrid): San Juan Bautista, San Bartolomé, Santa María Egipciaca, Santa María Magdalena, Santa Inés, San Pedro liberado, El sueño de Jacob, entre otros.
Jerónimo de la Torre falleció en Madrid en 1658, quedando como heredero universal su hijo don Diego de la Torre, por entonces secretario del Consejo de Italia y, en 1669, secretario de Estado para los asuntos del Norte, como había sido su progenitor.
Fuentes y bibl.: Archivo Histórico Nacional, Órdenes Militares, Caballeros de Calatrava, expediente 2596; expedientillo 10337; Archivo del Museo Naval, Colección Vargas Ponce, t. XXIV, documentos 52-55; Real Academia de la Historia, Colección Salazar y Castro, A-94; A. Brunel, “Viaje de España” (1655), en J. García Mercadal, Viajes de Extranjeros por España y Portugal, t. II, Madrid, Aguilar, 1959; J. A. Escudero, Los Secretarios de Estado y del Despacho (1474-1724), vol. I, Madrid, Instituto de Estudios Administrativos, 1976.
Roberto Quirós Rosado